En este 14 de febrero, día de los enamorados, yo quería dejaros con un relato mío, pero como no podía ser de otra forma en un día como hoy, se trata de una carta de amor.
Se titula "Hoy la sopa estaba saladísima".
Este relato, esta carta, fue premiada en el XI Certamen de Cartas de Amor y Desamor de Almuñecar, con el segundo premio, en febrero de 2004.
Comienza con una cita que dice así:
"Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho" Rousseau.
Y dice así:
-->Comienza con una cita que dice así:
"Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho" Rousseau.
Y dice así:
Hoy la sopa estaba saladísima
Las cartas de amor
se escriben empezando sin saber lo que se va a decir,
y se terminan sin saber lo que se ha dicho.
Rousseau
Querida Cati, ¿Cómo estás?
Te sorprenderá esta carta ¿verdad? nos hemos llamado hace solo un par de días. Ya, ya lo sé. Pero entonces no quise yo entrar en vuestras cosas y la vez anterior tampoco, ni la otra... ¿Y quién me manda? Pero hoy ya no puedo dejarlo más. Ya no puedo. Mi querida Cati, que difícil es decir estas cosas, muy difícil... y más cuando uno no es quién debería decirlas, pero Norberto ya sabes que no sabe escribir; así que vamos a ver si con él a mi lado, pero con el bolígrafo en mi mano en vez de en la suya, entre los dos y venga a beber agua, conseguimos contarte. Hablando Cati, hablando no nos atrevemos, ni él ni yo ¡Ay! ¿Quién me mandará a mí...?
El caso es que hoy la sopa estaba saladísima. Yo compartía mesa con el jefe, que es un pedazo de pan, ya tú sabes. Pero a la primera cucharada él dijo: “Norberto tiene hoy mal día, la sopa está saladísima...” Y yo he asentido moviendo la cabeza sin hablar, con cara de quién sabe. “Pues menudo berrinche se ha debido dar”, ha vuelto a decir él al saborear la segunda cucharada. “Leche, si es que está que muerde...” ha repetido con la tercera y yo venga a asentir y asentir mientras echaba de nuevo agua en nuestros vasos para aplacar la sed... Pero él ya no ha dejado de quejarse Cati, hasta que ha dado fin a la sopa.
De los diez años que hemos estado trabajando juntos, no recuerdo las jornadas interminables, el miserable sueldo, los problemas... No. Yo os recuerdo a vosotros, os echo de menos a vosotros, a Norberto y a ti... A vosotros que os veía más que a los míos, con quienes compartía feliz y bromeando este pedazo difícil de vida que como ratones apenas pellizcamos...
Ahora que te fuiste... ya nada es igual.
Desde que te has ido Cati, cuando llegamos al comedor todos saludamos: “¿Qué tal Norberto...?” . “No es fácil, no es fácil caballeros...” contesta él sin apenas levantar la voz. Y entonces el que va detrás en la cola te susurra al oído “Coge dos jarras de agua, que hoy va a tocar beber...” y me lo dice en serio, sin ningún punto de ironía, ni hastío, porque tú sabes Cati, que aquí si tenemos una pena, nos la repartimos como un trozo de pan del que mordemos todos, para que termine cuanto antes, cuanto antes... en un iluso intento de aliviar un poco al que la sufre.
Desde que te has ido Cati, son malos tiempos para Norberto, nuestro cocinero, que siempre ha hecho unos guisos con los que te rechupeteabas los dedos, que tú lo sabes, malos tiempos para quién sufre mal de amores. Su negra como él dice le tiene la vida acabá, y la tristeza en su voz, con ese acento del caribe, te parece más grande y más sentida que ninguna. “Óyeme mi amor yo no estoy para pasarme la vida entre pucheros y cacharros, yo no me crucé medio mundo para oler a fritangas y guisos, tiesa con este frío del polo y esta humedá que traspasa hasta el alma... ah no... yo no estoy para esto...” y virándose, cuenta Norberto que apretujó con prisas tres cosas en una bolsa, y se perdió bamboleando su maravilloso y gran trasero dentro del tren de las cinco, el que no para hasta la ciudad.
Así fue Cati como nos dejaste un Norberto en prenda, tan arrugado como un papel pisoteado en plena calle. Así fue, que tú lo sabes. Así nos lo dejaste de aplastado. Así mismo.
