Tienen los lunes voluntad de indolencia.
Nunca tuviste más ganas de ser un bicho bola, mimetizarte como un camaleón hasta volverte color silla, color mesa del despacho, de pc. Convertirte en ¡chas! la mujer invisible.
Vale, si yo trabajo... pero no me hables, no me hagas contestar, solo me quedaron fuerzas para convertirme en un eslabón más de esta cadena de montaje.
¿Ser persona? ¿Para qué?
Si después habré de trabajar ni sé las horas...
Es más duro siendo persona.
Un día lejano yo me perdí en un bosque húmedo, me disolví en agua salada, me recosté entre los renglones del aquel libro que me atrapó.
Un día sí,
un día fui,
fui persona.