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domingo, 25 de febrero de 2024

En tardes como la de hoy seremos aves

 



Y en tardes, como la de hoy, seremos aves que se dejan llevar por otro viento. 

No el viento bravo que, tras los cristales, zarandea cuánto encuentra.

No el viento tirano, cuyo rumbo, obedecen todas las veletas.

En tardes, como la de hoy, seremos solo dos.

Y no habrá empeño, ni desempeño, ni entrega,

Entre nosotros solo cabe aquella suave ligereza.


Sígueme, que solo el viento nos guíe,

que flotemos tenues, melodiosos.

Al fin, en tardes como la de hoy, seremos aves,

aves migratorias extendiendo las alas, rozándose en el aire,

volando indolentes al borde de la insolencia,

al borde de la certeza,

aves, al fin, 

meciéndonos entre vientos favorables.










viernes, 16 de febrero de 2024

El faro de Valencia

 




Hoy languidece, solitario y en la lejanía, el centenario faro de Valencia.

El progreso pudo con él. Fue tal la ampliación del puerto, levantaron tanto el dique que el patrón de sus destellos, únicos e intransferibles para cada faro, apenas se distinguía y lo jubilaron sin, ni tan siquiera, la pensión vitalicia de servir de coartada para jóvenes fogosos o abuelos ociosos. 

Ya no valgo ni para oscuro refugio, se lamenta arrinconado.

Antaño cómplice mudo de tantas parejas que buscaron intimidad bajo la luna y su perfil protector, ahora solo es visitado por las gaviotas.

Pobre faro centenario que, rodeado de enormes embarcaciones y mercancías, como un trasto más, se aburre en una esquina del mar. Pobre faro, que desde el 2015, no logra hacerte un guiño seductor con su luz. Nadie le hubiera convencido de su triste destino, cuando en aquel lejano 1905 le inauguraba Alfonso XIII.

No te apures, musito desde la lejanía. 

No vas a ser ni el primero ni el último a quién me acerque gracias a mi cámara, porque no pueda hacerlo con mis pies. 

Y mientras me alejo con el botín de las fotos robadas, siento que me habría gustado alcanzarle, pasear su base, admirar su porte vetusto de piedra, acariciar su piel marina.

Será que éste tampoco era, suspiro, mientras me despeina el Levante.

Porque no pierdo la esperanza de que la luz exacta y particular de algún faro me conduzca a la isla del tesoro. 

Mientras la encuentro, ellos seguirán señalados en todos mis mapas.







viernes, 20 de octubre de 2023

Il faro de Desenzano

 


Era feliz escapándose de viaje, pero si además el destino estaba cerca de un sereno mar y se salpicaba de algún longevo faro se multiplicaba el placer de la escapada. Sin embargo en aquella ocasión eligieron el norte de un país, eligieron montañas y lagos, eligieron la energía positiva de tierra adentro y el agua dulce.

Por eso, cuando paseando por el Lago de Garda, en el bello Desenzano, tropezó con un precioso faro en su puerto viejo no se lo podía creer. ¿Cómo no sabia de su existencia? Si lo primero que hacía en cuánto tenía unos billetes de avión y un itinerario era empaparse bien de sus tesoros... 

Bendito despiste: Aquel faro llevaba allí esperándola desde mucho antes del 1900. 

Esperando en aquel lugar que previamente se había iluminado con unas pocas lámparas de aceite confiadas a un empleado, pagado por el ayuntamiento, que las encendía según las fases de la luna. Pero en 1882, a causa de la bebida la luna no debía verse muy nítida, porque el ebrio farolero no cumplió con su función, quedándose para la posteridad anotada la consecuente reprimenda.

Y aquello no quedó ahí, porque se decidió contratar a personal más cualificado, un linternero permanente, para ocuparse del nuevo faro (y rompeolas) construído a raíz de la equiparación del puerto de Desenzano con uno marítimo según Real Decreto de 1887. Y "en la tarde del 16 de julio de 1895 se encendió la nueva linterna del puerto" por parte de Flaminio Scarpa, oportuno nombre, el nuevo linternero que se ocuparía de este quehacer hasta 1903, cuando se sustituyó por iluminación electrica. 

120 años después, en un anómalo y cálido octubre, tropezamos casi sin querer con "il faro de Desenzano". Allí nos esperaba gentil y pacientemente. Delicado, elegante, señorial. Alzándose fotogénico sobre las barcas de colores y el agua espejada del lago. Recortándose su perfil sobre el atardecer y el paso del tiempo. 







domingo, 17 de septiembre de 2023

Peristeres, otro faro griego

 

A esa distancia en la que ya no se distinguía lo que era cielo o mar te percibí a lo lejos. Quizá fueras una gaviota, o un barco. A lo peor no serías nada, a lo mejor un faro que salía a nuestro encuentro.

