Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

lunes, 6 de diciembre de 2021

Cuarenta metros de ilusión - Cortylandia

 


Ya estamos aquí.

Y aunque solo duraremos unas semanas en la misma calle de siempre, llevan todo un año inventándonos.

Al principio solo fuimos una idea, una entre muchas. Después nos eligieron y nos reinventaron en 3D.

Somos cuarenta metros de ilusión con forma de muñecos animados de madera con inspiración alemana. Y aunque somos de mentira, seremos más verdad que la más auténtica de las realidades

Tampoco somos ni los primeros, ni los últimos de nuestra especie. Ni pretendemos ser más especiales de lo que ya somos. Sabemos que formamos parte de una larga estirpe de Cortylandias. Desde aquel lejano año 1979 en el que llegamos por primera vez a Sol, con una cancioncilla bajo el brazo que inventó el mismo autor de la famosa “Gavilán y paloma”. Y como los mayores de entonces no olvidarán nunca la legendaria voz de Pablo Abraira entonándola a plena pulmón, así aquellos pequeños de los 70 nunca lograremos sacar de nuestras cabezas la musiquilla de “Cortylandia, cortylandia, vamos todos a cantar…”.

No podíamos faltar dos años seguidos. No importa quién nos inventara ni para qué. Ya formamos parte de la tradición navideña.

Un año más, volveremos a sonar sobre la algarabía de voces, volveremos a movernos sobre los pompones de los gorros de lana y brillaremos frente a la mirada ilusionada e infantil de los protagonistas de estos días.

 

Ya estamos aquí. ¿No te alegras?

viernes, 3 de diciembre de 2021

Hasta siempre Almudena

 


 "La Historia inmortal es, a menudo, una historia de amor, y esta, la de dos mujeres que no pudieron amar al mismo hombre durante muchos años seguidos, que no tuvieron tiempo de hartarse de sus ronquidos, que no llegaron a repetir miles de veces las mismas preguntas inútiles, ¿pero que trabajo te cuesta dejar la toalla en el toallero en vez de tirarla en el suelo del baño, vamos a ver?, que no renegaron, que no amenazaron, que no se rindieron en medio de una bronca aburrida ya, de puro idéntica a tantas broncas anteriores, y que tampoco les vieron envejecer. No tuvieron tiempo de experimentar esa extraña ternura del cuerpo conocido que se va arruinando al ritmo de la ruina del propio cuerpo, ese cuerpo que siempre parece el mismo al abrazarlo en la cama, por las noches, pero que no lo es, porque ha cambiado, y su perfil es distinto al de antes, es distinta la textura de la piel, la progresiva blandura de la carne, el volumen que ocupa entre las sábanas, y sin embargo sigue siendo el mismo, porque conserva la memoria de la cintura fina, las caderas redondas, las piernas esbeltas, el vientre liso, los pechos firmes que el propio cuerpo también ha ido perdiendo sin darse cuenta..."

 Ines y la alegría. Almudena Grandes

 

Esta entrada no me va a salir bien. 

Pienso cuando siento que me gustaría escribirla. 

Esta entrada no me va a salir bien. 

Me repito como un mantra que acobarda y retrasa que me ponga a ello. 

Esta entrada no me va a salir bien. 

No, no me va a salir... 

No puede salir bien una entrada del blog en la que escriba sobre Almudena Grandes, sobre lo que ha supuesto su forma de escribir, su literatura, sus libros, en mi vida. Sea como sea, será una entrada escasa, incompleta, regulera...y triste.

Aún así... debo escribirla. 

 

Por esa filita de libros de papel, que con su nombre tatuado en el lomo, languidecen mustios y me piden silenciosos que la escriba; por la otra fila, la invisible, la de sus últimos libros, los digitales, que no me perdonarían si no la escribiera.

Por ti Almudena.

Por todos los buenos momentos que me regalaste como lectora. Por tanto cómo me enseñaste a escribir. Por tus historias, por tu forma de diseccionar los sentimientos, de contar.

Por todos esos personajes que inventaste y que, mientras me los presentabas y yo descubría, parecían estar sentados en mi salón, o trajinando en mi cocina, de lo reales que los sentía. 

Por Malena, por Ana de "Atlas de geografía humana", por Juan de "Los aires difíciles", por "Alvaro" de "El corazón helado". Cuánto me hubiera gustado conocerles de verdad. 

