Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

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lunes, 13 de octubre de 2025

Siete "buenos días"

 


Siete son los "buenos días" que doy cada mañana. 

"Buenos días" al guardia civil que está fuera del edificio, "buenos días" al vigilante de seguridad de la cinta, "buenos días" a los compañeros de recepción, "buenos días" en el ascensor mientras subo a la 5ª, "buenos días" a los compañeros súper madrugadores y "buenos días" a mi jefa. 

Qué paradójica es la vida. 

Después, mientras estoy sentándome ¡por fin! en mi mesa, enciendo el ordenador y busco la aplicación de "Trama" para fichar, revolotea feliz una frase a mi alrededor. Esa frase tan evocadora y familiar de cuando era cría, o no tan cría, cuando era adolescente y había dormido poco (siempre dormí mal) y me levantaba de mal humor, sin decir nada. Entonces mi madre me decía: "¿Que se dice?"

Y, sin querer, me arrancaba el primer "Buenos días" sin ganas de la mañana. 

Ahora, pasados tantos años, son siete. Siete "buenos días"  los de cada mañana. 

Seis cuando llego al trabajo, pero faltaba contar el que doy a mis amigos del Palacio Real cuando paso por su lado y no me saludan desde su atalaya. 

¡Pavos! ¿Qué se dice? les digo siempre para mis adentros. 

Y vuelve la voz que arropa. 

Aprendí, mamá. A eso y a muchas cosas más. 

Y cuando digo los siete mañaneros "buenos días" hasta los digo ya con ganas.





domingo, 28 de septiembre de 2025

Un 29 del 9

 




Mi madre decía que yo nací de noche, casi tan terminando septiembre que nazco el último día. Decía también que la enfermera preguntó si quería cenar, y ella contestó: "Claro, sí, sí", porque a saber cuándo yo me decidiría a llegar... Ojalá hubiera heredado yo el apetito de mi madre y su delgadez. "Se conoce", como decían antes, que al final llegué a "paso alegre" útero a través, porque, aunque nací de noche, todavía era el día 29. Como era "juernes" llegué tarde a casa, aunque aún no supiéramos de la palabra por aquel entonces. Pero así fue, me decidí a entrar en este mundo un jueves, un "29 del 9", con esa rima simplona de números que, sin embargo, me gusta por cantarina. 

De pequeña mi madre nos contaba muchos cuentos: Garbancito, Los siete cabritillos, La ratita presumida... Nos los contaba poniendo distintas voces, como se deben contar los cuentos. Imitando el eco en la tripa del buey cuando Garbancito hablaba. O impostando la voz del lobo cuando pretendía hacerse pasar por la madre de los cabritillos con la pata enharinada. De ella debí heredar yo esta querencia por las historias. Me encanta que me cuenten... lo que sea. Y si es una historia de la que, además, pueda aprender algo, mejor que mejor. Eso también es lo que más me gusta de los viajes organizados, la posibilidad de que nos toque un guía majo que mientras estemos de un lado para otro, vaya descontándonos en el oído la historia del lugar o sus particularidades.

Y seguramente será por eso, también, que yo cuento. Cuento historias. Y, una vez cada 365 días, también cuento años. Otro 29 del 9. Y aquí estamos.

Casi sin querer, echo la vista atrás, y en las cuentas con respecto a los años que vivieron bien mis padres salgo ganando. Ellos se alegrarían y a mí me da que pensar.  

Sin embargo, doy esquinazo a las divagaciones, y elijo quedarme, solo, con esta íntima obligación moral de celebrar. Celebrar no solo el cumple, sino cada día, intentando que el tiempo no pase sin más, que no se me quede nueva la vida, que se vea gastada y con bolas, porque nos la regalaron para vivirla. 

Muchas felicidades, digo a la niña de la foto. Sonríe ¡Vamos! Celebremos un año más, sin dejar de hacerlo y dando gracias. Siempre. 


29 de septiembre del 2025


domingo, 21 de septiembre de 2025

El último día del verano del 25

 



Retomo la escritura el último día de verano del 25. 

Mi boca atesora el gusto del delicioso café del sur de Italia, mientras Doménico Modugno sonará para siempre en un septiembre caluroso salpicado de buenos momentos. 

Correspondo con otra sonrisa a tantas caras que no volveré a ver pero me sonreirán siempre desde todas las fotos que esperan, pacientes, las ordene. 

