De or. mapuche.
1. m. Chile. Arbusto de la familia de las solanáceas, con flores blancas, solitarias y muy numerosas en el extremo de los ramos tiernos. Se usa en medicina como diurético.
Un blog para letraheridos. Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y letras. Un blog donde sentarse a leer mientras te tomas un café.
Menorca. 2014 |
Hoy le vamos a dedicar la entrada al habla coloquial.
Ya tenemos muchas dedicadas a este tipo de lenguaje, subrayando su agilidad, su riqueza, su sonoridad, y hoy, dado que es viernes y parece que todos estamos con el ánimo lúdico, quería recordar esas frasecillas que siempre se repiten llegado ese día y que nos hacen sonreír.
Ya sabéis cuales son ¿verdad?
"Es viernes y el cuerpo lo sabe"
"Sabado, sabadete, camisa nueva y polvete."
"Sí, sí, sí, el viernes ya está aquí."
"¡Libres domingos y domingas!"
El colmo de la erudición. Lo sé.
Y luego, por supuesto, están los refranes de toda la vida, pero éstas, tenéis que reconocerlo, tienen otra chispa... Sobre todo cuando llega el viernes y la hora de fichar la salida y tienes por delante un maravilloso finde... ¡Oh que alegría, que alboroto, otro perrito piloto!
Ay, no, que me he ido de contexto, eso era en la verbena, y ¿veis? de otras épocas...
Eso es: están sujetas a la moda y a un tiempo concreto, porque llegará el día que se quedarán caducas como otras expresiones que ya no decimos. Es lo que tiene el lenguaje coloquial, es perecedero.
Pero bueno, todo forma parte de su encanto.
Y ¿para qué alargarse más? Si yo, sobre todo, lo que os quería decir es: ¡feliz finde!
La foto tiene nueve años, ya no me acordaba de ella, pero me gusta mucho. Es de un viaje a Menorca y como todas las fotos que merecen la pena cuenta una historia... pero eso ya para otro día.
Cuando llegan los viernes uno ya va arrastrando un saco invisible de sueño, cansancio, calor, hastío... en fín no voy a seguir. Y lo que te pide el cuerpo es que llegue la hora de fichar y...
¡salir pitando!
¡Cómo me gusta esta expresión! Porque cuántas veces no os habréis imaginado saliendo del trabajo, disparados, enloquecidos de ganas de ver la calle, con un silbato invisible a tu alrededor dando pitidos de pura alegría mientras tú sales victorioso de la oficina. ¿¡No me digáis que no!? Si nos ha pasado a todos.
Dicen que el posible origen de esta expresión viene de los viajes en tren de antaño. Podemos rememorar las estaciones concurridas de viajeros, viejos trenes y ándenes hasta arriba de gente "estirando" la despedida. Entonces se avisaba con un silbato de que ya iba a salir. El maquinista arrancaba y el tren ya se iba a ir. Momento en que se subían muchos corriendo. Todos esos salían "pitando"(como el tren).
Me encantan las frases hechas que hemos heredado y que vamos repitiendo todos, invariablemente, sin muchas veces pararnos a pensar ni por qué decimos de esa forma algo. Me resulta divertido investigarlas y saber de dónde llegaron hasta nuestro vocabulario. Hoy quería detenerme en las que nos hablan de irnos. Hay unas cuántas...
Otra frase hecha o expresión coloquial para marcharse es: "Ahuecar el ala".
Ya imaginareis que la hemos tomado de la naturaleza, más precisamente de las aves que cuando van a echar a volar extienden las alas y las agitan. O lo que es lo mismo "las ahuecan".
Otra frase hecha para irnos podría ser otra mucho más festiva: la de "Irse de picos pardos", que no tiene nada que ver con la anterior, y que significa irse de juerga, de jarana, de fiesta, sin hora, en fín, ya sabéis.
