Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

martes, 8 de marzo de 2016

"Tienes que" un relato de Rocío Díaz Gómez



Como hoy es 8 marzo, Día de la Mujer, he pensado que, a modo de homenaje, podíamos dedicar una entrada a recordar uno de mis relatos de mujeres. 

Este relato fue premiado en su día:


Primer premio en el IX Certamen de Relatos Breves “Día 8 de marzo”. Convocado por el Ayuntamiento de Navalmoral de la Mata (Cáceres). 2005.







Enésimo Certamen para mujeres “Tienes que”

 Rocío Díaz Gómez



Con el deseo de favorecer la creatividad de las más jóvenes y de las más mayores, en lo que se refiere a sobrevivir al día a día, y como un medio de promover un mejor ambiente vital, se convoca este premio de acuerdo con las siguientes bases:

1. Podrá optar al premio cualquier mujer que lo desee, siempre y cuando sea anónima.

Tienes que regañarle. Buenos días. Siete y media de la mañana. Tienes que regañarle. Porque le quieres. Decirle que eso no se hace, que para eso uno va al cuarto de baño. Tienes que regañarle para hacérselo comprender. Y mientras se lo dices, tienes que poner a su hermanito de pie, apoyarle contra tu hombro, darle palmaditas en la espalda, animarle a que haga exactamente lo mismo que no quieres que haga su hermano. Echar los gases. Y mientras le dices al pequeño con voz mimosa “Muy bien así se hace, pero qué a gustito se ha quedado mi niño...” sigues regañando a su hermano mayor con voz de madrastra de cuento, por quedarse igual o más a gustito haciendo lo mismo... Tienes que enseñar a éste, y desenseñar al otro, al que primero le enseñaste a hacerlo, después a éste le enseñarás a no hacerlo también. Ahora sí. Ahora no.  Regañarle pero acariciarle después. Que vaya al colegio contento. Enseñarle. Tienes que.

2. El tema de los trabajos será la vida, con las únicas limitaciones que ésta con alevosía y aleatoriedad les imponga...

Tienes que cambiar a tu madre. Ocho de la mañana. Después de cambiar al pequeñito. Después de ayudar a vestirse al mayor. Tienes que poner a tu madre unos pañales mucho más grandes que los que ella te puso un día. Tienes que darle de desayunar. Y vigilar que se lo tome todo. Tienes que estar pendiente de ella. Siempre. Que coma, que no olvide las pastillas, que se bañe, que no se caiga, que no se sienta sola, que no se de mucha cuenta, que no sea demasiado infeliz. Porque así es la vida. Porque la quieres. Tienes que.

3. Se podrán presentar indistintamente trabajos en cualquier lengua. La extensión de los mismos será el tiempo que abarque desde que las mujeres abran los ojos hasta que de puro cansancio se les cierren solos... Escritos con buena letra, cuerpo “lo que aguante” y sin apenas espacio para nada más que sobrevivir...

Tienes que ir a trabajar. Ocho y media de la mañana. Tienes que ir corriendo para llegar a tiempo. Para no tener que rellenar incidencias. Para no tener que pedir excedencia en ese puesto para el que un día lejano estudiaste tanto... Tanto que ni te quieres acordar. Tienes que llevar preparada la reunión. Y llegar a tiempo. Y fichar. No pensar en tu madre a la que dejaste con un extraño. No pensar en tus hijos a los que dejaste con otros. Tienes que pensar en tu jefe. Y en la Sala de Juntas. Y en el guión que ni te has mirado. Y disimular. Disimular. Tiene que parecer que sabes de qué hablas. Y hablar. Hablar. Tienes que quedar bien. Porque además de ser hija, eres madre y eres una persona laboralmente competente. Tiene que parecer que controlas. Para quedar bien. Para que quede bien tu jefe. Que no se leyó tampoco el guión. Para que quede bien el jefe de tu jefe. Que tampoco se lo leyó. Y ni falta que les hace. Porque para eso estás tú. Tienes que conseguir que se firme el convenio. Y sonreír. Sonreír hasta que  duelan las comisuras de la boca de tanto estirarlas. Sonreír. Y dejar todo bien hilvanado para que se firme. Y concertar la siguiente reunión. Y reservar la sala de Juntas. Y preparar todos los informes. Y enviar los correos electrónicos. Y los faxes. Y sonreír a tu jefe. Sonreír. Sonreír. Tienes que.

4. Los trabajos se presentarán por cuadruplicado, quintuplicado, sextuplicado....

Tienes que comerte las lentejas. Dos y media de la tarde. Que no te gustan. Que nunca te gustaron. Que cocinaste anoche. Aunque no las soportas. Y comerte una cucharada para que el mayor se coma la suya. Y comerte dos cucharadas para que el mayor se coma otras dos. Y seguir comiendo una tras otra, tras otra, y otra más para que él siga. Porque te han salido muy ricas. Y son muy buenas. Y tienen mucho chorizo. Y mucho hierro. Sobre todo mucho hierro. Qué buenas ¿verdad hijo? Claro que sí. Tienes que comértelas todas. Para hacerte mayor. Muy mayor. Tanto que tú mismo hagas las lentejas de tus hijos. Esos que no las querrán comer. Porque no les gustarán. Como a él.  Como a ti. Así es la vida. Tienes que.