Desde que te has ido, sobre todo cuando los días nacen nublados, la tristeza como un okupa se le cuela en el alma y le llena tanto que se le humedecen los ojos de amor; de un amor que se deshace en gordas lágrimas que no puede evitar perder sobre los guisos y los fritos, sobre las ensaladas y los purés, sobre esas sopas, esas tan saladas con las que cucharada a cucharada sorbemos todos un poquito de su pena.
¡Ay Cati! que nos tiene el estómago destrozado. Que el jefe se está cansando. Que aquí tengo a tu Norberto a mi lado llorando, llorándote bajito, bajito. Cati, que yo sé que tú también le echas de menos, que lo has dicho un millón de veces con tu voz temblorosa, con tu forma entrecortada de preguntarme por él cuando hablamos. ¿Os atravesásteis medio mundo juntos, pasásteis tantas calamidades, tanta necesidad sin dejar de ir amarrados el uno al otro, para ahora dejarle? ¡Ay Cati! Que tendrás que hacer algo ¡cubana morena y testaruda!, que no nos llega la sal de frutas para tanto lloro...
Piénsatelo mejor, piénsatelo y díme si no se te estruja el corazón cuando le oyes llamarte “su negra...”. Piénsatelo y solo di que aún le quieres. Solo esas dos palabras.
Solo dos.
Dos, son suficientes para volver a empezar.
Un abrazo muy fuerte,
Un entrometido con el alma partida de veros tan tristes.
©Rocío Díaz Gómez
Qué delicia rocío ... qué delicia .. curiosamente dulce, más que salada.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Besos
A.
que arte tienes rocío!! me ha gusta mucho. un besito!!
ResponderEliminarMuchas gracias Ana A. Es cierto, es una sopa muy salada pero dulce. Es un relato al que yo tengo cariño porque además me llevó por segunda vez a Almuñecar a recoger un premio y fue muy agradable pasear por allí, es un pueblo que a mí me gusta. Gracias por pasarte por aquí y por dejar constancia de ello. Un beso desde Madrid, Rocío
ResponderEliminarClaro David! Menos mal que me has dicho que eras tú por facebook porque yo decía ¡Anda y ahora no sé quién es!. Muchas gracias por la lectura y el comentario. Gracias. Dale recuerdos a tu hermano. Qué lejos parece ahora Costa Rica ¿verdad? Un beso desde este Madrid tan frío, Rocío
ResponderEliminarHola, Rocío. Me alegro de que hayas dejado un comentario en mi blog: me ha llevado al tuyo, que tendré que leer con calma.De momento, este cuento me parece delicioso. Un saludo.
ResponderEliminarHola Rocío,
ResponderEliminarNo lo pude leer ayer día 14 pero lo he leido hoy día 15 y es que para el amor cualquier día es bueno.
Me ha gustado mucho. ¿Cuántas historias de amor como estas habrá detrás de mucha gente con la que nos cruzamos o compartimos la vida sin saber de su historia?. A lo mejor cuando comemos en algún sitio y la sopa está salada detrás hay un cocinero como este con mal de amores...
Hola Rocío,
ResponderEliminarGracias por tu relato. Qué bonito regalo de San Valentín.
Un beso
Carlota Bloom, me alegro de encontrarte por aquí, es que tu entrada me gustó mucho, la de Neruda en la voz de Ubago. Bienvenida a "mi casa virtual". Un saludo, Rocío
ResponderEliminar¡Anas, Barrerita y Ramos! Qué sorpresa más buena, encontraros aquí. Muchas gracias por estar ahí y aquí. Muchas gracias de verdad. muchos besos a las dos, Rocío
ResponderEliminarBravo.
ResponderEliminarUn beso
Eres una maestra en el relato corto.
ResponderEliminarMuy bueno. Mi enhorabuena.
Jesús
Iberia muchas gracias. Siempre que te encuentro por aquí me parece que me encuentro con un trozo de mí misma, cuando era pequeña. Y bueno si me dices esas cosas, pienso:"bueno pues no he debido crecer tan mal..." Un beso grande, Rocío
ResponderEliminar¡Jesús cuánto me alegro de encontrarte por aquí! Bienvenido y muchísimas gracias. Espero verte el sábado por Guadalajara. Un beso, Rocío
ResponderEliminar