Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

lunes, 21 de junio de 2021

21 de junio. Día Mundial contra la ELA

 


Era ingenioso, servicial, bueno.

Solo la tarde que le conocimos fue "el marido" de una amiga. La segunda, la siguiente, era ya uno más, otro amigo, el de todos. 

Ya no era el marido de Julia. Era Juanjo.

 

Cuántas cervezas y raciones en tantas terracitas de verano. Cuántas barbacoas en su casa de Segovia. Cuántas conversaciones, cuántas bromas.

Cuántas, cuántas risas, cuyo eco aún retumba en nuestros oídos.

 

Después, llegó aquella molestia en la pierna, cuando corría. Ni se pasaba el dolorcillo, ni daban con lo que era. 

En un momendo dado hablaron de una enzima y para quitarle importante decíamos aquello de "Juanjo tiene una encima..."

Y vaya si la tenía.

Después de muchas pruebas, pusieron nombre a la molestia: "ELA: Esclerosis lateral amiotrófica".

 

Aquella enfermedad poco a poco iría apoderándose de nuestro amigo. Desde las piernas hasta alcanzar el último cabello, iría trepándole, incansable, robándole el tiempo, la movilidad, la libertad. 

Cuántas reuniones en torno a su silla de ruedas primero, en torno a la cama después.

Cuántas reuniones buscando aún la confidencia, rebuscando en el fondo de la pena la broma, intentando hacer humor de lo imposible. 

Mientras, aquella enfermedad imparable y angustiosa seguía su curso como una hiedra maldita que podía con todo, con su cuerpo, con la amistad, con el amor, con la vida.

Hasta el día que ya solo pudo mirarnos y asentir con los ojos.

Después, la paz.

 

Todas las enfermedades son malas. Todas. Pero qué cruel es la ELA. 

Qué putada.

 

Yo quería hablar del verano, de su etimología, de las palabras ya sabéis... 

Pero tuve un amigo, un buen amigo que tenía los ojos azules y se llamaba Juanjo.



domingo, 20 de junio de 2021

De eufemismos, "casas" e historia en Madrid

 


¿Que os parece si nos escapamos al Madrid de principios del siglo pasado? Al Madrid menos selecto...

¿Y si todavía retrocedemos un poquito más?

Bueno vamos poco a poco... 

Porque yo lo que quería era hablaros de "casas". 

Unas "casas" peculiares.

  

¿Nos acordamos de lo que era un eufemismo?

Eufemismo

Del lat. euphemismus, y este del gr. εὐφημισμός euphēmismós.

1. m. Manifestación suave o decorosa de ideas cuya recta y franca expresión sería dura o malsonante.

 

A lo largo de nuestra historia, y todavía hoy en día, hemos hecho mucho uso de los eufemismos para edulcorar nuestro lenguaje. Los eufemismos con aquellas frases que hemos usado para disfrazar alguna expresión y que no sonara tan brusca.

Sobre todo cuándo queríamos hablar de ciertos temas peliagudos.

 

 Por ejemplo para llamar a los burdeles, durante mucho tiempo los llamamos "Las casas de tolerancia".

Las casas de tolerancia: 

Eran las casas donde antiguamente se ejercía la prostitución. 

La primera prohibición de la prostitución en España fue con la II República. Se prohibió en nuestro país y se intentó que se prohibiera a nivel mundial. Pero claro, de forma encubierta seguía habiéndola.

El gobierno de Franco volvió a legalizarla, pero durante el franquismo las prostitutas tenían que cumplir una serie de normas: Ser mayor de 23 de años, y pasar una revisión médica semanal. Si cumplían estas normas recibía una especie de carnet. Aunque seguía habiendo prostitutas encubiertas, o bien porque no cumplía esa edad o bien para no figurar en ninguna parte, lo cual de alguna forma la marcaría para siempre.

Y si hablamos de eufemismos en este tema tenemos un filón. 

Porque podríamos hablar de "señoritas de compañía", de "mantenidas", de "entretenidas", de "mujer de la calle", de "mujer de mala vida", de "mujer pública". Pero bueno de ésto hablamos otro día.