5. Se harán constar los datos personales y se acompañarán más que del Libro de Familia de la familia entera o equivalente.

Tienes que decirle a tu padre que no. Cinco de la tarde. Que no puede llevarse las llaves de casa. De su propia casa. Que mejor que no, padre... Y se lo tienes que decir porque le quieres. Porque no sabe nunca dónde las echa. Porque siempre termina perdiéndolas. Porque a veces se le olvida hasta de dónde son esas llaves, se le olvida hasta lo que son las llaves. Tienes que decirle que no. A tu padre. Al que te enseñó a ti a llevártelas. Al que primero le costó confiar en ti y aún así te dijo: Aquí tienes. Al que te enseñó a que confiaras en ti misma. Tienes que decirle que no. Mientras va tornándose   su cara color extrañeza, color enfado, color incomprensión, color pura tristeza. Y la sientes. Y la lloras sin lágrimas. Tienes que hacerte fuerte y decirle que no. No. Tienes que.

6. El plazo de presentación se inicia desde que se empieza a tener conciencia y no finalizará a corto plazo...

Tienes que aprovechar esta hora y media. Siete de la tarde. Tienes que hacer los deberes de tu clase. Porque es ahora cuando tienes a tu madre entretenida viendo su serie favorita. Porque es ahora cuando al mayor le tienes en música. Porque es ahora cuando se ha quedado el pequeño dormido. Porque es tu tiempo. Ese tiempo para ti sola. Tienes ahora que hacer los deberes de tu clase de literatura. Y tienes que escribir. Aunque no sepas de qué. Aunque estés cansada. Aunque no te queden ganas ya de disimular, de inventar. Tiene que ser ahora. Porque a ti te gustaba escribir. Te gustaba. Y te gusta. Tienes que escribir ahora los deberes. Tienes que echarle ganas. Y procurar no repetirte. Procurar ser algo original. Y tener cuidado con la primera frase. Tener cuidado con los personajes. Tener cuidado con el narrador. Tener cuidado con los tiempos verbales. Y con el final. Tienes que aprovechar esta hora y media. Y empezar. Empezar. Tienes que.

7. El fallo del jurado se hace público constantemente, día a día, hora tras hora, en conmemoración del Día Internacional de la mujer trabajadora, la mujer madre, la mujer hija, la mujer hermana, la mujer amiga... la mujer.

Tienes que convencerle. Ocho y media de la tarde. Decirle que no se puede ser tan sincero. Que sí, que le decías que había que decir la verdad, pero no siempre. Que sí, que no hay que mentir, pero no siempre. Tienes que enseñarle a disfrazar la verdad, a hacérsela digerible a los demás, a no herirlos sin necesidad. Tienes que enseñarle a que sepa distinguir cuando y cómo decir las cosas. Sobre todo cómo. Tienes que regañarle. Decirle que ya no hace reír tanta espontaneidad. Que ya no. Que ya no es gracioso oírle eructar. Oírle decir tacos. Que ahora ya no hay que dar besitos a todos los que te pidan uno. Tienes que enseñarle que ya no. Que el tiempo suma, pero también va restando. Tienes que regañarle aunque te siga haciendo gracia. Tienes que hacer de mala del cuento cuando no tienes ganas de serlo. Tienes que decirle que no existe el ratoncito Pérez. Que los niños no nacen todos por cesárea. Que no existen los Reyes Magos. Tienes que ir deshaciendo todas las historias que una vez fuiste construyendo solo para él. Para que fuera más feliz. Tienes que abrirle ahora los ojos que cerrabas. Tienes que hacerle un poco más infeliz, para que no le hagan otros desgraciado. Porque así es la vida. Porque le quieres. Le quieres más que a nada en el mundo. Tienes que.

8. Los premios carecerán de dotación económica y los trabajos premiados serán humildes, anónimos y en la mayor parte de los casos escasamente valorados. El jurado podrá hacer las Menciones que considere oportunas.

Tienes que ser fuerte por unos. Por los otros. Por él. Diez y media de la noche. Tienes que esperarle. Y aguantar el hambre hasta que él llegue. Para cenar con él. Aguantar el sueño hasta que llegue. Para bostezar con él. Y abrir la boca juntos. Y decirle qué cansada estoy y que él te diga que él más y tú no, yo mas, y él no, yo, y tú qué va, yo más. Y volver a ser como niños, y sonreír. Más jóvenes y sonreír. Tienes que aguantar para cenar juntos. Aguantar para sentaros en el sillón y cabecear a su lado viendo la televisión. Tienes que besarle y dejarte besar. Porque es vuestro único rato juntos. Porque hay una hipoteca con vuestros dos nombres. Hay unos niños con vuestros dos apellidos. Vuestra vida. Su boca. Porque vuelve cada noche. Cansado. Ojeroso. Más calvo. Porque le quieres. A tu lado. Tienes que.

