Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

viernes, 6 de noviembre de 2020

"Agua salada" de Jessica Andrews. Reseña Literaria



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Acabamos con los desechos de la vida de mi abuelo
por toda la ropa y el pelo. Por toda la piel. Me enteré de
que a los pedacitos volantes de ceniza se los llama «ánge
les de fuego». Después de un incendio doméstico, se los
considera muy peligrosos porque pueden reavivar las
llamas. Son pequeños y frágiles, pero siguen ardiendo.
 
 
 Terminé de leer "Agua salada" de Jessica Andrews con una sensación ambigua.
La primera mitad del libro me gustó bastante, sin embargo luego me fui desinflando. 
 
Es una novela de la que me atrajo la forma en la que está escrita. Está dividida en cuatro partes y un epílogo. Son capítulos muy cortos, muchos de menos de una página. Lo que imprime a la lectura que sea muy ágil, muy fluida. Y por otra parte muchos capítulos son muy poéticos, es una prosa poética. En cualquier caso están llenos de imágenes y son muy visuales. También se trata de imágenes muy sensoriales, mucho de la piel, del cuerpo. Llevando los sentimientos hasta lo físico. Eso me resultaba muy atractivo.
 
Por otra parte no lleva un orden líneal, sino que la autora escribió todos los capítulos seguidos, toda la historia y luego los descolocó y buscó para ellos otro orden, para que dieran la sensación de que son recuerdos. Eso me ha parecido un acierto. También con eso se consigue que la lectura sea menos rutinaria porque vamos dando saltos para atras y hacia adelante en la historia.

Todo eso que afecta a la creación literaria de la novela me sorprendió y me ha gustado leerla para descubrir cómo había quedado. Ese aspecto me ha parecido positivo.

El argumento de la novela es la historia de una chica, Lucy, desde que es niña hasta la madurez. Está contada en primera persona. Y espacialmente se desarrolla entre el pueblo de su niñez Sunderland, su vida universitaria de Londres, y por último en un pueblecito irlandés. 

Al hacerlo toca temas como las relaciones familiares, los problemas de dinero, el alcoholismo... En general el tema es la búsqueda de sí misma por parte de la protagonista. Aborda la pertenencia o no a una familia, a un lugar.

A mí me han llegado bastante más los capítulos en los que la voz narradora aún es una niña. La parte en la que ya es una universitaria que vive en Londres se me ha hecho más pesada. Tanto desenfreno nocturno y resaca mañanera, se me ha hecho un poco ya cansado. Sin embargo, me atraían los capítulos que están ambientados en Irlanda. 

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Hubo momentos en los que Londres era como si me
perteneciese. Tumbada sobre el rocío en lo alto de Tele-
graph Hill después de una fiesta, el color albaricoque de
rramándose por el horizonte. Zigzagueando en bicicleta
entre el tráfico con un vestido fino, una mano en el mani-
llar y la otra en el aire, agarrando hilos invisibles. Bailan
do en un almacén sucio con el sudor goteándome entre
los pechos como jarabe y mis amigos contorsionándose a
mi alrededor.
Se me ocurre que quizá ése es el encanto. Londres te
empuja hasta el límite sin concesiones y cuando te parece
que estás a punto de caer te hace saber, por un instante,
que has encontrado tu sitio.
Es una ciudad en constante renovación, y en el fragor
de las oportunidades y las trabas comencé a perder de
vista quién quería ser. Me quedé tumbada en la cama ob
servando cómo se derretía el sol hasta quedar reducido a
farolas y vuelta a empezar, siguiendo con los dedos los
dibujos que me hacían las sombras en la piel.
 
 
En conclusión, aunque me ha parecido un poco repetitiva en una de sus partes, me ha resultado atractiva esta novela por su forma de contar, por el intimismo que transmiten algunos capítulos o pasajes, por esa prosa poética a veces tierna y otras salvaje con la que se expresa la protagonista. También, más que por su argumento, por la originalidad a la hora de montar la estructura de la novela. 


“En los meses que precedieron a la muerte de mi abuelo, algo entre mi madre y yo se rompió. Su presencia en mi vida había sido sólida y valiosa; luego, de repente, ya no estaba allí. Noté que se apartaba de mí. Me dolió por dentro como si me tirasen de los intestinos. El amor me tenia confusa; esa capacidad que tiene el amor de atraparte y darte la libertad al mismo tiempo. Cómo podía hacer que la gente intimase hasta esos extremos para luego separarlos por completo. Cómo podía abandonarte la gente que te quería cuando más la necesitabas”.
 
