Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

jueves, 20 de agosto de 2009

Un relato de Lorenzo Silva: Elogio de la funcionaria


Lo reconozco me ha gustado. Y por muchas razones. Ha dibujado una sonrisa en mi cara y una especie de reconfortadora sensación me ha llenado cuando he terminado de leerlo "Hombre... me he dicho ¡qué bien!". Porque una está acostumbrada a que de los funcionarios se hable mal, y no se puede evitar que cuando no es así te llegue al alma (alma de funcionaria sí, que para eso he opositado dos veces, tres mejor dicho, una de ellas habiendo aprobado también, pero sin plaza; alma de funcionaria sí, que me lo he ganado, pero alma al fin y al cabo...).

Estoy hablando de un relato. Uno corto que encontré en la sección de cultura del periódico El Mundo. Un relato de Lorenzo Silva del que hablaré en otra entrada. Seguro. Porque me gustan mucho sus libros, porque a mi modo de ver es un buen escritor y porque además no le importó nada de nada, sino que lo hizo con mucho agrado, venir una tarde a nuestro de taller de Villaverde (cuando éramos taller) a hablarnos de literatura y de ser escritor. Eso siempre se agradece.

Por todo eso aquí os dejo el relato en cuestión. Porque leerlo fue un descubrimiento. Porque Lorenzo Silva siempre me gusta escribiendo. Porque gracias otra vez. Y porque claro, va de funcionarias, pero de las buenas, eso sí.


Espero que os guste.



Elogio de la funcionaria
Así es el desolador aspecto que presenta el Registro Civil. Foto: Efe
Lorenzo Silva*


Actualizado jueves 21/05/2009 11:20 horas



La gestión, en sí misma, ya era bastante desagradable. Solicitar una certificación de divorcio. Tanto como pedir que la autoridad acredite, a todos los que la vieren y entendieren, que el interesado ha errado en una de las decisiones cruciales de la vida.

Por eso a Armando, de entrada, le apetecía poco el trámite, pero cuando vio la cola de 50 personas que había a las puertas del Registro Civil a las 8.15 de la mañana, 45 minutos antes de que la oficina abriera, se lo llevaron los demonios.

Por si aquella multitud fuera poco, dos carteles pegados en la puerta advertían que había una funcionaria de baja y que a las 13.00 se dejaría de atender a quien no hubiera conseguido a quien no hubiera conseguido uno de los 20 números que se repartían en el momento de la apertura.

Armando observó a la concurrencia. En un 80%, inmigrantes. No dejaba de ser lógico, ellos protagonizaban el grueso de los partos, y buena parte de las vicisitudes sobre tutela y custodia de menores, que son el negocio fundamental del Registro Civil. Además de las nacionalizaciones y los trámites a ellas asociados. Seguramente eso explicaba el maltrato administrativo. Bastante tenía, aquella horda de indios, negros y moros, con respirar el aire de la Unión Europea.

Armando supuso (mejor dicho, habría apostado) que aquella oficina tendría un responsable que a las 8.15 distaba de estar incorporado a su puesto de trabajo. Imaginó que a las 11.00 (dentro, cómo no, de esas ínfimas cuatro horas de atención al público), los funcionarios saldrían media hora a tomar un café. Y poco a poco se fue envenenando. Cuando a las 9.04 (ya sólo serían tres horas y cincuenta y seis minutos de atención al público) se abrió por fin la puerta y la cola de sufridos y dóciles administrados se apelotonó a la entrada, estaba más que predispuesto a montar la de San Quintín.

Pero entonces, sucedió un milagro. Al otro lado del mostrador sólo había una funcionaria. Cincuenta y muchos años, poca estatura, voz enérgica. En apenas un cuarto de hora liquidó la cola. Clasificó a la gente. Los que venían a hacer un trámite largo, a los que les daba un número. Los que venían a recoger un papel, a los que despachaba en el acto. Los que venían a hacer una gestión corta, a los que también atendía sobre la marcha.

A Armando le pasó una breve instancia, donde sólo debía aportar tres datos, y le pidió que la rellenase. Luego se la recogió y le dijo que tendría la certificación en dos días. Armando osó alegar que su nueva vida estaba a 600 kilómetros. La funcionaria le dijo que si se lo acreditaba de algún modo tendría el certificado en dos horas. Sin dar crédito, Armando extrajo su DNI.

Dos horas después, con el certificado en la mano, Armando reparó en la tragedia. Aquella funcionaria no recibía del Estado mayor recompensa que los que con su desidia contribuían (incluidos todos sus jefes, hasta el ministro) a que en pleno siglo XXI, España tuviera una administración del siglo XIX.