9. Los trabajos premiados serán propiedad de sus respectivas autoras.

 Tienes que dormir. Doce de la noche. Porque todo está bien. Porque el otro lado de la almohada tiene dueño. Y sueño. Porque tus padres han sido. Porque tus hijos sueñan un par de cuentos  y una habitación más allá.  Porque mañana hay que volver a empezar. Porque mañana habrá tantas cosas por hacer... Tienes que dormir. Volver. Buenas noches. A empezar. Dormir. Dormir. Así es la vida. Tienes que.

10. La decisión del jurado es inapelable; ésta se comunicará personalmente a las interesadas y no se difundirá.




© Rocío Díaz Gómez

lunes, 7 de marzo de 2016

Burgos y Alberti, además de Don Quijote y Sancho Panza



Este fin de semana he hecho una escapadita a Burgos. 

Es una ciudad que da gusto pasearla, la verdad. Su catedral es espectacular, ya lo sabemos, pero además todo el centro está muy limpio y tiene ese sabor a ciudad pequeña pero muy elegante donde se debe vivir tranquilo. Cómo me gustan esos balcones de corredera blancos. Y qué bien iluminado por la noche, tenue pero lo suficientemente iluminado cómo para disfrutar de sus bellos edificios.

Por supuesto que nos ha hecho frío, y nos ha llovido y nos ha granizado, pero también nos ha hecho hasta sol. Muy variado, la verdad.

De regalo del viaje le he traído a mi blog, y a vosotros, dos curiosidades. 

La primera es la de la foto que encabeza la entrada y la de debajo de éste parrafo. Está claro que en cualquier lugar uno encuentra literatura y hasta ¡poesía! En nuestro hotel, no importa el nombre, un poema de Alberti. Me extrañó la verdad, ¡Alberti en Burgos! Pues sí, unos de esos poemas que vimos en su casa museo allá en Cádiz, en el Puerto de Santa María (hay una entrada en el blog sobre aquella visita: http://rociodiazgomez.blogspot.com.es/2011/07/la-casa-de-alberti-en-el-puerto-de.html), resulta que estaba en Burgos. 

Qué bueno.




Y ¡cómo no! me traje un mural de la calle. Don Quijote y Sancho en una esquina de un colorido mural que no pude por menos que traerme hasta aquí. 

Espero que a mi blog su regalo de este viaje le haya gustado, y por supuesto que a vosotros también.




viernes, 4 de marzo de 2016

Bien abrigados y a leer ¡Buen finde!



Este fin de semana va a hacer frío, así que bien abrigaditos y en cuánto se pueda ¡a leer!

Bueno y también a hacer todo lo demás que tanto nos gusta hacer en los fines de semana.

¡Que lo paséis bien estéis dónde estéis!

Buen fin de semana.




jueves, 3 de marzo de 2016

Trampantojos


Hoy traigo unos poquitos trampantojos más para nuestra colección.

Ya hemos dicho en otras ocasiones lo curiosa que es esta palabra "trampantojo", o lo que es lo mismo: Trampa para el ojo. El arte crea efectos, con la pintura o la arquitectura, que engañan al ojo. Ya en Roma había trampantojos.

Los trampantojos que os traigo hoy son de Madrid. La foto que encabeza la entrada es de la calle Hortaleza en Alonso Martinez.

Y la de debajo es de un lugar con muchísima historia literaria. Está en el centro, en la confluencia entre la calle de la Cruz, con la de Alvarez Gato. Ese mismo edificio tiene una placa que señala que ahí estuvo El corral de Comedias de la Cruz. Uno de los más famosos, junto al del Príncipe del Siglo de Oro. A éste se dice que iba el Rey Felipe IV a ver actuar a una de sus amantes: La Calderona.

Están muy bien los trampantojos ¿verdad?



martes, 1 de marzo de 2016

Rodrigo Cortés "Dormir es de patos"






"El niño alcanzó la estratosfera y se preparó para orbitar alrededor de la Tierra, recordando el columpio con una sonrisa."


"El pestillo del cuarto de baño, es de lo poco que nos queda".

"Redactar es a escribir lo que apetecer es a amar."




Rodrigo Cortés
"Dormir es de patos"
Editorial Delirio. 2ª edición.


 Un libro cuadrado, pequeño, que te cuesta 9 euros pero donde encontramos muchas frases, aforismos o formulas literarias muy breves, las llames cómo las llames, pero donde se pretende condensar mucha información en pocas letras. 

Inevitablemente ante esas breverías te paras a reflexionar, o te sonríes, o no, pero en la mayor parte de las veces no te quedas indiferente.

Me gusta este libro. Con ese punto irónico. Para leer a ratitos.





lunes, 29 de febrero de 2016

La palabra "bisiesto" - Origen de la palabra






Hoy es el día 29 de febrero, estamos en un año bisiesto. ¿Y vosotros sabéis de dónde viene esta palabra: bisiesto?