 
 


lunes, 2 de noviembre de 2020

2 de Noviembre. Día de los Difuntos. Cementerio Inglés de Málaga

 

¿Te acuerdas del Cementerio Inglés de Málaga?

Hoy, día de los difuntos, me acordé de todas aquellas tumbas que tenía recubiertas de conchas. Estaban en su parte más antigua, como en un pequeño cementerio dentro de otro.

Y todas aquellas conchas me recordaron cuánto necesitaban construir su propio cementerio los protestantes. Hartos ya de tener que ir de noche a la playa para dejar a sus muertos en la orilla y a la intemperie, para que las olas se los llevaran si tenían suerte, y no se lo había llevado antes algún perro. No les quedaba más remedio, en los cementerios católicos no les dejaban enterrarse. Hasta que al fin se fundó en el 1831: el primer cementerio protestante de España.


Aquella mañana veraniega llegamos casi cuando iban a cerrar. Solo abrían por las mañanas. Nada más entrar, nos dieron aquel mapa de plástico, a modo de guía, y lo fuimos recorriendo despacio. Qué calor hacía, mientras lo visitábamos, acuérdate. (Y nos hacíamos pis ¿Te acuerdas? shhhh ¡eso no se dice!). 

Era un lugar con mucho encanto. Tan tranquilo y en cuesta, dividido en terrazas y lleno de héroes de guerra, de naúfragos y algún que otro "hijo predilecto".

Pero lo que más nos gustó fue aquel poema tan sentido de María Victoria Atencia a Violet, la niñita enterrada que tenía aquel epitafio precioso, y tan oportuno, en su pequeña tumba: “ce que vivent les violettes” (Violeta: Lo que viven las violetas).

 

EPITAFIO PARA UNA MUCHACHA DE MARÍA VICTORIA ATENCIA

Porque te fue negado el tiempo de la dicha 
tu corazón descansa tan ajeno a las rosas. 
Tu sangre y carne fueron tu vestido más rico 
y la tierra no supo lo firme de tu paso. 

Aquí empieza tu siembra y acaba juntamente 
-tal se entierra a un vencido al final del combate-, 
donde el agua en noviembre calará tu ternura 
y el ladrido de un perro tenga voz de presagio. 

Quieta tu vida toda al tacto de la muerte, 
que a las semillas puede y cercena los brotes, 
te quedaste en capullo sin abrir, y ya nunca 
sabrás el estallido floral de primavera. 

 

Nos gustó mucho aquel epitafio, aunque nos costó nuestro rato ir leyendo cada palabra en la piedra bañada en sombras y alfombrada con las agujas de los pinos. 

Mereció la pena. 

Después nos entretuvimos viendo las tumbas de Gerald Brenan, el escritor e hispanista británico.




Y por supuesto y por último, la de Jorge Guillen, el poeta vallisoletano de la generación del 27 que pidió ser enterrado en este cementerio, de tanto cómo le había gustado el lugar. Fue curioso también enterarse de la errata que hay en su lápida, donde dice que murió en enero y fue en febrero... Se equivocaron cuando la rehicieron al morir su viuda.

Hoy, día de los difuntos, volví a mirar todas las fotos que hicimos en el Cementerio Inglés de Málaga. Fue agradable recordar ese rincón silencioso y tranquilo con tanta historia.  

Ese rincón que conocimos un verano, un verano raro.

Te acuerdas ¿verdad?

 


 


domingo, 1 de noviembre de 2020

1 de noviembre. Día de todos los Santos.

 

Cementerio de Casabermeja

Quizá se trate de buscar paz,

la silenciosa paz que transmiten 

quiénes tienen ya

todo el tiempo del mundo.

 

Quizá sea seguir cuidando 

a los que ya no vemos,

a los que sentimos,

y siguen viviendo en nosotros.  

 

O quizá sea volver

volver a ellos, 

rezándoles o no, 

pero contándoles,

acompañándoles,

regalándoles bellas flores que no podrán oler.

 

O solo sea, en fín,

encontrarnos a nosotros mismos,

en ellos,

en los que nos precedieron, 

en los que nos quisieron,

y a quiénes debemos tanto.  


Cementerio de Casabermeja

Cementerio de Casabermeja

 

Las fotos las hice este agosto en el Cementerio de San Sebastián de Casabermeja, a las afueras de Málaga.

