Madrid. Calle Montera. Primavera 2021 |
Llegaba el viernes y se preguntaba si el fin de semana acabaría siendo un bello trampantojo o un colorido mural.
Se preguntaba si cuando llegara el lunes pensaría que ese par de días no había sido más que una trampa sutil, un engaño precioso, una bella ráfaga de libertad que tan pronto como había venido se había ido, porque no era más que eso, un soplo de viento engañoso, un trampantojo ensuciado de graffitis.
O si en cambio el fin de semana no eran más que dos días a los que pintábamos los labios para que no se parecieran a los días laborales. Dos días a los que intentábamos intensificar con el color que tiene trasnochar, no mirar el reloj, disponer de más tiempo libre para las aficiones o la nada. Dos. Solo dos insignificantes días pintados de colores.
Llegaba el viernes y se preguntaba cómo estiraría el fin de semana para que no le salieran bolas el domingo por la tarde.
Cómo lo doblaría para que no le salieran arrugas.
Cómo lo estrenaría.
Lo único que necesitaba era disfrazarlo de viaje y de fiesta, de celebración e indolencia.
Solo eso.
¿Por dónde empezaría?
Teruel. Otoño 2020. |
Madrid. Primavera 2021 |
Teruel. Otoño 2020 |
Madrid. Primavera 2021 |
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