Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

miércoles, 4 de agosto de 2021

"Madrid" de Andres Trapiello


 

  "A menudo oímos: "No sé cómo podéis vivir en Madrid". Y llevan razón. Yo tampoco me lo explico. Pero si puedo, nunca me iré de esta casa ni de este barrio; cada día los encuentra uno, cómo decirlo, más cercanos, sin que por ello vea que se lo estemos quitando a nadie. Esta ciudad nos sienta a todos como ropa de niño pobre, "corta y larga". Lo que tiene de urbe lo tiene también de "campesino y lugareño", como se encargan de recordar una vez al año los rebaños de merinas que atraviesan la cazada que pasa por la Puerta de Alcalá..."

 

Hoy me apetecía conversar de libros con mi blog. 

Se trataba de huir de la rutina y, sobre todo, de los sinsabores, escapando por la puerta profunda de un libro: la mejor puerta.

He comenzado yo contándole que he estado ultimamente leyendo "Madrid" de Andres Trapiello. Y le he dicho "ultimamente" porque he tardado "lo que ni sé" en leerlo. Pero lo cierto es que me entretenía, me entretenía mucho y además me enseñaba y me recordaba algunos aspectos de Madrid que o no sabía o había olvidado. Además de volver a recorrer este Madrid en el que vivo cada día, de su mano, lo cual ha sido un doble placer.

Este libro de Andres Trapiello, le dije, no es una guía, ni un callejero, ni un libro histórico de Madrid, es un revoltijo de todo, con trazas literarias sí, pero también bastante de sus opiniones, sus recuerdos, sus sueños y frustraciones. Es una mezcla entre su propia biografía y la de Madrid, desde que siendo un adolescente leonés decidió venirse para acá, tras una pelea con su padre, y detrás del que creía sería el gran amor de su vida, en el año 1971. A partir de esa llegada, Trapiello nos va relatando tanto de su vida, como de los distintos aspectos de esta ciudad, mientras va saltando de un tema a otro, todos relacionados con Madrid. Quizá no tenga un hilo argumental muy claro, ni mucho orden, pero yo se lo recomendaría a mi blog y a quién gustase de que le cuenten de Madrid.

A quién le gustase que le cuenten "mucho" de Madrid porque anda que no te ha durado... -Me ha respondido mi blog.

Bueno, le he dicho yo, tampoco hay por qué leerlo de un tirón. No es una novela. Se puede leer altenándolo con otros libros más ligeros. 

Que es lo que tú has hecho -Ha apostillado él. (A veces no puedo con mi blog cuando se cree que lo sabe todo de mí.) 

Sí, efectivamente, yo también antes de terminarlo me leí una novela y luego volví a él. Solo una, de María Oruña, y mientras estaba de viaje, por leer algo ambientado en los paisajes que estaba visitando y más ligero, que para eso estaba de vacaciones... Y de pronto me he callado, porque ¡Qué necesidad tenía yo de justificarme con mi blog! No hay nada más placentero y más particular que la lectura. ¿A qué vienen estos reproches? Digo yo...

 

Y he vuelto a centrarme en Andres Trapiello y su "Madrid":

Para ser ‘nada y de nadie’, de Madrid todos creen tener algo que decir, y por lo general acaban diciéndolo. Y a Madrid todo le parece bien, porque es Madrid”.

Habla mucho en este libro Trapiello, además de otros muchos escritores, de Benito Pérez Galdós, y lo hace con devoción: “porque sin Galdós no se entiende Madrid”. Muchas veces alude a él durante todo el libro, a su Fortuna y Jacinta, que según Trapiello no solo es la gran novela de Madrid, sino el gran libro sobre Madrid. 

“Acaso el galdosiano es el único Madrid que haya existido, antes incluso de Galdós, y el único que aún pervive extendido por toda la ciudad”.

 Habla también mucho, cómo no, del Rastro de Madrid, del que es asiduo de siempre y de cómo conoció siendo jóven el Museo Romántico, donde tantos momentos inolvidables pasó antes de que lo reformaran. Habla de la gastronomía y de los toros. Alude a la "chulería madrileñá" y a los sucesos y personajes que la han poblado. Habla incluso del árbol de Madrid, la acacia y su vista favorita desde esta ciudad. Habla del Covid, de la Ley de la Memoria Histórica, y de la retirada de algunas estatuas. Habla de todo cuánto siente y vive en este Madrid que habita, y eso se nota en estas páginas.

