Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 13 de junio de 2021

"Los hermanos Machado" en el Teatro Fernán Gómez


Qué gusto volver al teatro si es de la mano de una obra como "Los hermanos Machado" que hasta hoy, 13 de junio, se ha representado en el Teatro Fernán Gomez de Madrid.

Manuel Machado, después de la guerra, llega a la casa que había ocupado su hermano Antonio y su madre, la casa familiar, que está tal y cómo la dejaron porque a su cuidado está Paca, la criada de la familia. Una vez allí Manuel empieza una conversación imaginaria con su hermano Antonio, donde van dando un repaso a su vida, desde sus tiempos de juventud cuando estuvieron tan unidos, hasta que fue a Colliure donde llegó cuando ya, tanto su hermano como su madre, habían muerto.

 

Alfonso Plou es el autor del texto, que junto a Carlos Martín (también intérprete) y María López Insausti han realizado la dramaturgia.

La escenografía con esos mapas de España en francés me parece muy acertada, en frances porque Antonio Machado era profesor de francés, y muere en Francia. Así como el sonido del violín, gracias al cual se crea una atmósfera muy recogida y elegante.

 

Yo he disfrutado mucho con esta obra interpretada por Carlos Martín, Felix Martín y Alba Gallego. El papel de Antonio, quizá sea el menos lucido porque claro presenta al poeta como alguien ya derrotado, resignado con el curso de la historia y de la guerra, definitivamente muerto. El papel de Manuel presenta muchos más contrates, y me gustaba mucho cómo lo interpretaba el actor, el énfasis que le imprime a sus gestos atravesando los distintos estados anímicos. Y desde luego el trabajo de Alba Gallego, mucho más jóven que ellos, pero que con ocho papeles que borda me ha parecido una delicia, con poco parlamento consigue hacerles un contrapunto sólido. Ella representa a las distintas mujeres de la obra: Paca, la criada, Eulalia la mujer de Manuel, Leonor la mujer de Antonio, Lola Membrives la actriz, Guiomar, la musa de Antonio... Así hasta 8 papeles. 

Me ha parecido una obra muy entretenida y didáctica. Aunque yo quizá la hubiera terminado con la escena en la que los actores se llevan arrastrando la cama. Me parece una escena muy, muy emotiva, que hubiera podido ser un final contundente. Creo que no había por qué alargarla unos minutos más.

En cualquier caso, me ha parecido una obra muy interesante.

 La verdad es que siempre que he ido a este teatro, y a esta sala, la Jardiel Poncela, donde apenas hay cinco filas de butacas alrededor del escenario, me han gustado bastante las obras que he visto allí representadas. 

Además en este caso habían dejado una silla sin ocupar a cada lado de las butacas que habíamos comprado, así que no eramos demasiados, se cumplian las normas de seguridad.

Tarde de teatro muy provechosa.



 

Los hermanos Machado

Texto: Alfonso Plou

Dirección: Carlos Martín

Dramaturgia: Alfonso Plou, Carlos Martín y María López Insausti

Reparto: Carlos Martín, Félix Martín y Alba Gallego                          

 

miércoles, 9 de junio de 2021

La vida

 

 


Hubo un tiempo que yo vestía minifalda y posaba rodeada de hombres.

Entonces no me acomplejaba nada, ni enseñar las piernas, ni ser de piel blanca, ni albergar otras rarezas que crecieron conmigo. 

Con mi pelo rizado recogido en lo alto de mi cabeza, y mi pierna doblada cual modelo, sonreía a cámara, acurrucada entre varones.

Bendita aquella versión mínima de mí.

Benditos recuerdos. 

Y lo que daría yo por tener más de aquella época. 

Atesoro un puñado de olores, algunas escenas congeladas en el tiempo, como si ya estuvieran pegadas en un álbum, retazos de voces, de conversaciones y, revoloteando, la sensación plena y cálida de haber sido feliz. 

Quizá deba ser así. 

Quiza los recuerdos deban volverse tan borrosos como las fotos antiguas. 

Intactos los nombres y los lazos, intacta la sensación de protección, como si aún los tuviera a todos rodeándome, como si aún ella pudiera hacernos la foto, solo queda:

seguir sonriendo a cámara.


@Rocío Díaz Gómez

lunes, 7 de junio de 2021

De compras por las tiendas centenarias de Madrid

 



Tienda de sombreros La Favorita

 

Algunos sábados nos vamos de compras.

Que aburrido es comprar en este siglo y en las mismas tiendas enormes e impersonales donde todo es parecido. ¿No te parece? 

Pero si, por arte de birlibirloque, nos agachamos un poco para impulsarnos y pegamos un enorme salto, podemos situarnos delante de las tiendas de hace cien años. 

No pongas esa cara, y ten fe, porque no es nada dificil encontrarlas. Solo tienes que darte un paseito por los alrededores de la Plaza Mayor de Madrid, mirar al suelo, y distingir esa placa que desde el año 2006 figura delante de alguna de ellas. Las placas son de bronce, fueron diseñadas por Mingote, tienen los símbolos de la Puerta de Alcalá y el Oso y el Madroño. Además en cada una te dicen la tienda que es y cuando se inauguró. 

Ya solo tienes que imaginarte vestido de principios del siglo XX, dar un paso y entrar. 

El trato suele ser, siempre hay excepciones que confirman la regla, exquisito, personalizado, al detalle. Un placer volver al pasado de su mano.

Entre las que se conservan sus antiguos letreros vemos también como las distinguían: las de color granate eran de hostelería, las de color verde eran mercerías... Aunque ya muchos no los conservan.

 

Y comenzamos el día de compras probándonos unos cuántos sombreros en La Favorita, que data del 1894, que está en los mismos soportales de la Plaza Mayor. Aún la regenta la familia Enguita, ya en su cuarta generación.


Muy cerquita, también en los soportales, sigue existiendo Casa Yustas. Esta se inauguró en el 1886. Tiene muchos objetos militares. Aquí se ha vestido la Casa Real. 

 

Casa Yustas



Después nos acercamos hasta la antigua Relojería de la calle de La Sal, que está bajando desde la Plaza Mayor hasta la Puerta del Sol. Es de 1880. Aquí recordaremos como evolucionaron los relojes, desde aquellos que llevaban las damas colgadas del cuello hasta los de pulsera. Sin olvidar los de pared que se llevarán toda la vida. Tiene un taller en su interior donde los reparan.

