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jueves, 20 de julio de 2023

Hemingway por Madrid. Visita guiada

 


  Un sábado por la tarde y de julio, a priori, no parece el mejor día para ir de visita guiada por Madrid. Un 15 de julio, también es verdad, parece que hubiera apetecido más relajarse cerquita del mar. No seré yo quién lo discuta. Sin embargo, por razones que no vienen al caso, la vida esa tarde se presentó literaria y lo que es mejor, climatológicamente más fresca que las anteriores y hasta ventosa, lo cual ayudaba bastante a que pudiera serlo.

Así que los veintitantos "raros", por qué no decirlo, que nos juntamos en la carrera de San Jerónimo en torno a la figura de Hemingway, nos fuimos a conocer el Madrid del escritor, con quién habíamos quedado para que nos enseñara los lugares que frecuentaba cuando tanto gustaba de visitar nuestra ciudad. 

Hay gustos para todo. Pues sí.

 

La visita comenzó en la Pensión Aguilar, donde se alojó la primera vez que vino a Madrid, hace la friolera de cien añitos. Y ahí sigue la pensión en plena Carrera de San Jerónimo totalmente activa en sus funciones. Nos contaba el escritor encarnado en el cuerpo de la guía que aquí estuvo alojado entre 1923 y 1926 cuando se encandiló de nuestra ciudad. 


 

De ahí salimos para enfrentarnos a ese sol de justicia que lucía a las seis y pico de aquella tarde. Y cuesta abajo, algo es algo, nos encaminamos hasta el Hotel Palace donde también parece ser que había estado hospedado nuestro autor. Ya se nos avisó de que la visita no era cronológica, que tampoco era cuestión de estar dando tumbos por ese Madrid veraniego, la habían ideado para que hiciéramos un círculo que favoreciera la caminata, aunque hubiera que saltar la cronología. 


 

Nos paramos a la sombra de los arboles que hay justo enfrente de las Cortes y allí recordamos libros como Fiesta, y al barman de su libro recordando a Perico Chicote, a quién por aquellos tiempos había conocido nuestro escritor, más que asiduo a los cócteles y las barras. Perico Chicote había sido barman del Ritz, y después de un lujoso lugar cerca del Hotel Palace, codeándose con lo más granado de aquella época (estrellas de Hollywood, toreros, políticos...) para terminar fundando en el primer tramo de la Gran Vía, que entonces se llamaba Conde de Peñalver, el famoso Bar Chicote. 


 

De ahí echamos a andar de nuevo los veintitantos un buen tramo y terminamos en la Plaza de Santa Ana, donde también a la sombra recordamos dos lugares míticos de los que era muy conocedor Hemingway: La Cervecería Alemana de la que opinaba el escritor que era un buen lugar para tomar cervezas y café y el Villa Rosa, un lugar histórico de la noche madrileña. También aquí nos habló la guía de la amistad que tenía Hemingway con dos toreros muy importantes que compartían lazos familiares: Manuel Ordoñez y Luis Miguel Dominguín. A Hemingway la primera vez que vino a España le dijeron que tenía que ir a los toros sí o sí, y que podían ocurrir dos cosas: O no le gustarían nada o le encantarían. Y resultó la segunda de las opciones. 

 

 


 
Siguiendo con nuestro círculo por el centro de Madrid persiguiendo el recuerdo de Hemingway por nuestra ciudad y sus libros, nos fuimos hasta el restaurante Botín, a la espalda de la Plaza Mayor en la calle Cuchilleros. Otro clásico de la hostelería, dicen que es el restaurante más antiguo del mundo, y lo frecuentaba y mucho nuestro escritor. También dicen que aquí Goya fregó platos y Hemingway aprendió a hacer paella. 

