Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 21 de febrero de 2010

"Yo, mutilado capilar" Eduardo Galeano



Y algunas entradas llevan a las siguientes... En la entrada pasada hablábamos de bisoñé y en esta hablaremos de calvos. Pero lo haremos por la puerta grande.

Porque hoy os quería dejar con este fragmento de un libro que a mí me gusta mucho: "El libro de los abrazos" de Eduardo Galeano.

Este fragmento está en la página 208 y dice así:


Yo, mutilado capilar


Los peluqueros me humillan cobrándome la mitad. Hace unos veinte años, el espejo delató los primeros claros bajo la melena encubridora. Hoy me provoca estremecimientos de horror el voluminoso reflejo de mi calva en vidrieras y ventanas y ventanillas.

Cada pelo que pierdo, cada uno de los últimos cabellos, es un compañero que cae, y que antes de caer ha tenido nombre, o por lo menos número.

Me consuelo recordando la frase de un amigo piadoso:
- Si el pelo fuera importante, estaría dentro de la cabeza y no afuera.

También me consuelo comprobando que en todos estos años se me ha caído mucho pelo pero ninguna idea, lo que es una alegría si se compara con tanto arrepentido que anda por ahí.





Eduardo Germán Hughes Galeano, nació en Montevideo, Uruguay, el 3 de setiembre de 1940, de ascendencia europea.
Desempeñó todo tipo de oficios: fue mensajero y dibujante, peón en una fábrica, taquígrafo, cajero de banco y diagramador.Comenzó su carrera como periodista en el semanario Marcha, entre 1959 y 1963 como jefe de redacción.
Desde principios de 1973, durante los años de la dictadura militar uruguaya, estuvo exiliado en la Argentina -donde fundó la revista Crisis- En 1976 cuando la dictadura militar se instala en Argentina debe volver a exiliarse esta vez en España. Vuelve a Montevideo en 1985 -tras finalizar la dictadura uruguaya- donde sigue trabajando como escritor y periodista.
En su obra confluyen la narración y el ensayo, la poesía y la crónica, comprometida con su ideología.

Actualmente se encuentra difundiendo su último libro:Espejos. Una historia casi universal”.

Bisoñés versus Bisoñez:"La vida tiene trucos"

Decidme por favor así sin pensarlo mucho ¿Sabríais cual es la diferencia entre "bisoñés" y "bisoñez"? Apenas diferencia a estas dos palabras un acento y una letra...

Bueno os puedo dar una pista: bisoñés es el plural de "bisoñé" y bisoñez viene de la palabra "bisoño".

Bueeeno os daré otra pista más, pero para ello voy a pedir ayuda a dos de mis compañeros tertulianos favoritos. Por un lado le pediré permiso a Aureliano Cañadas, poeta de quién ya he hablado en otra entrada de este blog, y por el otro, le pediré permiso a David Lerma, relatista, novelista, poeta a veces, buenísimo compañero de taller y tertulia durante años y años, y del que tantas veces aprendo.

Y ya que los conoceis a los dos buscamos un contexto para las dos palabras y os dejo escuchar su diálogo:

Aureliano: "... Ayer jugando a la Bella Durmiente, Adriana ( dos años y medio) me dice, como respuesta a mi ofrecimiento de ser el Príncipe: "Yo soy el Príncipe", le dije ."No, tú no eres el Príncipe, porque no tienes pelo". Tú eres el abuelo"."

Y contestación de David: "Aure, me ha parecido conmovedor el comentario de tu nieta Adriana sobre tu calvicie, contiene toda la inocencia del mundo. Ojalá le dure mucho tiempo. Porque cuando sepa que existen los bisoñés (o lo que es lo mismo, cuando sepa que la vida tiene trucos), entonces habrá perdido su bisoñez."

Pues sí, le debo esta entrada a mi amigo David que me recordó estas dos palabras tan parecidas. Y como siempre recurrimos al diccionario de la Real Academia:

bisoñé.

(Quizá del fr. besogneux, necesitado, der. de besoin, con la i de bisoño).

1. m. Peluca que cubre solo la parte anterior de la cabeza.


bisoñez.

1. f. Cualidad de bisoño.


bisoño, ña.

(Del it. bisogno).

1. adj. Dicho de la tropa o de un soldado: nuevo (principiante). U. t. c. s.

2. adj. coloq. Nuevo e inexperto en cualquier arte u oficio. U. t. c. s.


Así que ya sabéis, a los dos años todavía creemos que existen los príncipes azules, y que desde luego calvos no son... Así es la vida.