Tiene un origen histórico, nada menos que de la época de Carlos III. En su día el Monarca obligó a todas las prostitutas (mujeres de mala vida, mujeres de moral distraida... bueno aquí tenemos un filón que dejamos para otro día) a que se cosieran unos pedazos de tela oscura en las esquinas de sus faldas de cuatro picos para que se las diferenciara de las demás. Por si fuera el caso de que las mujeres "de buena vida", las de la nobleza, que entonces no trasnochaban, por lo que fuera tuvieran que llegar más tarde a casa, para que los soldados no las tomaran por lo que no eran.
Y por último, también nos podemos ir "con pies de plomo". Que significa marcharse con mucho cuidado, despacio, con cautela. Tener una actitud muy precavida.
Su origen parece ser que está en el calzado que tienen que utilizar los buzos de la escafandra. Un calzado que va recubierto de plomo para poder andar con seguridad, manteniendo la estabilidad, por el fondo del mar, o por dentro de los barcos hundidos.
¿Se os ocurre alguna frase hecha más? A poder ser que no sea escatológica, que alguna más sí que me viene a la cabeza, pero no me parecía oportuna...
Dicen que la palabra “gorrón” nos viene de Alcalá de Henares, de su Universidad. Entonces había estudiantes con recursos, y estudiantes sin recursos. Éstos últimos tenían que trabajar para pagarse los estudios y utilizaban unos grandes gorros. Y con ellos eran especialistas en colarse en todas las fiestas, de ahí el término que hoy se utiliza despectivamente: “Gorrones”.
Dicen también que la expresión “ser un manta” también viene de Alcalá de Henares, porque a los estudiantes con suspensos se les colocaba unas orejas de burro y una manta. Estos recibían las burlas de los compañeros o bien siendo manteados o bien echando sobre ellos “la gran nevada”, una lluvia de escupitajos. De ahí viene aquello de “ser un manta”.
Cómo dicen que durante los siglos XVI y XVII los padres que enviaban a su hijo a estudiar a Alcalá les daban consignas del tipo: "Su merced vaya a visitar al canónigo fulanito, o profesor menganito, o al beneficiado zutanito" y siempre terminaban las frases con un "y no olvide visitar a su tío". Dicho tío no solía existir pero era costumbre ponerle en esas recomendaciones. De aquí la frase "Quien tiene un tío en Alcalá, ni tiene tío ni tiene ná". Aunque no falta quién no está de acuerdo en esta explicación, y por su parte dice que este refrán, tiene sus orígenes en la obra de teatro de Carlos Arniches titulada precisamente con el nombre del “Tío de Alcalá”, y estrenada en 1901 donde se hablaba de un tío inexistente a quién una joven pone de excusa para quitarse a un pesado de encima… ¿Quién sabe quién lo dice bien?
Y dicen también, que la importancia de su Universidad durante aquellos siglos del XVI al XVIII, le dio a la ciudad tal renombre que además de la cantidad de estudiantes ricos y pobres que tenía, atraía a muchos pícaros, secretarios de los nobles, prostitutas, pordioseros y gente de mal vivir que venían a ver que provecho podían sacar de tanta juerga estudiantil. De aquí las frases: “Alcalá de Henares muchas maldades”. O “Alcalaínos borrachos y finos”. O “En Alcalá canta el cuco y cantará”, en el sentido de que le pitarían las orejas a alguien porque su mujer le estaría siendo infiel con tanto estudiante fogoso. El cuco (el estudiante) canta y cantará (provoca y seguirá provocando) y muchas veces tendrá “recompensa”.
Pero lo que yo digo, es el gusto de pasear la bella Alcalá tan alegre, tan concurrida, tan llena de alcalaínos o complutenses, una tarde de sábado de diciembre.
Digo sí, de la riqueza que esta ciudad ha dado al lenguaje coloquial, pero sobre todo digo y diré siempre del placer de pasearla despacito y sin prisa, bajo las luces de navidad, sin frío ni viento, pero abrigada de risas y amigos.