Y por Inés, por Germán, por El Portugués, por todos y cada uno de esos entrañables personajes que entrelazaste en tu saga, y volvieron mi corazón del revés. 

 Por ti.

 

Y por esta entrada que salió escasa, incompleta, regulera y, definitivamente, triste.

 

"—Mamá.
La piel de su rostro, tan fina y arrugada como la de mis zapatillas favoritas, me impresionó menos que su melena desaparecida, el pelo ralo y canoso, corto, que transparentaba ahora el contorno de su cráneo. Pero nada me preocupó más que el volumen que había perdido su cuerpo, la desconocida, huesuda delicadeza de los brazos que me rodeaban, la crueldad del aire que rellenaba el contorno de su cintura, el grito de sus costillas, visibles sobre la ausente redondez de sus caderas. Y sin embargo era ella, seguía siendo ella y estaba allí. Era mi madre y la llamé muchas veces, mamá, mamá, mamá, sólo por escucharme decir esa palabra, por pronunciar dos sílabas idénticas que muchas veces había temido no volver a pronunciar jamás.
—¡Ay, Germán! —musitó mi nombre mientras me abrazaba, y separó su cabeza de la mía para mirarme con una sonrisa abierta, las mejillas empapadas en llanto—. Germán, hijo mío, no sabes cómo me alegro… Ahora ya no me importaría morirme, de verdad te lo digo —y me besó muchas veces en los mofletes, haciendo ruido, como cuando era pequeño—. ¡Ay, cariño! Pero qué bien estás, y qué mayor, si eras un crío cuando… —me tocaba la cara, el cuello, los hombros, como si no pudiera verlos, y se echó a reír, y dejó de llorar—. No me puedo creer que estés aquí, aunque la verdad es que no entiendo…
—tiró suavemente de mí para meterme en el recibidor y, aunque cerró la puerta, su voz descendió en un segundo, como un animal bien domesticado, hasta el volumen de un susurro—. Con lo bien que estabas en Suiza, sigo pensando que no deberías haber vuelto."
 
La Madre de Frankenstein. Almudena Grandes

 

Enlace a las entradas de mi blog de Almudena Grandes:

 http://rociodiazgomez.blogspot.com/search?q=almudena+grandes

 

domingo, 21 de noviembre de 2021

Las Meninas en Madrid

 


Miden 1,80 cm y son de colores. Hechas de la carne de la fibra de vidrio escaparon corriendo de algún palacio donde habían entrado de niñas para servir a alguna Reina o sus Infantas, hasta recalar en un Madrid bullicioso este noviembre del año 2021.

No entienden el tráfico ni las pandemias, no saben por qué las miran y menos por qué las fotografían. 

Pero les gusta verse reflejadas en las miradas de sorpresa, en las sonrisas espontáneas y en ese: "¡Mira otra Menina!", que las personaliza.

 







viernes, 19 de noviembre de 2021

19 de noviembre Día Mundial del Retrete y un poeta

 

China. Septiembre de 2007

 

 Hoy 19 de noviembre es el Día Mundial del Retrete. 

 

Mi querido retrete:

Hoy tenía que escribirte.

Porque ¿Quién no se ha encontrado alguna vez con una sorpresa indeseable en algún retrete? No nos damos cuenta de lo importante que es hasta que no salimos de casa. ¡Que levante la mano el que nunca salió, como una bala, con arcadas o sin respirar! Sí, no hay más remedio, hay que ponerse un poco escatólogicos para hablar de este tema. 

Desde luego a mí jamás se me olvidarán varios de ellos. Siempre me acuerdo de uno de China, en el templo del Sol, donde encontré a una lugareña encaramada a uno de ellos, de pie haciendo sus necesidades, con la puerta y algo más en pompa. Para mí, que acababa de bajar del avión, con sueño de mil horas y un calor que me moría, se me quedó grabado para siempre jamás. Luego ya me curé de espanto porque no era nada raro dadas sus costumbres. 

Y cómo olvidar otro donde entramos mi amigo Javier y yo en EEUU, en el Parque Nacional de Yosemite, que estaba tan oscuro que ni vi nada, pero ni quería ver, y de donde salimos con una peste envolviéndonos que no se nos quitaba de encima por más kilómetros que caminábamos al aire libre... ¡Ay! pero cuando la necesidad apremia, entras donde y cómo sea.