Antigua Relojería de la calle La Sal 2


¿Y cómo no pararse en los Sobrinos de Pérez? Con esa placa historica que nos recuerda que Galdós habló de esta tienda de tejidos en Fortunata y Jacinta.

Tejidos Sobrinos de Pérez



Pastelería La Mallorquina

Llegado este punto del centro de Madrid, lo mejor es dejarse llevar, como ratones, por el olor. Pero no del queso, no, de algo mucho más azucarado. Es imposible si pasas cerca, que el olor no te lleve hasta La Mallorquina, en plena Puerta del Sol, con esas típicas napolitanas de crema que se te deshacen en la boca... Ay por favor, yo no tengo voluntad para lo dulce. Aunque si la crema no te va mucho, aunque con la de aquí se puede hacer alguna excepción, siempre están esos torteles o tantos bollitos y dulces que no defraudan. 

También La Mallorquina es centenaria, por supuesto, y visita obligada si te vas de compras a principios del siglo XX por la zona y ya quieres hacer un descansito. Se llama así porque la familia que la fundó era de Mallorca. 

 

 

Y ya con la tripa llena, muy cerca está Casa de Diego, con su espectacular escaparate llenito de abanicos, donde un letrerito te dice "Mañana lloverá" para que pases y te hagas con uno de sus paraguas que duran años y años y años, y donde, además, te los arreglan si te estropea. Y luego están sus mantones, sus peinetas, castañuelas, mantillas... ¿Te acuerdas de todo lo que nos enseñaron sobre el lenguaje del abanico? Qué amables son los dependientes de Casa de Diego.


Tienda de abanicos y paraguas Casa de Diego

 

 

Atraviesas la Puerta del Sol, y te vas hacia la Carrera de San Jerónimo, porque tienes que pasar sí o sí, por el Lhardy. El mítico Lhardy donde hay que comer cocido alguna vez, y que han frecuentado tantos famosos de todos los tiempos. Lo decoró el padre de la conocida María Guerrero, Rafael Guerrero. 

Galdós, Azorín, Gomez de la Serna, todos hablaron del Lhardy. Lo frecuentaba Primo de Rivera, y aquí se decidieron por Alcalá Zamora en tiempos de la República. Qué no habrán escuchado esas paredes... A punto han estado de cerrarlo, pero ha acudido en su ayuda el dueño de Pescaderías Coruñesas, que entre nosotros, no debe andar con una mano delante y otra detras...  Una suerte. Y ahí sigue el Lhardy.

Restaurante Lhardy

 

Después ¡unos caramelitos de violeta! Jacinto Benavente lo frecuentaba mucho. y la Reina Victoria Eugenia también, sí esa a la que tiraron un ramo con una bomba... Pero esa es otra historia.

Hasta Violeta Chamorro, que cómo no va a pedir de vez en cuando unos caramelos que llevan su nombre. 

Y mientras estamos delante del escaparate nos llega el sonido de la voz inconfundible de Sara Montiel: "Como aves precursoras de primavera, en Madrid aparecen las violeteras... Compreme usté este ramito para lucirlo en el ojal."

Tienda de caramelos La Violeta

 

 

Y caminando, caminando otra vez hacia la Puerta del Sol, llegamos a los establecimientos con la fachada o los rótulos de color verde, las mercerías. ¿Quién no ha ido alguna vez a Pontejos? La mercería más grande, la más famosa de todo Madrid, muy cerquita de la Puerta del Sol. Desde el año 1913 ofreciéndonos de todo.


Mercería Pontejos

Almacén de Mercería Comercial Amparo

 

Anoche cenó en la pastelería del Sobrino de Botín, en la calle de Cuchilleros…” Un clásico, entre los clásicos, que aparece en las novelas de Galdós, en las de Indalecio Prieto, en Las Greguerías de Ramón Gómez de la Serna:  "Botín parece que ha existido siempre y que Adán y Eva han comido allí el primer cochifrito que se guisó en el mundo.”. En las de Arturo Barea, Arniches, Hemingway... hasta en las de María Dueñas.

 Casa Botín, fundada en 1725, es el restaurante más antiguo del mundo según el Libro Guinness de los Records y uno de los referentes de la mejor cocina tradicional en Madrid.


Restaurante Sobrino de Botín

 

Y para finalizar podemos ir a rasurarnos a la barbería que dicen es la más antigua de Madrid: El Kinze de Cuchilleros. Porque precisamente está en el núm. 15 de esa calle.

Abrieron el 2 de enero del año 1900. Aunque comenzaron en una vivienda, donde existía lo que se llamaron las “igualas familiares”. Consistía en que por unas 30 pesetas al mes podían ir todos los hombres de una misma familia, una o dos veces a cortarse el pelo o afeitarse.

La barbería más antigua de Madrid está decorada también al modo clásico con las típicas franjas de colores rojo, azul y blanco, que indica que es una barbería: rojo para la sangre, blanco de los vendajes y azul para las venas. Herencia de cuando en las barberías, se hacía algo más que cortar el pelo, acordaos, también se hacía cirujía con las sanguijuelas... En fin, mejor no acordarse.


El Kince de Cuchilleros


Por supuesto éstos no son todos los establecimientos centenarios de Madrid, hay muchos más de todo tipo, donde aún hacemos colas para comprar en la calle Toledo las alpargatas, en doña Manolita el décimo premiado o en las confiterias el dulce que mejor preparen. 

 

Así que, ya sabes, si te aburres de comprar en este siglo y en los mismos centros comerciales e impersonales. Si te hartas de mirar a tu alrededor y ves que todo es parecido, hay muchísima gente y tienes que perseguir a alguna dependienta para que te atienda, te pegas un salto y a principios del 1900 tienes todo tipo de tiendas para elegir.

Solo tienes que dar un paso, empujar la puerta y entrar.

Lo que no sé es cómo les vas a pagar... la verdad. Porque eso de los euros o la tarjeta no se cómo se lo van a tomar. Pero todo es probar...




miércoles, 2 de junio de 2021

Junio

 


Ayer, nada más levantarme, tropecé con junio. 