Hoy me he encontrado este regalito.
No sé que pensar...
¿Estarán tratando de decirme algo?
"Faltar un tornillo":
Faltarle a alguien un tornillo, o tener flojos los tornillos:
1. locs. verbs. coloqs. Tener poca sensatez.
Dice la RAE.
¿Tendré poca sensatez?
No se sabe muy bien el origen de esta expresión. Algunos dicen que nació con la revolución industrial y el auge de la maquinaria. Con la experiencia se terminó por comparar el comportamiento anómalo, extravagante, raro, de una maquinaria a la que le faltaba un tornillo, con el engranaje de la cabeza y el comportamiento de aquellos que eran más "peculiares" o "extravagantes".
Ya sabéis... La riqueza del lenguaje coloquial.
Otras veces puede ocurrir que en vez de decirte que te falta un tornillo, digan que "estás como una cabra", o que se te "está haciendo agua la sesera", o que "estás tocado del ala", que "estás mal de la azotea", o que estás "como una regadera",o "como un cencerro", o directamente que "estás loco de atar" aludiendo a aquellos métodos de los psiquiátricos antiguos que es mejor no recordar.
Bueno, en cualquier caso, puestos a elegir, prefiero que me falte un tornillo, a que "me apreten los tornillos".
¿Vosotros no?
Me dices que no puedes dejar que pasen estos días, de fiestas en "Los Madriles", sin hablar de la palabra: "Pichi".
"Y se quedó tan pichi" se te escapa a menudo, cuando después de pasarle algo a alguien, se va tan ufano.
Y corriendo vas al diccionario de la Real Academia, a comprobar, cómo me temías, que no viene ésta acepción tan madrileña.
De or. mapuche.
1. m. Chile. Arbusto de la familia de las solanáceas, con flores blancas, solitarias y muy numerosas en el extremo de los ramos tiernos. Se usa en medicina como diurético.
1. m. Prenda de vestir femenina, semejante a un vestido sin mangas y escotado, que se pone encima de una blusa, jersey, etc.
Efectivamente ves que viene un arbusto de Chile, que por supuesto yo no conocías, y la prenda de vestir, que tanto has utilizado.
Pero ¿y tu "pichi"?
Sí. Ese que en el lenguaje coloquial te viene a los labios a la primera de cambio.
¿Dónde se queda, de dónde salió?
Y con una sonrisa, recuerdas que procede de un chotís incluído en la revista musical madrileña titulada "Las Leandras". Esa tan conocida, y divertida, del Maestro Francisco Alonso, con libreto de Emilio González del Castillo y José Muñoz Román.
Muy nueva no es... piensas. No nos vamos a engañar. Fue estrenada el 12 de noviembre de 1931 en el Teatro Pavón de Madrid. Ese teatro, que lástima, piensas también, acaban de volver a cerrar.
En su día la estrenó Celia Gámez, pero la han cantado artistas tan famosas como Lina Morgan, Sara Montiel, Rocío Durcal, María José Cantudo... muchas.
El "pichi" de la obra es el típico chulapo madrileño. Un personaje chuleta, machista...
Hace poco reparaste en que en la letra aparece Victoria Kent. ¿Te acuerdas? Te pareció curioso. Aunque hay versiones que se ha sustituido por "un pollito bien".
Pues ya lo sabes, ese es el origen de la expresión.
De ahí que, como tú, muchos la tengan incorporada al lenguaje coloquial y la saquen a pasear en cualquier conversación.
Te sonríes.
Y "tan pichi" lo publicas en tu blog.
Pichi, es el chulo que castiga
del Portillo a la Arganzuela,
y es que no hay una chicuela
que no quiera ser amiga
de un seguro servidor.
Dice mi blog, que qué me pasa que no le escribo.
Dice que echa de menos las cosquillitas que hacen las letras en el blanco impoluto de sus entradas.
Dice que espabile, que es finde, que no tengo excusa.