 

De aquí nos trasladamos, tras otra buena caminata, y ahora cuesta arriba, hasta la plaza del Callao. Esta parte era la que yo ya conocía mejor de la vida de Hemingway. Aquí hablamos de los tiempos de la guerra civil, que coincidieron con la segunda vez que vino el escritor a Madrid. Aquí nos saltamos la cronología y dimos un paso atrás, porque ya habíamos hablado de la primera y la tercera vez que vino, pero nos faltaba esta vez, cuando sabiendo de la guerra quiso colaborar con la República y volvió a nuestro país. Se estuvo hospedando en el Hotel Florida, donde estaban todos los periodistas internacionales, ubicado donde ahora está El Corte Inglés y antiguamente Galerías Preciados. Recordamos cuando a este tramo de la Gran Vía se le llamaba la Avenida de los obuses al estar el frente de la Ciudad Universitaria tan próximo, ser el alto edificio de la Telefónica un blanco fácil y porque, como ya sabíamos también por los libros de Barea, La Forja de un rebelde, durante el tiempo que duró la guerra este edificio sirvió de gabinete de prensa para los corresponsales extranjeros. Y Hemingway, Antoine de Saint-Exupêry y John Dos Passos enviaban sus crónicas desde ahí. 


 

 


Y de aquí otra vez nos pusimos en marcha, Gran Vía adelante, para llegar hasta el hotel Tryp Gran Vía que presume en su fachada de haber sido uno de los sitios visitados por el escritor quién también le menciona en alguna obra. 

 


 



 Y de aquí, seguimos caminando por la Gran Vía hasta llegar al Bar Chicote, del que ya hemos hablado. Un lugar mítico. Una de las escenas de la obra de teatro Quinta columna del escritor se desarrolla en este Bar que ahora se llama Museo Chicote. El dueño había ido coleccionando botellas de licores de todas partes del mundo y llegó a tener una buena cantidad de ellas.

 

Disfrutar de visitas guiadas por Madrid, sea en la estación que sea, siempre está condicionado por los vaivenes de esta bulliciosa y viva ciudad, y como podía ser menos, también tropezamos con un evento. Se trataba de uno programado de Formula 1 en los alrededores de las Cibeles que había esa misma tarde y concentró a un montón de personas, calles cortadas, y muchísimo ruido. Así que la visita, aunque inicialmente tenía que haber terminado en el Hotel Suecia, muy cerca del Círculo de Bellas Artes, concluyó enfrente del Museo Chicote. 

Allí hicimos un repaso de la última vez que vino Hemingway a nuestra ciudad, en la década de los años 50, cuando se alojaba en este hotel Suecia, donde además tienen un Coctel bar que lleva su nombre. 

En la visita conocimos un escritor estadounidense muy encariñado con nuestra ciudad. Vividor, mujeriego, se casó varias veces, según la guía era muy amigo de sus amigos hasta que se enfadaba con ellos mostrando su carácter colérico y caprichoso. En sus últimos tiempos le pasaron factura los excesos con el alcohol y andaba deprimido, y fue cuando escribió "El viejo y el mar", hasta que se quitó la vida de un disparo en el año 1961.


Me he extendido un poco más de lo que pretendía, pero me parecía que menos podía convertirse en un telegrama del tipo "Pasé por aquí. Besos. Hemingway". En fin. Es dificil dar con la medida perfecta. En cualquier caso, nuestra cita con Hemingway fue mucho más de lo que he contado, por supuesto. Formaba parte de las visitas de "Pasea Madrid", en las que los guías cuenta muchísimos datos y anécdotas, que tampoco era cuestión de transcribir.

Pero espero que para haceros una idea, al menos, sí que os pueda valer. A mí me pareció muy interesante.Si tenéis oportunidad y os apetece quizá para otoño podría estar bien.



viernes, 30 de abril de 2021

Abril se va, con paseos literarios

 

Si la pandemia no acompaña, y el día lluvioso tampoco, puedes dibujarte una sonrisa en la cara y echarte a la calle con paraguas y botas para patearte Madrid, esa ciudad tuya que mojada brilla aún más.