Más o menos ya todos sabemos porque existe un año bisiesto, pero no está mal recordarlo: Nuestro planeta rota 365,24219 veces durante una órbita completa alrededor del sol, por tanto un año dura 365 días, 5 horas, 48 minutos y 56 segundos, no 365. Al emperador Julio César se le ocurrió crear los años bisiestos. Si cada año nosotros contamos esos 365 días, perdemos esas 5 horas que deberemos recuperar. Durante tres años contamos esos 365 y al cuarto recuperamos el día que falta, los 29 días que tiene febrero, el año bisiesto. Si no añadiéramos un día completo cada cuatro años, las estaciones acabarían descompasadas del calendario, de tal manera que después de unos 700 años, en el hemisferio norte la Navidad caería en mitad del verano. Al revés, en el hemisferio sur.

Pero cómo este blog es de palabras y del lenguaje. Nuestra pregunta es: ¿De dónde viene la palabra "bisiesto"? ¿Cual es su origen?

Pues del latín. Directamente del latín. ¿Y por qué? Pues porque en latín no existía el día 29 cada cuatro años, lo que existían eran ¡dos días 24! 

¿Y eso por qué? Os preguntaréis... Pues bien la historia nos dice que:


En los tiempos de Julio César, el primer día de cada mes se llamaba calendas, el séptimo eran las nonas y el décimoquinto día eran los idus. En lugar de decir 28 de febrero, los romanos decían primum dies ante calendas martias (primer día antes de las calendas de marzo). El 27 de febrero era el secundum dies ante calendas martias (segundo día antes de las calendas de marzo), el 26 de febrero, tercer día y así sucesivamente. 

Para introducir su novedad, el año bisiesto, Julio César intercaló un día entre el sexto y el quinto día antes de las calendas, o sea entre los días que hoy son el 23 y el 24 de febrero.

Entonces ellos para nombrar al día 24 decían: "Diem sextum ante calendas martias" que es lo mismo que decir: "Día sexto antes del primero de marzo". Porque cómo ya hemos dicho "calendas" eran todos los días primeros de cada mes. 

Pero cómo cada cuatro años ellos tenían dos días 24 de febrero, por ese día adicional que Julio Cesar incluyó, pues al 24 bis le denominaban: bis sextus dies ante calendas martias, o sea, "segundo día sexto antes de las calendas de marzo" y el año que contenía ese día se llamó por eso bissextus.

Pues bien, de ese "bis sextum", nos ha llegado la palabra "bisiesto".


viernes, 26 de febrero de 2016

Las perdices y el lenguaje coloquial + Perdix, el mareo y la felicidad



Hoy vamos a hablar de un par de expresiones que seguro habéis escuchado mucho. ¡Cómo le gustan a este blog las frases hechas!

Pero primero os voy a copiar una historia:

Según la mitología griega, Dédalo, el padre de Ícaro -los dos que escaparon volando del laberinto de Minos, aunque el segundo se acercó tanto al sol que se le derritieron las alas- tenía un sobrino llamado Perdix, al que custodiaba y protegía. Perdix era de una inteligencia sobrenatural y estaba dotado para hacer cualquier trabajo. Dédalo, que era arquitecto, envidioso de los conocimientos de su sobrino, capaz de trazar planos y levantar edificios más rápidamente y mejor que él, lo arrojó desde lo alto de una torre. Antes de estrellarse contra el suelo, Atenea, diosa de las artes, lo recogió, pero a cambio de su vida lo transformó en perdiz.

Pues sí... vamos a hablar de Perdices.

La primera expresión se ha ganado una entrada porque una amiga mía, Yolanda de Zaragoza, me envió un guasap para que investigara sobre ella, porque al escucharla se acordó de mí. Bueno pues cómo no es cuestión defraudar a los amigos, aquí está:

Marear la perdiz

¿A qué la habéis escuchado muchas veces? Es muy coloquial.

Nos dice el Diccionario de la Real Academia Española:

marear alguien la perdiz

1. loc. verb. coloq. Hacer perder intencionadamente el tiempo en rodeos o dilaciones que retrasen u obstaculicen la resolución de un problema.


¿Cual es el origen de esta expresión?

He buscado en varias fuentes y todas coinciden en que es una expresión coloquial que tiene su origen en la caza. En el deporte de cazarlas, deporte cinegético, los ojeadores asustan y acosan con perros a las perdices: Se las "marea". A simple vista parece que están retrasando su caza. Pero se trata de cansarlas primero, ya que esta ave no resiste mucho tiempo en el aire, es de vuelo corto, entonces se las cansa primero para que luego ya fatigadas puedan ser cazadas por los cazadores con mucha mayor facilidad.


Y ya que estamos con la perdiz, tendríamos que hablar de otra expresión que no tenéis perdón si no os suena:

Y fueron felices y comieron perdices

 ¡¡Sí!! Del final de los cuentos.

He consultado varias fuentes y este archiconocido broche final existe no solo porque rima, sino también porque las perdices eran un signo de riqueza, era un manjar caro que solo se lo podían permitir personas de alta cuna, como los príncipes o los reyes. Luego es un final que no solo augura felicidad sino también bienestar, social y económico. 

Varias fuentes consultadas aluden a que se trata de una expresión medieval. Entonces las perdices era unas aves que solo podían permitirse las clases acomodadas. Y muchas fuentes lo sitúan en Francia.