Mi particular puzzle encaja a la perfección la pieza del aromático café a la de un granizado de vermú murciano, mostrándome una playa cálida donde logro sumergirme despacio para mecerme y mecerme y mecerme. 

Hasta que un ejército de albornoces blancos me secuestra para llevarme en volandas hasta un nuevo mundo, acuático y relajante, uno que añoraré terriblemente en este inevitable otoño que se anuncia ya, no solo en el calendario, sino también en el viento que mueve las hojas y mis quejas. 

Retomo la escritura como quién retoma la vida de los días iguales. 

Necesito un flotador, llámalo letras, escritura. 

Erguida, barbilla arriba, 

a por los días iguales, iguales, iguales. 









viernes, 5 de septiembre de 2025

Era primeros de juio y Ponta Delgada callaba.

 


Me gustaba tanto aquel rincón, aquel parque llenito de flores, destilando tranquilidad. Volvía una y otra vez a aquel kiosco donde tomabas el zumo de frutas del día, contemplando la preciosa fachada del Museo, la Biblioteca, o simplemente sintiendo discurrir, plácido, el tiempo. 

Era primeros de julio y Ponta Delgada callaba. 

¿Por qué no te conté más de esa ciudad limpia situada en aquella isla preciosa que palpitaba en pleno océano? 

Una isla llenita de hortensias y lagos. 

Una ciudad que caminábamos sin prisa. 

Aquel viaje extrañamente lento. 

Su paz.


Desde sus fotos me reclama tiempo y mimo. 

Y no le falta razón. 

No pases cuidado, 

dame tiempo, 

Volveré. 












martes, 2 de septiembre de 2025

Septiembre

 



Septiembre atesora un aroma a libro nuevo y papel de forro transparente que, a la que te descuidas, te hace cosquillas desde la memoria. Abro carpetas en mi pc con la ilusión de llenarlas de escritos con la misma ilusión que años atrás comenzaba a tatuar cuadernos cuadriculados con mi bolígrafo azul de punta fina. Septiembre me devuelve a los compañeros de trabajo como antes me devolvía a los compañeros de clase y, si me descuido, hasta me parece oler en casa la sopa calentita del cocido que apetece cuando refrescan las mañanas.

Me encanta agosto por la supuesta tranquilidad (cada vez menos) que trae, por el tiempo libre que me regala. Pero mi mes es septiembre, el mes de mi cumpleaños, de los comienzos de curso, de las ganas por emprender tareas.

Septiembre del latín “september”, que a su vez viene de “septem”, o siete. El mes séptimo para los romanos en aquellos tiempos en los que el calendario tenía diez meses y comenzaba en el mes de marzo. Pero pasados unos siglos agregaron el mes de enero y el de febrero, que iban después del décimo o diciembre. Sin embargo, corriendo el tiempo y por una cuestión de fechas de elecciones, que comenzaban el 1 de enero, este mes y febrero acabaron siendo el primer y el segundo mes, con lo cual septiembre que era el séptimo, acabó siendo el noveno mes del calendario romano. Os lo he contado súper rápido y resumiendo mucho pero seguramente ya conocéis la historia.

Septiembre y su hilera de cumpleaños, consecuencia inequívoca de frías navidades salpicadas de muchas burbujas. “Septiembre” título de libros importantes en mi vida cada uno en un momento muy distinto: Uno de David Lerma y otro de Rosamunde Pilcher. Septiembre con su cargamento de higos, gusto que heredé de mi madre. Septiembre que, generoso, acostumbra a regalarme algún viaje. Mes de matrículas en alguna actividad que uno comienza con ilusión y ya veremos como termina. Septiembre, salpicado de estrenos en los teatros y las salas de exposiciones. Septiembre y su veranillo de San Miguel haciendo de nuevo más cálidas las tardes cuando a punto está ya de despedirse el mes. 

Septiembre oliendo a nuevo, tiene voluntad de comienzo y planes, voluntad de ilusión, renovación, vida.



jueves, 28 de agosto de 2025

Un trío. Agosto se está yendo y Madrid va haciéndose más concurrido, más y más.

 


Lo nuestro era un trío. No me importa confesarlo. 