Si además, lo haces detrás de una guía que te va contando de mujeres que vivieron en esta ciudad e hicieron historia por El Barrio de las Letras, qué más puedes pedir a un paseo instructivo y ameno.

Puedes comenzar en la Plaza Mayor y recordar a María Calderón, la actriz de la que se enamoró Felipe IV y a la que construyó un balconcito allí mismo, enfrente de la Casa de La Panadería para que tuviera un lugar privilegiado para vivir intensamente, y en primera línea pero no al lado de la Reina, los espectáculos de la Plaza.

Te bajas después hasta la Plaza de Santa Ana, donde más llovía, mientras la guía te hace un repaso por las actrices del siglo XVI al XIX, al mismo tiempo que contemplas el precioso Teatro Español. Después puedes acercarte a la Plaza del Ángel para fijarte en el Palacio del Conde de Tepa, el que hace esquina y mira a la calle Atocha y al jardín de la Iglesia de San Sebastián. Ese mismo que ahora es un hotel, pero donde estuvo el colegio donde estudió Concepción Arenal cuando recaló con su madre y su hermana en esta ciudad. 

Y una vez allí, no tendrás más remedio que comenzar a bajar por una calle Huertas solitaria y casi resbaladiza.

 



 No podrás dejar de pararte en esos pequeños homenajes que este barrio dedica, con frases en el suelo, a varias de nuestras notables escritoras.

  Rosalía de Castro (1837-1885), que viviría varios años en Madrid. Aquí conoció a su futuro marido, Manuel Murguía, con quien se casaría en la Iglesia de San Ildefonso. Y parece ser que vivió en la calle de la Ballesta. "Solo cantos de independencia y libertad han balbucido mis labios".

María de Zayas Sotomayor (Madrid, 12 de septiembre de 1590 - después de 1647), escritora del Siglo de Oro, novelista, reivindicativa de las mujeres. "Porque las almas ni son hombres ni mujeres, ¿qué razón hay para que ellos sean sabios y presuman que nosotras no podemos serlo?"

  Emilia Pardo Bazán (1851-1921) novelista, periodista, ensayista y conferenciante de enorme influencia para algunos intelectuales de su tiempo como Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno o el editor José Lázaro Galdiano. Con Benito Pérez Galdós mantuvo una relación amorosa e intelectual. Ya hemos hablado de ellos más veces en este blog. Fue la primera mujer en presidir la sección de literatura del Ateneo de Madrid que también lo visitarás, aunque tres veces rechazaron su candidatura para la Real Academia Española. Qué fuerza la de esta mujer.  "Vivir es tener opiniones, aspiraciones, deberes, ideas".


Después de recordar en la calle Huertas a estas mujeres cuyas letras doradas compiten porque les prestes atención, entre tus pisadas, puedes seguir andando hasta el Convento de las Trinitarias donde tendrás que mentar a la hija de Lope de Vega, que estuvo aquí de Monja: Sor Marcela de San Félix (1605-1687), autora de poemas y dramas religiosos.

Sigue lloviendo y lloviendo en Madrid, mientras paseas el Barrio de las Letras rememorando a aquellas mujeres que de algún modo están ligadas a ese barrio, o a Madrid. 

La lluvia no da tregua a la cultura, pero aunque ya has dado un repaso a las actrices, y a algunas escritoras todavía te queda hablar de unas cuántas más. Entre ellas la periodista Carmen de Burgos (1867-1932), conocida como Colombine, a quién recordarás en la puerta del Ateneo, ese enclave cultural creado en 1835, que parece sobrevivir a todos los naufragios. De Carmen de Burgos, la primera periodista femenina podríais estar hablando largo tiempo, de su larga historia con Gomez de la Serna, de sus tertulias, de su trayectoria. Qué mujer.

 


También habrá tiempo para parar en estas estrechas calles y fijarte en dos casas con dos placas que te avisan de que allí vivieron dos mujeres también reseñables. 