"La que, según la mayoría de los historiadores, tiene más credibilidad es la que se ubica en la corte de Margarita de Valois, cuyo astrólogo decía: «Maridos que deseáis ser amados por vuestras mujeres, mujeres que deseáis ser amadas por vuestros esposos, no tenéis más que coger una perdiz y sacarla el corazón: a la mujer, el del macho; al hombre, el de la hembra, y así seréis felices eternamente»."
En la corte francesa de Catalina de Medicis, la perdiz fue considerada como «carne buena y fácilmente digerible, que refuerza el cerebro, facilita la concepción y despierta el deseo semidormido de los placeres venéreos», según se relata en el libro De honesta voluptate et valetudine del autor Bartolomé Platina.




Al hilo de lo anterior he encontrado que alguna vez se ha modificado la expresión. Como en el caso de Saturnino Calleja Fernández (Burgos 1853-Madrid 1915) era un editor, pedagogo y escritor español, ya sabéis el de "Los cuentos de Calleja". Parece ser que Calleja, por obra y gracia de una ocurrencia de su hijo Rafael, transformó la coletilla y le añadió otra frase:

Comieron perdices y fueron felices 
y a mi no me dieron porque no quisieron. 


https://books.google.es/books?isbn=8479603461
Diccionario del origen de las palabras de Alberto Buitrago y J. Agustín Torijano

jueves, 25 de febrero de 2016

Momentos de la última lectura: 23 de febrero lectura literaria en la Biblioteca Pública María Moliner



Hoy me gustaría dejaros con algunos momentos de la lectura que hicimos Javier Díaz Gil y yo, este martes pasado, el 23 de febrero, en la Biblioteca María Moliner de Villaverde Alto en torno al tema del amor.

Javier Díaz fue leyendo sus poemas y yo algunos de mis relatos. Textos antiguos y nuevos, pero siempre trenzando los sentimientos con las palabras.



Siempre me resulta complicado elegir los relatos a leer, algunos son demasiados largos, otros ya los he leido en otras ocasiones, pero al mismo tiempo quieres que la lectura abarque diversos modos de la creación literaria: cartas de amor, microrrelatos, cuentos, unos más narrativos, otros con más diálogo... en fin, que no es sencillo, ni fácil. Al menos para mí.

Quieres poner tu voz a los relatos, trasmitir mejor el ánimo con el que fueron escritos, el tono que quieres otorgarle, quieres ayudar a que los personajes que están sobre el papel cobren vida. Sin embargo, la timidez, la vulnerabilidad, el querer hacerlo lo mejor posible a cambio te devuelve muchos nervios. Después por lo general, es gratificante sentir que a la mayoría, a todos es imposible, parece que llegan e interesa.

En fin, ya pasó nuestra lectura. Tanto pensar, tanto preparativo y después qué rápido pasa. Como ocurre con todas las cosas que te importan.

Desde aquí quiero agradecer a todos los que nos regalaron su tiempo y sus orejas. En día laborable y con lo grande que es Madrid, sabemos que cuesta desligarse de las obligaciones o las rutinas. Por ello no puedo dejar de dar las gracias a todos los que nos acompañasteis. Porque ésta es nuestra pasión, lo que nos llena y teneros ahí es muy importante para nosotros. Y desde luego, nos hicisteis más felices, eso seguro.

Os dejo con algunos momentos:














lunes, 22 de febrero de 2016

Lectura Literaria: 23 de febrero de 2016 a las 19 horas



Os recuerdo que:
La Biblioteca Pública María Moliner de Madrid, junto con la Tertulia Literaria “Rascamán”, coordinada por el poeta Javier Díaz Gil, han organizado un ciclo de lecturas temáticas durante los próximos meses.

El martes 23 de febrero, ¡ya! junto a Javier Díaz Gil participaré yo leyendo alguno de mis relatos y mis cartas de amor, en la que será la primera lectura de este ciclo. Cómo habréis podido imaginar el tema que nos une en esta ocasión es “el amor”.

Por supuesto deciros que todos estáis invitados. Intentaremos hacer ese martes diferente con nuestra forma de entender la literatura. Nos encantará veros.


Salón de actos de la Biblioteca María Moliner, en Villaverde Alto (Madrid).
C/ Villalonso, 16 (Entrada gratuita)
Renfe cercanías Puente Alcocer. Autobuses: Línea 76

jueves, 18 de febrero de 2016

De los errores en el lenguaje y la vida diaria... Croqueta, garaje y conserje




Hace un mes exactamente (en cuánto me descuido se me forma una fila en el blog que no veáis...) que fui a cenar con los amigos a un Restaurante que todo estaba buenísimo, la verdad, peeero cuando nos dieron la cuenta descubrimos un par de palabras que inmediatamente atrajeron nuestra atención:

¡¡Cocretas!!

En su día ya hablamos en este blog de la palabra "cocreta". Que por supuesto está mal dicha. Pero es cierto que la Rae la había incluído en el diccionario.
Es bueno recordar que la Rae suele incluír palabras como la aludida "cocreta" y otras como "almóndiga", "murciégalo", Crocodilo... por su frecuencia de uso en el habla española. Eso no quiere decir que sean correctas.