 Venía radiante, vestido de tardes largas y embriagado de tinto de verano.

- ¿Ya? -le pregunté sorprendida. 

- Claro, ya mayo pasó el testigo y aquí estoy.

-¡Pues anda que habéis dicho nada!

- ¿Cómo dices? 

- Que podíais haber avisado...

- ¿A quién?

-¡A quién va a ser! ¡A mí...!

- ¿Hacía falta? Llevamos toda la vida yendo y viniendo sin avisar, y nunca se nos ha quejado nadie.... 

- ¡Y que tengo yo que ver con nadie! ¿Y quién es nadie? Unos mansos. Pero yo me hago mayor, maniática y protestona. Y si veis que se acerca el día deberíais decírmelo, porque yo ya no tengo la memoria de antes, tengo la cabeza en mil sitios y ¿ves? ni me despedí de mayo, habrá dicho que ¡vaya maleducada! Con lo que se esmeró mi madre en hacerme una mujer de provecho. ¿Será posible? Y la de cosas que tenía yo que haber hecho en mayo, si me hubierais avisado de que te acercabas yo habría espabilado un montón de temas pendientes. Pero claro Junio, tú a lo tuyo, deseando llegar estabas para celebrar fiestas por San Juan, jornadas de verano y vacaciones de los coles... Jarana y más que jarana. Que te conozco bacalao, aunque vengas disfrazado. Pero yo no he nacido ayer ¿eh? bien se que también me arrancarás las ganas de quedarme en casa escribiendo, me las cambiarás por las de quedarme en alguna terracita hasta las mil cuando al día siguiente es laborable, ganas de escaparme unos días al mar, o la tragedia de verme en bañador después de un largo invierno pandémico sin gimnasio. ¡Horror!

- ¿Has dormido mal no?

- Sí.

- Se nota. Pero venga espabila, te traigo 30 días maravillosos para que ventiles todos esos temas que dejaste plantados en mayo. Indolente que no eres más que una indolente.

- Eh junio sin insultar ¿eh? Sin insultar... Que ya voooy.

 

Y comenzamos junio, ese sexto mes de nuestro calendario, cuyo nombre, que heredamos del latín alude a la diosa romana Juno, la mujer de Jupiter.

 Iunius o mes de Juno, tiene un raiz indoeuropea "yeu" que alude a la fuerza juvenil. A ver si se me pega un poco. Juno aludía también a la mujer, la feminidad.

 En fin...

Que ya está aquí y que no nos deje como mayo, con esa vaga sensación de que alguna que otra cosa nos quedó por hacer.

A por él.  


domingo, 23 de mayo de 2021

Prohibido cantar


 

-Si no has llamado a un timbre de una casa cualquiera y has salido corriendo para que no te pillaran cuando abrieran, si no te bañaste nada más comer sin hacer caso a las horas de la digestión cuando tus padres dormían la siesta, si no te ha dado un ataque de risa en misa, si no has hecho alguna vez algo que prohibían, no sabes de ese pinchazo de excitación que te nace en la tripa y te va trepando por dentro haciéndote cosquillas en cada órgano invisible de tu cuerpo.

-Me estás hablando de cosas que se hacen cuando se tienen ocho años, once años, catorce... Por favor te lo pido, no lo hagas.

-¿Pero no lo ves? ¿No ves que de vez en cuando hay que saltarse alguna norma que no vaya en contra de la salud, ni del otro? ¿No ves que estamos vivos?

-Por favor, no me hagas repetírtelo, no lo hagas, nos volverán a llamar la atención, nos volverán a invitar a que nos vayamos, nos prohibirán de nuevo que volvamos.

-¿Y?

-Por favor...

-Yo aún tengo, ¿cómo has dicho? aún tengo ocho, once, catorce años. Los que sean.

-Tienes canas, tienes arrugas, tienes prebiscia... ¿sigo?

-¿Y qué importa? Tengo ocho, once, catorce años, pero en un cuerpo ¿cómo diríamos? ¿Un cuerpo gastadillo?

-Muy bien, sigo: tienes la tensión alta, tienes colesterol, tienes osteoporosis, tienes la próstata... ¡Tienes un montón de años ya!

-¡Lo que tengo es un corazón latiendo! 
 
 
 
-Tenías que hacerlo ¿verdad? No podías dejarlo correr. No, tú como siempre tenías que montar el numerito... ¿Y tenía que ser encima de la mesa? ¿Y tenías que hacer música con la botella y los cubiertos? ¿Tenías que jalear a todo el restaurante para que se pusieran en pie y te hicieran los coros? ¡Que tú no eres ni Sinatra, ni Fred Astaire, Paco! Que un día te encierran, no sé si en el calabozo o en el psiquiátrico, pero te encierran fijo. Y mira si te te tienen que encerrar que lo hagan, pero estas verguenzas Paco, estas verguenzas yo ya no sé si estoy dispuesta a pasar más contigo. ¡Que son 50 años soportando estos numeritos!

-Pero amor de mi vida ¡¿A quién se le puede ocurrir prohibir cantar? ¿Y nos vamos a dejar que nos sigan prohibiendo sandeces? Despues de toda una vida ¿Nos vamos a dejar? Mi vida entiéndelo: Prohibirte cantar es como, cómo te diría yo, ¡como prohibirte respirar! ¿O no?


viernes, 21 de mayo de 2021

Trampantojo o mural. Fin de semana

 

Madrid. Calle Montera. Primavera 2021

Llegaba el viernes y se preguntaba si el fin de semana acabaría siendo un bello trampantojo o un colorido mural.

Se preguntaba si cuando llegara el lunes pensaría que ese par de días no había sido más que una trampa sutil, un engaño precioso, una bella ráfaga de libertad que tan pronto como había venido se había ido, porque no era más que eso, un soplo de viento engañoso, un trampantojo ensuciado de graffitis.

O si en cambio el fin de semana no eran más que dos días a los que pintábamos los labios para que no se parecieran a los días laborales. Dos días a los que intentábamos intensificar con el color que tiene trasnochar, no mirar el reloj, disponer de más tiempo libre para las aficiones o la nada. Dos. Solo dos insignificantes días pintados de colores.

Llegaba el viernes y se preguntaba cómo estiraría el fin de semana para que no le salieran bolas el domingo por la tarde.