 

Aunque, bien es cierto, para hablar de la historia de Madrid recurre a un historiador:

“Su historia, nos recuerda Santos Juliá, es la de una ciudad que ha querido ser con Austrias y Borbones la capital de la monarquía; con los liberales del siglo XIX la capital de la nación; en 1931 la capital de la República; en 1939, con Franco, la capital de España, y desde 1978 la capital del Estado. En la actualidad yo creo que apenas es ya nada, solo el buzón donde todo el mundo, principalmente ‘las provincias’, como las llama Ortega y Gasset, dirige sus quejas y reclamaciones. Pero no solo: ha sido, como ninguna otra, la de las ocasiones perdidas. Aunque sin exagerar: tampoco es un proyecto en ruinas”.


En definitiva habla de todo cuánto le ha parecido, en virtud de su amor por Madrid y su particular punto de vista. Y eso se transparenta a lo largo de todas estas memorias o ensayo o como queramos definir este gran tomo narrativo. En cualquier caso es una narración original y distinta. Todo el libro está escrito con un estilo impregnado de naturalidad, muy cercano pero muy literario, salpicado de citas literarias, de frases escogidas, de alusiones a libros y autores, a conversaciones, a tertulias, a amistad y amor por la literatura: "Lo que se sabe sentir se sabe decir" es una frase de El amante liberal que he citado mil veces. No hay otra enseñanza que valga. Y que el Quijote sea una novela a la que le sobran quinientas páginas da lo mismo, podría haber tenido otras quinientas y seguiría siendo la obra maestra que es...".

Por eso mismo he podido tomar nota de muchos libros que recomienda, por ejemplo de varios que hablan del Madrid de la Guerra. 

Está contado también, en lo que al estilo se refiere, con pinceladas de humor, con cierta gracia. Es curioso.

Ha trabajado en él cuatro años y seguramente podría haber seguido otros tantos. En cualquier caso, aunque la primera parte se me hizo un poco más árida que la segunda, yo hubiera seguido leyéndolo, porque lo he disfrutado mucho. 



Ea, dice mi blog cuando me escucha.

Ea, le digo yo y además pienso publicar esta entrada, le concluyo.

Tú misma. Me contesta él retirandose a su natural ostracismo.

Ay qué carácter tiene...



"Este libro ha sido el fruto de cuarenta años de vida madrileña y de muchos derribos. Durante los cuatro que ha trabajado uno en él he ido tomando notas de lecturas, paseos e impresiones, y aprovechando las que he ido guardando en unas libretas de hule negro, encontradas, cómo no, en el Rastro y procedentes de viejas papelerías cerradas por defunción o quiebra. ..."

sábado, 31 de julio de 2021

Aquello que nos apasiona

 

Los Llanos de Aridane (La Palma)


Y llegará ese día, 

tiene que llegar.

Ese día que podremos, durante horas y horas, dedicarnos a lo que más nos llena, nos arrastra, nos apasiona.

Sabiendo que la dedicación no tiene por qué terminar.


Llegará ese día,

tiene que llegar.

Será un sábado, un día de vacaciones, un día jubiloso de jubilada. 

Siendo festiva para siempre la íntima fiesta.


Llegará.

Díme que llegará.

Prométemelo.


Los Llanos de Aridane (La Palma)

Cartes (Cantabria)
 
Cartes (Cantabria)



lunes, 26 de julio de 2021

¡Viajar!


 

"Viajar

Primero te deja sin palabras

luego te convierte en narrador" 

 

 

 

Y de pronto, en una preciosa ciudad del norte, tropiezas con esa frase en una pared. 

No importaba si procedía de una agencia de viajes o una tienda de ultramarinos, era una de esas frases que, al verte, saltan desde su lugar y se te anudan al cuello como el más amoroso de los pañuelos, sin pedirte ni permiso. 

No es que tú quieras llevártela, es que la frase quiere irse contigo.

Es de viento, de sol, de agua de mar y caricia.

¿Cómo vas a decir que no?

Y con ella anudada al cuello y una sonrisa espontánea estirándose en tu cara, echas a andar, mientras con la mano te la sujetas bien cerca, cerquísima, de la piel.