Luego crecemos...

viernes, 19 de febrero de 2010

"Lo real" de Juan José Millás


Lo real

Una chica estadounidense se tomó por juego una Viagra y tuvo una erección fantasmal. Pese a que los médicos han advertido que cuando el miembro permanece en tensión más de cuatro horas seguidas hay que acudir a un servicio de urgencias para evitar daños irreparables en el tejido de la uretra, la joven no fue al hospital hasta el tercer día, presa ya de unos dolores insoportable en el pene hipotético aparecido tras la ingestión de la pastilla eréctil. Dado que los facultativos no sabían cómo detener aquella erección inexistente, pasaron todavía unas horas preciosas antes de que al jefe de urología se le ocurriera proponer a la chica una eyaculación fantasmal para acabar con aquel caso de priapismo extravagante.


Los padres, que eran mormones, se opusieron a que la joven se masturbara, pues además de no estar de acuerdo con el onanismo en general, les parecía que éste podría ser más condenable si se practicaba con un miembro ilusorio. Un médico muy culto que había ese día de guardia intentó explicarles que el miembro masculino objeto de la masturbación es siempre imaginario, aun cuando se pueda tocar. Pero no hubo forma de sacar a los padres de sus trece y el hospital tuvo que conseguir una autorización del juez para proceder a la descarga imaginaria, en el caso de que haya alguna que no lo sea, cesando de inmediato los dolores de la joven y desapareciendo al instante el miembro falso, si hay alguno verdadero.


La noticia es que han congelado el semen quimérico obtenido de la eyaculación irreal y ahora pretenden fecundar con él un óvulo aparente para obtener un embrión fantasma. Si los fundamentos teóricos no fallan, podrían conseguir un individuo invisible. A mí, personalmente, me parece que eso no tiene ningún mérito. Lo novedoso a estas alturas sería fecundar a alguien real.




Por este artículo le dieron a Juan José Millas el premio de periodismo Mariano de Cavia en 1998.




Juan José Millás es el creador de los «articuentos» , escritos a medio camino entre el cuento y el artículo de prensa, que tratan de temas de sociedad, de situaciones, de reflexiones o de problemas provocados por los comportamientos humanos. Toda la obra narrativa de Millás, con sus artículos a la cabeza, es un ejemplo perfecto de literatura crítica. El nombre de articuentos pretende subrayar su peculiaridad principal: se trata de artículos de opinión porque aparecen como tales en la prensa, no en balde se ocupan de lo que ocurre en España y en el mundo. Pero, por sus características, están más cerca de los textos de ficción, de la fábula o del microrrelato fantástico. Su objetivo es siempre mostrar el revés de la trama, lo verdadero y lo falso. El pensamiento, presentado a través del humor, la paradoja o la ironía, acaba por engullir la noticia, de modo que en su destilación final sólo queda una lúcida visión crítica de la realidad. A través de estos articuentos, Millás nos muestra una obra en permanente búsqueda de las formas más sutiles para articular lo real con lo irreal, empeñada en representar la realidad con la máxima eficacia posible, desvelando sus ocultos mecanismos y proporcionándoles un sentido del que carecían.




lunes, 15 de febrero de 2010

"Los impertinentes"




El otro día estuve visitando el Museo del Romanticismo. Ha estado durante mucho tiempo cerrado por reforma. Es una casa museo aquí en Madrid, en la calle San Mateo, donde de pronto puedes sumergirte en el siglo XIX solo con atravesar el umbral de su puerta.

Pero la verdad es que no os quería hablar del Museo en sí, sino de un objeto de los muchos que tienen allí y que ahora ya no se ven, o mejor dicho no del objeto en sí, sino de la palabra que lo define: “Los impertinentes”. Una palabra no sé si llamar moribunda o simplemente en desuso puesto que el objeto que designaba se dejó de utilizar.

Pero siempre me ha hecho mucha gracia esta denominación. ¿Sabéis qué eran “los impertinentes”?

Pues en el diccionario de la Real Academia de la Lengua en su tercera acepción podemos leer:

Impertinente.
(Del lat. impertĭnens, -entis).

3. m. pl. Anteojos con manija, usados por las señoras.


Pues sí, eran esas gafas con una sola y larga patilla que usaban sobre todo las señoras. Ahora ya no se ven, pero en el siglo XIX eran muy corrientes.