Cómo lo doblaría para que no le salieran arrugas.

Cómo lo estrenaría.


Lo único que necesitaba era disfrazarlo de viaje y de fiesta, de celebración e indolencia.

Solo eso.

¿Por dónde empezaría?

 

Teruel. Otoño 2020.

 

Madrid. Primavera 2021

 

 

Teruel. Otoño 2020

 

 

Madrid. Primavera 2021



domingo, 16 de mayo de 2021

De la palabra madrileña: "pichi"

 


Me dices que no puedes dejar que pasen estos días, de fiestas en "Los Madriles", sin hablar de la palabra: "Pichi".

"Y se quedó tan pichi" se te escapa a menudo, cuando después de pasarle algo a alguien, se va tan ufano.

Y corriendo vas al diccionario de la Real Academia, a comprobar, cómo me temías, que no viene ésta acepción tan madrileña.

pichi1

De or. mapuche.

1. m. Chile. Arbusto de la familia de las solanáceas, con flores blancas, solitarias y muy numerosas en el extremo de los ramos tiernos. Se usa en medicina como diurético.

pichi2

1. m. Prenda de vestir femenina, semejante a un vestido sin mangas y escotado, que se pone encima de una blusa, jersey, etc.

 

Efectivamente ves que viene un arbusto de Chile, que por supuesto yo no conocías, y la prenda de vestir, que tanto has utilizado.

Pero ¿y tu "pichi"? 

Sí. Ese que en el lenguaje coloquial te viene a los labios a la primera de cambio. 

¿Dónde se queda, de dónde salió?

Y con una sonrisa, recuerdas que procede de  un chotís incluído en la revista musical madrileña titulada "Las Leandras". Esa tan conocida, y divertida, del Maestro Francisco Alonso, con libreto de Emilio González del Castillo y José Muñoz Román. 

Muy nueva no es... piensas. No nos vamos a engañar. Fue estrenada el 12 de noviembre de 1931 en el Teatro Pavón de Madrid. Ese teatro, que lástima, piensas también, acaban de volver a cerrar. 

En su día la estrenó Celia Gámez, pero la han cantado artistas tan famosas como Lina Morgan, Sara Montiel, Rocío Durcal, María José Cantudo... muchas.

El "pichi" de la obra es el típico chulapo madrileño. Un personaje chuleta, machista... 

Hace poco reparaste en que en la letra aparece Victoria Kent. ¿Te acuerdas? Te pareció curioso. Aunque hay versiones que se ha sustituido por "un pollito bien". 

Pues ya lo sabes, ese es el origen de la expresión. 

De ahí que, como tú, muchos la tengan incorporada al lenguaje coloquial y la saquen a pasear en cualquier conversación.

Te sonríes. 

Y "tan pichi" lo publicas en tu blog.

 



Pichi, es el chulo que castiga
del Portillo a la Arganzuela,
y es que no hay una chicuela
que no quiera ser amiga
de un seguro servidor.

...

viernes, 14 de mayo de 2021

"Las tontas", "Las listas", "las de Santa Clara" y "Las francesas"

 


   «Pronto no habrá, ¡Cachipé! / en Madrid duque ni hortera/ que con la tía Javiera / emparentado no esté». 

 

 

 Estamos en San Isidro, nuestra fiesta madrileña. 

Ya ha llegado el día de nuestro Patrón, San Isidro, el 15 de mayo.

Es tiempo de ir a la Verbena, escuchar y bailar el chotis y ta ta chan:

¡Comer rosquillas!

Ese dulce, que a mí me encanta, que precisamente lleva ese nombre, porque tiene forma de rosca.

Y dicen que fueron los árabes, en el siglo X, quiénes nos las trajeron.

Aquí, en "Los Madriles" para estas fiestas tenemos cuatro tipos de rosquillas: "las tontas", "las listas", "las de Santa Clara" y "las rosquillas francesas".

¿Por qué se llaman así? Porque aquí lo que nos interesan son las palabras. Aunque bueno en este caso si vienen las palabras rodando por encima de alguna rosquilla tampoco nos importaría ¿verdad?

 

Pero bueno, a lo que íbamos:

Lo del nombre en el caso de "las tontas" parece que está muy claro. 

Las rosquillas tontas son las más sencillas, de ahí que se les llame "tontas". 

Simplemente se componen de la masa tradicional: harina, huevo, azucar, aceite y anís. No tienen ningún tipo de cobertura, solo un baño de huevo. Son las más sosas, algo secas, pues eso: "tontas". 

Se cree que son las más antiguas, su receta se remonta a la Edad Media. 

Y claro... siempre que hay algún tonto, no anda muy lejos el listo. 

 

Por eso tenemos las rosquillas listas. Que son las tontas pero con un baño de azucar hecho con claras de huevo y azúcar glass, con sabor a limón. Son, normalmente, esas de color amarillo. 

Cuentan que fueron creadas por una pastelera, que vendía sus rosquillas en ferias y romerías: la “Tía Javiera”. Cuando esta mujer pasó a mejor vida, seguían en algunos puestos ofreciéndolas, haciéndose pasar por familiares de la "Tia Javiera". Así hasta que se convirtió en una tradición. En algunos sitios he leído que era de Fuenlabrada, pero en otros que era de Villarejo de Salvanés.


Después tenemos el tercer tipo:

Las rosquillas de Santa Clara, son las que están cubiertas de un merengue seco de color blanco. 

Su origen parece ser que está en los dulces que hacen las monjas Clarisas, de ahí su nombre, quienes las vendían en el convento para recaudar dinero para la orden.

 

El cuarto tipo:

Las rosquillas francesas, que llevan una cobertura elaborada con almendra picada y azúcar. 

Parece ser que su origen está en la Monarquia. Ya que se dice que a Doña Bárbara de Braganza, esposa de Fernando VI, no le gustaban demasiado las rosquillas tontas porque las encontraba muy simples, así que pidió a su cocinero de la Corte que le preparase otra versión, y así nacieron las rosquillas francesas. 

 

Y buscando y rebuscando, he dado con una especie de quinto tipo de rosquillas:

Las rosquillas ciegas: parecidas a las rosquillas de Santa Clara, pero sin el agujero en el medio.

 

Y claro... ahora lo que procedería es comerse una rosquillita ¿no?

