Cuando vayas a Hanoi no dejes de
visitar el templo de la Literatura.
Sé que las motos te ensordecerán, sé
que pensarás que vas a terminar atropellado, pero sé también que aprenderás a
domesticar el miedo, aprenderás a cruzar mirando al frente sin titubear porque
al fin te darás cuenta que son las motos quiénes te van a esquivar.
Cuando vayas a Hanoi, cruza las calles
que tengas que cruzar, encomiéndate a los espíritus protectores de tus
antepasados que decía Tung, pero no dejes de visitar el Templo de la
Literatura.
Con ese nombre no podría defraudarte.
Encontrarás un oasis de silencio
transpirando tranquilidad. Impregnado de tanta historia que te atrapará.
Construido en el 1070 en honor a Confucio, además de ser un edificio religioso
fue la primera universidad de Vietnam y estuvo en funcionamiento siete siglos.
Allí se formaron los mandarines y los
hijos de la realeza primero, después todos aquellos que merecieron estar entre
los primeros porque se hizo prestigiosa por la dificultad de sus exámenes y
pruebas que se hacían cada tres años.
Allí permanece el nombre, la fecha de
nacimiento y logros de los que las superaron esculpido en enormes losetas de
piedras que permanecen apoyadas sobre tortugas. La longevidad y la inteligencia
se representan con ellas.
Allí te esperan jardines y estanques,
altares y grullas sobre tortugas. Allí verás al final el pabellón dedicado al
emperador donde a golpe de tambor y campana se llama a los humanos y los buenos
espíritus.
Cuando vayas a Hanoi no dejes de
visitar el templo de la Literatura.
82 estelas, con nombres y orígenes de 1307 médicos, correspondiente a 82 cursos de examen de 1442 a 1779. |
El patio de los Sabios |
Santuario Dai Thanh, con el altar dedicado a Confucio |
Último patio, dedicado a los padres de Confucio, donde se situaba la Universidad |
El templo de la Literatura. Van Mieu.
Atardecía, y engalonado de colores y luces, lo conocí yo un septiembre que terminaba. Leones perros y tres puertas para acceder. Mientras
iba atravesando sus cinco patios separados de puertas ornamentales, una
de ellas con un nombre tan precioso como el recinto entero: La Puerta
de la Constelación de la Literatura, agradecí en silencio el verme allí.
Bajo peces de papel y farolillos blancos. Bajo luces tenues y rojas.
Porque cuando fui a Hanoi, fui al Templo de la Literatura. Una tarde, una mañana. Y al día siguiente con la luz del sol lo reconocí aún más espacioso, más vistoso, más especial, a pesar de estar más concurrido, por Tung, por nosotros, por los demás.
Confucionismo y ofrendas. Naturaleza y sabiduría, antepasados y armonía.
Cuando vayas a Hanoi
no dejes de visitar el Templo de la Literatura.
Tus sentidos te lo agradecerán. Tu espíritu más.
Puerta de la Constelación de la Literatura |
Cuando vayas a Hanoi...
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