Y aparco la aspiradora y la ropa tendida que no tienen glamour ninguno. Aparco los email que ya veré más tarde. Guardo el ebook que me tienta. Y le digo al jogging, al shoping, y todas las cosas que hago terminadas en "ing" los sábados por la mañana, que esperen, que luego.
Porque ahora tengo que hablar de una cosa que me lleva días rondando la cabeza.
¿Nos parece que en nuestro idioma no hay palabras suficientes para denominar lo que queremos decir?
Porque yo creo que sí, que tenemos vocabulario de sobra... Nuestras palabras no huelen a garbanzos o a ajo como decía aquella... No, de verdad que no, nuestras palabras huelen a Cervantes, a Siglo de Oro, a la edad de Plata o Generación del 27, solo por poner algunos ejemplos.
Pero, cada vez utilizamos más extranjerismos. Nos están atacando por muchos frentes (gastronomía, internet, la moda, los deportes, los espectáculos...) y nos están venciendo.
Y no sé si es que no nos damos cuenta, o que no queremos verlo, que es peor...
¿Por qué decir "newsletter"? ¿Que es una newsletter? Una publicación digital que se utiliza para comunicar. ¿Y por qué no decimos boletín de noticias, boletín informativo, boletín de novedades?
No, decimos "newsletter".
Como decimos "black friday" y en "streaming".
Decimos tablet, email, ebook, glamour, casual, chic, celebrity, cool, show, performance... Y para todas estas palabras, a poco que pensemos, encontraremos nuestra palabra correspondiente en español.
Decimos coach, feedback, back-up, hacker…
Decimos blog, link... ¿Y OK? Lo decimos muchas veces.
Hemos perdido la batalla ya con muchos términos: Nadie dice "almazuelas" sino patchwork, ni nadie dice "tienda de productos descatalogados", decimos outlet. Perdimos la batalla con bacon, boicot, casting, hobby, parking, ticket, gay, marketing...
¡Checking! ¡¿Cuántas veces hemos dicho checking cuando íbamos a volar?!
¡Ay! tantos y tantos ejemplos.
Supongo que, muchas veces, es por comodidad, porque son más cortas, o porque creemos que son más universales. No sé.
Pero una cosa está clara:
Tendríamos que cuidar más nuestro idioma, o seguiremos perdiendo batallas.
Ea.
Mi blog luce una sonrisa ladeada, mientras me mira de reojo.
Vale, me he levantado reinvidicativa.
Pero he vuelto ¿no? le digo sin decírselo.
Y mi blog, qué tunante, me guiña un ojo.
No hace falta deciros que la viñeta es del gran Forges ¿verdad?
¿Os acordáis, los que sois más o menos de mi generación, de cuando en la serie Fama la profe de baile les decía "¡Buscais la fama, pero la fama cuesta y aquí es donde vais a empezar a pagar!"?
Pues de eso vamos a hablar hoy. No de fama no, de ¡pagar!
¿Cuantas formas conoceis de pagar? Porque hay unas cuántas...
Pagar al contado, pagar a escote.
Pagar los platos rotos, pagar justos por pecadores.
Pagar con la misma moneda, pagar el pato, pagar a tocateja.
Nosotros nos vamos a detener un poco en las dos últimas formas de pagar: pagar el pato y pagar a tocateja. Porque tiene historia el origen de ambas expresiones.
"Pagar a tocateja".
Lo que ocurre es que yo he encontrado dos posibles orígenes para esta expresión.
En cualquiera de los dos, eso sí, nos tenemos que remontar al siglo XVII para buscar el principio de esta expresión que hemos ido heredando en nuestro lenguaje.
En la primera explicación, son los tiempos de Felipe III y se acuña una moneda de oro que tenía un tamaño considerable. Pesaba casi 350 gramos y medía 7,15 centímetros de diámetro. Esta moneda se llamaba centén y tenía el valor de 100 escudos. Parece ser que también se utilizó mientras los reinados de Felipe IV y Carlos II, duró bastante su uso.