 

Hoy seguimos con las casas.

La casa del Pecado Mortal también era otra de esas "casas" curiosas que existían en Madrid. 


 Éste era un apelativo porque el que se conocía a una casa que existía en la calle Rosal donde estaba la Real Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza y Santo Zelo de la Salvación de las Almas. Esta institución se ocupaba de las jóvenes que se había quedado embarazas de forma ilégitima. También se ocupaban de inscribir en el Registro Civil al "fruto del pecado", otro eufemismo, y muchas veces entregarlo en La Inclusa.

Las chicas ricas pagando tres pesetas diarias, como donativo para la Hermandad, tenían derecho a una habitación individual y podían pasar más desapercibidas. Porque pecadora había ricas y pobres. Las pobresno tenían ningún tipo de intimidad, y compartían habitación solo si había plaza, y con la condición de servir a las pudientes.

Duró desde el año 1733 hasta el 1926, cuando se construyó el tercer tramo de la Gran Vía que acabó con las calles donde estaba situada.

 

 

 Por aquel entonces también había otras "casas", pero éstas ya para vivir o simplemente dormir. Podíamos hablar en este tema de dos tipos:

Las casas de vecindad: eran casas que no tenían aseo, ni agua, ni ventilación. Abundaban todas esas casas de vecindad por los barrios que había por la parte del sur de la Puerta del Sol. Justo por donde os decía antes que se construyó el tercer tramo de la Gran Vía, que en parte se hizo para limpiar toda esa zona.

Y luego estaban las "casas de dormir" que era el peor tipo de pensión que existía.

Aquí simplemente ponían a tu disposición un jergón o colchón para domir. Podeis imaginaros la clientela que había y cuántos podían caber en cada estancia... Pero por pocos céntimos podías pasar la noche y si eras prostituta, mendigo, criado sin casa pues solo querías y podías gastar eso.

Este panorama teníamos en Madrid a principios del siglo XX.

 

A no ser que tuvieras más "cuartos" y quisieras dormir un poquito mejor, entonces siempre tenías la opción de:

"Media con limpio": 

Ésto lo podías conseguir en las posadas. Hablamos de la época de Cervantes o después. "Media con limpio" consistía en pagar por media cama compartiéndola con alguien "limpio". Alguien que no tuviera piojos, ni liendres, ni mugre de ningún tipo...

 

Habría tantas cosas que hablar de todos estos temas... Pero otro día.

Ay, qué suerte tenemos de vivir en este siglo, llevar la vida que llevamos, y vivir en el Madrid o la ciudad en la que vivimos.

 


miércoles, 16 de junio de 2021

Llegó junio y llegaron las tormentas

 

 

 

Llegó junio y llegaron las tormentas

De pronto comenzó a sonar el agua repiqueteando sobre las baldosas del patio, y un fragante olor a tierra mojada se coló, como un ladronzuelo, por las ventanas.

Había hecho tanto calor... que nos miramos sonriendo.

 

¡Abre las ventanas del todo! me gritaste ¡Que se nos llene la casa con este olor! 

Y saliste al patio y te colocaste quieto bajo la lluvia.

Se te veía feliz.

Mientras el agua te iba empapando, te vi cerrar los ojos, aspirar con fuerza, intentando que tus pulmones se llenaran de humedad y frescor.

Y entonces llegó el granizo. Un granizo a destiempo y pendenciero. Un granizo furioso. 

Pero aguantaste bajo él, dejando que te golpeara todo el cuerpo, dejando que se formaran pequeñas huellas rojizas en tu piel desnuda.

¡¿Pero qué haces?! ¡¿Quieres entrar?! ¡Entra de una vez!

Pero tú no me hacías caso, impertérrito y callado, con las ropas completamente empapadas y el pelo lacio pegado a la cabeza. Sin mirarme, chorreando de arriba abajo, te hiciste fuerte a la intemperie.

Corrí hasta el cuarto de baño y traje la toalla más grande que encontré mientras seguía chillándote para que entraras. ¿Pero qué te pasa? ¡Que entres! ¿Te has vuelto loco o qué?

