Un blog para letraheridos. Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y letras.
Un blog donde sentarse a leer mientras te tomas un café.
Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let
Lo de su fijación con los letreros venía de largo. No lo podía evitar.
Como los faros iluminan a los barcos, a ella le hacían destellos algunas frases.
Cuando era niña saltaba a la comba con ellas, cuando se hizo mayor se inventó un blog para coleccionarlas.
En el trabajo y la calle, en las tiendas y en las iglesias siempre había una frase que le llamaba la atención. Y tenía que adoptarla.
En aquella ocasión juntó dos frases del norte con olor a humedad y rodeadas de líquenes. Las dos venían de dos Iglesias muy cercanas al mar. La una estaba en un pueblecito de La Coruña, la otra en uno de Asturias.
Pero ambas le hicieron darse la vuelta y detenerse a leerlas otra vez.
La de arriba de esta entrada le hizo subir las cejas "¿De verdad hay alguien que entre con su perro hasta el atrio?". La de debajo le hizo sonreír "Tiene sentido del humor el párroco...".
Ambas le gustaron tanto que desde el norte de España se las trajo hasta este blog. Ese mismo que se inventó cuando ya no podía jugar a la comba con las frases, y tuvo que comenzar a coleccionarlas.
Los campesinos vietnamitas viven rodeados de arroz.
Vas por la carretera hacia el delta del Mekong, miras hacia un lado y hacia el otro, y hasta donde alcanza la vista todo es un enorme arrozal: parcelas cubiertas de agua alternándose con cuadriculados campos coloreados de distintas tonalidades de verde. Y más cuadrículas, más agua, y más verde. Un infinito arrozal.
Pero si te fijas bien descubrirás que salpicando ese océano de arroz se diseminan pequeños sombreros cónicos, santo y seña de campesinos agachados, siempre trabajando, siempre hoz en mano. Y si aún te detienes más distinguirás pequeñas construcciones, pequeñas islas rodeadas de arroz, cuidadas y adornadas de distintos colores, solitarias y en grupito.
¿Y esas construcciones que se ven en los arrozales? ¿Qué son?
Tumbas, son las tumbas de los antepasados de los agricultores.
Los campesinos vietnamitas viven y mueren rodeados de arroz.
Miras hacia un lado y hacia otro, y se repiten las tumbas de los campesinos que un día lejano trabajaron esas tierras. Sus hijos, sus nietos los entierran cerca de ellos, en la misma tierra que araron con sus búfalos de agua. Los muertos permanecen así cerca de sus familias y sus tumbas están cuidadas con respeto, mimo y cariño.
Como los campesinos vietnamitas yo también quiero que mis seres queridos se queden cerca, a mi lado siempre. Y aunque aún me cuesta porque duele la ausencia, estoy aprendiendo a recordarles con una sonrisa. Una sonrisa húmeda y cálida como las tierras de los vietnamitas, una sonrisa que vaya empapando de calidez de fuera hacia dentro.
Siempre a primeros de noviembre me gusta hacer una entrada relacionada con el día de Todos los Santos y el de los Difuntos. En el blog ya hay unas cuántas entradas relacionadas con este día donde hemos visitado varios cementerios especiales o curiosos. Por si queréis echarle un vistazo os dejo con el enlace:
Diploma Rocío Díaz. Programa RNE Nómadas. Octubre 2017
Estimada Rocío:
Te comunicamos que tu relato sobre Pekín ha quedado finalista en el IV Concurso de Diarios de Viaje de 'Nómadas' y la Oficina Nacional de Turismo de China.
A lo largo de la próxima semana nos pondremos en contacto contigo por vía telefónica para darte...
Hasta la emisión del programa te rogamos mantengas discreción, especialmente de cara a las redes sociales.
Te damos la enhorabuena por llegar tan lejos; este año hemos recibido 1.008 textos, así que puedes estar más que satisfecha con el resultado.
Un saludo cordial,
Nómadas | Radio Nacional de España
En este mes de octubre que se acaba he tenido una alegría literaria.
En este año escasito en alegrías literarias hay que dejar de memoria de cada una de ellas. Sobre todo si pienso, tal y como me dijeron, que mi relato era uno de los 1008 que se habían presentado. ¡1008! Qué barbaridad... Pobre Jurado qué difícil.
Así que me dió mucha pena no ganar el viaje a China, porque aunque ya estuve en el año 2007, volvería una y mil veces y más si es porque me lo he ganado escribiendo. Hubiera sido perfecto.