¿Te acuerdas de Celia? Sí aquel personaje de Elena Fortún que se hizo tan famoso. Pues por estas calles aún corretea la infancia de la famosa escritora. 

Y también deberías hacer una parada para acordarte de Luisa Carnés, quizá no tan famosa como la anterior, aunque sí que oirás hablar de ella si atiendes a las mujeres de la Generación del 27. Esas escritoras que el tiempo ha silenciado, a las que inexplicablemente ha dejado un paso detras de sus compañeros hombres. Las sinsombrero sí. Pues Luisa Carnés era una de ellas.




 

Sabes que, aunque quisieras, no podrías contar todo lo que aquella guía te contó paseando bajo la lluvia por un Barrio de las Letras brillante y húmedo. 

De su mano recordaste a tantas mujeres que ya conocías, pero que siempre vale la pena rememorar, tantas escritoras que se hicieron un nombre en las letras a lo largo de los siglos, aunque ahora se las recuerde o no. 

También hubo tiempo, detrás de las actrices y las escritoras, para traer al presente a las políticas. Aquellas que lucharon por nosotras, a Victoria Kent, a Clara Campoamor, y a todas las que vinieron después. Allí te hablaron de ellas, allí fue, frente a un Congreso de los Diputados lavado por el aguacero.


 

Cuánto estuchaste aquella mañana no querrías que se te olvidara. Ni lo que ya sabías, ni lo que medio recordabas, ni lo que te descubrieron e hicieron más novedoso el paseo cultural. 

Solo te quedaba para tenerlo completo, dejar memoria de él, para refrescarlo, para ayudar a que permanezca en ti. Y cómo no hablar de esas ganas que te quedan de ahondar en algunas vidas, en algunos textos de aquellas que te precedieron y a quiénes les tocó vivir tiempos peores.

Abril languidece ya, quiere despedirse entre chaparrones. ¿Querrá dejar su inevitable rastro, hacer gala de su fama del mes más lluvioso?

Sin embargo abril ha sido bueno, y también ha dejado exposiciones, visitas guiadas, libros y buenos momentos literarios aquí y allí para los que, en cambio, hemos sido lo suficientemente permeables. Se lo merecían.

Has sido bueno Abril, buen viaje. 

 Y tú no lo olvides:

Si la pandemia no acompaña, y el día lluvioso tampoco, puedes dibujarte una sonrisa en la cara y echarte a la calle con paraguas y botas para patearte Madrid, esa ciudad tuya que mojada brilla.

No te arrepentirás.

 

jueves, 3 de diciembre de 2020

La literatura en Málaga.

 

La literatura es una calcomanía que llevas pegada a la piel. 

Y nunca te sientes más tú, que cuando la estudias, la lees o escribes.

¿Dónde te contagiaste de este mal que crece contigo? 

Ese mal que ¿te persigue ? 

¿O será que tú la persigues a ella?

Inventas "escapadas" pero no escapas de ella, sino que te mueves, sin saberlo, hasta encontrarla allá donde esté.

Como ocurrió en aquel tiempo por las calles de Málaga.

Allí encontraste las casas donde nacieron aquellos dos poetas de la Generación del 27.  En la calle Strachan núm. 4 nació Manuel Altolaguirre. Te habías topado con él en aquella entrada que dedicaste a Concha Mendez porque fue su marido. Era poeta e impresor y juntos trabajaban en la imprenta.

"En 1932 Méndez y Altolaguirre se casan, lo que supone un escándalo pues ella era siete años mayor. Sus testigos son Juan Ramón Jiménez, Cernuda, Lorca, Moreno Villa, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén y Morla Lynch. Con la llegada de la guerra se exiliaron, primero en Cuba y después en México, de dónde ya sólo volvieron de visita."