 Las incluye porque su pretensión es que el diccionario esté actualizado y por tanto incluyen palabras que cómo se suele decir están "a la orden del día" y son muy habituales en el habla diaria de los hispanohablantes. Pero siempre lo hacen con una anotación donde se nos señala que es un vulgarismo y que la Real Academia desaconseja su uso. 

 Lo correcto es croqueta:
croqueta.
(Del fr. croquette).
1. f. Porción de masa hecha con un picadillo de jamón, carne, pescado, huevo, etc., que, ligado con besamel, se reboza en huevo y pan rallado y se fríe en aceite abundante. Suele tener forma redonda u ovalada.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados




Y luego os traigo un cartelito, también de Madrid, donde la persona que lo escribió tenía un problema importante con el uso de la g y la j. Dudaba y al final se decidía por la "g", pero se equivocaba. 

La verdad es que hay palabras que nos hacen dudar, y creo que "garaje" es una de ellas. Siempre termino pensando que leer mucho ayuda con éstas dudas existenciales que nos pueden atacar de pronto, pero bueno siempre viene bien dar algún repaso.

Por regla general se escribe con J:

Las palabras que terminan en
aje,eje, je
abordaje, abencerraje, anclaje, amarraje, amperaje, andamiaje,aprendizaje, arbitraje, aterrizaje, bagaje, coraje, camuflaje,caudillaje, chantaje, coraje, conserje, correaje, desmontaje, doblaje,embalaje, equipaje, garaje/eje, despeje, ceje, esqueje, hereje, fleje/



Como vemos las palabras acabadas en "aje" se escriben siempre con "j". Luego garaje siempre será con j. Y conserje, pues también.


Bueno pues por hoy ya está bien ¿no?

martes, 16 de febrero de 2016

"Los besos en el pan" de Almudena Grandes


"Por lo demás, en septiembre empieza el curso, en diciembre llega la Navidad, en abril brotan las plantes, en verano el calor, y entretanto pasa la vida.
Vengan conmigo a verla. ..."



Ayer terminé de leer "Los besos en el pan" de Almudena Grandes. 

Para empezar diré que yo me leo todos los libros de Almudena Grandes, me gusta mucho la forma de narrar de esta autora. Su forma de diseccionar los sentimientos, de plasmar a sus personajes. 

En este caso tengo que decir que no es la novela suya que más me ha gustado, pero sí que es cierto que me ha parecido muy entretenida y la he leído con gusto.

En ésta ocasión la autora ha cambiado su forma de enfocar la historia en varios puntos. Por primera vez no hay un solo protagonista sino que hay un conjunto de ellos. Es una novela coral, donde los protagonistas son vecinos de un mismo barrio. 

El tema de la novela es la crisis actual, y cómo ha incidido en las distintas personas. La crisis se muestra en la burbuja inmobiliaria, la caída de la construcción, las estafas bancarias, el desmantelamiento de la sanidad, las "mareas", el hambre infantil...

La novela se estructura en tres partes: Antes, Ahora y Después. La primera parte la de "Antes" es un prólogo. Los personajes aparecen en la segunda parte. Y la tercera parte es un año después que la segunda.

Los personajes son muchos. Aunque algunos tienen un poquito más de protagonismo que otros, pero son bastantes. Al principio cuesta un poco identificarlos, pero enseguida te haces con ellos. Son personajes cómo decíamos de un mismo barrio, aunque de tres generaciones diferentes, lo que aporta mucha frescura a la narración y agilidad con el cambio de tantas voces contando y sus diferentes puntos de vista. Hay más personajes femeninos y pertenecen tanto a la clase media como a la popular. En realidad cada uno encarna un rol de los que se ayuda para abordar los distintos subtemas de la crisis. 

A mí los personajes de Almudena Grandes siempre me han gustado mucho, siempre me han parecido muy creíbles, muy naturales, muy bien perfilados. En esta ocasión, sin embargo, hay algunos de ellos que me parecen demasiado estereotipados, demasiado acordes con las ideas políticas de la autora, como es el caso de la abuela de Luna, que no me parece muy creíble, la verdad; o quizás el de la compradora compulsiva. Pero también es verdad que son los menos. Quizás peque la autora de que sean demasiados buenos la mayoría. Aunque lo mejor es que también he encontrado esos personajes suyos que me encantan, sentimentales, profundos, casi humanos: Como Pepe, la prima Andrea, la abuela Adela, el chico que multiplicaba decimales, la peluquera Amalia... Algunos de éstos me gustan mucho. Aunque claro al ser muchos, no les conocemos tan bien como en otras novelas.

El ritmo de la narración es ágil, como os comentaba, con tanto cambio de personaje que lleva aparejada su propia historia. Ello imprime ritmo, y hace la lectura entretenida y amena.

La novela tiene forma de puzzle, y cada persona es una pieza que va buscando su lugar. Eso me gusta mucho. Es un crisol. 