En fin... ¿Quién no tiene batallitas de éstas?


Nos dice la Real Academia:

retrete

Del occit. o cat. retret.

1. m. Aposento dotado de las instalaciones necesarias para orinar y evacuar el vientre.

2. m. inodoro.

3. m. desus. Cuarto pequeño en la casa o habitación, destinado para retirarse.

 

Como veis la etimología de la palabra "retrete" nos dice que viene del ocitano, o del catalán "retret" que a su vez vendría del latín "retractum", y que viene a aludir a la expresión "lugar retirado". 

Retrete, escusado, inodoro, letrina (que es como lo llamaban los romanos), servicio, de mil formas lo llamamos. 


¿Y quién inventó tan maravilloso artefacto?

 Por supuesto los retretes han existido hace miles de años. Hay vestigios en Creta ya de cierta taza con un desagüe, y de la época romana han llegado hasta nosotros innumerables restos de instalaciones que utilizaban, de forma pública.Era un lugar para sociabilizarse.

Ojalá en la Edad Media los hubieran utilizado más. Acordaos de aquello de ¡agua va! y un chorro "de todo" cayendo por las ventanas... De la que nos hemos librado naciendo en la actualidad. 


Pero bueno lo que yo os quería contar es que parece ser que el retrete tal y como lo conocemos ahora, lo inventó ¡un poeta! Si es que ésto se lo tengo yo que contar a mis amigos poetas de la tertulia. ¿Veis cómo son necesarios? Es broma, por supuesto.

Pero no es broma no, que Sir John Harrington, que era un noble ingles aficionado a las artes y los poemas, inventó el primer inodoro contemporaneo. Lo que le trajo muchas chuflas a su alrededor, pobre, con el buen servicio, y nunca mejor dicho, que nos estaba haciendo a la posteridad.

Sir John Harrington, allá por el año 1590 por encargo de la Reina Isabel I, que era su mecenas, inventó una taza con su sistema de vaciado, en un lugar apartado, que nos serviría para "hacer nuestras cositas" con intimidad y limpieza. Y todo esto lo dejó escrito en su libro "La Metamorfosis de Ajax".

Pero, como os he dicho, solo se ganó burlas, la Reina no le quiso patentar el invento y fue olvidándose.

Después de eso, tuvieron que pasar dos siglos más para que ya en 1775, un relojero llamado Alexander Cummings, patentara el sistema del Water Closet, de ahí lo de WC, o "armario de agua", al que en 1884 el hojalatero inglés Thomas Crapper le agregaría el sifón. Así se conectaba el retrete con la toma de agua, y se irían todos los olores. Por eso también se le llama "inodoro".

 

 Las fotos de esta entrada son mías, que he ido haciendo en distintos años aquí o allá. 

La foto que encabeza la entrada es de una amiguita peluda que me encontré en China en un retrete. ¡Menos mal que me di cuenta nada más entrar! Ay madre si no me percato... Me muero. Podéis imaginar que salí disparada a otro. Pero claro volví a hacerle la foto... Porque ahí seguía, que el retrete debía ser suyo, y ahí mismo que posó, tan pichi ella, para la posteridad.


Y las otras dos fotos son de letreros, una está hecha en Vietnam y la otra en Tailandia. 

Pues nada. Hoy la entrada ha salido de aquella manera...

Pero va por ti querido retrete, que es tu día.


Vietnam. Septiembre de 2017

Tailandia. Septiembre de 2012


domingo, 14 de noviembre de 2021

Recital poético de "Voces al Verso" en la Torre de los Lujanes de Madrid.

 


Tarde de poesía en uno de los lugares más elegantes y con más historia de Madrid, la torre de los Lujanes en la Plaza de la Villa.

Como dijo el presentador del recital, por fín Lorca estuvo en la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País. 

El grupo Voces al Verso compuesto por tres poetas que recitaron muy, muy bien: Manuel Sanz, Juan Calderón y Juan B. Raña. Éstos dos últimos compañeros de mi tertulia.

Los tres estuvieron acompañados a la guitarra de Francisco Moyano que puso el justo contrapunto musical.

Los intérpretes iban alternando pasajes de la biografía del poeta con poemas extraídos de sus libros, ofreciéndonos una visión tanto de su vida como de su poesía.

