Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

lunes, 31 de agosto de 2020

Nombres de tiendas: "La gusa" y "El busto es mío"


Hoy traemos otros dos "cromos" para nuestra cole de "Nombres de las tiendas".

Por una parte tenemos un restaurante al que han bautizado con el nombre coloquial de "La gusa". Me hizo sonreír nada más verlo. 

¿Quien no sabe que "tener gusa" es "tener hambre? Es una más de las formas coloquiales que utilizamos para referirnos a esa sensación. Cómo me gusta el lenguaje coloquial, tan rico, tan sugerente. 

La palabra "gusa" no viene en el diccionario de la Real Academia. Pero he encontrado que en twitter alguien les hace una consulta a este respecto.

DudaRAE Hola! "Tener gusa" se refiere a "tener hambre" de una forma coloquial, pero no lo he visto reflejado en su diccionario. ¿Por qué no se contempla? ¿Tiene un uso muy minoritario? Gracias de antemano.

#RAEconsultas «Gusa» es voz coloquial usada en el español de España. Ya está en curso una propuesta para su incorporación al «DLE».

Tampoco he encontrado la etimología de esta palabra. Yo creo que viene de la expresión "matar el gusanillo". "Gusa" de gusanillo, o hambre. En todas las explicaciones que he buscado acerca del origen de esta expresión, he encontrado que los antiguos pensaban que teníamos dentro una especie de gusano que era quién se comía todo lo que metíamos para el cuerpo. Ese gusanillo se hacía notar mucho por las mañanas, después de no comer durante toda la noche. Y el que más o el que menos lo primero que hacía era entonarse con una copita de orujo que adormecía o atontaba al gusanillo y de paso distraía el hambre. 
En fin...



Y por otra parte hemos encontrado otra tienda con un curioso nombre "El busto es mío". 
Curiosa también ¿Verdad?
Han tomado el nombre del juego de palabras con la expresión "el gusto es mío. Muy ocurrentes. 


Ambos establecimientos están en Madrid.


jueves, 27 de agosto de 2020

Manuel y Julia. Un 27 de agosto...




Tal día como hoy se casaron Manuel y Julia.

Muchas veces me contó Julia como fue el día de su boda, lo largas que fueron las celebraciones en aquel pueblo donde se conocieron, que nunca sentí como mío. 
Ahora que ya no puede contármelo de nuevo, agradecería volver a escucharlo. 
Sería como sentir su brazo, el izquierdo porque el derecho hacía tiempo que no lo podía usar, echado sobre mis hombros, acercándome a ella con un gesto tan tierno como antiguo, 
para darme un beso,
en el pelo, en la sien, donde pillara.

Tal día como hoy se casaron, y se vinieron a vivir a Madrid. 
Manuel había dado el dinero para comprar un piso por la zona de Vallecas, del que no volvió a saber nunca más. Ni del piso, ni del dinero. "Gente mala hubo siempre, ya puedes tener cuidado", que diría Julia. Por eso terminaron viviendo en uno diminuto, de alquiler, un año entero, mientras ahorraban para poder comprarse otro, esta vez en un barrio más al norte, más al este, también en Madrid. El mismo donde soy la única de todos mis hermanos que llevo viviendo casi toda la vida.  

Manuel trabajaba en las oficinas de una empresa de artes gráficas. Y a medida que iba ascendiendo, nos íbamos mudando a otras ciudades. Tuy, Martorell, Granollers. Pontevedra y Barcelona. 
¿Y dónde dice "profesión de la madre" que pongo mamá? Pon "sus labores".

Cuando cumplí diez años, la brujula de mi familia se rompió, y volvimos a Madrid. 

Tal día como hoy, se casaron Manuel y Julia.
De Manuel heredé el gusto por leer y por viajar. De Julia quiero pensar que todo lo demás, todo lo demás "bueno" que hay en mí.