 ¡Pues venga!



sábado, 8 de mayo de 2021

El signo de interrogación


 

A mí me gusta el signo de interrogación.

Es un signo muy estiloso. No me digáis que no. 

Si le echas imaginación hasta podría estar bailando haciendo que se contonee toda la frase... 

Bueno, vale, no le echéis imaginación. Pero...

Y ¿Nunca os habéis preguntado por qué nosotros utilizamos dos signos de interrogación para las frases interrogativas y en otras lenguas solo usan la que se escribe al final?

¿Y por qué tiene esta forma tan original el signo?

 

Pues yo sí me lo había preguntado, y después de mirar por aquí y por allá, más o menos, solo más o menos, porque yo no soy ninguna "entendida" del tema os puedo contar una aproximación a cómo parece que se desarrolló la cuestión ¡y nunca mejor dicho!

 

Parece ser que "la culpa" de todo este jaleo comenzó con los romanos.

Los romanos escribían en papiros. 

Pero los papiros eran caros, así que había que aprovechar al máximo el espacio del papiro. Por eso comenzaron a escribir todos los textos seguidos, desde la esquinita de arriba hasta la de abajo. Y todo bien juntito, sin espacio entre párrafos ni líneas, y sin casi signos de puntuación. Déjate de tildes y comas, escribir, escribir y escribir. 

Y claro después era díficil comprender lo escrito. Por ejemplo se les planteaba dudas entre las frases, cuáles eran interrogativas y cuáles no lo eran. Por eso cuando terminaban una frase interrogativa comenzaron a escribir detrás la palabra "quaestio" o "pregunta". Pero si nos falta papiro y estamos apretando la escritura, encima escribe una palabra más... Así que decidieron acorta la palabra "quaestio" y comenzaron a ponerla solo con la inicial "Q".

Después de los romanos, los que conservaron el latín fueron los monjes de los monasterios de la Edad Media. Los monjes copistas, los amanuenses, eran los que copiaban y copiaban los textos de Virgilio, Cicerón y demás. Y los que iban introduciendo novedades en la escritura.  

A partir de aquí, he encontrado dos posibles explicaciones a la forma del signo de interrogación. 


 

O bien, para ahorrar tiempo y trabajo, se acortó la "Q" dejando sólo la parte derecha. Si escribimos una Q y dejamos sólo la parte donde está el “rabillo”, vemos que efectivamente es el actual símbolo de interrogación.

O bien, con el paso del tiempo questio se redujo a QO. Para no confundirla, comenzaron a colocar la Q sobre la O. Después, la Q se convirtió en un garabato y la O en un punto. Algo que se parece sospechosamente a nuestro actual signo de interrogación “?”. Era el puntus interrogativus, muy utilizado durante el siglo IX para ayudar a interpretar los cantos gregorianos.

 


E incluso, he encontrado que hay quién dice que el signo de interrogación no proviene de los romanos. El Dr. Chip Coakley, de la Universidad de Cambridge asegura haber identificado la versión más antigua del signo. 

Estudiando los documentos de la Biblioteca Británica adquiridos en Egipto en el año 1840, halló los vestigios del singular signo en manuscritos escritos en siríaco (dialecto del arameo) del siglo V. 

Asegura que el signo, llamado ‘zagwa elaya’, podría haber sido un recurso para recordar -a quien leyera la Biblia en voz alta- una entonación de interrogación. Este descubrimiento, podría convertirse en el ejemplo más antiguo del concepto de signo de interrogación.

  

 

Y no hay dos sin tres, porque también está la historia de que Alcuim de York, un ingles intelectual que formó parte de la corte de Carlomagno en el 781 inventó el "puntus interrogativus". 

Como tenía que asesorar a Carlomagno y encontró muchas limitaciones en la puntuación, creó este "punto de interrogación" que consistía en un punto con un símbolo que parecía un relámpago encima de él, que indicaba el tono ascendente de la voz que usamos cuando enunciamos una pregunta. 


 

Pero aunque no sepamos bien, si vino de los romanos, del siríaco, o de Alcuin de York, lo que sí parece ser que sabemos es que: 

En el siglo XV, con la imprenta, se tuvo que crear una puntuación estándar. En 1566, Aldo Manuzio publicó el primer libro de normas de puntuación. Su Orthographiae Ratio (Sistema de ortografía) incluía el punto, la coma, los dos puntos, el punto y coma y el signo de interrogación.

En 1754 (también he leído que fue el 17 de octubre 1753, bueno mes arriba, mes abajo...), la Academia española creó oficialmente el signo de interrogación inicial, que no existe en ninguna otra lengua. Así que fue un invento español.

Se recomendó que se escribiera el signo de interrogación inicial cuando las oraciones fueran largas, para que no hubiera dudas de cuando comenzaba la interrogación. Dejando para las cortas, lo que se venía haciendo, escribir solo la interrogación final.

¿Pero cuándo una frase es larga o corta? La cuestión era peliaguda, y sobre todo demasiado subjetiva.
 
Así que un siglo después, en 1870, la Academia Española tiró por la calle de en medio y decidió que todas las frases interrogativas deberían llevar el signo de interrogación al inicio y al final, independientemente de su longitud.
 
Y por eso en nuestro idioma también se pone el signo delante, no como en la mayoría de los idiomas que solo se pone al final.  
 



 Y después de tanto tiempo y tantos trajines, ahora con el "guasap" pues ahí andamos, "comiéndonos" la interrogación inicial... 

Para matarnos.



viernes, 7 de mayo de 2021

La piel de la consulta del dermatólogo

 


 

La piel de la consulta de mi dermatólogo también está tatuada.

A modo de lunares, está salpicada de letreros llegados de mil y un lugares, mensajes que son un misterio, que te arrancan una sonrisa, que despiertan tu imaginación, que invitan a inventar.

Olvido adrede el libro, guardo el móvil y, con pasmosa calma, me dedico a contemplar las paredes.  

Siempre que voy, termino lamentando que salga mi médico y me nombre. 

¿Ya?

Yo quiero seguir sentada fuera, investigar el origen de tanto letrero, leer esas paredes de arriba abajo, anudarme al cuello una de esas frases y llevármela puesta. ¡Cuánto luce una buena frase!