 

Pero tú te tapaste con las manos los oídos. 

No dejaba de granizar, y yo no dejaba de gritarte.

Sin embargo tú seguiste ahí.

Probándote.

Probándome.

Me cansé de chillar antes de que el cielo se cansara de su propia pataleta.

Entonces, abatida y afónica, sin entenderte, me quité los zapatos y con los pies descalzos salí yo también al patio, intentando no resbalar hasta que me coloqué a tu lado. 

Eh...

¿Qué?

Pero ni yo, ni tú, seguimos hablando.

Muy pegada a ti, me quedé quieta, dejando que el granizo rebotara sobre mí también. 

Y allí permanecimos los dos, en silencio. Al cabo de no sé cuántos minutos, me diste la mano y amarrados, seguimos empapándonos, aguantando la tromba de agua todo el tiempo que duró la tremenda granizada. 

 

Tú tenías diez años y yo ocho. 

Sin embargo ya entonces, no solo tuve la impresión de que con aquel hermano jamás me aburriría, sino también la inevitable certeza de que me dejaría arrastrar por ti, hasta el fin del mundo.




domingo, 13 de junio de 2021

"Los hermanos Machado" en el Teatro Fernán Gómez


Qué gusto volver al teatro si es de la mano de una obra como "Los hermanos Machado" que hasta hoy, 13 de junio, se ha representado en el Teatro Fernán Gomez de Madrid.

Manuel Machado, después de la guerra, llega a la casa que había ocupado su hermano Antonio y su madre, la casa familiar, que está tal y cómo la dejaron porque a su cuidado está Paca, la criada de la familia. Una vez allí Manuel empieza una conversación imaginaria con su hermano Antonio, donde van dando un repaso a su vida, desde sus tiempos de juventud cuando estuvieron tan unidos, hasta que fue a Colliure donde llegó cuando ya, tanto su hermano como su madre, habían muerto.

 

Alfonso Plou es el autor del texto, que junto a Carlos Martín (también intérprete) y María López Insausti han realizado la dramaturgia.

La escenografía con esos mapas de España en francés me parece muy acertada, en frances porque Antonio Machado era profesor de francés, y muere en Francia. Así como el sonido del violín, gracias al cual se crea una atmósfera muy recogida y elegante.

 

Yo he disfrutado mucho con esta obra interpretada por Carlos Martín, Felix Martín y Alba Gallego. El papel de Antonio, quizá sea el menos lucido porque claro presenta al poeta como alguien ya derrotado, resignado con el curso de la historia y de la guerra, definitivamente muerto. El papel de Manuel presenta muchos más contrates, y me gustaba mucho cómo lo interpretaba el actor, el énfasis que le imprime a sus gestos atravesando los distintos estados anímicos. Y desde luego el trabajo de Alba Gallego, mucho más jóven que ellos, pero que con ocho papeles que borda me ha parecido una delicia, con poco parlamento consigue hacerles un contrapunto sólido. Ella representa a las distintas mujeres de la obra: Paca, la criada, Eulalia la mujer de Manuel, Leonor la mujer de Antonio, Lola Membrives la actriz, Guiomar, la musa de Antonio... Así hasta 8 papeles. 

Me ha parecido una obra muy entretenida y didáctica. Aunque yo quizá la hubiera terminado con la escena en la que los actores se llevan arrastrando la cama. Me parece una escena muy, muy emotiva, que hubiera podido ser un final contundente. Creo que no había por qué alargarla unos minutos más.

En cualquier caso, me ha parecido una obra muy interesante.

 La verdad es que siempre que he ido a este teatro, y a esta sala, la Jardiel Poncela, donde apenas hay cinco filas de butacas alrededor del escenario, me han gustado bastante las obras que he visto allí representadas. 

Además en este caso habían dejado una silla sin ocupar a cada lado de las butacas que habíamos comprado, así que no eramos demasiados, se cumplian las normas de seguridad.

Tarde de teatro muy provechosa.