 
 
«Nuestra imprenta tenía forma de barco, salvavidas, faroles, vigas de azul y blanco, cartas marinas, cajas de galletas y vinos para los naufragios».
 
 
 
 
 
 En el núm. 7 de la misma calle nació el poeta Emilio Prados, que también terminó exiliado en Méjico. Y con Manuel Altolaguirre funda y edita la famosa revista Litoral.
 
 

 


 
 
Continuando por el centro de Málaga llegaste al famoso Café de Chinitas. Era un teatrillo que comenzó a funcionar en el año 1857 y que cerró en el año 1937, en plena guerra civil. 
Entre los años años 20 y 30 del siglo pasado, llegó a ser el Café-Teatro más famoso de España y en él se daban cita muchas personalidades tanto de dentro como de fuera de nuestro país. 
Su fama trascendió gracias a la composición popular Café de Chinitas que García Lorca compuso en 1931.
 
Federico García Lorca también presentó a Concha Mendez y Manuel Altolaguirre. Está muy presente en este itinerario.
 
 


Un poco más adelante, seguiste callejeando por los alrededores de la conocida y central calle Larios,  y hallaste la Paloma Quiromántica, en la calle Bolsa.

 Esta escultura es un homenaje a uno de los novelistas que jugaron un papel crucial en la vida cultura de la ciudad en la segunda mitad del siglo pasado, Rafael Pérez Estrada.
 

 
 
Y finalmente descansaste al lado del mismísimo Hans Christian Andersen. 
 
Su estatua de bronce está en una plazoleta muy cercana. 
Parece ser que el autor de tantos inolvidables cuentos estuvo en Málaga en el año 1862 y se sintió tan bien tratado que escribió:
 
  «En ninguna otra ciudad española he llegado a sentirme tan dichoso y tan a gusto como aquí».

 ¿Te acuerdas? la niña que aún llevas dentro sonreía de oreja a oreja.
 
 

 

sábado, 7 de noviembre de 2020

2020 Año Galdós. Galdós y Madrid.


En este año raro en el que casi siempre haces el mismo paseo por Madrid, de casa al trabajo, del trabajo a casa, buscas ocasiones de celebrar. 

¡Cuánta falta nos hace este año celebrar! Lo que sea. Tienes razón, no hay mucho que festejar, si no es por prevención, es por miedo, sales menos.

Aún así, sientes que debes esforzarte, intentarlo, obligarte si cabe. Que no nos roben aún más del 2020.

Arropa mucho una buena celebración, un aniversario, un reencuentro, una ilusión. 

Este año somos más vulnerables, más frágiles. Regálate una celebración, una pequeñita.

 

Y en este año raro celebramos el año Galdós. Tocaba. Hace 100 años que murió en Madrid el gran Galdós. Aquel autor que conociste por primera vez gracias a la serie de televisión "Fortunata y Jacinta".

Qué bien retrataba este autor las pasiones, las desigualdades, la sociedad y el Madrid de entonces. Sí, acuérdate, le conociste primero por aquella serie que nunca se te olvidará, ni por sus personajes, ni por su argumento, ni tan siquiera por aquella música tan especial que tenía, de Antón García Abril. 


Y Galdós era aquel hombre alto, delgado, solitario, tímido pero sin embargo mujeriego, y sobre todo un enorme narrador. A tu vida después llegarían sus novelas. 

En este año raro celebramos el año Galdós, y tú no has podido ir a ninguna lectura, ni obra de teatro, ni concierto. Pero queda alguna que otra exposición, a la que quizá aún llegues.

 

 

¿Te acuerdas cuando en Gran Canaria visitaste la casa donde nació? La casa-museo de Benito Pérez Galdós en Las Palmas de Gran Canaria.

Era de color azul por fuera y de color albero en su patio interior. Era luminosa.

Dentro, entre otras estancias, estaba su despacho, que habían copiado del que tenía en su residencia de Santander (San Quintín). Porque Galdós en su casa natal solo vivió hasta los 19 años que se vino a Madrid. 