Hace más de cuarenta años que se me murió Manuel y cinco que lo hizo Julia.
Ya no tengo a ninguno para que me recuerden aquel día que se casaron. Ni aquel, ni tantos otros.
Por eso me obligo a recordarlo yo, a recordar todo cuánto me contaron de sus vidas: mis principios.
Mientras  pueda hacerlo, ellos seguirán muy cerca de mí, 
acompañándome,
velando por mí,
ayudándome a crecer.



Tal día como hoy, un 27 de agosto, se casaron Manuel y Julia. 


@Rocío Díaz Gómez


martes, 25 de agosto de 2020

El faro de Rota




Cómo sabe cuánto me gustan los faros, no dejó de guiñarme su luz hasta que le apunté a la linterna con mi cámara.

Advirtió rápido que no era de los que, en principio, más llaman mi atención. 
Angelito...
Pero no se rindió.
No se rindió, aunque no fuera tan alto como el de Chipiona, ni tuviera un compañero cerca como el de Sanlucar, aunque supiera que él de primeras no tenía ese "plus" de peculiaridad que tenían los que descubrí cerca de él.

Sin embargo, poco después me demostró que no lo necesitaba. 
Supo como engatusarme.

No paró hasta que llamó mi atención con su luz intermitente. Y no contento con eso, se las apañó para enseñarme su mejor perfil bajo la silueta de la preciosa y tímida luna que lucía aquel atardecer del 26 de julio.  

Sus antecesores tuvieron mala suerte, uno fue derribado en 1898 durante la guerra con EEUU, y el otro dejó de funcionar. 
Pero éste truhán, el jóven faro de Rota, delgado y pálido, erguido y apenas un cuarentón (se inauguró el 1 de noviembre de 1980) sabe bien el enclave privilegiado donde está, y cómo colocarse para salir lucido en un puñado de fotos. 

Y yo, que tengo debilidad por los de su estirpe, no tuve más remedio que invitarle a acompañarme a este mi blog, necesitado siempre de mar y faros, por toda la eternidad.





¿Quieres conocer más faros?
http://rociodiazgomez.blogspot.com/search/label/Los%20faros



#faro
#Rota


lunes, 24 de agosto de 2020

Frase del día de Francis Bacon, ilustración de Liniers.




La ilustración es de Liniers.


Leer hace al hombre completo, 
conversar lo hace ágil, 
escribir lo hace preciso.

Francis Bacon

sábado, 22 de agosto de 2020

"Rewind" de Juan Tallón. Reseña Literaria



A la vuelta de los días, sin embargo, te restableces y la diabólica velocidad del mundo vuelve a embelesarte. Te olvidas de todo, en especial de la idea de disfrutar de otra manera de la vida. La propia realidad te desposee de la aflicción, supongo, y del duelo y de tus remordimientos por vivir como vivías, y cuando lo adviertes estás girando nuevamente, como si el desconsuelo por la muerte de tus amigos hubiese pasado en balde. Y eso es sencillamente, terrible, terrible, terrible”.


El último libro que he leído "Rewind" de Juan Tallón merece mucho la pena.

El argumento nos cuenta la historia de una explosión y su repercusión en las personas a las que afectó. En el piso vivía un grupo de estudiantes de distintos paises en Erasmus, que acostumbraban a hacer fiestas a las que acudían todos los amigos y personas del vecindario. Sin embargo aquel viernes en el que les habían ocurrido cosas que les estaban haciendo felices, de pronto el mundo explotó haciéndose añicos.

No quiero contaros mucho para no destriparos casi nada.

Pero me ha parecido un libro muy recomendable no solo por lo que cuenta, sino sobre todo por cómo lo cuenta. El autor ha estructurado la novela en varios relatos, en los cuales exploramos lo que ocurrió desde varios puntos de vista. Estamos "rebobinando" la historia, de ahí su título. Pero no solo rebobinamos sino que vamos a ir hacia adelante tres años más, indagando en cómo ha afectado la explosión al único superviviente y a ciertas personas que les rodeaban.