Saqué mi cámara e intentando mantener el equilibrio mientras nuestro barco no dejaba de avanzar, me encomendé a su zoom. Y de pronto, enfocando con mucho cuidado: ahí estabas. Coronando un pelado islote. También de roca y aún en pie, ahí apareciste: solitario, único.

Aunque desmoronándote.

Daba un poco de pena verte. No te voy a engañar. No eras más que las ruinas del que debiste ser un día. 

¿Cuál era tu historia? me pregunté. Pero tuve que seguir mi camino, no era más importante, pero sí lo suficientemente urgente como para dejarte para más adelante.

Ya en casa, pasados los días, me acordé de ti. Me descargué las fotos y ahí estabas, aguantando el tipo, e incluso hubiera dicho que posando lo más marcial que podías. En el porte se te notaba que habías sido un faro atractivo, aunque ya era evidente que no estabas en uno de tus mejores días. Se te está comiendo la maleza, qué lástima.

Mientras te contemplaba de cerca, te presentaste al fin: Peristeres, señora, para servirle.

Con lo poco que me gusta que me llamen "señora". Empezamos bien, me dije. Pero no quise descortés, tampoco te pedí permiso para fotografiarte de frente y perfil, así que yo también me presenté. Y entonces, a pesar de las evidentes dificultades entendiendo tu griego, pude enterarme de que te habían construido los británicos en 1828, cuando dominaron las islas Jónicas. Eras de los más antiguos. Marcabas el comienzo de la parte más estrecha del canal que separa Corfú de Albania. 

O al menos eso me pareció entender de la parrafada que me dijiste. Ya te digo que mí el griego se me hace un pelín árido... Su caligrafía me parece una preciosidad pero al oído... en fin.

Parece ser que tu declive llegó por terremotos y bombardeos alemanes en la segunda guerra mundial. Y así quedaste.

¡Ay Peristeres! qué mal aspecto te ha dejado el paso del tiempo. Pensé. Aunque tienes un nombre muy bonito "Peristeres", y te lo dije, nunca sobra un comentario agradable. 

Muchas gracias. Significa "Las Palomas", contestaste.

Sí, definitivamente, me gusta tu nombre. Me confirmé. Aunque fíjate que casi más en dicho en griego.

Encantada Peristeres, te dije, un placer haberte conocido. Ojalá vuelva por aquí algún día y de nuevo coincidamos. 

Aquí la espero señora, contestaste ceremonioso. Este Peristeres... y dale con llamarme "señora"... Pero solo te contesté:

"Ojalá, Peristeres, ojalá."








viernes, 2 de junio de 2023

Erase una vez un faro al que nunca llegué o el Faro de Punta Lava o de Punta del moro

 


Érase una vez un faro al que nunca llegué. 

De los cuatro era el más alto de la isla, el que se divisaba desde más lugares, sin embargo nunca conseguí acercarme.

Desde un principio pareció difícil. 

La primera vez que viajé a La Palma no lo logré porque estaba rodeado de las mil y una plataneras, porque estaba en un lugar casi inaccesible, porque los caminos eran de tierra, porque... Sin embargo él no dejaba de hacerme señales indicándome su situación, en cuánto yo me asomaba a cualquier mirador de su lado de la isla. 

La segunda vez, dos años después, no llegué porque perduraban en el aire los gases de la erupción del Tajogaite, porque la lava engulló el reloj astronómico, porque... 

Además del Atlántico, siempre un océano de dificultades parecía también rodearle. 

Nunca llegué. Y no fue porque no lo intentara, incluso a sabiendas de que no era de los más apuestos, ni de que apenas tuviera historia puesto que vetusto no era. 

Aún así, consiguió hacerse con su propio lugar en mi colección de faros. Y ya siempre, el faro de Punta Lava, el de Punta del moro, el que estaba entre Puerto Naos y Tazacorte será aquel faro al que por más que quise ir nunca llegué. 

 ¿Nunca?

Por lo pronto yo no me pienso desprender del mapa. 

Algún día ese faro y yo comeremos perdices.



lunes, 10 de octubre de 2022

Los faros de La Puglia. Septiembre de 2022

 

Faro de Trani

"Los Faros son los guaperas de las balizas".

Aurora Luque, Premio Nacional de Poesía 2022.

 


A menudo te preguntas si quizá tu querencia por los faros se deba a que, por alguna extraña razón, tú también estás viviendo en un faro. Vives en Madrid, claro, no te has vuelto loca, pero quizá también existas en otra realidad que transcurre en un faro. Y en esa otra vida donde la vida es lenta y mullida, donde se respira el mar, donde la quietud que acolcha el vientre metálico del faro solo se interrumple por el sonido rítimico, de fondo, de las olas chocando contra las rocas, tú también dedicas mucho tiempo a escribir. 