Te gustó mucho aquel despacho, con páginas manuscritas del autor con su caligrafía igualita, menuda, inclinada hacia la derecha, con sus tachones incluídos, fruto de haber estado corrigiendo. Y del sacapuntas... ¿Te acuerdas de aquel enorme sacapuntas? 




 
Curioso afilador de lápices ¿Verdad?

En el año 1862 pisó la estación de Atocha por primera vez. Y se sintió tan bien, que después dijo que él había nacido ese año en Madrid. 
Por eso, a falta de otras manifestaciones culturales, debes celebrar Galdós buscando sus huellas por tu ciudad, esa misma ciudad que el autor adoptó como propia. 
 
Por la zona de Sol, en una callecita perpendicular a la calle Mayor, una llamada Las Fuentes, en el núm. 3 estaba la pensión donde vivió el jovencito Pérez Galdós al poco de llegar a Madrid. Había estado en otra en Lavapiés, pero ésta le quedaba más céntrica para ir al Teatro Real y a los Cafés de la zona. Estamos hablando de los años 1862-63. 

Te salieron muy reguleras las fotos, era de noche y sin la cámara, pero bueno, no eran para ningún concurso.


 

Por la zona de la Plaza de España, en una callecita muy poco transitada,otro día topaste con esta placa en un edificio nuevo: "En este lugar se alzaba hasta 1989 la vieja casa donde Benito Perez Galdós dirigió el diario "El Debate" entre los años 1871 y 1873". 





Y caminando por la calle Hortaleza, un día de verano, fuiste a dar sin querer con el edificio en dónde estuvo la editorial fundada por el autor "Obras de Pérez Galdós", que duró desde 1907 hasta 1904.
 

 

Además, y por otra parte, no puedes evitar acordarte también de él, cuando paseas por Madrid y te encuentras con la huella dejada por "La inevitable", como apodaban algunos de sus colegas (¿Clarín?) a la escritora Emilia Pardo Bazán. . 


Mi bien, miquiño mío del alma: [...] Haz por venir pronto, cielo feo, monigote, y mientras no puedas arrancarte de esas playas, escríbeme [...] y un deseo tal de verte otra vez en cualquier misterioso asilo, apretaditos el uno contra el otro, embozados en tu capa o en la mía los dos a la vez, o tumbados en el impuro lecho, que nuestra amistad tiernísima hace puro en tantas ocasiones. Sí, yo me acuesto contigo y me acostaré siempre, y si es para algo execrable, bien, muy bien, sabe a gloria... porque tienes la gracia del mundo y me gustas más que ningún libro.

Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdós

Se sabe y se conoce de 94 cartas de amor entre ellos. 93 de Doña Emilia a Don Benito, y una sola de Don Benito a la escritora.


Y finalmente, cómo no vas llegar hasta la casa donde dice la placa que vivió y murió...

 En esta casa de la calle Hilarión Eslava 7, en 1922, por fin, apareció una lápida conmemorativa en latín clásico. Victoriano Moreno, secretario de don Benito, manifestó que el sobrino de este, José Hurtado de Mendoza, cansado de esperar a que el Ayuntamiento la pusiera, la hizo colocar él en la casa.
 
Llegó 1924 y una mañana, en el mes de junio, un obrero puso en la tapia del jardín de Hilarión Eslava unos azulejos con letra formando un rótulo que decía: "Aquí vivió y murió Benito Pérez Galdós". Finalmente, en noviembre de ese año el Ayuntamiento subsanó el olvido y colocó una lápida en donde aparece en bronce el busto del novelista y se lee: "A Galdós, el pueblo de Madrid".
La lápida, al derribarse la casa, se conserva en el edificio moderno que se levantó en aquel lugar. 
 



Don Benito está aún en Madrid.

Hay huella de su vida en tantas esquinas... vive en sus rincones.