Está ambientada totalmente en la actualidad, el aquí y el ahora, el Madrid de hace un par de años en cualquier barrio, aunque en este caso está concretado en la zona de Malasaña, Tribunal. Y eso está muy logrado, muy bien ambientada: tenemos la peluquería, el bar, el consultorio médico, los bloques de casas, el cole... Y cronológicamente dura un año.

El título de esta novela creo que es un acierto. A todos nos lleva a otros años, a aquellos en los que "se besaba el pan". Qué gesto tan evocador, tan profundo, con tanto significado. Aunque a las generaciones actuales no les diga mucho. De hecho la dedicatoria de este libro es:

"A mis hijos
que nunca han besado el pan"

En conclusión, yo siempre recomiendo leer a Almudena Grandes. Aunque esta novela no me ha gustado tanto como otras, literariamente me parece que está escrita cómo más deprisa, en mi opinión la autora es desde luego una de nuestras mejores narradoras. También en esta novela su prosa tiene párrafos tan logrados como siempre y algunos de sus personajes, salvo algunos que he comentado, "están vivos" y son de nuevo entrañables. Es entretenida.



domingo, 14 de febrero de 2016

Aquel "transistor" de nuestra infancia: Una palabra mágica



Ayer, 13 de febrero de 2016, fue el Día Mundial de la Radio. 

En su quinta edición estuvo dedicada a su papel en las catástrofes, en las emergencias.

Pero tiene una gran papel anónimo e individual. Un papel doméstico y cercano, uno casero y minúsculo, que sin embargo deviene en enorme, al menos para mí.

Yo quería dedicarle una entrada del blog a la radio por su importancia en la comunicación por supuesto, pero también en nuestras vidas, en la de ayer, en la de siempre. Yo soy más de radio que de televisión. Todas las mañanas, sea día laborable o día festivo, lo primero que hago en cuánto amanezco es encenderla, con el volumen bajito para no molestar, pero puesta. Y voy por mi casa con mi radio pequeña, mi "transistor" particular, como se decía antiguamente. Ya nadie dice "el transistor". Sin embargo es una palabra mágica. Esa palabra tiene un poder evocador impresionante. Es decirla, pensarla, e inmediatamente te trasladas a otro lugar lejano de tu infancia.

De niña en mi casa la primera radio que recuerdo era una muy grande de la marca Marconi, que la había hecho mi padre. Recuerdo que mi madre siempre tenía puesta la radio mientras desayunábamos con leche condensada y galletas Príncipe. Mientras mojábamos las galletas, mientras nos vestía y preparaba, escuchábamos un programa donde la voz de Enrique Dausá daba la hora cada minuto, y entre medias esperábamos "El cuento corto de hoy". Parece que lo estoy escuchando aún. "Radio hora, minuto a minuto". La voz de mi madre y ese soniquete recordándonos que se iba pasando el rato y había que apresurar, es la banda sonora de mi infancia. 



 Supongo que de aquellos desayunos me quedó esta afición por la radio. Me encanta. Si ando por casa no sé ir sin ella. Casi siempre Radio Nacional de España.

Los días laborables mientras desayuno y me arreglo para ir a trabajar escucho a Alfredo Menéndez en Las mañanas. Por las tardes, un par de días, los que puedo escuchar un poco al Ciudadano García, y más tarde El Ojo Crítico. Y los fines de semana siempre escucho No es un día cualquiera de Pepa Fernández, La Observadora de Teresa Viejo, Documentos y La Estación Azul. 

Escucho mucho más la radio que veo la televisión. Aprendo mucho con ellos, y no solo me hacen compañía mientras voy a trabajar, sino que también lo hacen cuando hago mi caminata diaria, o los fines de semana mientras plancho y trasteo por mi casa. 

Pero no quiero extenderme más. 

No me costaría nada seguir escribiendo solo ello, sobre su papel evocador, su papel de compañero, su magia. Pero en realidad, solo quería dedicarle unas palabras de homenaje, una entrada pequeñita a la RADIO. 

Pero así, con mayúsculas: LA RADIO.

viernes, 12 de febrero de 2016

"El balcón en invierno" de Luis Landero




"En los libros leídos está la sombra, el rastro de lo que fuimos, los diversos bocetos de nuestro aprendizaje estético y de nuestra evolución vital, los vestigios de ciertos afanes que un día nos conmovieron y que luego, tras ser devastados por el tiempo, con los materiales de sus ruinas construimos nuestro modo de ser y de sentir, y lo más valioso y secreto de nuestro bagaje cultural. 


 También en la vida real la memoria funciona así, con pasajes subrayados y notas marginales, con detalles cargados de sugerencia, a veces convertidos en símbolos. Hay épocas de nuestra vida de las que apenas recordamos nada. Años, que por intrascendentes y rutinarios, que son casi todos, la memoria ha ido abandonando hasta entregarlos al más atroz de los olvidos. ..."


Terminé de leer "El balcón en invierno" de Luis Landero con una sonrisa.


Es una novela que me ha gustado leer, más allá de lo que cuenta, por el puro placer de disfrutar de la prosa de este autor. 