 

Los hermanos Machado

Texto: Alfonso Plou

Dirección: Carlos Martín

Dramaturgia: Alfonso Plou, Carlos Martín y María López Insausti

Reparto: Carlos Martín, Félix Martín y Alba Gallego                          

 

miércoles, 9 de junio de 2021

La vida

 

 


Hubo un tiempo que yo vestía minifalda y posaba rodeada de hombres.

Entonces no me acomplejaba nada, ni enseñar las piernas, ni ser de piel blanca, ni albergar otras rarezas que crecieron conmigo. 

Con mi pelo rizado recogido en lo alto de mi cabeza, y mi pierna doblada cual modelo, sonreía a cámara, acurrucada entre varones.

Bendita aquella versión mínima de mí.

Benditos recuerdos. 

Y lo que daría yo por tener más de aquella época. 

Atesoro un puñado de olores, algunas escenas congeladas en el tiempo, como si ya estuvieran pegadas en un álbum, retazos de voces, de conversaciones y, revoloteando, la sensación plena y cálida de haber sido feliz. 

Quizá deba ser así. 

Quiza los recuerdos deban volverse tan borrosos como las fotos antiguas. 

Intactos los nombres y los lazos, intacta la sensación de protección, como si aún los tuviera a todos rodeándome, como si aún ella pudiera hacernos la foto, solo queda:

seguir sonriendo a cámara.


@Rocío Díaz Gómez

lunes, 7 de junio de 2021

De compras por las tiendas centenarias de Madrid

 



Tienda de sombreros La Favorita

 

Algunos sábados nos vamos de compras.

Que aburrido es comprar en este siglo y en las mismas tiendas enormes e impersonales donde todo es parecido. ¿No te parece? 

Pero si, por arte de birlibirloque, nos agachamos un poco para impulsarnos y pegamos un enorme salto, podemos situarnos delante de las tiendas de hace cien años. 

No pongas esa cara, y ten fe, porque no es nada dificil encontrarlas. Solo tienes que darte un paseito por los alrededores de la Plaza Mayor de Madrid, mirar al suelo, y distingir esa placa que desde el año 2006 figura delante de alguna de ellas. Las placas son de bronce, fueron diseñadas por Mingote, tienen los símbolos de la Puerta de Alcalá y el Oso y el Madroño. Además en cada una te dicen la tienda que es y cuando se inauguró. 

Ya solo tienes que imaginarte vestido de principios del siglo XX, dar un paso y entrar. 

El trato suele ser, siempre hay excepciones que confirman la regla, exquisito, personalizado, al detalle. Un placer volver al pasado de su mano.

Entre las que se conservan sus antiguos letreros vemos también como las distinguían: las de color granate eran de hostelería, las de color verde eran mercerías... Aunque ya muchos no los conservan.

 

Y comenzamos el día de compras probándonos unos cuántos sombreros en La Favorita, que data del 1894, que está en los mismos soportales de la Plaza Mayor. Aún la regenta la familia Enguita, ya en su cuarta generación.


Muy cerquita, también en los soportales, sigue existiendo Casa Yustas. Esta se inauguró en el 1886. Tiene muchos objetos militares. Aquí se ha vestido la Casa Real. 

 

Casa Yustas



Después nos acercamos hasta la antigua Relojería de la calle de La Sal, que está bajando desde la Plaza Mayor hasta la Puerta del Sol. Es de 1880. Aquí recordaremos como evolucionaron los relojes, desde aquellos que llevaban las damas colgadas del cuello hasta los de pulsera. Sin olvidar los de pared que se llevarán toda la vida. Tiene un taller en su interior donde los reparan.

Antigua Relojería de la calle La Sal 2


¿Y cómo no pararse en los Sobrinos de Pérez? Con esa placa historica que nos recuerda que Galdós habló de esta tienda de tejidos en Fortunata y Jacinta.