No dejes de celebrar su escritura, su paso por aquí, por nuestras calles, por nuestra literatura, donde dejó escritas en mayúsculas sus enormes obras, a fuerza de escuchar a los demás primero, y después a saber contar esas vidas, con la fuerza y la naturalidad que él lo hacía. 

Ya te hubiera gustado conocer a Don Benito ¿verdad? 

A mí también.


jueves, 29 de agosto de 2019

El Museo de las Brujas de Zugarramurdi y "El último akelarre" de Ibón Martín


"Las salas del museo lograron ponerle la piel de gallina. Lejos de encontrar una muestra folclórica y superficial como la que esperaba, el museo de las Brujas era un escalofriante relato de la persecución que la Inquisición desató en la comarca a comienzos del siglo diecisiete. La estampa más impactante era la recreación del auto de fe que acabó con la quema de once vecinos en la hoguera y decenas de condenados a las penas más diversas.

En una sala contigua, una proyección narraba los pasajes más turbadores del Compendium Maleficarum, el tratado de brujería y demonología escrito por un sacerdote italiano que tuve aterrorizada a media Europa. Incluso desde el escepticismo propio de las mentes del siglo veintiuno, Leire se estremeció al escuchar algunas de las prácticas atribuidas a los adoradores del diablo.
La sección más amable estaba dedicada a la mitología local. Extrañas criaturas espiaban a la escritora desde misteriosas cajas de luz. ..."

El último akelarre de Ibon Martín



A veces te parece que es verdad eso de que todo en esta vida está conectado. De que conocemos a alguien, que a su vez conoce a otro y éste a otro, y que finalmente después de seis o siete personas se llega a otro que también te conoce a ti, cerrándose el círculo.

A veces parece que nos pasamos la vida abriendo círculos que más adelante cerraremos. Porque la vida, al final, es cíclica. 

En el verano del 2014 yo estuve vacacionando por el norte de España. En definitiva haciendo esas dos cosas que son, casi, las que más me gustan en la vida: uniendo los viajes con la literatura. En ese viaje hice una ruta literaria por los pueblecitos del Baztán, con Elizondo a la cabeza. Sí, estuve visitando esa parte tan preciosa de nuestro paisaje mientras recordaba los escenarios de la trilogía del Baztán de Dolores Redondo.

Os dejo varios enlaces a entradas de este blog donde reseñaba aquel viaje.

http://rociodiazgomez.blogspot.com/search?q=Baztan

http://rociodiazgomez.blogspot.com/search?q=Elizondo

Y ya que estábamos por allí, antes y después, conocimos otras ciudades y otros pueblos.

Entre ellos Zugarramurdi, que me gustó mucho, y donde descubrí el Museo de las Brujas. Que me pareció un lugar curioso e interesante. No esperaba nada, no llevaba ningún tipo de expectativas y salí pensando que había hecho bien entrando. Eso sin contar con que todo el entorno es precioso.

http://rociodiazgomez.blogspot.com/search?q=Zugarramurdi

Y ahora, cinco años después, en el libro que estoy leyendo de Ibón Martín "El último akelarre" me describen este Museo y me he sentido otra vez allí.

Se ha cerrado otro círculo.





"Invierno de 1610

María se sentía aturdida, desorientada. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? ¿Horas, días, semanas? Lo último que recordaba era la sensación de agonía, el ardor en el pecho y el agua colándose por su nariz en plena tortura. Aquel barreño infame en medio de la sala de interrogatorios le había brindado las sensaciones más escalofríantes de su vida. Todavía reverberaban en su cabeza las preguntas del inquisidor. ¿Confiesas que adoras al demonio? ¿Cuántas veces has yacido con el maligno? ¿Cuántos hijos diabólicos le has dado ya? ¿Cuántos bebés has matado? ¿Cuántos bebés...? esta era sin duda la más dolorosa. Ella ayudaba a los niños a llegar al mundo, no los mataba. Por más que lo aseguró, el verdugo no tuvo piedad. Una y otra vez su cabeza era introducida con saña en el agua gélida. Cada vez más tiempo, cada vez con menos segundos para recuperar el resuello. ..."

