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viernes, 16 de julio de 2021

Poemas narrativos: Amalia Bautista, Begoña Abad y Ana Martín Puigpelat

 


 

¿No hay días que te tomarías un poema?

Pero uno de esos narrativos que me gustan a mí...


 

 

Vamos a hacer limpieza general
y vamos a tirar todas las cosas
que no nos sirven para nada, esas
cosas que ya no utilizamos, esas
otras que no hacen más que coger polvo,
las que evitamos encontrarnos porque
nos traen los recuerdos más amargos,
las que nos hacen daño, ocupan sitio
o no quisimos nunca tener cerca.
Vamos a hacer limpieza general
o, mejor todavía, una mudanza
que nos permita abandonar las cosas
sin tocarlas siquiera, sin mancharnos,
dejándolas donde han estado siempre;
vamos a irnos nosotros, vida mía,
para empezar a acumular de nuevo.
O vamos a prenderle fuego a todo
y a quedarnos en paz, con esa imagen
de las brasas del mundo ante los ojos
y con el corazón deshabitado.

AMALIA BAUTISTA

 

 

 No sé si te lo he dicho:
mi madre es pequeña
y tiene que ponerse de puntillas
para besarme.
Hace años yo me empinaba,
supongo, para robarle un beso.
Nos hemos pasado la vida
estirándonos y agachándonos
para buscar la medida exacta 
donde poder querernos.

BEGOÑA ABAD

 

 

A veces me desprendo de un recuerdo.

Luego sale la costra.
Tarda cien madrugadas en caer.

Después el cielo sabe a sangre seca.

Pag. 98 de Pan Duro
de ANA MARTÍN PUIGPELAT


domingo, 15 de abril de 2018

Con la poesía de Ana Martín Puigpelat

Tienes el sol rondando tus pestañas,
el sol que nace en ti
y tinta las paredes de mi ausencia.
El corazón señala un pasadizo
dorado entre tus cejas
y allí es donde dormitan las flores de la duda.

Entre ellas yo paseo distraida.

Pág. 103 de Pan Duro
de Ana Martín Puigpelat


Yo tengo un refugio que disfruto una tarde todas las semanas. Allí no hay relojes de fichar ni nóminas, no hay tareas pendientes ni recibos, no hay ruido ni intemperie. Allí el tiempo discurre plácido, en compañía de la literatura y otros como yo, otros a quiénes la querencia literaria les palpita donde a mí.

Yo tengo un refugio donde hay tardes que recibimos visitas. Y como buenos anfitriones le ofrecemos al invitado todo cuánto tenemos: orejas y silencio, sonrisas y lápices, cuadernos como cestos que llenamos con las ofrendas de quién llega.

Hay tardes que nuestro invitado nos trae "Pan duro".  Pan duro del que se hacen torrijas de buenos versos y conversación distendida. Pan duro con los que haremos sopas de literatura concentrada humeante, olorosa y sabrosa. Pan duro con "canciones difíciles" y "pies de fotos" bajo cada poema, pan duro con olor y sabor a"naranjas robadas".

Y nos subimos en el "estado de noria" de nuestra invitada, de Ana Martín Puigpelat, y alcanzamos ese lugar gratificante donde te sumerge la buena poesía, la poesía elaborada y estudiada, cromática y sensorial, profunda y sonora, de la que sales llevándote "apuntes para un génesis".

Y viajamos con ella hasta "Lyón", y hacemos "tabula rasa" de lo que creíamos que era un verso y sentimos "el descanso del viento" entre nosotros cuando al fin termina de recitar sus "inéditos".

 Y hago tantas fotos y grabo tantos vídeos que no puedo colgar en mi blog, lástima, tantos que podré escuchar veces y veces sintiendo cómo pueden conmover algunos de sus poemas a una profana relatista como yo.

"Hoy he visto llorar a la serpiente" dijo la poeta. 
"El poema es de quién lo lee". Dijo también.

Yo tengo un refugio que disfruto una tarde todas las semanas. Y hay semanas que esa tarde sabe a pan duro, a pan de torrijas horneadas por Ana Martín Puigpelat, qué buena cocinera de versos, qué BUENA.





 

 

 Cuando la abuela sangraba
se caían los goznes de las puertas,
yo casi no tenía que agacharme
para recoger sus cadáveres
porque mi alma ya vagaba
en el parquet como una misionera.

Eran algunas tardes siempre tras el colegio.

Despues la bicicleta
me acogía en su manillar.

Febrero 1976. A la salida del colegio
Ana M. Puigpelat




Las mujeres barren el odio
que se acumula en los rincones.
Solía acumularse entre las patas
de las sillas,
sobre todo en la última donde se sentó el amor.
Y después de barrer,
convierten el asiento en leña
para sobrellevar
este invierno infinito.
 Ana Matín Puigpelat


A veces me desprendo de un recuerdo.

Luego sale la costra.
Tarda cien madrugadas en caer.

Después el cielo sabe a sangre seca.

Pag. 98 de Pan Duro
de Ana Martín Puigpelat



Ana Martín Puigpelat (Madrid, 1968), poeta y dramaturga. Ha publicado once libros de poesía (Los amores de los días equivocados; Álbum de fotos; Los enemigos del alma; Naranjas robadas; Estado de noria; De la noche a la noche; La deuda; Apuntes para un génesis; Lyon, 1943; Tabula rasa (junto a Nuria Ruiz de Viñaspre); y El descanso del viento), el último la antología "Pan duro" donde se recogen poemas de sus anteriores poemarios, y aparece en diversas publicaciones de creación y ensayo. Así mismo, ha realizado críticas y reseñas para diferentes revistas literarias, como Piedra de Molino o Nayagua, entre otras. Como dramaturga también cuenta con varias obras publicadas y estrenadas. Imparte, desde el año 2005, talleres de poesía en Bibliotecas Públicas de la Comunidad de Madrid y Escuelas privadas. Ha participado en coloquios, recitales y encuentros nacionales e internacionales. Cabe destacar la Bienal Mariano Picón Salas celebrada en Mérida (Venezuela) en 2005, el Encuentro de Mujeres Poetas en Cereté (Colombia) en 2009 y el Coloquio Le créateur et sa critique de la Université Lumière Lyon 2 (Francia) en las ediciones de 2009 a 2013. 

Ha recibido los premios: Certamen de Jóvenes Creadores de Madrid, Premio "Las Voces de Chamamé", Premio Internacional de Poesía "Ciudad de Miranda", y Premio "Marina Romero”.