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lunes, 2 de noviembre de 2020

2 de Noviembre. Día de los Difuntos. Cementerio Inglés de Málaga

 

¿Te acuerdas del Cementerio Inglés de Málaga?

Hoy, día de los difuntos, me acordé de todas aquellas tumbas que tenía recubiertas de conchas. Estaban en su parte más antigua, como en un pequeño cementerio dentro de otro.

Y todas aquellas conchas me recordaron cuánto necesitaban construir su propio cementerio los protestantes. Hartos ya de tener que ir de noche a la playa para dejar a sus muertos en la orilla y a la intemperie, para que las olas se los llevaran si tenían suerte, y no se lo había llevado antes algún perro. No les quedaba más remedio, en los cementerios católicos no les dejaban enterrarse. Hasta que al fin se fundó en el 1831: el primer cementerio protestante de España.


Aquella mañana veraniega llegamos casi cuando iban a cerrar. Solo abrían por las mañanas. Nada más entrar, nos dieron aquel mapa de plástico, a modo de guía, y lo fuimos recorriendo despacio. Qué calor hacía, mientras lo visitábamos, acuérdate. (Y nos hacíamos pis ¿Te acuerdas? shhhh ¡eso no se dice!). 

Era un lugar con mucho encanto. Tan tranquilo y en cuesta, dividido en terrazas y lleno de héroes de guerra, de naúfragos y algún que otro "hijo predilecto".

Pero lo que más nos gustó fue aquel poema tan sentido de María Victoria Atencia a Violet, la niñita enterrada que tenía aquel epitafio precioso, y tan oportuno, en su pequeña tumba: “ce que vivent les violettes” (Violeta: Lo que viven las violetas).

 

EPITAFIO PARA UNA MUCHACHA DE MARÍA VICTORIA ATENCIA

Porque te fue negado el tiempo de la dicha 
tu corazón descansa tan ajeno a las rosas. 
Tu sangre y carne fueron tu vestido más rico 
y la tierra no supo lo firme de tu paso. 

Aquí empieza tu siembra y acaba juntamente 
-tal se entierra a un vencido al final del combate-, 
donde el agua en noviembre calará tu ternura 
y el ladrido de un perro tenga voz de presagio. 

Quieta tu vida toda al tacto de la muerte, 
que a las semillas puede y cercena los brotes, 
te quedaste en capullo sin abrir, y ya nunca 
sabrás el estallido floral de primavera. 

 

Nos gustó mucho aquel epitafio, aunque nos costó nuestro rato ir leyendo cada palabra en la piedra bañada en sombras y alfombrada con las agujas de los pinos. 

Mereció la pena. 

Después nos entretuvimos viendo las tumbas de Gerald Brenan, el escritor e hispanista británico.




Y por supuesto y por último, la de Jorge Guillen, el poeta vallisoletano de la generación del 27 que pidió ser enterrado en este cementerio, de tanto cómo le había gustado el lugar. Fue curioso también enterarse de la errata que hay en su lápida, donde dice que murió en enero y fue en febrero... Se equivocaron cuando la rehicieron al morir su viuda.

Hoy, día de los difuntos, volví a mirar todas las fotos que hicimos en el Cementerio Inglés de Málaga. Fue agradable recordar ese rincón silencioso y tranquilo con tanta historia.  

Ese rincón que conocimos un verano, un verano raro.

Te acuerdas ¿verdad?