Pero tengo que estar contenta porque quedar entre los diez finalistas entre 1008, también es estar muy, muy cerca. Habrá que pensar eso ¿Verdad? y seguir escribiendo, escribiendo siempre.
Y cómo lo que importa aquí es eso os dejo con mi texto. Ahora ya sí que os lo puedo dejar leer. Se trataba de narrar una jornada de viaje sin superar las 150 palabras. Se titula "De papel de arroz" y dice así:
De papel de arroz
22 de julio de 2007
Sin conocerte creía que serías un viaje más pinchado con dos alfileres invisibles a un verano y mi frágil memoria. Nada más llegar supe que aquella China Milenaria que prometía mi folleto perduraría, intacta y delicada, sobre cuantos viajes viviera después.
Día 1º Llegada a Pekín, capital de la República Popular de China. Traslado al hotel. Tarde libre. Mentía el itinerario del folleto. Desde el aeropuerto nos llevaron a la primera visita sin trasladarnos al hotel. Tras un vuelo tan regular como su nombre, tras la noche a bordo y sin dormir, me presenté ante ti con quejas y cansancio por toda credencial. Pero atravesamos una de las puertas del Tiantan Park y apareció el Templo del Cielo. Inmediatamente humedeciste mi piel pero dilataron mis pupilas el azul de los tres tejados del Salón de la Oración por la Buena Cosecha. Era tan insoportablemente vistoso que dolía. Elevándose sobre sus tres terrazas de mármol su planta circular, envuelto de granates y dorados, coronado del azul más puro y oscuro que vi jamás. Me tragué el cansancio, mastiqué las quejas y enmudecí. Si los emperadores cada otoño daban aquí las gracias al cielo por la cosecha, yo también daría mil gracias por verme allí.
Qué me importaba llevar la misma ropa de las últimas 24 horas y que tu aliento húmedo resbalara caudaloso por mi piel, si ya quería estar bajo la sombrilla de cualquier mujer china, suplicando una sombra y más tiempo para admirar cuánto veía. Del Salón de la Oración a la Bóveda Imperial y el Altar Circular. Un recinto sagrado espectacular e inolvidable.
En el parque que lo rodeaba, los pequeños corrían con sus culos al aire, mientras los jubilados danzaban. Las bicicletas nos adelantaban y los pájaros dentro de sus jaulas colgaban de los árboles. Las mujeres de los puestos, sin dejar de trabajar, comían deprisa de un cuenco de arroz. Los hombres arremangaban sus camisetas bajo las axilas jugando en corro. Pirotecnia de costumbres. Extrañeza de culturas.
Tras comer nos llevaron a tu Palacio de Verano. No hay yuanes suficientes para que mis sentidos paguen por aquel primer día. Donde los emperadores de la dinastía Quing escapaban de las altas temperaturas, nos refugiamos nosotros. Una gama completa de verdes se desplegó ante nuestros ojos mientras una refrescante brisa nos alivió del calor húmedo y pegajoso. Generosa, nos descubres tu Jardín del Gusto Armonioso mientras se reflejan en el agua del lago Kumming las edificaciones chinas. Y otra vez me rindo para pasear contigo por esos jardines de bonsáis y estanques, de puentes de bambú y flores de loto. Me rindo navegando por esos canales flanqueados de casas de madera, adornados de farolillos rojos.
Cuando esa primera noche me acosté por fin, sabedora de los días que me quedaban en China, sonreí feliz. Siempre estará seis horas por delante, palpitando al menos a quince horas de distancia, pero ya me había secuestrado. Sin marcharme ya quería volver.
Ya sabéis que de vez en cuando me
gusta volver a las novelas de intriga, o a la novela negra. Y además si son “de
casa” mejor que mejor. Nosotros tenemos unos novelistas en estos géneros tan
buenos o mejores que los de fuera.
La última novela que he terminado
ha sido “Un lugar a donde ir” de María Oruña. Me ha resultado muy entretenida.
Tenía ganas de leerlo porque ya
me había leído el primero de esta autora “Un puerto escondido” donde habíamos
conocido a sus principales protagonistas y había sido un buen descubrimiento.
No es que esta novela sea continuación de la anterior, ambas se pueden leer de
forma independiente. Pero los principales protagonistas sí son los mismos. Es como con Amaia Salazar del Guardián invisible, sigue la trama de la
teniente pero es otro caso.
El argumento nos cuenta que han
pasado varios meses desde los acontecimientos que ocurrieron en Puerto
escondido y cuando ya todo
parecía haber vuelto a la normalidad, aparece el cadáver de una joven en La Mota
de Trespalacios, que es el lugar donde se encuentran las ruinas de una inusual
construcción medieval. La joven va vestida de princesa de la Edad Media.
Valentina empezará a investigarlo mientras Oliver Gordon (con el que continúa
su relación sentimental) sigue buscando a su hermano desaparecido.
Podríamos decir que el tema de esta novela es la importancia
que tienen en nuestras acciones nuestra motivación, nuestra “pasión”, ese
interés que nos empuja interiormente hacia algo, esa búsqueda de “conocimiento”.
Incluso hasta casi perder la razón. Aquí
hay una serie de personajes cuya pasión es la ciencia: la espeleología, la
historia, la arqueología… Y por otro lado también están los integrantes de una
ONG unidos también por un acicate común.
Los personajes están bien perfilados. Tenemos a nuestros
protagonistas que ya conocemos. Por un lado Valentina, una teniente de la
guardia civil con sus dos ojos de distinto color, y Oliver, el inglés que se
queda a vivir en Suances en la casa heredada. En esta novela vemos como siguen
enamorados y tratan de asentar su relación. También aparecerán Michael, su
amigo, y su ex mujer Anna. Paralelamente iremos conociendo a los personajes que
forman un grupo de espeleólogos y arqueólogos: tres compañeros de aventuras y
una bella polaca afincada en Alemania: Wanda. A todos ellos les une la pasión por
la Ciencia.
La ambientación de estas novelas está muy conseguida. Como
ya sabemos desde la novela anterior la acción se desarrolla en Cantabria. Los
principales personajes viven en Suances, pero nos movemos por toda la zona:
Comillas, Puente Viesgo... Supone un buen repaso para los que gustamos de
viajar por esos parajes tan recomendables. Además en esta novela sobre todo vamos
a interesarnos por las cuevas de Cantabria que son muchísimas además de la de
Altamira, puesto que como ya hemos dichos son espeleólogos los demás
personajes. Muy interesante, la verdad, todo lo que nos va contando la autora
de las cuevas de la zona y el arte rupestre: Las Cuevas del Monte del Castillo
(en Puente Viesgo), la Cueva de Las Monedas, las de Cullalvera... Dan ganas de
ir a conocerlas porque varias son Patrimonio de la Humanidad. Además
visitaremos dos lugares fuera de nuestro país, una ciudad medieval Nordlingen
construida en el interior de un cráter en Baviera, y otra cueva espectacular la
que se llama El Sotano de las Golondrinas en Méjico. Estas curiosidades geográficas
y otras históricas añaden más atractivo a esta novela.
En lo que se refiere al manejo del tiempo la autora imprime un ritmo
rápido a la narración al mezclar pasado y presente. El romper la linealidad del
tiempo dota de mucha agilidad a la lectura.
En cuanto a la estructura de la novela, la autora ha creado tres
líneas argumentales. Por un lado están nuestros protagonistas (Valentina y
Oliver) con sus pesquisas y sus investigaciones en el presente. Y por otro lado
están el grupo de espeleólogos, cuya relación se inicia mucho antes del momento
en el que comienza la novela, momentos del pasado donde tenemos que acudir para
entender su presente. Estas dos líneas tienen un narrador omnisciente en
tercera persona. Y por último hay otra línea argumental, la de las reflexiones
de un personaje que no sabemos quién es pero a quién conocemos como El Viajero
del Sótano de las golondrinas y que nos habla en primera persona.
La prosa es sencilla y el ritmo ágil puesto que hay mucho
diálogo. Está bien estructurada la novela, más elaborada quizá en cuanto a la
creación literaria que la primera al utilizar más voces alternándose como
narradores.
Yo le pondría un “pero” a esta novela y es que me ha
parecido que al final hay demasiadas explicaciones en bloque para contarnos el por
qué, el desenlace. Creo que deberían haber estado más dosificadas según íbamos
descubriendo lo que ocurría. En este sentido me convenció más la primera
novela. Pero bueno esto no deja de ser una apreciación personal, quizás a otro
lector no le parezca así.
Lo cierto es que en general me ha parecido desde el principio
muy entretenida, creo que la intriga está bien dosificada, su mimo y detalle en
la ambientación me parece muy positivo y hay un punto de giro casi al final de
la novela muy, muy conseguido.