Tejidos Sobrinos de Pérez



Pastelería La Mallorquina

Llegado este punto del centro de Madrid, lo mejor es dejarse llevar, como ratones, por el olor. Pero no del queso, no, de algo mucho más azucarado. Es imposible si pasas cerca, que el olor no te lleve hasta La Mallorquina, en plena Puerta del Sol, con esas típicas napolitanas de crema que se te deshacen en la boca... Ay por favor, yo no tengo voluntad para lo dulce. Aunque si la crema no te va mucho, aunque con la de aquí se puede hacer alguna excepción, siempre están esos torteles o tantos bollitos y dulces que no defraudan. 

También La Mallorquina es centenaria, por supuesto, y visita obligada si te vas de compras a principios del siglo XX por la zona y ya quieres hacer un descansito. Se llama así porque la familia que la fundó era de Mallorca. 

 

 

Y ya con la tripa llena, muy cerca está Casa de Diego, con su espectacular escaparate llenito de abanicos, donde un letrerito te dice "Mañana lloverá" para que pases y te hagas con uno de sus paraguas que duran años y años y años, y donde, además, te los arreglan si te estropea. Y luego están sus mantones, sus peinetas, castañuelas, mantillas... ¿Te acuerdas de todo lo que nos enseñaron sobre el lenguaje del abanico? Qué amables son los dependientes de Casa de Diego.


Tienda de abanicos y paraguas Casa de Diego

 

 

Atraviesas la Puerta del Sol, y te vas hacia la Carrera de San Jerónimo, porque tienes que pasar sí o sí, por el Lhardy. El mítico Lhardy donde hay que comer cocido alguna vez, y que han frecuentado tantos famosos de todos los tiempos. Lo decoró el padre de la conocida María Guerrero, Rafael Guerrero. 

Galdós, Azorín, Gomez de la Serna, todos hablaron del Lhardy. Lo frecuentaba Primo de Rivera, y aquí se decidieron por Alcalá Zamora en tiempos de la República. Qué no habrán escuchado esas paredes... A punto han estado de cerrarlo, pero ha acudido en su ayuda el dueño de Pescaderías Coruñesas, que entre nosotros, no debe andar con una mano delante y otra detras...  Una suerte. Y ahí sigue el Lhardy.

Restaurante Lhardy

 

Después ¡unos caramelitos de violeta! Jacinto Benavente lo frecuentaba mucho. y la Reina Victoria Eugenia también, sí esa a la que tiraron un ramo con una bomba... Pero esa es otra historia.

Hasta Violeta Chamorro, que cómo no va a pedir de vez en cuando unos caramelos que llevan su nombre. 

Y mientras estamos delante del escaparate nos llega el sonido de la voz inconfundible de Sara Montiel: "Como aves precursoras de primavera, en Madrid aparecen las violeteras... Compreme usté este ramito para lucirlo en el ojal."

Tienda de caramelos La Violeta

 

 

Y caminando, caminando otra vez hacia la Puerta del Sol, llegamos a los establecimientos con la fachada o los rótulos de color verde, las mercerías. ¿Quién no ha ido alguna vez a Pontejos? La mercería más grande, la más famosa de todo Madrid, muy cerquita de la Puerta del Sol. Desde el año 1913 ofreciéndonos de todo.


Mercería Pontejos

Almacén de Mercería Comercial Amparo

 

Anoche cenó en la pastelería del Sobrino de Botín, en la calle de Cuchilleros…” Un clásico, entre los clásicos, que aparece en las novelas de Galdós, en las de Indalecio Prieto, en Las Greguerías de Ramón Gómez de la Serna:  "Botín parece que ha existido siempre y que Adán y Eva han comido allí el primer cochifrito que se guisó en el mundo.”. En las de Arturo Barea, Arniches, Hemingway... hasta en las de María Dueñas.

 Casa Botín, fundada en 1725, es el restaurante más antiguo del mundo según el Libro Guinness de los Records y uno de los referentes de la mejor cocina tradicional en Madrid.


Restaurante Sobrino de Botín

 

Y para finalizar podemos ir a rasurarnos a la barbería que dicen es la más antigua de Madrid: El Kinze de Cuchilleros. Porque precisamente está en el núm. 15 de esa calle.

Abrieron el 2 de enero del año 1900. Aunque comenzaron en una vivienda, donde existía lo que se llamaron las “igualas familiares”. Consistía en que por unas 30 pesetas al mes podían ir todos los hombres de una misma familia, una o dos veces a cortarse el pelo o afeitarse.