*El escritor continúa esta nueva serie de relatos con elmundo.es sobre personas anónimas inspirada en hechos reales.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Frases hechas. Artículo de Amando de Miguel


Hoy os dejo aquí con un artículo que ya tiene un par de años pero vigente porque aborda las cuestiones de las frases hechas. A mí me parece curioso. Incluso habla de la controvertida frase "En olor de multitudes".
Bueno aquí está. A ver qué os parece a vosotros.




FRASES Y EXPRESIONES


Ramón (supongo que García Vinuesa) desea saber el significado de la locución «largo y tendido». No tiene mayor misterio. Indica que algo ocupa una amplia extensión. Se supone que es una pieza rectangular cuya fórmula del área es la multiplicación de lo largo por lo ancho o tendido. Es muy parecida a la expresión «a lo largo y a lo ancho». Vienen a ser ilustraciones de un principio retórico muy característico del idioma español por el que se construyen expresiones adverbiales reduplicativas.



Recordemos:

De modo y manera (= así)

Única y exclusivamente (= solo)

Lo primero y principal (= principalmente)

Al fin y a la postre (= en definitiva)

Lo cierto y verdad (= verdaderamente)

Más pronto que tarde (= en seguida)

De una vez por todas (= decisivamente)


No hay por qué desechar tales construcciones retóricas, pero tampoco hay que abusar de ellas.

Pilar María Rojas me pregunta por el significado de «a la sazón». Es un modo adverbial, equivalente a «entonces», «en aquel tiempo». Se deriva del latín satio-onis (= tiempo de sembrar, sementera); requiere que la tierra esté en su momento oportuno para esas labores. De ahí, sazón como el estado adecuado de algo, por lo general de un fruto cuando está maduro. De modo más amplio, la sazón es tanto como la ocasión o la coyuntura propicias para proseguir con alguna acción.


Respecto a la famosa frase «¿Ladran? Señal de que cabalgamos» Alicia C. Morales me comunica que Claudio Verdú Egea afirma que el origen está en la novela Cristo en los infiernos de Ricardo León. Creo recordar que ya comentamos aquí esa referencia. No obstante, Ricardo León la debió de tomar de algún otro sitio. Ricardo León es un escritor exageradamente retórico y nada creador. Seguimos sin saber cómo se originó la frasecita. Desde luego, no es del Quijote, como muchas personas creen.


José María Navia-Osorio, hablando del orbayo, se pregunta por el sentido de la expresión «llover a chuzos», incluso «caer chuzos de punta», para una lluvia o granizo intensos. Se trata de una expresión hiperbólica para llamar la atención de algo que resulta exagerado. El chuzo era el arma tradicional de los serenos o vigilantes nocturnos: un palo rematado por un pincho de acero. Es clara la impresión de la lluvia o granizo fuertes como si lo que cayera fueran chuzos y, no digamos, chuzos de punta. Con la misma función hiperbólica, en inglés se dice que «llueve gatos y perros». En español hay muchas alusiones hiperbólicas al cuerpo: «poner los pelos como escarpias», «hacerse la boca agua», «hacer de tripas corazón», «respirar por la herida», etc.


Fausto Deza me recrimina el uso de en olor de multitudes como «una de las expresiones erróneas más desafortunadas y malsonantes que existen». Para don Fausto «la expresión correcta es en loor de multitudes». La cual «se ha corrompido en tan desagradable resultado [en olor de multitudes] como consecuencia, seguramente, del analfabetismo funcional que impera en los profesionales de la comunicación [...] Se trata de una forma de hablar impuesta por unos cuantos». Pues no, señor; no tiene usted razón. Reconozco mi analfabetismo funcional y mi ignorancia, pero en este caso -lo siento- las cosas son al revés de cómo usted pregona. En olor de multitudes es una lógica derivación de en olor de santidad. Simplemente al descubrir los cadáveres de algunas personas tenidas por santas, se verificaba que sus cuerpos no se habían corrompido. La piadosa leyenda era que de esos cadáveres incorruptos emanaba una natural fragancia muy agradable; era el «olor de santidad». El juicio no lo establecía ningún tribunal, sino el pueblo congregado en la plaza, la multitud. Es lógico, por tanto, que el carisma de una persona viva se reconociera por el recibimiento que le hacía el pueblo. De esa manera, el personaje en cuestión se sentía acogido «en olor de multitudes».