De este modo se tocan muchos temas en la novela: Por supuesto, el inevitable, de cuántas y distintas formas podemos encajar los golpes que te da la vida. Y después, se tocan temas variados como el primer amor, el fracaso en el matrimonio, el terrorismo, la soledad, la amistad, los abusos...  y la pérdida. Sin contar con la reflexión implícita de que no estamos solos en el mundo, que conformamos un tejido de tal manera interrelacionado que si algo le pasa a uno, inevitablemente salpica a los demás.

Los personajes principales son los chicos que vivían juntos: Paul, que contará el mismo la historia, Emma, Anouk, Didier, Ilka y Luca. Pero luego tenemos otros personajes que irán apareciendo a medida que vayan ellos contándonos, desde su punto de vista, la historia, que son: Álvaro (padre de Emma), Hanna (quioskera), Gianna (hermana de Luca) y Violette (enfermera de Urgencias). 

 Comienza contando la historia Paul, y terminaremos volviendo otra vez al relato de Paul. 

 “La vida se vuelve un disparate sin que te des cuenta, a traición. Podía ser un disparate incluso mientras te parecía maravillosa y con sentido”

Como os decía de este libro tengo que resaltar cómo está contado. Cómo lo ha estructurado el escritor, me parece todo un acierto. Cómo lo son los personajes que ha elegido para contar la historia, personajes de su familia, allegados, o que los acaban de conocer en la misma desgracia. Personajes que cubren todos los puntos de vista. Después y además, encuentras que son relatos cortos que se necesitan, que conforman un todo. Un todo contado con un lenguaje muy cuidado, donde se ve que se se han ido escogiendo las palabras con detalle, en un afán de ir diseccionando los sentimientos.

En mi opinión muy recomendable.


Juan Tallón (Vilardevós, Ourense, 1975) es licenciado en Filosofía, ejerce el periodismo y ha colaborado en medios como El Progreso, El País, Jot Down y la Cadena SER. Es autor de varios libros en gallego, y en castellano ha publicado obras de no ficción como Libros peligrosos y Mientras haya bares y las novelas El váter de Onetti, Fin de poema y Salvaje Oeste.

lunes, 17 de agosto de 2020

De las veletas y Madrid

Chipiona (Cádiz)


En Madrid no hay veletas.

O quizá debería decir que en Madrid apenas hay veletas.

Porque gente inconstante y voluble la hay en todas partes.

Pero veletas, VELETAS con mayúscula, veletas a cual más vistosa, que uno divisa entre las cigueñas y en lo más alto, esas a las que mueve el viento y nos señala para donde sopla, invitándonos a ir hacia allí con los ojos cerrados... De esas, me temo que apenas vemos. 

Aquí en los altos, hay palomas que nos ensucian las calles, y de un tiempo a esta parte, también urracas. Gorriones, cada vez menos. Pero sobre todo, hay antenas, eso sí. Tenemos las azoteas crucificadas de antenas plateadas. 

Y si hablamos de quién nos invita a ir a hacia algún lado, aquí solo hay semáforos que nos permiten o no, pasar. Lo de invitar... no se lo diría yo así de suave, más bien te obligan. Y pobre de ti, si te atreves a obedecerles con los ojos cerrados. No se lo aconsejo. Que aquí tenemos impaciencia y prisas, tenemos horarios y poco tiempo. Eso sin contar con que normalmente miramos al frente o al suelo, pero a lo alto... a lo alto no mucho, la verdad.

No señor, no, aquí en Madrid no hay veletas.

Ya nos gustaría.




Jerez (Cádiz)

Jerez (Cádiz)

Jerez (Cádiz)

El Puerto de Santa María (Cádiz)

#veleta
#Cádiz
#Madrid

viernes, 14 de agosto de 2020

Faro de Chipiona. Álbumes de faros


De niños, en vez de coleccionar álbumes de cromos, coleccionaban álbumes de faros.

En aquella casa no estaba "El porqué de las cosas" de Bimbo, el "Vida y color" o cualquiera de aquellos atestados de caras sonrientes de futbolistas y titulados "Campeonatos de la liga 1970 y tantos" que se repetían en todas las casas. 
En aquella, quién sabe por qué, solo había un tesoro perfectamente ordenado. Un tesoro de álbumes artesanales hechos de cartulinas negras e ilustraciones pintadas con rotuladores de colores, marca Carioca.