Sabemos que ya en la Europa del siglo XIII se usaban lentes para afinar la visión y tratar la vista cansada. Con el tiempo los anteojos o lentes que pueden sujetarse a las orejas se llamaron gafas. En sentido estricto las primeras datan de 1727 cuando un óptico inventó las patillas. Las gafas han recibido otros nombres como anteojos, antiparras, binóculos o espejuelos, como aún las llaman en Cuba.

Pero “los impertinentes” parece ser que era más propio del universo femenino.

He encontrado una hoja del periódico “El día de Cuenca” datado en 1921 donde se daban una serie de consejos a las féminas sobre cómo utilizar “los impertinentes” me ha parecido muy curioso. Aquí os dejo la primera página para que veáis la cabecera del periódico, el título y la fecha, y también la segunda página, donde está el artículo que os comento, en el lado izquierdo.
























Dice un extracto de esta columna titulada "Crónica femenina. El uso de "el impertinente":


"Y para terminar: sonreid tambien, cuando no sepáis por un momento donde lo habéis dejado (el impertinente) y tengáis que prescindir de él. ¿De qué os servirá enfadaros o refunfuñar? el movimiento de cabeza o el ligero fruncimiento de ojos de una miope puede ser gracioso si es acompañado de buen humor..."
Qué cosas...

domingo, 14 de febrero de 2010

"Hoy la sopa estaba saladísima" Relato de Rocío Díaz


En este 14 de febrero, día de los enamorados, yo quería dejaros con un relato mío, pero como no podía ser de otra forma en un día como hoy, se trata de una carta de amor.

Se titula "Hoy la sopa estaba saladísima".

Este relato, esta carta, fue premiada en el XI Certamen de Cartas de Amor y Desamor de Almuñecar, con el segundo premio, en febrero de 2004.




Comienza con una cita que dice así:

"Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho" Rousseau.


Y dice así:


-->
Hoy la sopa estaba saladísima


-->
Las cartas de amor
se escriben empezando sin saber lo que se va a decir,
y se terminan sin saber lo que se ha dicho.
Rousseau

-->
Querida Cati, ¿Cómo estás?

Te sorprenderá esta carta ¿verdad? nos hemos llamado hace solo un par de días. Ya, ya lo sé. Pero entonces no quise yo entrar en vuestras cosas y la vez anterior tampoco, ni la otra... ¿Y quién me manda? Pero hoy ya no puedo dejarlo más. Ya no puedo. Mi querida Cati, que difícil es decir estas cosas, muy difícil... y más cuando uno no es quién debería decirlas, pero Norberto ya sabes que no sabe escribir; así que vamos a ver si con él a mi lado, pero con el bolígrafo en mi mano en vez de en la suya, entre los dos y venga a beber agua, conseguimos contarte. Hablando Cati, hablando no nos atrevemos, ni él ni yo ¡Ay! ¿Quién me mandará a mí...?

El caso es que hoy la sopa estaba saladísima. Yo compartía mesa con el jefe, que es un pedazo de pan, ya tú sabes. Pero a la primera cucharada él dijo: “Norberto tiene hoy mal día, la sopa está saladísima...” Y yo he asentido moviendo la cabeza sin hablar, con cara de quién sabe. “Pues menudo berrinche se ha debido dar”, ha vuelto a decir él al saborear la segunda cucharada. “Leche, si es que está que muerde...” ha repetido con la tercera y yo venga a asentir y asentir mientras echaba de nuevo agua en nuestros vasos para aplacar la sed... Pero él ya no ha dejado de quejarse Cati, hasta que ha dado fin a la sopa.

De los diez años que hemos estado trabajando juntos, no recuerdo las jornadas interminables, el miserable sueldo, los problemas... No. Yo os recuerdo a vosotros, os echo de menos a vosotros, a Norberto y a ti... A vosotros que os veía más que a los míos, con quienes compartía feliz y bromeando este pedazo difícil de vida que como ratones apenas pellizcamos...

Ahora que te fuiste... ya nada es igual.

Desde que te has ido Cati, cuando llegamos al comedor todos saludamos: “¿Qué tal Norberto...?” . No es fácil, no es fácil caballeros...” contesta él sin apenas levantar la voz. Y entonces el que va detrás en la cola te susurra al oído “Coge dos jarras de agua, que hoy va a tocar beber...” y me lo dice en serio, sin ningún punto de ironía, ni hastío, porque tú sabes Cati, que aquí si tenemos una pena, nos la repartimos como un trozo de pan del que mordemos todos, para que termine cuanto antes, cuanto antes... en un iluso intento de aliviar un poco al que la sufre.