Como ya hemos dicho tenía un buen tamaño, y precisamente se cree que seguramente por eso se comenzó a conocer como "tejo". Lo que ahora nosotros diríamos "un ladrillo". Pero ellos lo bautizaron así, porque por aquel entonces en muchos juegos infantiles se utilizaba un pedazo pequeño de teja, al que apodaban "tejo". Ya sabeis, estamos hablando de los tiempos en el que los niños jugaban más en la calle. Nosotros todavía lo hemos hecho con las canicas y las chapas. Pues los niños de entonces recurrían al tejo, al que con el tiempo llamarían teja.
De ahí vendría la expresión pagar a "tocateja". Pagar tocando la teja, pagar tocando el centén, pagar tocando la moneda. O lo que es lo mismo "al contado", con dinerito.
Y en la segunda explicación, resulta que en vez de referirnos al "centén" la moneda de oro, nos tenemos que apoyar en una moneda de plata de unos noventa milímetros de diámetro, cincuenta reales de plata fuerte y ciento veinticinco de vellón.
Estas monedas que datan de la misma época que las primeras, los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II, se llamaban coloquialmente "tejas".
Y de ahí vendría la expresión pagar a "tocateja", pagar tocando la teja, pagar tocando la moneda.
"Pagar el pato"
La expresión "pagar el pato" también tiene historia. Y proviene de los siglos XVI y XVII.
He leído en varias fuentes que puede ser que provenga de una deformación de la palabra "pacto". En aquella época los judios proclamaban su "pacto con Dios". Gracias a este pacto ellos decían que su fe se mantenía a lo largo de los siglos.
Los cristianos viejos se burlaban de ellos utilizando su misma expresión, diciéndoles que "pagarían el pacto". Es decir que los amenazaban, aunque hay variedad de teorías sobre la forma en que "pagarían", si en forma de impuestos, o con daño físico.
El caso es que la expresión que ha llegado a nosotros como "pagar el pato", se supone que es una deformación de ese primitivo "pagar el pacto" de los cristianos y el pueblo judio. Entonces éstos ultimos eran los que recaían con todas las culpas, y ahora se lleva la culpa el que "paga el pato".
Y poco más. Otro día seguimos pagando. Si os parece.
La foto de la mercería la hice yo este verano por tierras andaluzas.
Hoy, 8 de diciembre de 2020, es la Inmaculada Concepción. La patrona de España.
Celebramos el santo de las Inmas, las Concepciones, las Conchis y Conchitas. Además de las Esther, que pasan desapercibidas, pero también lo celebran. Ainsss pobres Esther toda la vida de camuflaje detrás de las "Conchis"...
En fin...
Pero como a este blog le encantan todas las cuestiones de lenguaje y aledaños, yo os escribía porque quería contaros que hoy la Rae, la Real Acedemia, nos dice que la palabra "Conchita" procede de la palabra italiana "Concetta" o lo que es lo mismo "concebida". Por tanto, en origen, no es un diminutivo de la palabra "Concha", sino que fue al revés. Nos dice que a partir de "Conchita" se originó el nombre propio "Concha".
¡Halaaa! he pensado yo. Pues toda la vida pensando que era al revés. ¿Os acordais de aquello del huevo y la gallina... ?
Pero es que mi sorpresa no ha terminado ahí, porque toda la vida de Dios yo pensé que "Conchita" era un "hipocorístico".
Esta palabrota en realidad designa a todos esos nombres que utilizamos de forma familiar o cariñosa, como diminutivo, abreviatura o incluso cierta deformación del nombre propio del que proceden.
Son hipocorísticos nombres como: "Paco, Curro, Pancho"... que proceden todos del nombre propio original de "Francisco". Ya lo veis en la viñeta que encabeza esta entrada...