Quiero pasear la vista por cada pared, cada esquina, cada rincón tomado por ellas.

Quiero leerlas y releerlas. 

Releerlas y volverlas a leer.

Hasta que me canse.

 

Si hubiera sabido que mis nietos eran tan divertidos, hubiera empezado por ellos. No beba mientras conduce, se le puede derramar el trago. La puntualidad constituye la primera condición del empleado concienzudo. Lo importante no es ganar, sino hacer perder al otro. Sector vigilado delincuente apresado será ajusticiado. Prohibido poner las velas en el piso, por favor colocar en los espermeros. Se alquilan mecánicos. Se ruega no escupir en el suelo por razones de higiene. 

Quitarse el sombrero al ingresar al biógrafo.

Oh ¿Dónde están los biégrafos?

 

 Releerlas y volverlas a leer.

Hasta que me canse.

 

Y ya después... 

si no hay más remedio...  

que me llamen para entrar en la consulta.

 










miércoles, 5 de mayo de 2021

"Llévame a casa" de Jesús Carrasco. Reseña Literaria

 


"La madre sigue mirando al frente, las manos siempre recogidas en el regazo. Una postura que sugiere protección porque las manos se interponen entre el mundo y el abdomen. El lugar del cuerpo donde las tripas nos atraen y nos llevan, donde los hijos se gestan y donde luego, de mayores, golpean."


Qué agradable ha sido leer este libro. Qué cercano su ambiente, su historia, sus personajes.

No había leído nada de Jesús Carrasco, aunque llevaba tiempo queriendo hacerlo. 

He tenido que dejar pasar dos libros para llegar a este tercero "Llévame a casa" y me lo he leído volando. Cuánto lo he disfrutado.

El argumento nos cuenta que Juan vuelve a casa desde Edimburgo. Vuelve a Cruces, un pueblo de Toledo para asistir al entierro de su padre. Su hermana Isabel, que vive en Barcelona, le reprocha su lejanía, su desapego con sus padres y le tiene reservada una sorpresa que cambiará sus planes. 

 Es cierto que mis padres eran de dos pueblos de Toledo, y que de jovencilla iba de vez en cuando a otro de la misma provincia, al de mi amiga. Y qué reconocible me parecía mucho de lo que se contaba en este libro. Pero, independientemente de eso, todos hemos tenido o tenemos padres que al final han necesitado de nuestros cuidados. Todos, o casi todos, hemos tenido hermanos con los que hemos tenido que contar para dar esos cuidados. La historia que nos cuenta Jesús Carrasco nos toca mucho. Y qué bien la refleja, aunque uno no la haya vivido como los personajes de la historia.

Principalmente es una novela sobre las familias, sobre las relaciones familiares, lo sencillas que podrían ser, y lo complicadas que son a veces. 

Y esta familia de papel son cuatro personajes principales: el padre, que acaba de morir y este hecho da lugar a los acontecimientos que vienen despues. La madre, ama de casa. La hermana mayor, inteligente y brillante, y que aunque vive en Barcelona, sabe de cómo están sus padres y hace lo indecible por atenderlos. Y Juan, el protagonista y hermano menor, que decide marcharse a Edimburgo, sin pensar en el resto de la familia. Personajes muy bien perfilados, a los que vemos rápidamente moverse y hablar. Junto a ellos unos poquitos secundarios también bastante reconocibles. 

Las coordenadas de espacio y tiempo, en parte, ya las hemos comentado. La novela se desarrolla en un pueblo de Toledo cerca de Torrijos, y estamos en el año 2010. 

No es una novela de acción, ni trepidante, lo cierto es que apenan pasan cosas. Pero pasa la vida. 

Poco a poco te vas introduciendo en la historia, en esa familia, en su mundo, gracias a la prosa de este autor. Una prosa sencilla, esencial, sobria, pero que va discriminando de forma fina entre pequeños gestos y sentimientos.

"Quizá lo que sentía por su hija era algo muy intenso, pero no era capaz de verbalizarlo ni de comprenderlo. Quizá en sus bromas de mal gusto lo que se escondía era un sentimiento tan puro que no sabía identificar y que, de haber sido capaz de nombrar, no se lo habría permitido. El modo en que el hombre se humillaba con aquellas imitaciones no podía responder a otra emoción que al reverso del amor. El miedo. "


Esta novela es esencial en su prosa y en su contenido. Una novela con momentos emotivos y con hule y vasos de la nocilla. Una novela con una madre a quién le gustan las plantas, y quiere ver crecer el bonsai que le han regalado. 

Una novela cotidiana y cercana donde los personajes van creciendo hacia un lugar mejor. 

 

"Isabel levanta el dorso de su mano y acaricia con él la mejilla de Juan. Lo mira con los ojos de la niña que fue. Hay miedo en el brillo tembloroso de sus córneas. En silencio le dice vuelve, no nos abandones. Los que viajamos en este coche no saltaremos del barco en el que viajas. Primero desaparecerán las ratas, luego los conocidos, los compañeros de trabajo, los vecinos. Hasta Fermín podría saltar, parece decirle, aunqu sabe Dios que tu amigo morirá a tu lado si tú se lo pides. Pero a los que vamos en este coche no tendrás ni que pedírnoslo. Nos iremos al fondo contigo si tú te hundes. Porque solo de esa manera podremos sacarte de allí."

 

 

viernes, 30 de abril de 2021

Abril se va, con paseos literarios

 

Si la pandemia no acompaña, y el día lluvioso tampoco, puedes dibujarte una sonrisa en la cara y echarte a la calle con paraguas y botas para patearte Madrid, esa ciudad tuya que mojada brilla aún más.

Si además, lo haces detrás de una guía que te va contando de mujeres que vivieron en esta ciudad e hicieron historia por El Barrio de las Letras, qué más puedes pedir a un paseo instructivo y ameno.

Puedes comenzar en la Plaza Mayor y recordar a María Calderón, la actriz de la que se enamoró Felipe IV y a la que construyó un balconcito allí mismo, enfrente de la Casa de La Panadería para que tuviera un lugar privilegiado para vivir intensamente, y en primera línea pero no al lado de la Reina, los espectáculos de la Plaza.