Todo el año yo esperaba el momento justo para disfrutar de las posibilidades infinitas que te otorga ser tres. ¿Qué queréis que os diga? Una mayor riqueza indiscutible. Buf. En fin, hay situaciones que solo entiende quién las vive. Y a nadie más importan.

Pero este año nos sorprendió un intruso que nos desbarató la ecuación. Un intruso, un forastero, un, un... un verdadero horror. Porque no es cierto eso de que "Dos son compañía y tres multitud". No, de eso nada, monada. Cuatro sí que son multitud. Bah. Con cuatro ya la situación se desborda, los límites se difuminan, se hacen parejitas, el equilibrio se tambalea y conclusión: se desbarata la esencia del invento. 

Pero nosotros tres, nosotros tres éramos invencibles: Agosto, Madrid y yo. Si vosotros supierais la de posibilidades lúdicas y relajantes que te ofrece ser parte activa de un trío... ¡De ese trío! Bueno, bueno, bueno. Si yo os contara... Pero que no os lo voy a contar, que no, no, porque total ya no importa. 

Porque este año llegó la ola de calor. Y que no era una olita, era una señora ola, ancha, posesiva y sudorosa, que nos abrazó más de quince días seguidos y nos dejó fuera de juego. No era cálida, era puro fuego si abrías las puertas, las ventanas y lo que quisieras abrir. Bueno, bueno, bueno. Si os cuento no acabo. Con el cuatro... no hay trato.  

Así ha pasado, que en cuánto me he descuidado advierto que ya mi trío se está desvaneciendo como un fantasma, se difumina como calima, se va, se aleja y llegaron nubecitas y viento para aliviarme de que aquí me deja, en un Madrid que cada vez está más lleno de gente, más lleno, más, sin apenas haberme dejado disfrutar de la ansiada soledad de agosto en esta concurrida ciudad donde habito. 

Con la ilusión que yo tenía... 28 ya. Jo. Y ya no sé, ya no sé qué hacer para distraer la pena, si crucigramas o pucheros. 






viernes, 15 de agosto de 2025

15 de agosto.

 


Tu voz soplándome que eche más cebolla al sofrito, que estará más rico. Que venga, que espabile que este dolor de cabeza no es nada, una aspirina y a la calle a distraerme y ya veré como se va pasando. Que no me olvide de regar que hace mucho calor, pobres plantas. Y que no sea tonta, que "eso", tan cotidiano, tan insignificante, la frase, el gesto, la ausencia, solo tiene la importancia que uno le quiera dar. 

Tu voz trenzándose con el tiempo. Pero el tiempo no hace que duela menos, sino que duele distinto. 

Siempre suenas dentro, acompañando mi paso.   

Pero yo no te contaría las penas porque siempre me las supiste sin que yo las hiciera palabra. Aunque ojalá todavía pudiera volver a casa para contarte el día a día, el ahora resbaladizo. Que ayer, en aquel restaurante donde nos juntamos había colgada una jaula, y dentro de la jaula, un globo terráqueo, y era bonita y terrible la metáfora, pero llamaba la atención. Te habría gustado ese sitio. Que el chico de Correos siempre me dice que qué bonita letra y esta afición, que espera darme suerte y me hace sonreír. Que el espejo me grita que me hago mayor. Y que a veces, solo a veces, abro la puerta al lobo, porque no trae enharinada la patita como en el cuento que me contabas.

Ya ves que escribir sigue consiguiendo que levante las plantas de los pies y flote, mis dedos necesitan la teclas como tú necesitabas la aguja y el hilo. Pero a nadie le alegraban mis buenas noticias como a ti, a nadie, ni siquiera a mí. Eso también lo echo de menos: Tu genuina alegría con todo lo mío. Mucho.

El tiempo no hace que duela menos, solo duele distinto. 



martes, 22 de julio de 2025

Julio en Madrid

 