La ¿novela? es un inventario de recuerdos. No cuenta una historia como tal, sino que es eso, un desgranar de vivencias del autor. Y qué bien las cuenta Landero...

"Esa palabra corresponder, la tengo marcada a fuego desde niño. Si te hacían un favor, un regalo, una invitación, había que corresponder. Si no eras capaz de corresponder, se agradecían mucho los ofrecimientos, pero no se aceptaban, no podían aceptarse. Por eso nuestros regalos eran siempre modestos, para no ofenderla y crearle un cargo de conciencia. "


Nada más comenzar el autor te habla de su insatisfacción mientras está escribiendo una novela: "La insinceridad de lo que se escribe con oficio más que con devoción" preguntándose "¿Dónde está en verdad la vida?" y se asoma al balcón a mirar a la calle, y termina por bajarse "ahí fuera, en el bicherío de la calle”, y darse un paseo para finalmente volver a subir a su casa a ese balcón desde el que mira fuera y de este modo un balcón le lleva a otro, en el que estuvo con su madre cuando murió su padre, comenzando la crónica familiar:

"Yo tenía dieciséis años, y mi madre cuarenta y siete. Mi padre, con..."

Hastiado de la ficción el autor se vuelve a "su verdad" y nos regala sus recuerdos, sus vivencias que inevitablemente llevan implícita una cierta melancolía. Por ello quizás este libro no pueda ser calificado como una novela, sino que es más bien un ensayo, sobre todo un diario, una reflexión.

Por ello también el tono del libro es íntimo, cercano y sencillo.

"A veces ocurría que me enamoraba perdidamente de una palabra hasta entonces desconocida y durante varios o muchos días vivíamos un amor turbulento, excluyente, febril, y yo escribía poemas donde esa palabra era la protagonista, la estrella invitada, y las demás hacían de teloneras. Palabras como errabundo, cénit, heliotropo, añoranza, inefable, éxtasis, madreselva, doliente, iridiscente, plenitud, taciturno... Y así llegó el día en que me sentí poeta de verdad, hermano menor de Becquer, solitario y triste como él, elegido por un destino fatal como él, frágil pero también indestructible como él.

La poesía me hizo fuerte y me asignó un lugar en el mundo..."

El tema de este libro y en general de su obra, es la relación entre ficción y realidad. Y también es muy importante la nostalgia del pasado, el paso del tiempo, las relaciones humanas... Y así en su particular viaje vemos de refilón la historia de la España de aquellos años donde se subraya el abandono de los pueblos por la marcha a las ciudades en busca de una vida mejor.


Geográficamente se ubica en la Extremadura de la infancia del autor, en el pueblo de Alburquerque, y a partir de la adolescencia en Madrid, en el barrio de La Prosperidad, "La Prospe". Y arranca el viaje que hace el autor por y desde su memoria en septiembre de 1964.

Los personajes de esta obra, por tanto, son todos aquellos que rodearon la vida del autor: en primer lugar son los padres, su padre tan exigente para con su hijo del que siempre quería un futuro mejor al suyo, su madre más templada, más práctica, espectadora resignada de sus andanzas, sus hermanas, su abuela Frasca, el profesor que le ayudó en sus lecturas... Habría que destacar a su primo "Paco" que tanto influyó en su vida. Personajes entrañables.

Es dificil contar mucho de este libro. Porque es un puzzle de recuerdos y sensaciones. A mí me ha gustado mucho, pero no se puede decir de qué trata. Yo he disfrutado simplemente dejándome llevar porque es muy evocador, y te va llevando de la mano la prosa poética y reflexiva del autor. 


"...Me pregunto (sin ánimo desde luego de obtener respuesta) si los sentidos, desazonados por un escalofrío a deshora, no alertarán a la conciencia de la llegada recuerrente de aquella primera tristeza infantil. ¿Somos así de casuales, así de frágiles, de simples? ¿Somos entre otras cosas, el niño cuya ánima en pena andará siempre errante por las otras edades de la vida?"


miércoles, 10 de febrero de 2016

"Herrete" La palabra de hoy



El otro día hablábamos de la palabra "dragonera" que yo no conocía y hoy vamos a hablar de otra de la que tampoco tenía noticia y que descubrí gracias a unos dibujos animados, que estuve viendo con mis sobrinas, que se llaman "Phineas y Ferb". 

Muy buenos estos dibujos, muy educativos. Hasta tienen una canción a propósito de este tema "La canción del club del Herrete" que podeís escuchar en youtube.



Esa es la palabra de la que hablaremos hoy:

¡Herrete!

¿Alguien conoce el significado de esta palabra?

Nos dice el diccionario de la Real Academia Española:

herrete
Del dim. p. us. de hierro

1.m Remate, generalmente metálico, que se pone a las agujetas, cordones, cintas, et., para que puedan entrar facilmente por los ojetes.

Procede como veis del diminutivo poco usado de hierro.


Y efectivamente los herretes son esos terminales metálicos que llevan los cordones de nuestros zapatos o tantos cordones. 

¡A ver si no se nos olvida!


Bueeeno que no se diga os dejo con la canción: