En marzo el Manzanares ya no es el domesticado río al que estábamos acostumbrados los madrileños. Ha crecido y se ha revuelto quejoso mientras los pavos reales del Palacio también Real chillan desatados, no sabemos si por esta lluvia que nos tiene aburridos, por marcar territorio o por lucirse frente a esas pavas que se suben a los mismos árboles que él a cuchichear y dejarse mimar.
En marzo hemos tenido el día de la Felicidad, el de la Meteorología, el del agua y la poesía. En Marzo por celebrar hasta llegó la primavera, aunque por aquí nadie se ha dado cuenta, bastante teníamos con mirar el cielo, mirar al río, mirar a las baldosas sueltas y las traicioneras hojas que nos hacen casi resbalar tantas mañanas.
Ahora que lo pienso quizá sea eso, quizá el pavo real esté gritando a Noé para que no le deje en tierra. ¿Cómo no me di cuenta?
Dios de la lluvia dile al bueno de Noé que tenéis que hablar... Id juntitos a un rincón discreto y lejano a hablar de vuestras cosas y dejadnos un poquito de bonanza que se nos está enguachinando hasta el ánimo. ¿No lo veis? Si hasta el pavo llora lastimero.
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