La sala tenía el aforo completo.


No estaba yo en el mejor sitio para grabar, pero os dejo con algunos momentos de la velada.

 


 


 


 

 






 


 

sábado, 6 de noviembre de 2021

"La noche de plata" de Elia Barceló

 


Pues tenía muchas ganas de leer algún libro de Elia Barceló, y escuché a una compañera hablar de "La noche de plata"y dije pues ya está, a por el libro de esta autora que la tengo ganas.

Me atrajo el argumento con el que publicitaron la novela:

Carola Rey Rojo, policía española en excedencia, especialista en secuestros y homicidios infantiles y, para su desgracia, madre de una niña desaparecida veintitantos años atrás, vuelve a Viena, la ciudad donde todo ocurrió para encargarse de deshacer la biblioteca de un marchante de arte que ha fallecido. Allí, su situación familiar se enredará, mientras que se verá envuelta en otra nueva trama policial a la que atenderá junto con su amigo y colega, el inspector Wolt Almann. Y si eso era poco, desaparece otra niña...


La novela, a mi entender, tiene un ritmo un poco desigual. Tiene un buen arranque, es potente, abre muchos interrogantes que habrá que ir cerrando. Y al principio me tenía muy atrapada. Pero, después en algunos capítulos me ha parecido un poco lenta en su desarrollo. 

Aunque está bien escrita, no había leído nada de esta autora y me ha parecido que tiene un estilo preciso, elegante, pulcro, rico, que va fluyendo solo. Está estructurada la novela en capítulos cortos que deberían imprimir a la narración un buen ritmo (aunque la trama, ya os decía, en algunos pasajes lo retarda) y la autora ha salpicado la trama con los giros suficientes para que no se pierda el interés del todo. 

Sobre todo la ambientación me ha parecido muy buena, las descripciones muy ricas, los escenarios muy detallados, tanto de la ciudad de Viena y sus mercadillos navideños, como de la preciosa casa donde vive la protagonista que está llena de salas a cual más interesante. El título alude a las noches de Viena. Todo eso me ha gustado bastante, por eso creo que leeré algún libro más de ella, porque he estado investigando y tienen mejores críticas otras novelas suyas, como El color del silencio.

Pero desde luego ésta no deberían etiquetarla como novela negra. Aunque la novela, en general, me ha tenido entretenida, creo que sobran algunas páginas, y ha sido bastante predecible su final. Creo que con el tema tan duro que toca de fondo, los niños desaparecidos y asesinados, aludiendo expresamente a los intermediarios, pasa la trama un poco por este tema de puntillas. En mi opinión debería haber profundizado más en ello. Yo esperaba más explicaciones, más detalles al final. Y he encontrado que la autora ha recurrido a estrategias un poco facilonas para explicarnos. No quiero decir más para no destriparlo. Por todo ello el final creo que es lo menos logrado de esta novela, y dadas sus caracteríticas es un poco pretencioso incluirla de lleno en el género negro cuando la editorial o las críticas hablan de ella. Quizá ese sea el problema, que lees las frases que han dicho de esta novela en los periódicos y demás, y te haces otra idea. Al menos yo.

Pero está bien escrita y, cómo os decía, tengo intención de leer algún que otro libro de esta autora para formarme una mejor opinión.




lunes, 1 de noviembre de 2021

Los cipreses de los cementerios. 1 de noviembre del 2021. Día de todos los Santos

 


   Dice la mitología griega que el dios Apolo regaló a Cipariso una jabalina para cazar. El muchacho feliz con su regalo se fue al bosque a cazar con ella, pero mató por error a un ciervo, protegido de las ninfas, un ciervo sagrado que tenía las astas de oro y guirnaldas de piedras preciosas. Cuando Cipariso se dió cuenta de a quién había matado, fue tanto su dolor que por más que le decían era inconsolable. El jóven le pidió al dios Apolo que le permitiese penar para siempre. Y el dios, aunque no quería perderlo, atendiendo a su súplica le convirtió en un hermoso árbol. Su pelo se convirtió en un follaje espeso de color verde oscuro y su delgado cuerpo se fue cubriendo de corteza de árbol. Apolo, con tristeza, contempló cómo poco a poco fue creciendo hasta el cielo hasta transformarse en un majestuoso ciprés y entonces suspiró diciéndole: Durante toda la eternidad te lloraré, hermoso jóven. Mientras, tú compartirás la tristeza de los demás. Y para siempre estarás entre los afligidos".



