Nos volvimos a ver, qué bueno, y aprovechamos para ir a ver una de las exposiciones temporales del Museo del Prado. Nos lo habíais dicho: "Cuando quedemos, nos vemos una de las expos del Prado, que para eso somos Amigos del Museo" ¿Y quién dice que "no" a volver a ver "El Jardín de las Delicias" o "Las Meninas" o "La familia de Carlos IV"? Sería un pecado.
Tal y como esperábamos, el sábado por la mañana el Prado estaba bien concurrido. Pero no importaba. Total no éramos más que cuatro cuerpos más, y si nos quedábamos con ganas ya volveríamos, que hasta marzo continuaba la expo.
"Darse la mano. Escultura y color en el Siglo de Oro", una exposición para poner de relieve lo bien que empastaban ambas artes, lo que mejoraba el resultado con la escultura policromada. La creación artística del Siglo de Oro.
Siete secciones dispuestas en forma de cuadrado que fuimos recorriendo una a una: 1. Dioses y hombres y bulto y de colores, 2. Escultura para la persuasión, 3. Artífices y mediadores divinos y humanos, 4. Volumen y policromía, 5. negro de luto en un juego de espejos, 6. Escultura, teatro y procesión y 7. El círculo cerrado: de la traza al trampantojo a lo divino.
Nos lo tomamos con tranquilidad, paseábamos la exposición con calma, mientras conversábamos. "Igualito, que el Arqueológico de Corfú ¿verdad? Si estábamos casi solos...", "¡Y cómo llovía aquella tarde...!", "Además que sí, y luego viendo el cementerio británico todo embarrado...". Qué tarde más provechosa e inolvidable en Corfú. Y qué mañana de reencuentro tan agradable en el Prado.
El Cristo de las Penas me impactó. Esa espalda cuajada de heridas de pronto ahí. Qué importante el color en la escultura. Después, los Cristos de Gregorio Fernández, el yacente, con esos dientes... Y Berruguete. Y Luisa Roldán o La Roldana, la primera escultora española, que también estaba allí. Me acordé de cuando leí la primera vez sobre ella: ¿Fue en el libro de Carlos del Amor? Ahora dudo... Pero la habíamos visto no hace tanto en la Galería de las Colecciones Reales con el Arcángel San Miguel venciendo al demonio. Dicen que al Arcángel le creó con su cara y al demonio con la de su marido. Pero vete tú a saber... También estaba un San Juan Bautista de Juan de Mesa, maestro de la escultura barroca. Vimos tantas esculturas barrocas bien chulas... ¡Y acuérdate de que estaba el cuadro de la Virgen de la Soledad! ¿Y quién dijo que ¡Mira está mi cuadro!? Las esculturas que solo tenían parte de delante porque iban colgadas en los retablos, los pasos procesionales, las esculturas de madera, el Museo de Corfú y el de Valladolid.
Después hicimos el recorrido acostumbrado por lo que más nos gusta del Prado: El Jardín de las Delicias, etc, etc. Y por supuesto, había que detenerse en el cuadro Juana la Loca, de Francisco Pradilla, menuda historia, ahora rodeado de un grupo a quién se lo estaba explicando una guía de forma más que pormenorizada.
No nos faltó detalle para que la mañana fuera completa.
Después, como siempre fuimos a comer. Qué casualidad que yo hubiera comido ahí tantas veces durante la pandemia. Otra vida, parecía. Madrid, a veces, es tan pequeño que asusta. Y luego nuestro café, por supuesto, donde mojamos otra de nuestras largas e interesantes conversaciones.
Qué gusto volver a veros, de verdad, que agradable estar turisteando de lujo por Madrid, poniéndonos al día. En cuánto pase la Navidad, repetimos, y esta vez que no pasen tantos meses ¿vale? ¿Prometido? Prometido.
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