Me alegro de que todavía en un futuro podamos disfrutar más
del binomio Valentina-Oliver.
“El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de
familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar
Benjamín. No puede cambiar de pasión”. Decían en el Secreto de sus ojos, con
ese acento argentino que también despierta pasiones encontradas.
Y pasiones encontradas fue lo que tuvimos nosotros
ayer. Nosotros, que somos esos tipos que tampoco pueden cambiar de pasión. Nos
gusta jugar con las palabras doctor, nos gusta Padre, nos gusta querido o
querida, nos gusta mucho, qué vamos a hacer… Y nos gusta tanto que aparcamos
nuestra vida para reencontrarnos una tarde. Tanto que apenas nos tomamos
vacaciones, y si nos las cogemos (y utilizamos este verbo porque somos unos
tipos españoles que no argentinos) queremos volver a nuestro secreto.
Como contrabandistas de la palabra tenemos un sótano
donde conspiramos los miércoles. Nuestros compinches son los dueños de la
Santander que nos prestan un lugar a salvo del ruido y la rutina para nuestros
trapicheos con el lenguaje.
Escribir y escuchar, aprender y descubrir, enseñar y
compartir. No tenemos remedio. Y no es ni vicio ni enfermedad. No es exceso de
tiempo ni falta de obligaciones, que somos tantos y tan distintos que de todo
tenemos. No es eso. Porque bien lo decían en el Secreto de sus ojos: “aquel
tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de
religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar Benjamín. No puede
cambiar de pasión”.
Como nosotros. Nosotros somos esos tipos que han
vuelto a las andadas y desde ayer, festivo en nuestros calendarios, estamos de
nuevo trapicheando con la palabra en el sótano donde conspiramos. No es vicio
ni enfermedad. Es solo que no tenemos remedio.
"En los buenos tiempos, las
jovencitas se casan por amor. En los malos, muchas lo hacen por interés. Yo me
casé con un preso en los peores, por dos multicopistas que nadie sabía poner en
marcha. Tenía dieciocho años, y hasta que a mi hermano se le ocurrió
complicarme la vida, ni siquiera sabía que existieran máquinas con ese nombre.
—¿Pero tú estás tonto, o qué?
—le interrumpí a voz en grito—. ¡Sí, hombre, como si no tuviera yo ya
bastantes...!
Problemas, iba a decir, pero
Toñito se levantó de un salto para sujetarme la cabeza con una mano mientras me
tapaba la boca con la otra.
—¡Que no chilles! —susurró,
con tanta violencia como si pudiera triturar cada sílaba entre los dientes—.
¿Tienes una idea de la cantidad de policías que puede haber ahí abajo? —asentí con
la cabeza, los ojos cerrados, y me fue soltando muy despacio—.
Tú sí que estás tonta,
Manolita. "
Tenía pendiente escribir la
reseña de la última novela que he terminado. Y resulta que casi tengo ya que
hacer la siguiente, así que voy a ello rápidamente.
“Las tres bodas de Manolita” de
Almudena Grandes me ha parecido una novela absolutamente recomendable.
Forma parte de esa saga que la
autora está escribiendo sobre la guerra civil, “Episodios de una guerra
interminable” que nos recuerda, salvando todas las distancias, a los “Episodios
Nacionales” de Galdós. Los dos libros anteriores también están reseñados en el
blog. Cuando vi que Almudena Grandes ya iba a sacar el cuarto, me apresuré a
leer el tercero que todavía lo tenía por leer.
Lo cierto es que ha superado mis
expectativas para bien. Cada una que leo me parece más entretenida e intensa
que la anterior.
El argumento os lo resumo en tres
líneas: Manolita,
una joven de dieciocho años, recién terminada nuestra guerra civil tiene a su
padre y su madrastra encarcelados, mientras que su hermano mayor, Antonio, está
escondido en un tablao flamenco, por lo que tiene que hacerse cargo de su
hermana Isabel y de otros tres más pequeños. A Antonio se le ocurrirá una
manera desesperada de prolongar la resistencia en los años más terribles de la
represión: utilizar unas multicopistas que nadie sabe poner en marcha para la
propaganda clandestina. Y querrá que sea su hermana Manolita, la señorita “Conmigo
No Contéis”, quien visite a un preso que puede darles la clave de su
funcionamiento. Poco puede imaginar Manolita lo importante que llegará a ser
este preso en su vida.
El tema de esta novela es la pobreza y la tristeza
que se respiraba recién terminada la guerra civil española. Las desigualdades y
la lucha por la supervivencia. La
resistencia antifranquista y el abuso de poder. Las ganas de vivir y la
solidaridad. Aunque hay que reseñar que lo más triste es el tema del abuso
sobre los niños. El tema es la posguerra española desde el punto de vista de
los perdedores. Pero tampoco trata en ningún momento de ser una novela objetiva
sobre aquel tiempo.
No todo es ficción en esta novela. La autora lo ha
dicho ya en múltiples ocasiones. También lo dice al final de la novela donde
nos dice que existió de verdad uno de sus personajes: Isabel Perales. A quién
conoció porque se acercó a ella en una ocasión para contarle su historia.
Isabel Perales es la hermana pequeña de Manolita que sufre abusos por parte de
algunas monjas en el colegio donde estuvo internada en Bilbao. Por otra parte
muchas escenas están también sacadas de la realidad, como también otro de los
personajes. Todo lo cuenta al final de la novela la autora.
Doscientas pesetas, un kilo de
pasteles y un cartón de tabaco por cada pareja, todo multiplicado por dos,
porque si no había padrinos, no había boda. Era muy caro, pero desde hacía unos
meses, por cuatrocientas pesetas, dos kilos de pasteles y dos cartones de
tabaco, dos mujeres podían comprar una hora a solas para encontrarse con dos
presos de Porlier. Aquel negocio, que estaba haciendo rico al capellán de la
cárcel y a los funcionarios conchabados con él, era un puro invento, una
fachada que no comprometía a nada. No hacía falta aportar papeles, no se
celebraba ninguna ceremonia y no quedaba constancia alguna de aquellos
simulacros de matrimonio.» (Página 241)
Como os decía está ambientada en los años cuarenta en
adelante y en la ciudad de Madrid. No es lineal, sino que hay muchos saltos en
el tiempo, tanto para contar la vida de cada uno de los personajes (su pasado,
su presente) como la de la propia Manolita que sí linealmente avanzará según va
transcurriendo la novela.
Es una novela coral. Tenemos muchos personajes, a
cual más rico y poliédrico. Tengo que rendirme siempre ante los personajes de
Almudena Grandes. Qué vidas inventa… absolutamente atractivas. Además hace un
análisis de cada personaje tan exhaustivo, sobre todo en su interior, que te
permite conocerlos tanto que podrías tanto enamorarte de alguno de ellos como
aborrecerlo intensamente. Entre mis preferidos de esta novela estarían Palmera
o Eladia.
Eso es parte del estilo de esta autora, ese acierto
en su forma de contar que trasmite tanto. A mí es una de las características de
su escritura que más atractivas me resultan: ese poder que tiene para partir de
la emoción y trascenderla hasta tal punto que tú percibes esa emoción. Los
personajes de Almudena Grandes duelen. Y su forma de contar diseccionando los
sentimientos hace que vuelva a ella cada vez que publica una nueva novela.
Por otra parte hay que reseñar que en este libro la
autora hace un homenaje al libro de Robinson Crusoe. Recordareis que en la
segunda entrega de esta saga “El lector de Julio Verne”, se aludía a este autor.
Aquí en cambio incide sobre Robinson cuando llega a la época de Cuelgamuros, o
lo que ahora conocemos como el Valle de los Caídos donde muchos presos redimieron
condena trabajando.
A mí me parece que esta novela, que no creo que sea
una más sobre las consecuencias de la guerra civil, es absolutamente
recomendable. Porque a pesar de contar tanta desgracia y penuria, no es una
novela triste. La autora quiere contar, quiere partir de algunos datos y
personas reales para escribir ficción y contar muchas cosas que se han callado.
La autora habla de nuestra guerra civil, pero lo que en esa se cuenta podríamos
extrapolarlo a cualquier otra guerra civil de otro país. Cómo perviven más allá
de la paz años y años, porque es una guerra entre personas, entre amigos, que
ya se conocían de antes de la contienda. Y parece mentira cómo eso las hace aún
más sangrientas y dolorosas.
Y desde luego la forma de contar de Almudena Grandes
yo la recomiendo siempre, porque sus novelas además de estar bien escritas con un lenguaje elaborado
y muy rico, siempre emocionan.
"...con el tiempo
comprendí que la alegría era un arma superior al odio, las sonrisas más útiles,
más feroces que los gestos de rabia y desaliento."
Este año nos hemos inventado una nueva palabra: VEROÑO.
Supongo que todos la habréis escuchado. Cómo está haciendo tan buen tiempo y las temperaturas del verano se han adueñado de las del otoño coloquialmente se ha inventado este acrónimo.
Acro que????
Pues es un acrónimo porque es una palabra que se ha formando uniendo las sílabas de otras dos palabras. En este caso: Verano y Otoño.
Nos dice el diccionario de la Real Academia:
acrónimo
De acro- y -ónimo.
1. m. Sigla cuya configuración permite su pronunciación como una palabra; p. ej., ovni: objeto volador no identificado; TIC,tecnologías de la información y la comunicación.
2. m. Vocablo formado por la unión de elementos de dos o más palabras, constituido por el principio de la primera y el final de la última, p. ej., ofi(cina infor)mática, o, frecuentemente, por otras combinaciones, p. ej., so(und) n(avigation) a(nd) r(anging).
Pues eso. Que utilizamos muchos acrónimos normalmente y no nos damos ni cuenta:
Por ejemplo:
SIDA que designa al síndrome de inmunodeficiencia adquirida.
CD que designa al disco compacto.
FIFA = Federación Internacional de futbol PIN:Personal Identification Number, es decir, número de identificación personal: Ave: acrónimo formado por Alta Velocidad Española,
Gestapo: el nombre con que se conoce internacionalmente
a la policía secreta de la Alemania Nazi es un acrónimo de Geheime
Staatspolizei, que en alemán significa Policía Secreta del Estado.
Cuando vayas a Hanoi no dejes de
visitar el templo de la Literatura.
Sé que las motos te ensordecerán, sé
que pensarás que vas a terminar atropellado, pero sé también que aprenderás a
domesticar el miedo, aprenderás a cruzar mirando al frente sin titubear porque
al fin te darás cuenta que son las motos quiénes te van a esquivar.
Cuando vayas a Hanoi, cruza las calles
que tengas que cruzar, encomiéndate a los espíritus protectores de tus
antepasados que decía Tung, pero no dejes de visitar el Templo de la
Literatura.
Con ese nombre no podría defraudarte.
Encontrarás un oasis de silencio
transpirando tranquilidad. Impregnado de tanta historia que te atrapará.
Construido en el 1070 en honor a Confucio, además de ser un edificio religioso
fue la primera universidad de Vietnam y estuvo en funcionamiento siete siglos.
Allí se formaron los mandarines y los
hijos de la realeza primero, después todos aquellos que merecieron estar entre
los primeros porque se hizo prestigiosa por la dificultad de sus exámenes y
pruebas que se hacían cada tres años.
Allí permanece el nombre, la fecha de
nacimiento y logros de los que las superaron esculpido en enormes losetas de
piedras que permanecen apoyadas sobre tortugas. La longevidad y la inteligencia
se representan con ellas.
Allí te esperan jardines y estanques,
altares y grullas sobre tortugas. Allí verás al final el pabellón dedicado al
emperador donde a golpe de tambor y campana se llama a los humanos y los buenos
espíritus.
Cuando vayas a Hanoi no dejes de
visitar el templo de la Literatura.
82 estelas, con nombres y orígenes de 1307 médicos, correspondiente a 82 cursos de examen de 1442 a 1779.
El patio de los Sabios
Santuario Dai Thanh, con el altar dedicado a Confucio
Último patio, dedicado a los padres de Confucio, donde se situaba la Universidad
Santuario Kai Thanh, donde se
venera a tres emperadores: Ly Thanh Tong, que ordenó la construcción del
templo; Ly Nhan Tong, que fundó la Universidad, y Le Thanh Tong, que
reformó el sistema de educación.
El templo de la Literatura. Van Mieu.
Atardecía, y engalonado de colores y luces, lo conocí yo un septiembre que terminaba. Leones perros y tres puertas para acceder. Mientras
iba atravesando sus cinco patios separados de puertas ornamentales, una
de ellas con un nombre tan precioso como el recinto entero: La Puerta
de la Constelación de la Literatura, agradecí en silencio el verme allí.
Bajo peces de papel y farolillos blancos. Bajo luces tenues y rojas.
Porque cuando fui a Hanoi, fui al Templo de la Literatura. Una tarde, una mañana. Y al día siguiente con la luz del sol lo reconocí aún más espacioso, más vistoso, más especial, a pesar de estar más concurrido, por Tung, por nosotros, por los demás.
Confucionismo y ofrendas. Naturaleza y sabiduría, antepasados y armonía.
Cuando vayas a Hanoi
no dejes de visitar el Templo de la Literatura.
"Nunca en la historia de la cultura universal se dio tanta concentración de talento en cuatro o cinco calles", escribió Arturo Pérez-Reverte en su blog en 2009 sobre el barrio de las Letras en Madrid. "Si un barrio con semejante pedigrí hubiera estado en Londres o París, todo el lugar sería hoy un inmenso museo al aire libre cuajado de bibliotecas, placas conmemorativas, monumentos y autobuses con turistas. Pero donde está es en Madrid. Capital de España, o de lo que sea este puticlub de carretera. Así que pueden imaginar la diferencia", añadió en 2011.
Para unos cuantos madrileños, otros tantos turistas y algunos estudiantes Erasmus esta zona se vertebra en torno a la calle Huertas, es decir, alrededor de sus tapas, cañas y copas cualquier día de la semana a cualquier hora. Desde hace unas semanas la que fuera la periferia de Madrid en el Siglo de Oro se conoce como lugar donde han encontrado a Miguel de Cervantes. En realidad el autor de El Quijote llevaba en el Convento de las Trinitarias desde 1616, pero el hallazgo ha servido para recuperar y reivindicar la tradición cultural del barrio.
Cervantes no era el único que paseaba por estas calles y creaba en una de sus casas. El territorio que encierran el Paseo del Prado, la plaza de Jacinto Benavente, la calle Atocha y la carrera de San Jerónimo fue habitado por Lope de Vega, Quevedo, Góngora, y tiempo después por Zorilla, Valle-Inclán o Gustavo Adolfo Bécquer, entre otros, a los que se sumaban visitantes ilustres y habituales como Ramón y Cajal o Benito Pérez Galdós. "Durante tres siglos fue el barrio de los artistas", dice Juan Carlos González, responsable de Carpetania, una agencia dedicada a organizar rutas culturales por Madrid. "Tenía mala fama por ser el lugar donde vivían los artistas, personas de poca misa y menos rezo, gentes con una vida un tanto desordenada".
Si la identificación de los restos de Cervantes servirá de acicate para convertir el barrio de las Letras en el Trastévere o en el Montmartre madrileño es un misterio que ni la propia alcaldesa, ya de salida, Ana Botella, se atreve a desvelar. En Verne recordamos con la ayuda de Juan Carlos González, experto de tanto pateo y estudio, y tras visitar la Casa-Museo de Lope de Vega cómo fue el barrio de las Letras antes de convertirse en el lugar predilecto para las despedidas de soltero (y todo lo que esta celebración conlleva) en Madrid.
1. "Miguel de Cervantes no era el vecino más famoso del barrio, era Lope, el único escritor con casa propia y una legión de fans que le lanzaban piropos por la calle. Se decía que en las casas del barrio además de una talla de un Cristo se ponía un retrato del escritor", cuenta González.
2. La vivienda de Lope de Vega, que definía como "mi casilla, mi quietud, mi güertecillo y estudio", es una espectacular casa de tres plantas y un jardín con árboles donde reina un naranjo. En este lugar vivió los últimos 25 años de su vida. Tras la muerte de su segunda esposa Juana de Guardo se ordenó sacerdote y suavizó su fama de seductor.
3. La de Lope es una casa a la malicia, es decir, tanto la distribución de las ventanas en la fachada como la de las habitaciones servían para evitar la regalía de aposento, la obligación de alojar a un funcionario del rey, en la mayoría de los casos, un soldado. Lope de Vega consiguió eludir el pago del impuesto y al huésped durante algún tiempo. Finalmente tuvo que alojar a Alonso Contreras, el soldado que inspiró la saga Alatriste y a uno de los protagonistas de la serie El ministerio del tiempo de TVE.
4. En la calle León se reunían los agentes de los actores en el conocido mentidero de los representantes donde además de hablar de contratos y obras de teatro se difundían otro tipo de rumores. En este lugar se cocinó la mala fama de Cervantes y su enemistad con Lope. "Ellos eran conscientes del pique, era algo así como el Real Madrid contra el Atlético de Madrid", dice González. "De hecho Lope organizaba tertulias en su jardín y nunca invitaba a don Miguel".
5. La fama de Lope de Vega en el barrio estaba relacionada con su éxito teatral. "La mayoría de sus obras se estrenaban en el Corral del Príncipe, el actual Teatro Español", recuerda González. "Las de Cervantes eran más intelectuales y no conseguían tanto público. Ahora se le recuerda sobre todo por la novela, pero a él le hubiera gustado que le recordaran por sus obras teatrales".
6. Al teatro se iba a pasar el día, las obras podían durar jornadas enteras. Las mujeres se situaban en la cazuela y los hombres de pie. "Ellos iban a verlas a ellas", asegura el experto. Durante las funciones se podía comer, lo que acarreaba un peligro: "Si la pieza era aburrida acababan lanzando todo tipo de cosas a los actores, en aquel momento era un oficio casi peligroso, el público podía boicotear obras, autores y actores".
7. La otra pareja de enemigos la formaban Quevedo y Góngora. Se arrojaban versos maliciosos y verbos más crueles por la calle. "Góngora llamaba a Quevedo la culta latiniparla por pedante y por el tipo de tecnicismos que usaba", recuerda González. "Quevedo contratacaba diciéndole que dormía en latín y soñaba en griego". Pero la mayor venganza llegó cuando Quevedo empezó a extender el rumor de que iba a echar a su enemigo de su casa. Y lo cumplió. "Compró el piso con el bicho dentro", dice el experto. No consta ni que se trasladara a su nueva vivienda, pero consiguió que al pobre (literalmente) Góngora lo desalojaran.
8. Al barrio de las Letras también se le conoció como el barrio de las huertas. Algunos vecinos aprovecharon la zona de umbría del actual paso del Prado (esa zona era campo) para plantar árboles frutales. Los huertos desaparecerán en el siglo XVIII.
9. Otro de los refranes con el que se identificaba a este barrio era: "En la calle Huertas hay más putas que huertas". La zona estaba llena de tabernas y mesones, era el centro de ocio de la ciudad. También había unas cuantas mancebías legales que lo convertían en el barrio rojo del Siglo de Oro. "A las prostitutas las llamaban las hermanas de Venus porque proporcionaban amor y venéreas", explica González. Gozaban de sus servicios los soldados de Flandes en su descanso en la capital lo que ayudaba a extender nuevas enfermedades que se traían del frente.
Para paliar las epidemias se creó un hospital especializado en venéreas en la glorieta de Antón Martín, en el límite del barrio. "En la película Alatriste, Ariadna Gil muere por una de estas infecciones en este centro", cuenta González.
Los soldados no eran los únicos que acudían al barrio para visitar a las prostitutas, Galdós y Ramón y Cajal también pagaban por sus servicios. "Al nobel también le gustaba la carne", ríe el experto.
10. Cuando terminaban de disfrutar de los placeres de la carne escritores, actores, toreros como Luis Miguel Dominguín y Manolete, y demás artistas se reunían en lugares como El Parnasillo, el bar más cutre de Madrid, el del Teatro Español o en la fonda de San Sebastián que después se convirtió en un palacio. Practicaban la charla y la conspiración contra el Gobierno, que como ahora, consideraban que les acribillaba a impuestos.
11. Una de las costumbres de las mujeres del barrio era ir a misa de 11, la misa de las marías, la liturgia a la que acudían las actrices, las famosas de la época. Era el momento del día favorito de las vecinas porque así podían cotillear y copiar los vestidos de sus ídolos. "Otra de las anécdotas llegaba en el momento del rezo", dice González, "se arrodillaban y decían: 'Creo en Dios' y luego bajaban la voz y terminaban: 'y en Lope de Vega en el cielo y en la tierra".
Las iglesias del barrio eran también el sitio al que acudir a ligar. Los jóvenes no se conformaban con intercambiar miradas, así que, según relata Juan Carlos González, cuando ellas se acercaban a la pila de agua bendita para santiguarse ellos metían la mano al mismo tiempo para rozarse. "Hacían deditos en templos como la iglesia de Medinacelli", apunta.
12. Los nombres de las calles cambiaron con los siglos. La calle del mentidero era también la calle León en la que por un par de maravedíes se podía ver a esta fiera en una jaula en casa de uno de los vecinos. La actual calle Lope de Vega se llamaba Cantarranas porque se escuchaban croar a estos animales. Cervantes fue la calle Francos porque varios franceses tenían allí casa.