Alhajitas, tengo una pena... Entre unos y otros me tienen mi Madrid rotito del todo. Que vayas por donde vayas si no hay una zanja hay una valla y si no un socavón. Que esto es un no parar de obstáculos. Que parece que nos estamos entrenando para alguna prueba maratoniana. Que quieres coger el tren para llegar más rápido, toca arreglar la estación de Sol. Pero ¿arreglarla de qué, señores míos...?  si está muy centradita y muy bien. Que quieres bajar desde la Almudena a la calle Segovia por el camino más plano, pues no, porque te han colocado muy estratégicamente un par de vallas que a ver quién es el guapo que se las salta por el césped con todos los aspersores escupiendo agua en todas direcciones como si no hubiera un mañana. Que se te puede poner el pelo de churretoso y la ropa empapucha del todo, y eso si no te mata porque buena de resbalosa se pone la hierba con esa humedá... Total que te das media vuelta y pitando enfilas por la cuesta empinada y rompepiernas, sujetando con las puntitas de los dedos, las sandalias en esos diminutos escalones, que llegas abajo ya, de hacer fuerza para no caerte ni quedarte descalza, baldada del todo. Y como no puedes más con la vida, te dices, con los brazos en jarras, que hasta aquí llegué y ahora mismito, me pillo el primer bus, que a freír monas el calvario ese de andar nosecuántos pasos. Y ole. Pues de eso nada monada que te dice el luminoso que más de veinte minutos. Y chitón y a seguir caminando como está mandado. Un paso y otro paso y otro paso... hasta que se va viendo tu edificio cada vez más grande, más grande, que llego, que llego. Pero por si no fuera poco, además de los ademases, llegas a la oficina y solo un ascensor para todas las heroicas almas que hemos sido capaces de alcanzar la ansiada meta. ¡Un ascensor para todos los pobrecitos que conseguimos llegar a los tornos! porque debía ser que también tocaba arreglo ¿no? Que si me ponen delante al que ha mandado arreglar entero a Madrid en este mes juro que no sé ni que le hago, que no soy dueña ni de mis actos ni de mis pobres pies, esos trocitos de carne magullados con los que terminan mis piernas a esas alturas del día que acaba casi de comenzar.

 Así que, jasmíos, más no me puede cundir la odisea de ganarme el pan todos los santos días. Que no sé ni como me queda resuello para largar a los cuatro vientos lo que me ha costado, física y moralmente, llegar. Que no me dormí ¿eh? Que si hubiera sido eso, al menos mi cuerpo eso se llevaría. Que no, que encima de la madrugona y la caminata, fueron los saltos de vallas, las carreras para esquivar los aspersores, los cambios imprevistos de ruta sorteando los pájaros que te cagan encima y el google maps que no deja de dar vueltas medio loco y no responde. Y ya la guinda, los desaparecidos buses que dormitan en las cocheras en vez de estar por las calles recogiendo a todas las pobres princesas madrileñas que languidecen de pie derecho en las paradas. 

Tan derrotaíta estoy que no me da la vida ni para el blog ni para el bla. Así que un beso alhajitas. ¡Y abrigaos! Que los aires difíciles de los lugares cerrados son muy traicioneros. Claro que el de los lugares abiertos... Entre las moscas, mejor dicho, las hordas de moscas que hay para aburrir, que se ponen de pesaditas en verano... Y ¡los moscones! No sé ya ni que prefiero. 

¡Jasmíos! qué difícil es sobrevivir en Madrid en julio. Y mirad que yo por mi ciudad mato, como decía aquella... Pero que va a ser que ahora más que matar, como me descuide, caigo en el harakiri... Porque si todavía se hubieran ido ya todos, más holgaditos andaríamos, pero que no, que en julio aun están por aquí, aplastándote en el metro, colándose en las escaleras mecánicas, dando más calor. Por si no tuviéramos bastante. Y de otras cosas vale, pero de la calor aquello de "más vale que zozobre, que no fafalte", pues como que no.

¡Ay que penita! ¿Qué tendrá julio de bueno en Madrid? que no lo encuentro. 


domingo, 13 de julio de 2025

El anticiclón de las Azores

 



Yo soy de los que crecieron escuchando como se acercaba el anticiclón de las Azores. No había demasiadas opciones en la televisión y, aunque tú no prestaras atención, de fondo sonaba una voz contando el tiempo que se te colaba dentro. 

Vete tú a saber dónde estarían Las Azores. Un lugar muy lejano en medio de un océano. Un destino casi tan mítico con la muralla China o las pirámides de Egipto. 

Qué mal se me dio siempre la asignatura de geografía. Pero de algo sí estabas segura: de allí siempre llegaba el anticiclón. 

Lo bueno de crecer, algo bueno tenía que tener, es que vas colocando chinchetas en el mapa mundi de tu interior. Querrías llegar hasta todos aquellos lugares que tu mente infantil sintió tan remotos como mágicos. 

