Había una vez un lunes.
Me gustan los comienzos. La ilusión de que todo está por estrenar.
Ana Karenina de León Tolstoi
Todas las familias dichosas se parecen, pero las infelices lo son cada una a su manera.
Cien años de soledad de Gabriel García Marquez
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
La metamorfosis de Franz Kafka.
“Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto”.
La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela
Yo, señor, no soy malo, aunque no me faltarían motivos para serlo.
Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”.
Lolita de Valdimir Nabokov.
“Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo. Li. Ta”.
Moby Dick de Herman Melville.
“Llamadme Ismael”.
Y tantos, tantos, memorables comienzos.
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