Desde que te has ido Cati, son malos tiempos para Norberto, nuestro cocinero, que siempre ha hecho unos guisos con los que te rechupeteabas los dedos, que tú lo sabes, malos tiempos para quién sufre mal de amores. Su negra como él dice le tiene la vida acabá, y la tristeza en su voz, con ese acento del caribe, te parece más grande y más sentida que ninguna. “Óyeme mi amor yo no estoy para pasarme la vida entre pucheros y cacharros, yo no me crucé medio mundo para oler a fritangas y guisos, tiesa con este frío del polo y esta humedá que traspasa hasta el alma... ah no... yo no estoy para esto...” y virándose, cuenta Norberto que apretujó con prisas tres cosas en una bolsa, y se perdió bamboleando su maravilloso y gran trasero dentro del tren de las cinco, el que no para hasta la ciudad.

Así fue Cati como nos dejaste un Norberto en prenda, tan arrugado como un papel pisoteado en plena calle. Así fue, que tú lo sabes. Así nos lo dejaste de aplastado. Así mismo.

Desde que te has ido, sobre todo cuando los días nacen nublados, la tristeza como un okupa se le cuela en el alma y le llena tanto que se le humedecen los ojos de amor; de un amor que se deshace en gordas lágrimas que no puede evitar perder sobre los guisos y los fritos, sobre las ensaladas y los purés, sobre esas sopas, esas tan saladas con las que cucharada a cucharada sorbemos todos un poquito de su pena.

¡Ay Cati! que nos tiene el estómago destrozado. Que el jefe se está cansando. Que aquí tengo a tu Norberto a mi lado llorando, llorándote bajito, bajito. Cati, que yo sé que tú también le echas de menos, que lo has dicho un millón de veces con tu voz temblorosa, con tu forma entrecortada de preguntarme por él cuando hablamos. ¿Os atravesásteis medio mundo juntos, pasásteis tantas calamidades, tanta necesidad sin dejar de ir amarrados el uno al otro, para ahora dejarle? ¡Ay Cati! Que tendrás que hacer algo ¡cubana morena y testaruda!, que no nos llega la sal de frutas para tanto lloro...

Piénsatelo mejor, piénsatelo y díme si no se te estruja el corazón cuando le oyes llamarte “su negra...”. Piénsatelo y solo di que aún le quieres. Solo esas dos palabras.

Solo dos.
Dos, son suficientes para volver a empezar.

Un abrazo muy fuerte,
Un entrometido con el alma partida de veros tan tristes.
©Rocío Díaz Gómez




jueves, 11 de febrero de 2010

Mi Amalia Bautista otra vez...




LA FOTO

Hazme una de esas fotos que tú haces,

empaña el objetivo, desenfoca

lo justo y mide mal la luz. Ahora

que está cayendo el día no es difícil

salir favorecida. Que los rasgos

se suavicen, que todas las arrugas

del alma y del contorno de los ojos

desaparezcan y que quien mire

piense que puedo merecer la pena.

Y sobre todo, que lo que emocione

de esa foto no sea yo, que salgo

allí, sino tus ojos que lo han hecho.


Amalia Bautista




Ya os he hablado en otra ocasión de Amalia Bautista.

Su poesía tan narrativa y tan sencilla, tan actual y tan precisa a mí me gusta mucho.

Me gustan muchos poemas suyos, la otra vez os dejé el de"Los pies", que a mí me parece tan tierno, o el de "La vida responsable" o "Cuéntamelo otra vez..." e incluso alguno más, podéis releerlos en la entrada:
( http://rociodiazgomez.blogspot.com/search/label/Mis%20autores%20Amalia%20Bautista)

Pero ahora en esta semana quería volver a ella, releyendo algún que otro poema más... Reconozco que me gusta mucho su poesía.




OLAS

Sé que me estoy ahogando, pero al menos
logro mantener fuera la cabeza.
Así que, por favor,
no vengas tú a hacer olas.



ALGUNOS INFELICES

Todos necesitamos que nos quieran
Algunos infelices, sin embargo,
no sabemos vivir para otra cosa.



AL CABO

Al cabo, son muy pocas las palabras
que de verdad nos duelen, y muy pocas
las que consiguen alegrar el alma.
Y son también muy pocas las personas
que mueven nuestro corazón, y menos
aún las que lo mueven mucho tiempo.
Al cabo, son poquísimas las cosas
que de verdad importan en la vida:
poder querer a alguien, que nos quieran
y no morir después que nuestros hijos.


¿No os conmueven estos poemas?