Lo bueno de crecer es darte cuenta de que la geografía no es tan difícil si posas los pies en el mapa. Si lo caminas hasta arrugarlo. Hasta que, como decía aquella preciosa canción, "ya no queden islas para naufragar".

Ah y no siempre hace un tiempo seco y soleado en Las Azores. 

Quizá lo del mítico anticiclón también era un poco mentira. 











lunes, 16 de junio de 2025

Los lunes y su voluntad de indolencia

 



Tienen los lunes voluntad de indolencia. 

Nunca tuviste más ganas de ser un bicho bola, mimetizarte como un camaleón hasta volverte color silla, color mesa del despacho, de pc. Convertirte en ¡chas! la mujer invisible. 

Vale, si yo trabajo... pero no me hables, no me hagas contestar, solo me quedaron fuerzas para convertirme en un eslabón más de esta cadena de montaje. 

¿Ser persona? ¿Para qué?

Si después habré de trabajar ni sé las horas... 

Es más duro siendo persona. 


Un día lejano yo me perdí en un bosque húmedo, me disolví en agua salada, me recosté entre los renglones del aquel libro que me atrapó. 

Un día sí, 

un día fui,

fui persona. 









viernes, 30 de mayo de 2025

¡Vierneeesss!

 



¡Hoy es viernes!


Me lo ha chivado el pato, mientras salía por patas porque había quedao el muy animal y ya no llegaba...

Y yo que le veo, pues detrás salí pitando del trabajo.

¡¡Y con la frente bien alta que eran las mil y quinientas!!


Así que: ¡Empatados!

¡Feliz fin de semana!



domingo, 25 de mayo de 2025

Encuentro anual con la tertulia Fernando Borlán de Guadalajara

 



Decía aquella canción de Sabina que tanto me gusta: "Sentados en corro merendábamos besos y porros". También nosotros nos sentamos en corro, aunque desayunamos cruasancitos y palabras. No es lo mismo, vale, pero os aseguro que tampoco está nada mal. 

Me habían puesto falta dos años seguidos, porque el tiempo es escaso y las agendas complicadas, pero ayer volví al encuentro que hacemos anualmente con compañeros de letras de Guadalajara, de la tertulia Fernando Borlán.

Qué agradables son estas citas en las que nos contamos cuanto de literario y personal le ocurrió a cada tertulia durante el curso y lo compartimos. Después hacemos un par de rondas leyendo textos. Te reencuentras con compañeros de allí que ya conocías y a los que da gusto reconocer y volver a ver, y conoces a otros nuevos. Tienen en Guadalajara una biblioteca preciosa que ya os he enseñado en alguna ocasión, pero además la reunión fue en su jardín interior donde se estaba de lujo. 

Se ha convertido es una tradición literaria que terminamos en torno a una mesa donde ya charlamos de todo, como nos gusta a todos hacer cuando nos reunimos. 

Este sábado, 24 de mayo, sentados en corro desayunábamos cruasancitos y palabras en Guadalajara, y fue de esas veces que te dices: ¿Ves? con tan poco y qué bien ¿no? qué relajante y enriquecedor. 

Y cuando todo sale tan bien, ya solo te queda dar las gracias a todos los compañeros de ambas tertulias. Un placer.   

















viernes, 16 de mayo de 2025

15 de mayo en Madrid

 


"¡Buf! ¿Gallinejas...?" dudé cuando los compis propusieron la Pradera. 
“¡Anda la chulapa! ¡Habrá mil cosas!” contestó la catacaldos relamiéndose. 
Repensándolo apostillé: "Pues a una oreja tostadita ascos no le hacía..."

 Y del bracete enfilamos tan pichis para la famosa Verbena próxima al río y a ese trabajo nuestro, del Metro desamparao, pero que en mayo ¡mira tú! lo bien qué caía…

 Faltaron el clavel rojo y tu parpusa, por no pisparse a tiempo...

 Pero sobrando gallinejas y césped y tonteando rosquillas, cómo mejora el compañerismo.

 Llegamos siete, quedamos tres, y nos despedíamos dos, más que requetebién aveníos.