 

 

Dicen que ya las antiguas civilizaciones plantaban cipreses en los cementerios.

Dicen que la forma ascendente de este árbol hacia los cielos, ayudaba a que las almas encontraran el camino más recto hasta éstos, los encaminaban a dónde debían, los ayudaban en su ascenso.

Para la cultura cristina representan la inmortalidad, la incorruptibilidad y los nobles sentimientos.




Por otra parte, dicen también, que además de que son buenos como cortavientos, sus propias características los hacen muy adecuados para permanecer en los cementerios: Que sus raíces crezcan de forma vertical no estropea las tumbas o monumentos funerarios que hay a su alrededor.

Que sus hojas perennes y duras que, aguantan en cualquier estación, apenas ensucian. 

Que su rápidez de crecimiento y longevidad, algunos incluso han durado tres siglos, favorece que apenas necesiten cuidados.




 

Las fotos están tomadas este fin de semana en la Sacramental de San Justo de Madrid.


domingo, 31 de octubre de 2021

LuzMadrid: Festival Internacional de la Luz en Madrid. Octubre 2021

 

Embrace, de Charles Sandison (Fachada del Palacio Real)


Octubre se despide lluvioso. Muy lluvioso.

Sin embargo, Madrid necesitaba esta lluvia que va a limpiar sus calles, sus edificios, su aire. 

Octubre se despide también luminoso.

Y Madrid deja que varios artistas engalanen sus fachadas y sus calles de juegos de luces y colores, de vídeos y voces, de movimiento y de arte.

 

Y madrileños y forasteros nos damos cita bajo esa lluvia pertinaz, nos damos cita para pasear bajo el aguacero admirando otro Madrid, el festivo, el multitudinario, el jaranero que decía doña Emilia Pardo Bazán.


'La vida continúa entre hojas blancas', de Luzinterriptus (Plaza Mayor).

'Intrude family', de Amanda Parer (Puerta del Sol)

Disparate Volador', de Ángel Haro (Real Academia de Bellas Artes de San Fernando


'Camino a la vida', de Juanjo Llorens (Fachada del Palacio de Cibeles)



lunes, 25 de octubre de 2021

"La gente no existe" de Laura Ferrero

 


 «No tendría más de seis años y sus padres, sus tíos, incluso su abuelo, reunidos a lo largo de la mesa, fingieron no ver a Gabriel. Él hablaba y ellos no lo oían. Incluso su padre empezó: “Y el pequeño Gabriel ¿dónde está?, ¿alguien puede ir a buscarlo a su habitación?”. “¡Gabriel! —llamó su madre—. Está lista la comida.” Y la nana, que era la única que podía haberlo entendido, la cómplice de todos sus juegos, alegrías y pesadumbres, se quedó callada, en la puerta de la cocina, mientras Gabriel decía: “Estoy aquí. Estoy aquí. ¿Es que no me veis?”. Pero los adultos siguieron su cháchara. “¡Estoy aquí!” Por unos instantes, Gabriel dejó de existir. De hecho, creyó que nunca había existido».

 

 En el apartado de Reseñas le llega el turno a "La gente no existe" de Laura Ferrero. Me he sentido muchas veces identificada con lo que cuentan estos relatos y sobre todo con lo que no cuentan. Esa es una sensación muy íntima y placentera. Y son relatos tan cotidianos y a la vez tan profundos, que cómo no hacerlo. 

Por ello tengo que recomendar este libro de relatos.

Es paradójico que me guste más leer novelas que libros de relatos, cuando mis mejores momentos conmigo misma los paso escribiendo relatos. Pero lo cierto es que es así.

Sin embargo eso no me ha ocurrido con este libro: "La gente no existe", de Laura Ferrero. Se trata de un conjunto de relatos de temas variopintos: Os copio los que dicen en su reseña para no desvelaros más. Un padre lleva a su hija adoptiva a conocer a su madre biológica, una mujer se enamora de su vecino de abajo a quién solo conoce por cómo cuida su frondoso jardín. Un hombre da una fiesta para celebrar que ha superado su cáncer. Una madre lleva a su hija a ver un montón de casas que no pueden comprar. Una mujer recuerda a su abuela que ha muerto sola en un hospital... por poner varios ejemplos. 