La barbería más antigua de Madrid está decorada también al modo clásico con las típicas franjas de colores rojo, azul y blanco, que indica que es una barbería: rojo para la sangre, blanco de los vendajes y azul para las venas. Herencia de cuando en las barberías, se hacía algo más que cortar el pelo, acordaos, también se hacía cirujía con las sanguijuelas... En fin, mejor no acordarse.


El Kince de Cuchilleros


Por supuesto éstos no son todos los establecimientos centenarios de Madrid, hay muchos más de todo tipo, donde aún hacemos colas para comprar en la calle Toledo las alpargatas, en doña Manolita el décimo premiado o en las confiterias el dulce que mejor preparen. 

 

Así que, ya sabes, si te aburres de comprar en este siglo y en los mismos centros comerciales e impersonales. Si te hartas de mirar a tu alrededor y ves que todo es parecido, hay muchísima gente y tienes que perseguir a alguna dependienta para que te atienda, te pegas un salto y a principios del 1900 tienes todo tipo de tiendas para elegir.

Solo tienes que dar un paso, empujar la puerta y entrar.

Lo que no sé es cómo les vas a pagar... la verdad. Porque eso de los euros o la tarjeta no se cómo se lo van a tomar. Pero todo es probar...




miércoles, 2 de junio de 2021

Junio

 


Ayer, nada más levantarme, tropecé con junio. 

 Venía radiante, vestido de tardes largas y embriagado de tinto de verano.

- ¿Ya? -le pregunté sorprendida. 

- Claro, ya mayo pasó el testigo y aquí estoy.

-¡Pues anda que habéis dicho nada!

- ¿Cómo dices? 

- Que podíais haber avisado...

- ¿A quién?

-¡A quién va a ser! ¡A mí...!

- ¿Hacía falta? Llevamos toda la vida yendo y viniendo sin avisar, y nunca se nos ha quejado nadie.... 

- ¡Y que tengo yo que ver con nadie! ¿Y quién es nadie? Unos mansos. Pero yo me hago mayor, maniática y protestona. Y si veis que se acerca el día deberíais decírmelo, porque yo ya no tengo la memoria de antes, tengo la cabeza en mil sitios y ¿ves? ni me despedí de mayo, habrá dicho que ¡vaya maleducada! Con lo que se esmeró mi madre en hacerme una mujer de provecho. ¿Será posible? Y la de cosas que tenía yo que haber hecho en mayo, si me hubierais avisado de que te acercabas yo habría espabilado un montón de temas pendientes. Pero claro Junio, tú a lo tuyo, deseando llegar estabas para celebrar fiestas por San Juan, jornadas de verano y vacaciones de los coles... Jarana y más que jarana. Que te conozco bacalao, aunque vengas disfrazado. Pero yo no he nacido ayer ¿eh? bien se que también me arrancarás las ganas de quedarme en casa escribiendo, me las cambiarás por las de quedarme en alguna terracita hasta las mil cuando al día siguiente es laborable, ganas de escaparme unos días al mar, o la tragedia de verme en bañador después de un largo invierno pandémico sin gimnasio. ¡Horror!

- ¿Has dormido mal no?

- Sí.

- Se nota. Pero venga espabila, te traigo 30 días maravillosos para que ventiles todos esos temas que dejaste plantados en mayo. Indolente que no eres más que una indolente.

- Eh junio sin insultar ¿eh? Sin insultar... Que ya voooy.

 

Y comenzamos junio, ese sexto mes de nuestro calendario, cuyo nombre, que heredamos del latín alude a la diosa romana Juno, la mujer de Jupiter.

 Iunius o mes de Juno, tiene un raiz indoeuropea "yeu" que alude a la fuerza juvenil. A ver si se me pega un poco. Juno aludía también a la mujer, la feminidad.

 En fin...

Que ya está aquí y que no nos deje como mayo, con esa vaga sensación de que alguna que otra cosa nos quedó por hacer.

A por él.