                                                                                                                            @https://www.instagram.com/rocio_diazgomez/#




martes, 6 de mayo de 2025

Del tiempo escaso, de los relojes, de mi blog... Exposición "La tiranía de Cronos" del Banco de España

 




Dice mi blog que qué pasa, que si la última exposición que le he tatuado es del 20 abril (al menos del 25, no del 90) que vamos un poquito atrasados ¿no? Con los contenidos, apostilla... Y lo dice así, en plural, como si él hiciera algo... Y además, con retintín en esa voz de blog madurito que gasta, con "las entradas" en jarras, y moviendo "el piececillo de página" de arriba a abajo enfatizando que ya estoy tardando...

Mi blog es un poco chulito, que para eso es ma-dri-le-ño y en nada estamos bailando chotis. 

Y ya solo me faltaba eso, le digo. Que lo primero es vivir y luego contar. Y el blog que me replica que si no digo siempre que recordar es volver a vivir y yo le digo que sí, pero que la vida ¡no me da!, que también digo eso siempre, que si no se acuerda, ya que se sabe tan sú-per-bien mis frases. Que ¡hay que ver! me cago en la mar salá, lo que una tiene que aguantar. 

Pero mientras él se queda mascullando que no pienso en él, que se aburre, que le hago el vacío y no sé cuántos lamentos más, yo empiezo a pensar que efectivamente tengo varias exposiciones que recomendar y dos novelas que reseñar y un teatro y algunas entradas de las calles de Madrid y de los aseos y de un montón de cosillas haciendo fila, pero que ¿¡de dónde saco el tiempo!? ¡¿De dónde?!

Y como ya me va ha visto un poco enfurruñá y otro poco agobiá además de con el ánimo derrotaíto, pues se ha acercado a mí y dándome con sus "etiquetas" en el hombro, me ha susurrado: "Ya, ya pasó, ya pasó... Que no hay prisa mujer... " Y yo incluso le haría burla repitiendo su frase con sorna porque me lo dice con la boca pequeña, que nos conocemos.

Y aquí me tenéis escribiéndole unas frases para que se calme él y ya de paso apaciguar a mis ansias de escritura, que podamos saltar el bache del martes. Que ya los miércoles, a mitad de semana, se ve un poquito la luz al final del túnel y va uno levantando, aunque solo sea las cejas. 

La foto se titula "Lugar imaginado" de Ángel Poyón, extraída de la exposición que hay ahora en el Banco de España titulada "La tiranía de Cronos", qué bueno el título ¿verdad?

Es una metáfora que me encantó, una metáfora de que paralelamente al tiempo moderno, aún existe la vida natural representada en el vuelo de esas aves, aludiendo también a la migración. Él os lo cuenta mucho mejor en la foto. 



domingo, 4 de mayo de 2025

Primer domingo de mayo. Mamá.

 



Ya en las civilizaciones antiguas había celebraciones para honrar a Rea o a Cibeles, las diosas que se consideraban madres de todos los dioses. En Estados Unidos se comenzó a celebrar a principios del  siglo XX, Anna Jarvis luchó por instaurar un día para honrar a las madres a raíz de la muerte de la suya. En España tendríamos que esperar a que un poeta y funcionario valenciano, Julio Martínez, en 1925 escribiera el "Himno a la madre" con el que pidió a la Iglesia y a los Gobiernos que se conmemorara este día. 

Bien entendido, no está mal detenerse un día a pensar en el amor más incondicional que existe y reconocer y agradecerlo, aunque solo sea con un beso. Sea la Madre, el Padre, o quién sea el que haya velado por nosotros. Cada uno sabrá a quién le debe ese sentimiento de amor y deuda impagable. 

El día que murió mi madre yo sentí que se me iba la persona que más me había querido y querría en el mundo. Mi madre era el refugio, la mercromina, la palabra. Están mis hermanos, por supuesto, mi tesoro. Y mis otros amores, claro, los que mueven mi corazón. Pero sin mi madre quedé a la intemperie.  

A medida que pasan los años, algunos más, otros menos, terminamos yendo por la vida como un colador, llenos de huecos. Tienes que volver a aprender a vivir con cada ausencia, con mayor o menos fortuna. El hueco que dejó mi madre lo lleno todos los días con mil y una conversaciones. Las tonterías o planes que le contaría, las dudas que le consultaría, las quejas o pequeños éxitos que compartiría con ella. Mil y una veces me viene a la mente una frase suya, un recuerdo. De la fuerza gravitacional de ese agujero negro, como de los astronómicos, no podré escapar nunca. 