 

"A veces, Amelia se esconde detrás de la verja y se queda ahí, de pie, observando cómo sus compañeros de clase, que salen en tropel, se abalanzan al cuello de esas madres que los esperan a la salida del colegio con los bocadillos envueltos en papel de plata, donuts para los afortunados, y bollycaos si aún hay más suerte. A Amelia le gusta quedarse ahí, a caballo entre los dos mundos, la escuela y la calle, agarrada a esa mochila en la que Cobi extiende los brazos con traje y corbata. «Friends for life», se lee en el bolsillo exterior. De puntillas, mirando a través del jazmín enredado en los barrotes, fantasea por unos segundos. Observa a las madres de sus compañeros, de sus amigos, y piensa en cómo sería ser hija de Susana, por ejemplo, que va a buscar a Matías con un 4×4 enorme de color blanco que aparca en la esquina. O de Pati, la madre de Tito, su mejor amigo, que no tiene marido porque se murió pero tiene una casa con piscina a la que Amelia va muchos viernes. O de Antonia, tan divertida y cariñosa siempre, la madre de Alejo, al que el Ratoncito Pérez le trajo un viaje a París de regalo: le dejó una tarjeta debajo de la almohada y en ella se recortaba la silueta de la torre Eiffel...."


Es un libro de sentimientos, pero también una ráfaga de vida cotidiana, y un pensamiento íntimo que se ha escrito sobre el papel. Es lo que llevamos dentro, pero también lo que vivimos fuera. Es todo eso y más.

Es un libro de relatos que habla de abuelas, de padres, de madres, de amores. De lo que se piensa para uno mismo. Relatos sobre los miedos que tenemos, sobre lo vulnerables que somos. Son relatos que me creo, que siento. 

Relatos que te emocionan, que te pellizcan, que desde luego no te dejan indiferente. Relatos normales, pero que de tan normales duelen. 

Escritos con precisión, con elegancia, atendiendo a los detalles. 

 “Uno de los hombres le dijo a Teo, sonriendo: “Parece que os lleváis a la llorona, eh”. La monja les contó que Mina se había encariñado mucho con algunas de ellas. Cuando salieron del orfanato, Teo exclamó triunfante: “Nos hemos llevado a la única que aún puede llorar. Hay vida ahí, Lara” .

 

En fin... que ya tengo otro libro de esta autora esperándme en casa para devorarlo.

 

 

viernes, 22 de octubre de 2021

Vicky Gastelo en concierto. Sala Berlanga de Madrid

 

 

Y mi compiche de conciertos dijo ¿Te vienes el sábado a ver este? 

Y ya era de noche, y yo ya estaba en la cama, no sé si medio dormida o medio muerta pero acerté a contestar: "Si yo creo que no me se ni una canción..." Y mi compinche contestó: "Vicky Gastelo te gustaría..." Y ¿me lo pensé un minuto? Bah ni eso. Ni medio segundo. 

"Bueno pues voy".

Porque a mis taytantos cada vez digo no a menos cosas. 

Y a mí me liaron, pero yo lié a otros. 

Y alla que fuimos al concierto. 

Y nos gustó una canción, y dos, y todas.

Todas.

 

Y como nos había gustado tanto, se lo dijimos a Vicky a la salida, porque las cosas buenas hay que decirlas siempre. 

Y nos hicimos una foto con ella porque es tan importante que te hagan disfrutar y sentirte bien... que yo siempre quiero hacerlo eterno.

 


 Y ya solo queda ser agradecida.

Gracias a Alberto, mil gracias, de todos mis hermanos el que nació detras de mí, y trajo tanta música a mi vida.

Gracias Vicky Gastelo, gracias, gracias.


 

 




















sábado, 16 de octubre de 2021

Una vez trabajé en un palacete

 


 

Una vez trabajé en un palacete.

Uno muy señorial, de principios del siglo XX, en el centro de Madrid. 

Tenía despachos muy elegantes, con techos labrados de flores y chimeneas de marmol.

 

Tenía un suelo precioso de maderas nobles con dibujos geométricos que crujía al pisarlo.

Tenía una escalera señorial, casi de caracol, con una elegante vidriera de llamativos colores.

Tenía una biblioteca fantástica, de madera y cristal, que me tenía robada la voluntad.