Construido en el siglo XVIII, cuenta desde 1980 con la declaración de Monumento Nacional y desde 2006 con el título de Bien de Interés Cultural. 

Las formas de sus tumbas, tan blancas, son tan curiosas que se extendió la leyenda de que ahí se enterraban a los muertos de pie.

Al escritor Antonio Gala le gustó tanto que pidió ser enterrado ahí cuando muriera... 

 



 

sábado, 31 de octubre de 2020

Del último día de octubre, de "jalogüin" y 2020

 


Se va octubre en ese día en el que vivos y muertos coinciden. 

Para algunos llegó “jalogüin”, con nuestra “j” y nuestra “g”, con nuestra diéresis, que cómo no la utilizamos mucho, pues en esta palabra nos recreamos en su uso. 

 “All Hallows `Even”, o lo que es lo mismo, “anochecer de todos los santos” o “víspera de todos los santos”. 

 Para ellos Halloween, contracción de la expresión. 

Para nosotros jalogüin. 

Para todos una noche diferente, un disfraz, una forma de disfrutar ¿pasando miedo? 

Y mientras vamos a los cementerios a dejar flores, preparamos calabazas. 

¿Por qué calabazas? 

 Porque en EEUU es más fácil encontrar calabazas que nabos, que es lo que les hubiera gustado “preparar” a los inmigrantes irlandeses que emigraron a Norteamerica en los siglos XVII y XIX, llevándose su equipaje de celebraciones y palabras. 

Aquellos inmigrantes irlandeses celebraban “El final del verano”, o lo que es lo mismo su “Samhain”. Celebraban que habían terminado las cosechas y los días se habían acortado. Se despedían del dios Sol.

Celebraban que llegaba esta noche en la que los muertos, espíritus buenos y malos, podían visitar a los vivos, y encendían hogueras para ahuyentar a los malos. 

Celebraban, yendo por las casas, recogiendo alimentos para ofrecer a los dioses, hoy los niños van pidiendo dulces. 

Celebraban, preparando un gran nabo hueco con carbones encendidos dentro, representando a un espíritu. 

Aquellos inmigrantes irlandeses emigraron a EEUU, con sus celebraciones y sus palabras. 

Su “Sanhain”, su “Halloween”, y a falta de nabo, sus calabazas. 

Se va octubre en este día en el que los vivos y los muertos coinciden. 

Se va. 

También en este año raro.

sábado, 24 de octubre de 2020

Cada 24 de octubre se celebra en España el Día de la Biblioteca

 

La Biblioteca Pública de Barcelona

 Viajando he conocido preciosas bibliotecas. 

Las bibliotecas de Nueva York y de Berlín, de Dublín y de Riga, de Estocolmo, de Washington, de Alejandría, de Lima... Y muchas otras maravillosas, tantas, que guardo en la memoria.

¿Qué puedo hacer si las bibliotecas me roban la voluntad?

No puedo dejar de conocerlas si estoy cerca.


Me gusta el silencio que se respira en ellas. 

Me gusta el ambiente acogedor que transmiten.

Me gusta imaginar el vasto tesoro que esconde: los millones de historias que se cobijan y nos esperan en el vientre de tantos libros bien ordenados, con solo abrir sus tapas.

Me gusta saber cuánta felicidad habrán esparcido.


Sin embargo nunca podré volver a la que recuerdo de niña.

Aquella biblioteca antigua, con baldas y pequeñas escaleras de madera, con lamparitas verdes iluminando sus mesas. Aquella biblioteca donde reinaba el silencio, había una luz tenue y un ambiente cálido. Aquella, donde mi madre nos dejó un rato mientras iba a algún recado y mi hermano leía los libros de Tintín que iba escogiendo de una de sus baldas. 

Me recuerdo mirando, leyendo en voz baja los títulos, dudando cual escoger.

Allí por primera vez sentí lo maravilloso que es sentir cerca tantos libros que apetece leer. 

Saberlos valiosos.


Estaba en un pueblo de Barcelona donde vivíamos. 

Cuando de mayor quise volver a visitarla, allí me dirigí con el recuerdo intacto dirigiendo mis pasos.

Pero no la encontré, ya no existía.


Qué íntima desilusión.

Apenas me consoló saber que mientras yo viva, 

podré seguir visitándola en mi memoria.