Se llamaba Julia Gómez Gómez, nació un 8 de octubre, en el 37. Y tuve la inmensa suerte de que fuera mi madre. Feliz día mama. 



domingo, 27 de abril de 2025

Dícese de un Día del Libro perfecto: Comida, libros, Judit Neddermann y torrijas en la mejor compañía

 


Un día del Libro al que no falta detalle es el que lleva una comida al solecito con la gente del trabajo, ración semanal de literatura, música de lujo, familia y amigos. Y como recordar es volverlo a vivir y no quiero olvidarme, tenía que escribirlo en voz alta.  

Fue una suerte que cayera en miércoles, día de tertulia, y más suerte aún porque a continuación me fui a ver un concierto de Judit Neddermann y Pau Figueres a la guitarra, y al final ¡hasta comimos torrijas! encima de la moto de B., como si estuviéramos en casa.

Qué bonito canta Judit pensaba mientras estábamos en el concierto y eso repienso al recordarlo. Aunque llegamos tarde!! Qué nervios!! No nos sirvieron a tiempo y luego ahí como los pavos. Creo que es la primera vez en mi vida que me pasa. Yo, con mi habitual talante positivo, me decía: "Ya verás como no nos dejen entrar..." Pero qué maja la chica del Lara que nos metió entre la primera y la segunda canción entre susurros y con una complicidad de quitarse el sombrero. Y sobre todo qué simpática Judit, que a la pobre se le rompió el micro, ya es mala suerte, y lo encajó de primera. Fue un concierto muy relajante, de esos que solo hay que dejar que la música te vaya llevando muy lejos, a un tiempo sin tiempo, donde simplemente disfrutas. 

Cuando escucho catalán, la lengua de mi infancia, siento un poco que estoy en casa. Me da igual que se me escapen frases. Como decimos con la poesía, te llega o no te llega. Y si al acento catalán le sumas ese dominio de la guitarra de Pau, la simpatía y la preciosa voz de Judit pues ya está. A disfrutarlo todo. Y además, qué detalle, nos trajo rosas a todos!! És molt maca.

Después, sin preaviso, Alberto sacó de la mochila, como un mago de su chistera, los tuppers con las torrijas. E "hicimos la vida" encima de la moto. Por favor... qué ricas. La vida es bella. 











martes, 15 de abril de 2025

Los borrosos

 


Me gusta encontrar un sentido a las fotos que, en principio, borraría. 

Me detengo a pensar que quizá sean las más verdaderas. Las que no son perfectas. Las que atraparon todo, lo que está quieto y lo que está en movimiento. Las que atraparon las prisas. 

Vivimos a contra reloj. Y más en las ciudades grandes, con muchas distancias, donde empleamos tanto tiempo en desplazarnos. Vivimos con prisas. 

Y eso somos. Los que corremos. Los que andamos deprisa. Los que salimos borrosos. Los que estamos borrosos. Los borrosos. 


Siempre pienso que me habría encantado tener el don de la ubicuidad. Estar en dos sitios al mismo tiempo, no perderme nada, vivirlo todo.

Sin embargo, en estos días santos rezaré por alcanzar algún día el don que tienen los que no salen borrosos en las fotos, el maravilloso don de la serenidad. 


jueves, 3 de abril de 2025

En los días lluviosos

 


Mi ánimo es cien por cien algodón y cuando llueve se me encoge sin remedio. Debería dejarlo en casa los días lluviosos. Pero me he hecho cómoda y llevo el bolso lleno de porsiacasos.  

Esas dos que me habitan también discuten los días lluviosos. Sobre todo discuten los puñeteros días lluviosos. La fuerte se empeña en admirar el mundo bello y sugerente que nos muestran los charcos, las aceras espejadas, los cielos del color de la mina de los lapiceros. La frágil se relaja echando la vista atrás mientras hace picadillo jugoso de nostalgias y ausencias. 

Esas dos que me habitan nunca se pondrán de acuerdo, eso ya lo aprendí con los años, pero en los días lluviosos se vuelven francamente insoportables y juegan a la comba con mi ánimo.

Los días lluviosos, mi ánimo cien por cien algodón y las dos que me habitan no son buena compañía. 

Yo lo sé.

Y también lo sabe esta lluvia mansa e incansable de hoy.

Pero como quién oye llover...