Y dos ascensores, uno al aire y coqueto, que conservaba una verja labrada, y otro diminuto y agobiante, en el que apenas subí, que llevaba a los despachos del palomar.

Y una entrada para carruajes, ostentosas lamparas y más plantas de las que parecía, admirando su fachada cuidada y neoclásica.

Tenía muchos vericuetos semiescondidos a distintas alturas que que se habían aprovechado para colocar despachos que pasaban tan desapercibidos como los funcionarios que trabajaban en ellos.

 

Pero sobre todo, aquel palacete donde yo trabajé una vez, tenía un fantasma.

Un fantasma al que solo podía ver yo, y que cada tarde,

y solo a mí, 

me iba contando de su pasado aristocrático y su triste destino,

mientras yo iba escribiendo su historia.


Una vez, en un palacete, me enamoré de un fantasma.

 

 Rocío Díaz






#Palacio de Adanero (Madrid)

 

martes, 12 de octubre de 2021

"Faltar un tornillo"

 


Hoy me he encontrado este regalito.

No sé que pensar...

¿Estarán tratando de decirme algo?



"Faltar un tornillo": 

Faltarle a alguien un tornillo, o tener flojos los tornillos:

1. locs. verbs. coloqs. Tener poca sensatez.

Dice la RAE.

¿Tendré poca sensatez?


No se sabe muy bien el origen de esta expresión. Algunos dicen que nació con la revolución industrial y el auge de la maquinaria. Con la experiencia se terminó por comparar el comportamiento anómalo, extravagante, raro, de una maquinaria a la que le faltaba un tornillo, con el engranaje de la cabeza y el comportamiento de aquellos que eran más "peculiares" o "extravagantes". 

Ya sabéis... La riqueza del lenguaje coloquial.

Otras veces puede ocurrir que en vez de decirte que te falta un tornillo, digan que "estás como una cabra", o que se te "está haciendo agua la sesera", o que "estás tocado del ala", que "estás mal de la azotea", o que estás "como una regadera",o "como un cencerro", o directamente que "estás loco de atar" aludiendo a aquellos métodos de los psiquiátricos antiguos que es mejor no recordar. 

Bueno, en cualquier caso, puestos a elegir, prefiero que me falte un tornillo, a que "me apreten los tornillos".

¿Vosotros no?



domingo, 10 de octubre de 2021

"Charcos y ballenas. Las palabras que quedan por decir" Exposición de Fernando Beltrán y Rosa Juanco. Poesía y Fotografía.

 

 

Esa última palabra

que a la lluvia tras irse

le queda siempre por decir.

Fernando Beltrán


En principio,  solo se va a poder visitar durante el mes de octubre. 

Por eso, y porque es muy sugerente, yo os recomendaría que visitárais la exposición "Charcos y Ballenas. Las palabras que quedan por decir" que está en el Palacio del Marqués de Salamanca de Madrid, en el Paseo de Recoletos, donde se ubica la Fundación BBVA.

Se trata de un montaje de 40 poemas y 20 fotografías. Poemas de Fernando Beltrán y fotografías de charcos de Rosa Juanco. También hay un vídeo donde los dos artistan conversan. 

 

Esa lección del charco

que en invierno se hiela

para vivir aún más.

Fernando Beltrán

 

Fernando Beltrán, (Oviedo 1956). Poeta, profesor y creador de El Nombre de las Cosas, premio Asturias de las Letras y cuyos textos han sido traducidos a más de veinte idiomas. Fernando Beltrán Autor, entre otros, de los poemarios Aquelarre en Madrid, Ojos de agua, El gallo de Bagdad, Amor ciego, Bar adentro, La Semana Fantástica, El corazón no muere, Mujeres encontradas, Sólo el que ama está solo, Hotel Vivir y La curación del mundo (Hiperión 2020).

Rosa Juanco (Madrid, 1963) vive y trabaja entre Madrid y Bruselas. Es licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid y, tras ampliar estudios en el Instituto Lorenzo de Medicis en Florencia y en la School of Visual Arts (SVA) en Nueva York, obtuvo el máster de Dirección de Proyectos culturales con La Fábrica en Madrid. 