El último akelarre de Ibon Martín






"La silueta negra del macho cabrío se diujaba en medio de un humo que los focos teñían de un encendido color naranja. Un círculo rojo y un minutero indicaban que la grabación estaba en marcha. Al volver a fijar la vista en la cueva, sintió un escalofrío. Los cuernos torcidos del macho cabrío y sus brillantes ojos rojos resultaban estremecedores a través de aquel juego de luces y sombras. Aquella gruta lateral, en la que de no ser por los focos no hubiera reparado, constituía un altar inmejorable sobre el resto de la cueva."

El último akelarre de Ibon Martín








#Zugarramurdi
#MuseodelasBrujas
#IbonMartín
#Elúltimoakelarre

jueves, 25 de julio de 2019

"Ruta Millenium" ruta literaria por Estocolmo





La tercera acepción de la palabra friqui en el Diccionario de la Real Academia dice:
Persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición. 

En la mayor friqui de "Millenium", la trilogía escrita por el autor sueco Stieg Larsson, me convertí yo durante un par de horas en la preciosa Estocolmo. Plano en ristre donde llevaba apuntadas las calles por las que iría tras las huellas de la trilogía, me dispuse a seguirlas como si de una devota procesión se tratara.

En su día me leí los tres libros, no tanto por la historia que contaban, aunque también era entretenida sí, sino sobre todo por conocer el destino del personaje de Lisbeth, la hacker ventieañera con memoria fotográfica y personalidad complicada. Ese personaje me parecía de lo más atractivo, he leído que el autor lo inventó imaginando cómo podría ser Pippi Langstrum cuando fuera mayor.

Todos los puntos de mi ruta literaria estaban en la isla de Södermalm, al sur de Estocolmo.

Comencé el itinerario yendo a la calle Fiskargatan núm. 9, donde Lisbeth, en la segunda novela de la saga, se compra un apartamento enorme con vistas a la Ciudad Vieja o Gamla Stan. A menudo salían escenas en la segunda película de Lisbeth, de noche, fumando ante una ventana del mirador con esas preciosas vistas.




A continuación nos dirigimos a la calle principal de la isla de Södermalm, me estoy refiriendo a la calle Götgatan 19-25, donde podemos ver la sede de Millenium. Claro no tiene nada que ver lo que hay ahora ahí con la sede de la revista, hay una tienda de ropa juvenil, pero es justo en esa esquina. 



En esa misma calle, también está el Seven Eleven donde Lisbeth entra a comprar varias veces ya en el tercer libro. 




 De ahí, caminamos un poco en linea recta hasta llegar a un parque, Mariatorget, la Plaza de Maria, donde dicen que iba el autor a escribir. Como era un día de sol, estaba el parque muy concurrido y además siendo julio y vacaciones, había muchísimos niños y padres jóvenes con sus cochecitos.




Y por último, bajando hacia Ganla Stan, nos encaminamos a la calle  Bellmansgatan 1, donde se sitúa la casa de Mikael Blomkvist. Muy cerca del Mariahissen o el ascensor de María, que se ha utilizado para salvar el desnivel con la isla de Ganla Stan.





En Estocolmo hay rutas especializadas en Millenium. Y son mucho más largas que ésta que os dejo. Yo solo escogí algunos puntos a base de buscar y buscar en internet en diferentes páginas y blogs. No pretendía hacer entera la ruta solo ver lo que me parecía más importante. 

El tiempo es escaso en los viajes y Estocolmo tenía mucho más que ofrecerme.

Pero tampoco podía irme sin recordar a Lisbeth Salander y su historia.


#Ruta Millenium
#Stieg Larsson
#Lisbeth Salander
#Estocolmo