Te bajas después hasta la Plaza de Santa Ana, donde más llovía, mientras la guía te hace un repaso por las actrices del siglo XVI al XIX, al mismo tiempo que contemplas el precioso Teatro Español. Después puedes acercarte a la Plaza del Ángel para fijarte en el Palacio del Conde de Tepa, el que hace esquina y mira a la calle Atocha y al jardín de la Iglesia de San Sebastián. Ese mismo que ahora es un hotel, pero donde estuvo el colegio donde estudió Concepción Arenal cuando recaló con su madre y su hermana en esta ciudad. 

Y una vez allí, no tendrás más remedio que comenzar a bajar por una calle Huertas solitaria y casi resbaladiza.

 



 No podrás dejar de pararte en esos pequeños homenajes que este barrio dedica, con frases en el suelo, a varias de nuestras notables escritoras.

  Rosalía de Castro (1837-1885), que viviría varios años en Madrid. Aquí conoció a su futuro marido, Manuel Murguía, con quien se casaría en la Iglesia de San Ildefonso. Y parece ser que vivió en la calle de la Ballesta. "Solo cantos de independencia y libertad han balbucido mis labios".

María de Zayas Sotomayor (Madrid, 12 de septiembre de 1590 - después de 1647), escritora del Siglo de Oro, novelista, reivindicativa de las mujeres. "Porque las almas ni son hombres ni mujeres, ¿qué razón hay para que ellos sean sabios y presuman que nosotras no podemos serlo?"

  Emilia Pardo Bazán (1851-1921) novelista, periodista, ensayista y conferenciante de enorme influencia para algunos intelectuales de su tiempo como Giner de los Ríos, Miguel de Unamuno o el editor José Lázaro Galdiano. Con Benito Pérez Galdós mantuvo una relación amorosa e intelectual. Ya hemos hablado de ellos más veces en este blog. Fue la primera mujer en presidir la sección de literatura del Ateneo de Madrid que también lo visitarás, aunque tres veces rechazaron su candidatura para la Real Academia Española. Qué fuerza la de esta mujer.  "Vivir es tener opiniones, aspiraciones, deberes, ideas".


Después de recordar en la calle Huertas a estas mujeres cuyas letras doradas compiten porque les prestes atención, entre tus pisadas, puedes seguir andando hasta el Convento de las Trinitarias donde tendrás que mentar a la hija de Lope de Vega, que estuvo aquí de Monja: Sor Marcela de San Félix (1605-1687), autora de poemas y dramas religiosos.

Sigue lloviendo y lloviendo en Madrid, mientras paseas el Barrio de las Letras rememorando a aquellas mujeres que de algún modo están ligadas a ese barrio, o a Madrid. 

La lluvia no da tregua a la cultura, pero aunque ya has dado un repaso a las actrices, y a algunas escritoras todavía te queda hablar de unas cuántas más. Entre ellas la periodista Carmen de Burgos (1867-1932), conocida como Colombine, a quién recordarás en la puerta del Ateneo, ese enclave cultural creado en 1835, que parece sobrevivir a todos los naufragios. De Carmen de Burgos, la primera periodista femenina podríais estar hablando largo tiempo, de su larga historia con Gomez de la Serna, de sus tertulias, de su trayectoria. Qué mujer.

 


También habrá tiempo para parar en estas estrechas calles y fijarte en dos casas con dos placas que te avisan de que allí vivieron dos mujeres también reseñables. 

¿Te acuerdas de Celia? Sí aquel personaje de Elena Fortún que se hizo tan famoso. Pues por estas calles aún corretea la infancia de la famosa escritora. 

Y también deberías hacer una parada para acordarte de Luisa Carnés, quizá no tan famosa como la anterior, aunque sí que oirás hablar de ella si atiendes a las mujeres de la Generación del 27. Esas escritoras que el tiempo ha silenciado, a las que inexplicablemente ha dejado un paso detras de sus compañeros hombres. Las sinsombrero sí. Pues Luisa Carnés era una de ellas.




 

Sabes que, aunque quisieras, no podrías contar todo lo que aquella guía te contó paseando bajo la lluvia por un Barrio de las Letras brillante y húmedo. 

De su mano recordaste a tantas mujeres que ya conocías, pero que siempre vale la pena rememorar, tantas escritoras que se hicieron un nombre en las letras a lo largo de los siglos, aunque ahora se las recuerde o no. 

También hubo tiempo, detrás de las actrices y las escritoras, para traer al presente a las políticas. Aquellas que lucharon por nosotras, a Victoria Kent, a Clara Campoamor, y a todas las que vinieron después. Allí te hablaron de ellas, allí fue, frente a un Congreso de los Diputados lavado por el aguacero.


 

Cuánto estuchaste aquella mañana no querrías que se te olvidara. Ni lo que ya sabías, ni lo que medio recordabas, ni lo que te descubrieron e hicieron más novedoso el paseo cultural. 

Solo te quedaba para tenerlo completo, dejar memoria de él, para refrescarlo, para ayudar a que permanezca en ti. Y cómo no hablar de esas ganas que te quedan de ahondar en algunas vidas, en algunos textos de aquellas que te precedieron y a quiénes les tocó vivir tiempos peores.

Abril languidece ya, quiere despedirse entre chaparrones. ¿Querrá dejar su inevitable rastro, hacer gala de su fama del mes más lluvioso?

Sin embargo abril ha sido bueno, y también ha dejado exposiciones, visitas guiadas, libros y buenos momentos literarios aquí y allí para los que, en cambio, hemos sido lo suficientemente permeables. Se lo merecían.

Has sido bueno Abril, buen viaje. 

 Y tú no lo olvides:

Si la pandemia no acompaña, y el día lluvioso tampoco, puedes dibujarte una sonrisa en la cara y echarte a la calle con paraguas y botas para patearte Madrid, esa ciudad tuya que mojada brilla.

No te arrepentirás.

 

martes, 27 de abril de 2021

De la palabra "tonto" y sus ¿tonterías?

 


Hoy, no me preguntéis por qué, vengo a hablar de la palabra "tonto". 

Hablaremos de tontos ilustres y tontos del montón. Tontos al fin y al cabo.


¿Y que nos dice la Real Academia?

tonto, ta

De or. expr.

1. adj. Dicho de una persona: Falta o escasa de entendimiento o de razón. U. t. c. s.

2. adj. Propio de una persona tonta.