Son hipocorísticos las "Merches" que proceden de "Mercedes", las "Chelos" que proceden de "Consuelo", las "Lolas" que proceden de "Dolores", los "Nachos, e Iñakis" que proceden de "Ignacios", los "Pepe" por "José"...
Y tantos otros que todos conocemos.
Del mismo modo yo pensé que "Conchi" era un hipocorístico de "Concepción". Pero ahora que me dice la Rae que viene directamente de "Concetta" yo ya no sé si es correcto lo que pensaba... ¿O no tiene nada que ver?
¿Vosotros qué opinais?
Le he preguntado a la Fundeu, la Fundación del Español Urgente, peeero, ésta ha sido su contestación:
“Conchita” |
|
Sentimos mucho no poder ayudarla, pero el servicio de consultas
de la FundéuRAE se centra en la resolución de dudas puntuales, prácticas
y concretas en el uso actual de la lengua española.
Saludos cordiales
Así que... quizá se lo pregunte a la RAE directamente.
Mientras tanto, seguiré tejiendo (dudas) como Penélope.
Heredamos mil y un detalles de los nuestros.
Quizá el color de los ojos o el tipo de pelo, seguramente más de un par de gestos y hasta es posible que el carácter.
Heredamos incluso el lenguaje.
Heredamos la música que tiene nuestra voz, heredamos las expresiones y las frases hechas que escuchabas en casa sin apenas prestar atención.
Tú heredaste, que en ocasiones, más vale sentarse en "el banco de la paciencia".
Qué especial es la palabra "paciencia". Como tantas nos llegó del latín, de patiens, patientis, y quiere decir "el que sufre o soporta la acción de algo o alguien". De ahí que "paciente" tenga dos significados: Alguien que sufre de una enfermedad y alguien que tiene paciencia porque sufre una molestia.
Estar en el "banco de la paciencia" es es estar aguantando o sufriendo alguna molestia grave o incómoda que hay que aguantar pacientemente.
Leíste que la expresión, antigua, es un rato... Aparece por primera vez en el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana [...], de Esteban Terreros y Pando, en el Tomo primero, que se publicó en 1767 (aunque la obra completa data de 1786). La definición está motivada. Dice así: «banco de la paciencia. Frase castellana que explica el trabajo con que uno espera o hace alguna cosa: por ventura se tomó del que llamaron banco de Hipócrates, que era la cama, o banco sobre el que se concertaban, con una especie de torno, los huesos o partes dislocadas».
Pero a poco que leas ya no sabes si viene de aquel banco de Hipócrates, o viene de ese banco de los barcos con ese nombre tan curioso:
banco de la paciencia
1. m. Mar. banco que estaba en el alcázar de los navíos delante del palo de mesana.
Y de los barcos también sabes que nos llegaron otras expresiones igualmente curiosas.
En este blog tienes algunas de ellas:
A palo seco, irse al garete y dar al traste:
http://rociodiazgomez.blogspot.com/2010/12/tres-frases-hechas-de-origen-marinero.html
De las palabras deriva y derrota:
http://rociodiazgomez.blogspot.com/2011/03/de-las-palabras-derrota-deriva.html
Y para terminar te acordaste de aquel viaje cuando visitaste Palos de Moguer (verano del 2010).
Te acordaste de la reproducción que tenían allí de las tres
carabelas y la visita que disfrutaste.
Te acordaste de aquel guía y esa disertación súper amena y completa sobre aquel tiempo y las dificultades para hacer el viaje del descubrimiento, las características de aquellas embarcaciones y de los marineros...
Te acordaste, en fín, de la explicación sobre el origen de la expresión "Por los pelos" que procede de la costumbre que existía entre los marineros de llevar melena, para que si tenían la mala suerte de caer el agua, por algún temporal, fuera mucho más sencillo agarrarlos del pelo y volver a subirlos a bordo lo antes posible.
Y terminaste la entrada en el blog añorando el picor de la sal sobre la piel.
Terminaste, echando de menos el mar.