¿Os habéis fijado? pareces decir a todos los que se cruzan contigo, sin pronunciar palabra. 

¿Os habéis fijado? 


 Me sienta bien.

 

lunes, 19 de julio de 2021

De los comienzos

 


Había una vez un lunes. 

Me gustan los comienzos. La ilusión de que todo está por estrenar. 


Ana Karenina de León Tolstoi

Todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera.

 

Cien años de soledad de Gabriel García Marquez

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.

 

La metamorfosis de Franz Kafka.

Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”.


 La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela

Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. 

 

Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes

En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”.

 

Lolita de Valdimir Nabokov.

 Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta”.

 

 Moby Dick de Herman Melville.

Llamadme Ismael”.

 

Y tantos, tantos, memorables comienzos.

 

domingo, 18 de julio de 2021

Los nombres de las tiendas

 


¿Te acuerdas de aquella colección que teníamos en el blog? Vale, sí, tenemos unas cuántas, es cierto. Me estoy refiriendo a la de las tiendas, sí concreto, la de los nombres de las tiendas. Me alegro de que te acuerdes. 

Pues ya tengo otro montoncito de cromos más. ¿Quieres verlos? Son de Madrid. Reuní otros pocos de las islas, pero hoy, si quieres, te enseño los nuevos de Madrid. 

¿Te acuerdas de cuando cambiábamos los cromos poniendolos boca abajo y con la mano los palmeabamos? Si el cromo se daba la vuelta era para mí, si seguía boca abajo era para ti. ¿Cómo que no te acuerdas? Que síííí. ¿No te acuerdas? Poniamos la mano en hueco sobre el cromo y dabamos un pequeño golpe sobre él...

Sí, ya sé lo que me dices siempre: "Cuando el pasado te llame no le atiendas... no tiene nada nuevo que contarte." Pero no sé si estoy de acuerdo.

En fin... Cómo íbamos diciendo:

Hoy te quería enseñar mis nuevos cromos de la cole de "Nombres de tiendas". Son todos de Madrid, de la zona de El Rastro. Son chulos ¿no crees?

Una academia que se llama "Idiomería", como no podía ser de otra forma.

Una librería que han "titulado": "Los pequeños seres". Me encanta.

Y un local de esos con nombre en inglés "Room escape", al que, al menos, le han puesto un buen nombre: "Dale al coco".

¿Que te parecen? 

Qué gusto ver el ingenio para nombrar. 


 






viernes, 16 de julio de 2021

Poemas narrativos: Amalia Bautista, Begoña Abad y Ana Martín Puigpelat

 


 

¿No hay días que te tomarías un poema?

Pero uno de esos narrativos que me gustan a mí...


 

 

Vamos a hacer limpieza general
y vamos a tirar todas las cosas
que no nos sirven para nada, esas
cosas que ya no utilizamos, esas
otras que no hacen más que coger polvo,
las que evitamos encontrarnos porque
nos traen los recuerdos más amargos,
las que nos hacen daño, ocupan sitio
o no quisimos nunca tener cerca.
Vamos a hacer limpieza general
o, mejor todavía, una mudanza
que nos permita abandonar las cosas
sin tocarlas siquiera, sin mancharnos,
dejándolas donde han estado siempre;
vamos a irnos nosotros, vida mía,
para empezar a acumular de nuevo.
O vamos a prenderle fuego a todo
y a quedarnos en paz, con esa imagen
de las brasas del mundo ante los ojos
y con el corazón deshabitado.

AMALIA BAUTISTA

 

 

 No sé si te lo he dicho:
mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta 
donde poder querernos.

BEGOÑA ABAD

 

 

A veces me desprendo de un recuerdo.

Luego sale la costra.
Tarda cien madrugadas en caer.

Después el cielo sabe a sangre seca.

Pag. 98 de Pan Duro
de ANA MARTÍN PUIGPELAT


lunes, 12 de julio de 2021

Del placer de los conciertos. Rozalén

 

 


El placer es el bien primero. Es el comienzo de toda preferencia y de toda aversión”.

