Y ocurre que a veces los Rascamanes salimos de nuestro refugio para leer nuestros textos a quién quiera escucharlos.
Y dejamos de ser tertulia para ser voces complementarias, piezas del mismo puzzle, que amplifican lo que en silencio y soledad no tuvieron más remedio que escribir.
Y este noviembre del 2019 nos unimos a la UNEE para hablar del otoño y de ese encuentro quedó esta reseña de fragmentos de lo que leímos aquel domingo por la mañana.
Recital de Otoño.
UNEE y Tertulia Literaria Rascamán.
Noviembre del 2019
Javier Díaz Gil es poeta y coordina nuestra tertulia literaria, antes taller literario, desde el mil novecientos y... El pico cada uno tiene que poner el suyo. Para mí el coordina nuestras actividades literarias desde 1998. Es una suerte enorme que llegara a mi vida y tendré que agradecérselo siempre a quién le puso en mi camino.
Aquí estoy leyendo yo, ya me conocen así que poca explicación tengo que dar, Rocío Díaz leyendo un fragmento de su cuento de otoño.
Alma Pagés es filóloga, cuentista y una poeta estupenda que tan pronto nos recita en catalán como en castellano. Y siempre es un placer escuchar sus elegantes y delicados poemas.
Juan Bautista Raña, investigaciones Raña, nos ha atrapado con esa novela cubana que siempre me regala una sonrisa y nos va leyendo en entregas cada vez que nos reunimos. Mientras tanto escribe relatos para ocasiones especiales como este recital de Otoño.
Cinta Rosa Guil es nuestra maestra de peques, poeta y cuentista. Ella no para de escribir y a nosotros nos gusta escuchar lo que quiera traernos.
Juan Antonio Arroyo es orientador y poeta. De vez en cuando también nos trae algún cuento que otro. Es tan trabajador con sus textos y siempre acoge tan bien las críticas constructivas que los corrige y corrige para mejorarlos. Eso le honra siempre.
Celia Cañadas es una poeta estupenda que nos raciona sus poemas y nos escatima su voz. Pero nosotros sabemos esperar a cuando llegan, porque valen la pena.
Carmen Padín tuvo que llegar de México para ocupar ese puesto entre nosotros que la esperaba desde siempre. sin que lo supiéramos Ahora ya no nos pueden faltar ni su acento y ni sus historias llenas de sensaciones.
Luis María Gil llegó hace poco tiempo a Rascamán. Poeta y narrador a partes iguales, ya le han tocado dos mudanzas de cafés, y aquí sigue con nosotros; su buen hacer literario y esas dos mudanzas son muy buena señal.
A mi querido Juan Calderón le hicimos cantar, eso sí que tiene mérito, y él lo hizo tan bien, que en venganza, nos hizo cantar a todos. Y no solo ese día, sino al día siguiente y al otro, y al otro...
Juan es todo, poeta, narrador, actor, cantante y todo lo hace fenomenal. Que suerte tener con nosotros a este artista.
Alberto Ramos es mi compañero del alma de relatos. Pero a él nunca sabemos qué corregirle, de lo requetebien que lo hace. Actor, director de teatro, narrador, mi Alberto vale tanto que siempre que me regala un comienzo de relato me lo tengo que guardar bien guardadito porque de ahí sacaré algo que merecerá la pena.
Nuestro José León Cano es un sonetista de 10, pero no le gusta que se lo digamos. Pero lo es, y además te los recita así de memoria, sus sonetos, casi sin pestañear. Narrador y poeta, sabe que siempre tendrá una silla para él a nuestro lado.
Y nuestra rumana preferida es Mariana Feride. La artífice de este encuentro. La que nos roba todas las musas. La poeta especial que no para de crear y crear y crear. Nosotros la queremos tanto como ella a nosotros, aunque se lo digamos menos.
Ëstos no son todos los Rascamanes, somos muchos más. Pero sí que somos los que nos reunimos aquel domingo 24 de noviembre por la mañana, para celebrar que hacía una mañana de otoño preciosa.
Muchísimas gracias a Mariana Feride y a Javier Díaz Gil por preparar con tanto mimo este encuentro.
Muchas gracias a los compañeros de la UNEE que nos acompañaron en el recital.
Y muchas, muchas gracias a los que vinieron a escucharnos, a pesar de ser fin de semana, a pasar un ratito del domingo con nosotros.
Gracias a Paloma por hacer las fotos que yo no puedo hacer, siempre, y perderse estar en ellas.
Gracias a Paloma, Ana y Caye, mis amigos, por seguirme al fin del mundo (de las letras).