 

“Era otoño y estaba de viaje por la Champaña francesa. Acababa de llover y ahí estaban esos charcos que tenían todo un mundo dentro, con fondos en los que podías abismarte y superficies espejadas en los que la naturaleza -hojas, insectos- se sostiene en un equilibrio frágil. En esos mismos charcos estaba el reflejo de todo lo que había por encima, que es un poco de todo lo que está por venir. De modo que aquellos charcos, esa huella que había dejado la lluvia, era una huella que había dejado la lluvia, era una huella en pasado, en presente y en futuro”.

Rosa Juanco 


Se trata de dos miradas sobre el agua, los charcos, la lluvia, que se complementan. Dos formas de reflexionar y reflejar, dos formas de dejar volar la imaginación, de plasmar la belleza. La unión de ambas disciplinas tiene un enorme poder evocador.

Cuando yo fui a verla, un día laborable a la hora de comer, no había nadie. 

La exposición está en dos enormes salas, que pude visitar sola, tranquilamente, tomándome todo el tiempo del mundo para admirar las fotografias tan sugerentes de los charcos, y estar leyendo y releyendo los poemas de Fernando Beltrán las veces que necesité. 

Reconozco que yo ya era lectora de este poeta, de este inventor de palabras, pero ¿cómo se puede decir tanto con apenas tres breves versos?


 

“Es el doble juego del charco. Lo rehúyes porque no quieres pisarlo y mancharte, pero su belleza te atrae; esa es su magia y la de la ballena que espera dentro. En un momento dado estás recreándote en la hermosura de los charcos de un parque o de una acera y de repente te introduces en otro mundo que son los charcos de cada uno… y ahí está la ballena aguardando”. 

Fernando Beltrán

 


 








viernes, 8 de octubre de 2021

8 de octubre.

 


Cuando era pequeña vivía en un segundo piso. El cole estaba a dos manzanas de casa, y en la misma acera, por eso ya me dejaban ir caminando sola. Pero algunas veces, muchas, mi madre me daba dinero para que me comprara un bollo, para el recreo, en la pastelería que estaba en la acera de enfrente.

 Todas las mañanas yo bajaba ataviada con mi uniforme y mi cartera y me paraba en el borde de aquella carretera, tan transitada, que atravesaba el pueblo. Allí esperaba a que saliera mi madre al balcón. Desde el segundo de aquel bloque tan estrecho, ella miraba a un lado y al otro sobre los árboles y me gritaba ¡Ya! para que cruzara. Entonces yo emprendía una loca carrera, la falda gris y tableada revoloteando a mi alrededor, hasta que alcanzaba la meta de verme en el otro lado. Después, mi madre esperaba que yo entrara en la pastelería y saliera con mi botín, y volvía a gritarme cuándo debía cruzar. Una vez que estaba ya a salvo en nuestra acera, me sonreía, me decía adiós con la mano y me tiraba un beso que yo me guardaba junto a mi crujiente cruasán. Qué feliz era yo con mis ocho años, mi bollo y mi beso caminando sola hasta el colegio.

 

 

Un ictus y veinte años después, mi madre aunque aún no era mayor, necesitaba ayuda para casi todo. Si solo tienes movilidad en la mitad de tu cuerpo, donde te acuestas te quedas. Si solo tienes movilidad en la mitad de tu cuerpo, solo te puedes arropar un hombro.

Todas las noches, sin embargo, tras pasar mil y una dificultades en el día a día, cuando al fin sentía media espalda apoyada en el colchón, y la estábamos recolocando la ropa y arropando bien hasta la barbilla, mi madre nos decía con alivio en la mirada: “¿Quién inventaría la cama? Habría que hacerle un monumento”. Y entonces te sonreía y te hacía sonreír.

 

 

 Todas las mañanas cuando voy caminando al trabajo, algunas veces, muchas, emprendo una loca carrera para cruzar las calles medio desiertas de este Madrid que amanece. Entonces, aún puedo sentir mi falda gris y tableada revoloteando a mi alrededor. Puedo sentir que mi madre me dice adiós con la mano, me sonríe y me tira un beso sabiéndome segura, pisando firme, en la acera correcta.

Todas las noches, después de un ajetreado día, cuando por fin estoy tumbada en mi cama, y comienzo a descansar, puedo sentir la voz de alivio de mi madre diciendo: “¿Quién inventaría la cama? Habría que hacerle un monumento”. Y, como siempre, vuelve a sonreír, haciéndome sonreír a mí.

 

Rocío Díaz Gómez