El mayor se dedicaba a investigar bibliotecas y libros donde documentarse sobre cada uno de ellos. El mediano, el de mejor memoria, con solo leerlos una vez se los aprendía hasta desgranarlos en pequeñas notas que copiaba al lado de las imágenes con su letra apretada. La niña, la más cuidadosa, confeccionaba con cartulinas negras, y dibujos calcados con el papel de seda de los patrones de su madre, las ilustraciones de cada uno de ellos. Y el pequeño, el más rubio y nervioso, los repasaba por si se les había olvidado algo, pasando las páginas con su mano derecha, mientras con la izquierda sostenía el bocadillo de pan con chocolate. 

Eran un equipo perfectamente sincronizado.
Un equipo que atesoraba faros.

Aquella tarde tocaba el faro de Chipiona. 

El más alto de España. 
El que había sustituido a otro viejo faro de tiempos de los romanos.
El que se construyó para orientar a los barcos que querían ascender por la desembocadura del Guadalquivir. 
El que también, solo unos pocos privilegiados lo eran, se utilizaba para guiar a los aviones.

El faro de Chipiona, el construído con roca ostionera, el que se erguía altivo sobre las sombrillas de colores y los corrales de pesca, fue el ejemplar elegido para iluminar también, aquella tarde, en casa de los cuatro hermanos.









#Faros
#Cádiz
#Chipiona

miércoles, 12 de agosto de 2020

"El paseo de los Canadienses" de Amelia Noguera. Reseña Literaria



 «Mi madre mató a Jacinto una mañana clara. Era febrero. Hace mucho tiempo que todos los años, a esa misma hora y esté donde esté, veo sus ojos. Es mi memoria, no quiere olvidar; aunque lo contrario del olvido no es el recuerdo, sino la verdad».

He leído varios libros estas vacaciones que aún no he tenido tiempo de reseñar.
No querría que la fila fuera creciendo, así que voy a ver si pongo un poquito de orden.
Cómo me iba a ir a pasar unos días a Málaga y Cádiz, quería leer alguna novela que se desarrollara en estas tierras.

Y la primera que encontré "El paseo de los Canadienses" de Amelia Noguera, me ayudó a trasladarme a las tierras malagueñas, antes de poner un pie allí.


«Como decía Gerald Brenan, Los españoles, tan humanitarios habitualmente, tienden en momentos de entusiasmo a un frenesí histérico de muerte y destrucción». (Página 281)

La novela es una ficción ambientada en un hecho histórico, lo que se ha llamado "La desbandá" o "La desbandada". Imagino que muchos sabréis a qué estoy aludiendo. A uno de los episodios más desgraciados de la guerra civil. El que se produjo con la matanza de muchas personas, muchos civiles, muchas mujeres y niños, en una carretera que unía Málaga y Almería. 

Comprendereis que ambientada la novela en este trágico episodio, no es muy alegre. Ni falta que hace.

Arranca la historia justo cuando una gran parte de la población civil abandona Málaga en dirección a Almería. Febrero de 1937. Estaban esperando ayuda del gobierno republicano, pero como no llegaba, ante el empuje de las tropas fascistas emprenden la huida. Y aquello es una matanza, porque les bombardearon desde el aire con los aviones, y Queipo de Llano desde el mar también.  

La autora sitúa a las dos protagonistas, Isabel y Fernanda, coincidiendo en esta huida. A ellas junto a sus dos hijas, Azucena y Martina. Las dos mujeres no tienen la misma ideología, y no huyen por las mismas razones, pero aquí el azar hace que ellas, que ya se conocían, vuelvan a coincidir. Y aquí nacerá la amistad inquebrantable entre las dos niñas, sus hijas, que nos cuenta la novela.

Este es el tema principal de la novela, la amistad.  Y la supervivencia.