¿Quién sabe? ¿Y si es cierto eso de que tenemos un doble viviendo en otra parte?

En tu propio cortometraje, al fin y al cabo todas las vidas no son más que cortometrajes, tus dos vidas convergen sobre el papel. 

Convergen sobre una página en blanco donde, de forma paralela y simultanea, ambas vidas se van reescribiendo entre los renglones apretados de lo que inventas. 

¿Por qué no?

Y ocurre que a veces esas dos vidas, se presienten, casi se acarician y una de tus vidas inevitablemente  roza tanto a la otra, que tú, que vives en Madrid, no tienes más remedio que ir atrapando faros por el mundo. 

Quizá solo sea eso. Quizá sobre todo sea eso. 

Quizá solo andas buscando tu otra vida.

 

Faro de Vieste en la isla de Santa Eufemia


 

Faro de Vieste

Faro de Vieste


Vieste


Faro de Pugnochiuso


Faro de Barletta


Bari


sábado, 1 de octubre de 2022

Vieste

 


 

Vieste me estaba esperando en el espolón de la bota italiana.

Había desplegado para mí un día luminoso donde el azul del mar competía con el del cielo, superponiéndose a su vez con el amarillo del sol y el blanco de la piedra de sus acantilados y su faro.
Vieste, más generosa aún, permitió que su lengua, el italiano, tan dulce, tan sonoro, se derramara por sus fachadas. Le permitió también que saliera de las bocas de los que nos acompañaban en forma de canción inolvidable, regalando la banda sonora a un día de septiembre que brilló en aquel barco donde apenas teníamos sitio.

Vieste lució para nosotros con todas sus galas. Y nosotros, ingratos mortales, le dedicamos un día escaso. Aunque para entonces ya nos habíamos rendido.

Le prometí a Vieste que algún día volvería. Le prometí que me quedaría mucho más tiempo.
Y me creyó.


#vieste #viestegargano #viajes #puglia  


 










jueves, 25 de agosto de 2022

Faros Verano 2022: Fuerteventura, Grecia, Tarragona, Portugal

 

Vila Real de San Antonio (Portugal) Agosto 2022

 

Vila Real de San Antonio (Portugal) Agosto 2022

Vivir tierra adentro, tan tierra adentro, reseca la piel.

Vivir tierra adentro 

y este miedo de resecarse de fuera adentro,

también.

 

Las tripas, la nariz, los oídos, la piel 

y esta nostalgia del mar de dentro afuera.


Volver mar adentro

al azul, al salitre, al viento, 

al faro.

 

Volver al mar.  

Siempre el mar.

 

Fuerteventura. Mayo 2022

Poros (Grecia) Junio 2022

Faro de Punta La Entellada. Fuerteventura. Mayo 2022

Faro del Tostón. Fuerteventura. Mayo 2022

Faro de Punta Jandia. Fuerteventura. Mayo 2022

Fuerteventura. Isla de Lobos. Mayo 2022

Patras (Grecia) Junio 2022



Torredembara (Tarragona) Julio 2022

Salou (Tarragona) Julio 2022

 

viernes, 8 de julio de 2022

Faros de Grecia: Patras y Poros

 

 

Esta vez no iba a cazar faros. Pero sucedió que ellos me cazaron a mí. 

No sé cómo lo hicieron, pero consiguieron captar mi atención, atraerme con sus malas artes y que yo hiciera por acercarme hasta ellos todo lo que podía.

Solitarios y majestuosos. 

 

El primero estaba en Patras, la tercera ciudad más grande de Grecia.

Habíamos ido a ver su catedral. La Catedral de Agios Andreas es la iglesia más grande de Grecia. Una basílica bizantina impresionante. 

 

Pero muy cerca estaba aquel faro. Solo había que atravesar unas vías y acercarse hasta el mar. Y allá que fuimos a presentarle nuestros respetos. 

Ahora se que no es el faro original. Se que lo construyeron no hace tantas décadas en el mismo lugar que estaba el originario que destruyeron cuando reformaron el puerto. ¿¡Por qué!? 

El caso es que hicieron éste que en su base tiene una cafetería y un parque y que luce tan bien.

 

 


 

 

El segundo faro que me atrapó, de pronto, salió a nuestro encuentro. 

Era de piedra y estaba en la isla de Poros

El barco se aproximaba al puerto de la isla, cuando bastante antes de llegar, en una Punta apareció ante nosotros aquel pequeño gran faro en la lejanía. Oh qué chulo... 

 

Ahora sé que data de 1870, y se llama el Faro de Dana, en la Punta Ntana de la Isla de Poros.

 












Y aquí los tengo, mis nuevos ejemplares para la colección. 

Aún huelen a mar.