Epicuro

 

¿Te acuerdas de aquellos conciertos que había en el Auditorio del Parque de atracciones? Sería a finales del BUP o en COU. Anda que no fuimos... Eran gratis y, después de atravesarnos Madrid en metro, allí clavados que estábamos todos los amigos, un puñado de horas antes, bajo aquel sol despiadado, solo para pillar una fila entera de aquellos duros asientos de piedra para escuchar a Serrat, o a Aute, con auténtica devoción. Qué poco rato cantaban y cómo echábamos la tarde entera para verlos. Sí, te hablo de aquellos tiempos felices del cine de verano en el barrio, los tiempo de sentarnos todos en corro en el cesped cantando las canciones que sabía tocar la que llevaba la guitarra. "De alguna manera tendré que olvidarte, por mucho que quiera, no es fácil, ya sabes, me faltan las fuerzas, ha sido muy tarde y nada más, y nada más, apenas nada más..."

La primera vez que vimos a Sabina fue en las Ventas. No se me olvidará nunca. Primero estuvimos en la arena. Y cuando ya no aguantamos más, nos subimos hasta lo más alto y nos sentamos con la nariz asomando entre la barandilla, con las piernas colgando, mirando hiptonizados la parte de arriba de la cabeza de los Viceversa y de Joaquín. Ay. Diminutos, pero allí estaban. ¡Cómo me gustaba a mí entonces el que cantaba de los Viceversa! Aunque he terminado siguiendo más a Panchito. ¿Te acuerdas? "Aquella noche no llovió/ Ni apareciste disculpándote/ Diciendo, mientras te sentabas/ "Perdóname si llego tarde"

Pero memorable fue el de El último de la fila en el Pabellón del Real Madrid, cuando aún existía claro, y no habían construído las enormes torres que se ven desde toda la ciudad. ¿Cuántas personas seríamos? Una auténtica burrada. Todos allí aplastados para entrar. Pero nos encantaban aquellos "aviones plateados rozando los tejados..." Entonces ya estábamos en la Universidad. También inolvidable fue el de Mecano, y también en las Ventas. Fue comenzar el concierto con aquella nebulosa y la música de Héroes de la Antártida y ya no dejamos de cantar a voz en grito todo el concierto. "Dieciocho enero de mil novecientos doce el capitan Scott/ Acompañado de Evans, Wilson, Bowers y/ Oates, alcanza el polo sur pero fracasa en la hazana de ser el primero..."

 

Han pasado más de treinta años, bueno vale, y treinta y cinco también. Qué más da. Ya he perdido la cuenta de los conciertos a los que habremos ido, de tantos han sido. ¿Cuántos? Muchos. Joaquín Sabina, Serrat, Aute, Presuntos Implicados, Javier Ruibal, Pedro Guerra, Jorge Drexler, Los Rodriguez, Love of Lesbian, Quique González... y algunos que se me olvidan ya. 


Y Rozalén. El último ha sido el de Rozalén en el Wizink Center. Se escucha mucho mejor que cuando íbamos a los conciertos del Palacio de los Deportes, que también fueron unos cuántos.

No ha tenido nada que ver con otros conciertos, nos tomaron la fiebre, nos regalaron el botecito de gel gentileza de nosequién, bloquearon sitios sin ocupar a ambos lados, detrás y delante, y no nos permitieron levantarnos para bailar ni una sola vez, hasta la última canción del último bis. Pero ¿Era el tercer o el cuarto concierto de Rozalén que veíamos?

Merecía la pena.


Coger las entradas con antelación, quedar antes, esperar todo el tiempo que sea hasta que se apagan las luces, disfrutar de cada canción pensando "¿Y la de Berlin, no va a cantar Berlín?", presentir con tristeza que ya va a terminar y pedir a gritos los bises, los benditos bises. 

El ritual de cada concierto no cambia con la edad ni la experiencia. Siempre es una fiesta.

Creo que, a estas alturas de la vida, puedo afirmar que seguiremos yendo de concierto hasta que las piernas (y la tensión) nos lo permitan. Prepararemos despacio, ya todo será despacio, la fuga. Nos escaparemos de la Residencia que nos toque, burlaremos a a las auxiliares para ir a algún concierto y huiremos como forajidos, sujetándonos la dentadura postiza para que no salga volando con las risas. 

Lo sé. Lo haremos. Seguro. 

Porque ir de concierto es un placer único.  

 

 


 


 





Ya lo decía Epicuro:  "El placer es el bien primero".

Qué tío Epicuro... Cómo sabía.