Los personajes principales de la historia son mujeres, porque además de estas cuatro protagonistas tendremos también a la abuela Ángela, que tendrá mucho peso en la historia. Son unos personajes muy creíbles, muy bien perfilados, con sus contradicciones y sus luces. Los personajes masculinos son más bien secundarios de la historia, aunque alguno de ellos nos dará una buena sorpresa.

Es una novela entretenida, no decae el ritmo. 
Está contada en primera persona por una de las protagonistas, cuya identidad se irá desvelando al transcurrir la historia. Aunque está intercalándose esa narración en primera persona, con otras voces, muchos testimonios reales (entre otros, los de un piloto italiano, un miliciano republicano, un arquitecto canadiense, un falangista del buque Canarias, otro anarquista republicano, una enfermera del Socorro Rojo Internacional, un jornalero, un militar profesional republicano, una presa de la cárcel de mujeres de Málaga), que ofrecerán una visión multiperspectivista de lo que cuenta, que, es mi opinión, ahonda en la riqueza literaria de la novela. 
Es también, dado el momento en el que se desarrolla la historia, una novela muy conmovedora, que narra algunos momentos muy duros de nuestra historia. Pero que se lee bien, como os decía es entretenida, es ágil, tiene un punto de misterio que se irá desvelando, y de paso nos recuerda un hecho histórico de nuestra guerra civil del que no se ha hablado demasiado, y fue una barbaridad.

No conocía a esta autora, no había leído nada de ella, pero no descarto repetir con ella. Además de transmitir con su prosa, ha escrito una novela muy ágil. 
#novela
#Málaga

lunes, 10 de agosto de 2020

Murales y Trampantojos. Estepona (Málaga)

"Día de pesca" de José Fernández Ríos

Casi es un Museo al Aire Libre. O sin casi.
Dicen que son más o menos 50 o 60 murales. No los conté. 
Solo los busqué, o no, solo los encontré sin querer, pero siempre los fotografié.
Murales que duran cinco fachadas, o dos o una. 
Homenajes a tantas cosas... Siempre coloristas, impresionantes, bellos.

Estepona  guarda un tesoro que se titula "Día de pesca" o "Regando el jardín" o de muchas formas más. Son tantos tesoros. Los hay para todos los gustos.

¿Cómo no querer llevármelos?
Traermelos a este Madrid que necesita agua y peces, colores y artistas.

Estepona. Verano 2020




"La huerta de Irene" de Encarna Hoyos

"Chorro Arts"

"Madre amorosa y la mirada de un niño" de Francisco Alarcón

"Almas de mar" de Blanca Larrauri

"Regando el jardín" José Fernández Ríos

martes, 4 de agosto de 2020

Ernesto Cardenal









Al perderte...

Al perderte yo a ti
Tu y yo hemos perdido:
Yo por que tú eras
Lo que yo más amaba
Y tú por que yo era
El que te amaba más.
Pero de nosotros dos
Tú pierdes más que yo:
Porque yo podré amar a otros
Como te amaba a ti,
Pero a ti no te amarán
Como te amaba yo.

Ao perder-te eu a ti
tu e eu teremos perdido.
Eu, porque tu eras
o que eu mais amava;
tu, porque era eu
que te amava mais.
Mas, de nós dois
tu perdes mais do que eu.
Porque eu poderei amar a outras
como amava a ti,
Mas a ti não te amarão mais
do que te amava eu!

   Ernesto Cardenal



sábado, 1 de agosto de 2020

Un balcón




Yo que había tenido un ventanal con unas vistas preciosas, me acostumbre a no tener ventana. 
Nos acostumbramos a todo, incluso a lo que imaginamos imposible.

Después, ni ventanal ni ventana, tuve un balcón.
Uno por el que entraba el aire y hacía bailar hasta a las cortinas, uno por el que entraba un sol que me daba los buenos días, acariciando con sus rayos la mesa en la que trabajaba.

No hay que acostumbrarse a nada, ni a lo que imáginábamos imposible, ni a lo que nos hace más gratos los días. 

A nada.

El ventanal, la pared rasa, el balcón, está en nuestro interior. Ahí solo.

Como todo.