 

24 de octubre 2020 - Día de la Biblioteca


En la Biblioteca Pública de Nueva York

En la Trinity de Dublín

En la Biblioteca Pública Municipal Zenobia y Juan Ramón de Moguer

En la biblioteca del Instituto Cervantes de Berlín

La Biblioteca Pública de Estocolmo


lunes, 19 de octubre de 2020

19 de octubre Día Mundial de la lucha contra el cáncer de mama

 



Tú una vez no tuviste pelo, ni uno de tonta, ni de lista.

Se te fue deslizando suavemente, desprendiéndose de la cabeza, muerto, hasta quedarse enredado entre tus dedos. Un mechón, dos, diez, casi todo el que tenías. Hasta que en un instante se te enredó todo.

No solo el de la cabeza, sino el de todo, todo tu cuerpo viste irse por el sumidero.

Y porque más lágrimas se le escapaban a tu madre que a ti de verte así, y hasta tu gato no se sabía si te bufaba a ti o a aquel okupa que se hizo notar en tu pecho, después en tu pelo, y después, no quieras saber en cuántos sitios más, te compraste una peluca que te abrigara en aquel invierno de náuseas en el que sentías se te escapaba la vida y apenas alcanzabas a sujetarla porque bastante tenías con sujetarte tú en pie.

 

Una vez no tuviste pelo, ni uno de tonta, ni de lista.

Pero no usar peine al final fue lo de menos frente a los otros mil y un síntomas que veinte años después siguen tatuados en ti, en lo que te falta, en lo que no sientes, en tu memoria y tu tiempo.

Y no tuviste pelo.

Pero tuviste a los tuyos, a los de casa, y a los amigos. Tuviste cuarzo y muchas risas, tuviste abrazos, piel, calor y energía. Tuviste amor. 

Y todo eso sí, eso te dio la fuerza, te empujó a seguir tu vida.

 

Que no te hablen de pompones rosas, de lacitos, letras, ni palmeras de colores.

No, que no hagan carreras ni fiestas, días especiales ni malabares, por favor.

Así no.

 

Que tú sí sabes de qué hablas.

Y no eres ni más tonta, ni más lista.

Es solo que… una vez 

no tuviste pelo.

 

domingo, 18 de octubre de 2020

Javier Ruibal, poeta. Del libro "Coraza de barro" y sus décimas

 


Mi querido Ruibal sacó un poemario que yo me pedí para mi cumple. 

Sabía que con lo que me gustan sus canciones, sus poemas no me defraudarían. 

Aquí os dejo alguna de sus décimas.

 

 DEL TIEMPO AMARRADO

Sigue el pasado plomizo

robándome este precioso

instante en el que no gozo

del placer escurridizo

de este segundo de hechizo

que no volverá jamás,

ya no quiero que el atrás

me impida ver adelante,

bendigo el tiempo restante

y lo lleno de ojalás.



 DE LOS VERSOS QUE TE DEBO

De los versos que te debo

ando poniéndome al día,

fue una racha de sequía...

fue por lo mucho que bebo...

Lo del alcohol fue un placebo

un desacertado intento

de curar a trago lento

las heridas de tu ausencia,

un tratado de impaciencia

que verso a verso te cuento.

 

 

DE LA MUSA

Mi desmesurada musa

se me desnuda a diario,

se demora el poemario,

mi obra magna inconclusa,

nunca le falta una excusa

para ponerse en pelotas,

y venga cuartillas rotas

y venga revolcón sin tregua;

más que mi musa es mi yegua

y dale, que trota que trota. 



Otro día os traigo más décimas y más poemas de este libro.

Una cosa:

¿Sabéis lo que una DÉCIMA en poesía?

Pues la décima se compone de diez versos octosílabos con una rima consonante de la siguiente manera: abbaaccddc.  

Teniendo en cuenta que cuando una palabra acaba en vocal no acentuada y la siguiente comienza en vocal, se unen formando una sola sílaba. 

 

La décima la inventó Vicente Espinel. 

Vicente Gómez Martínez Espinel (Ronda, Málaga, 28 de diciembre de 1550 - Madrid, 4 de febrero de 1624) fue un sacerdote, escritor y músico español del Siglo de Oro, autor de una novela picaresca, la Vida del escudero Marcos de Obregón (1618). A partir de sus Diversas rimas de 1591, transformó la estructura de la décima, estrofa conocida también como espinela en su homenaje. En la música se hizo famoso por dar a la guitarra su quinta cuerda, añadiendo una cuerda más aguda - llamada mi agudo o prima - a las cuatro existentes en aquel momento.