3. adj. coloq. Dicho de una persona: Que padece una deficiencia mental. U. t. c. s.

4. adj. coloq. Dicho de una persona: Pesada, molesta. Se pone muy tonto cuando tiene sueño.

5. adj. coloq. Que carece de sentido o de motivo.

6. adj. coloq. Presumido o vanidoso.

7. m. Personaje que en una pareja de payasos hace el papel de tonto.


La verdad es que me ha resultado curioso, pero si lo piensas no lo es tanto, saber que la palabra "tonto" tiene la misma raíz que la palabra "atónito". Ambas proceden del latín.

La palabra "tonto" viene de la palabra "attonitus" que es un participio del verbo latino "attonare". Es decir de la suma de prefijo "ad" y el verbo latino "tonare" que es tronar.

"Attonittus" por la vía culta nos dió la palabra "atónito". 

Pero por otra parte derivó en un vulgarismo porque se convirtió en "attontitus", después en "attonitum", de ahí "attontum", "ttontu", y "tonto". 

Supongo que, en cierto modo, podríamos decir que un "tonto" es una persona atónita en exceso.


Yo creo que, aunque no la hubiéramos buscado, todos sabemos la definición de "tonto". Pero fíjate tú que hay veces que se nos queda corta la definición y tendemos, además, a buscarle unos apellidos para enfatizar que ya no podemos más con tanta tontería.

Así, tontos que merecen un punto y aparte son:

Más tonto que hecho de encargo.

Un tonto de babas.

Un tonto a las tres.

El que tonto se fue a la guerra, tonto volvió de ella...

 

Tonto de remate

1. loc. adv. ant. de remate.

de ~.

1. loc. adv. coloq. U. para intensificar la expresividad de ciertas voces despectivas a las que sigue. Tonto, loco de remate.

Tonto del culo

Tonto de capirote

El origen etimológico del término ‘capirote’ proviene de ‘capirón’ y este del latín ‘cappero’, cuyo significado es ‘prenda que cubre la cabeza’.

Dicen que en la Edad Media la Inquisición, al que se acusaba de delito o herejía, le obligaba a llevar un cucurucho invertido en la cabeza. De este modo, coronado por ese gorro ridículo, se acentuaba el escarnio público, al hacerle pasear por las calles o las plazas con semejante sombrero. Y favorecia que la gente se burlara de ellos.

Ya lo dijo Unamuno en el año 1923: "el que con un capirote o bonete puntiagudo hace de tonto en las fiestas. Es un tonto de alquiler y casi oficial”.


Tontos oficiales tenemos algunos. ¿Quién no conoce a Abundio o a Pichote?

 Más tonto que Abundio

Hay varias explicaciones sobre la identidad de Abundio.

Puede ser que se refiera a San Abundio, un presbítero cordobés martirizado por los árabes en el año 854 cuya fiesta se celebra el 11 de julio. Hay quien cuenta que este mismo santo estaría en el origen del dicho ya que hasta en once ocasiones le ofrecieron los musulmanes desdecirse de sus supuestas injurias al Corán, sin éxito.

Pancracio Celdrán, a quién yo escuchaba en el programa de Pepa Fernández de RNE los fines de semana, y que tiene un libro titulado "El gran libro de los insultos", en cambio, opina que Abundio puede ser un personaje "que existió entre los siglos XVII y XVIII en Córdoba, donde protagonizaría alguna solemne tontería. A este Abundio se le achaca el haber pretendido regar un cortijo «con el solo chorrillo de la verga», es decir, con apenas agua. «Acaso nos encontremos ante el precursor del riego por goteo, y debiéramos levantarle un monumento», apunta Celdrán.

José María Iribarren menciona en «El porqué de los dichos» a un Abundio navarro «que cuando iba a vendimiar se llevaba uvas pa postre» del que cuentan que «una tarde de estío los dueños de una huerta le mandaron al pueblo por bolados y a la vuelta, para que no se le calentasen los azucarillos, sumergía la cesta en las acequias del trayecto».

- Pero también existió un capitán de fragata llamado Abundio Martínez de Soria, nacido allá por el 1848, que pudo haber dado origen al dicho, tras enfrentarse a la Armada estadounidense, hundiendo la embarcación en su ataque. Una hazaña que, aunque no está recogida en hemerotecas, se dice que fue considerada como una tontería.

- Por último, Roberto Faure da una explicación mucho más plausible en su Diccionario de los nombres propios. Según dice, este nombre fue muy frecuente entre la gente del pueblo y, precisamente por ser considerado un nombre rústico y del campo, nació este dicho de Más tonto que Abundio, que cuando se fue a vendimiar se llevó uvas para el postre.

 En fin, que parece que el nombre de Abundio ha dado más de un caso...

 

Por supuesto también tenemos a Pichote. 

Más tonto que Pichote.

Parece ser que esta expresión viene del Chicago de los años 20 y es, por así decir, una adaptación del "Picciotto" italiano, que significa "muchacho". Al parecer era el apodo de uno de los gangsters enemigos de Al Capone durante la guerra de bandas: Gennaro “Il picciotto”. Dicen que a este "Pichote" le dieron un soplo falso que le hizo entrar en un bar donde le mataron y de ahí vendría "ser más tonto que Pichote". 


 
O expresiones como "A tontas y a locas":

 Parece ser que esta expresión, rastreando su origen, ya aparecía en "El Quijote", en la parte poética, preliminar de la novela. Ahí Cervantes ya jugó con el doble sentido al referirse a las doncellas que perdían el tiempo con banalidades, adjetivándolas de "Tontas y locas".

También  se le atribuye a Jacinto Benavente, quién allá por los años 20 fue invitado a dar una conferencia en el Lyceum Club Femenino y declinó la invitación, con sorna, alegando que él no podía "improvisar, no podía hablar a tontas y locas".


 En fin... ¿Quién no ha hecho el tonto alguna vez?

La que no me gusta nada de nada es la conocida:

De puro bueno eres tonto.

Que, por otra parte, la suelen decir "los listos". 

 

 Sin embargo, me gustan los besos "tontos", los "tontos" que devuelven los libros, las instrucciones "para tontos", las rosquillas "tontas" de San Isidro...

Y que "tontín, tonteando" nos acabemos otra entrada.