La cosa viene de lejos. Odor urbanitatis decía Cicerón, esto es, «aroma de elegancia». En español se emplea correctamente «en olor de...» (se completa con cualquier sustantivo ponderativo). Covarrubias escribe en el Tesoro: «Olor: la fragancia que echan de sí las cosas que se evaporan; algunas veces es malo y otras bueno». El Diccionario de Autoridades dice de olor: «Metafóricamente se entiende en las cosas morales por fama, opinión y reputación». Precisamente de esa ambivalencia resulta la incomprensión popular de la expresión metafórica en olor de multitudes. En su lugar, hace unos pocos lustros se empezó a decir en loor de multitudes, pero esa expresión sí es producto del analfabetismo disfuncional. La transmutación es la consecuencia de no entender la estupenda ambivalencia de olor. La suprema elegancia del lenguaje está en que muchas palabras mantienen distintos significados, incluso contradictorios. Quien no sepa entender esa cualidad del lenguaje, por favor, que no escriba.


Definitivamente el DPD (Diccionario panhispánico de dudas) reconoce la locución en olor de multitudes: «con la admiración y la aclamación de muchas personas, en medio del fervor y el entusiasmo de mucha gente». Añade el DPD que la versión «en loor de multitudes» [es] «una ultracorrección que debe evitarse».



Autor

Amando de Miguel
Libertad Digital (Madrid, España)
Martes, 9 de Enero del 2007

martes, 18 de agosto de 2009

"La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey" de Mary Ann Shaffer


El último libro que he terminado de leer ha sido La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey de Mary Ann Schaffer.

La historia transcurre en el año 1946, recién acabada la ocupación alemana, y salta desde Londres a la isla de Guernsey, una isla del Canal de la Mancha. La protagonista es una periodista, Juliet, que recibe una carta de Dawsey Adams, un habitante de Guernsey, único territorio británico que estuvo bajo el poder de los alemanes durante la segunda guerra mundial. A raíz de esta primera carta empiezan a intercambiarse otras y Juliet empieza a conocer los curiosos pormenores de una sociedad literaria bastante peculiar que nació de forma extravagante en un toque de queda en plena guerra.

Es una historia amable contada en forma de cartas que empiezan a sucederse entre Juliet y varios habitantes de Guernsey. De este modo vamos conociendo a distintos personajes: sencillos, sarcásticos, intolerantes, ingenuos, divertidos… De todo tipo. Sobre los que impactó de forma distinta la ocupación nazi. Distintos personajes, la mayoría de ellos con un nexo común: los libros y la forma en que éstos les ayudaron.

Es curiosa la forma epistolar en la que está contada la historia. Son curiosos la mayoría de los personajes que ofrecen una mirada multiperpectivista a la narración. Es una historia sencilla, muy fácil de leer. Con la que entran ganas además, de salir corriendo a conocer esta isla del Canal de la Mancha.

Quizás en algún momento la caracterización de algunos personajes quede corta y se podría haber incidido más sobre la particularidad de alguno de ellos. Seguramente. Pero en general me ha parecido una historia sin grandes ambiciones, una historia agradable, ágil, entretenida, que trata de refilón la ocupación nazi y sus estragos, que refleja de forma original una época. Una historia de vecinos que se las ingenian para burlar sus circunstancias. Una historia de sus preocupaciones y sus deseos. Una historia de escritores y argumentos, de referencias literarias, de importantes libros y clásicos autores, una historia de improvisados y sencillos lectores en torno a un pastel de patata.

jueves, 13 de agosto de 2009

Un artículo de Maruja Torres "Los abrazos no dados"


Os copio hoy este artículo del periódico del último domingo. Creo que da que pensar.




MARUJA TORRES PERDONEN QUE NO ME LEVANTE


Los abrazos no dados
MARUJA TORRES 09/08/2009

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Muere alguien cercano –y, créanme, estoy en una edad en que ello sucede a menudo-, y me pregunto si le abracé lo suficiente. La memoria contiene atenciones dedicadas a la piel, al perfume de cada uno. En mi olfato evocador permanecen los referentes de esa persona con la misma exactitud con que ahora mismo, si cierro los ojos, evoco el olor de la gente viva a la que quiero, tanto si permanece lejos como si voy a encontrármela en el transcurso del día de hoy. Registramos la percepción que recibimos de las personas amadas –y hay muchas formas de amar, afortunadamente–, el aroma que desprenden y la manera en que nuestra capacidad para el encuentro lo adopta y clasifica. Pues se mezclan, en los sentimientos que perdurarán para el recuerdo convertidos en una sensación única, el olor del otro y nuestro don más o menos afilado para recibirlo.


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“Estamos en una época en que el contacto físico ‘sentido’ acobarda”


Y es entonces, cuando alguien muere, y te llegan a los sentidos el vaho de su cabello en verano, la frescura de sus pecas en invierno, el mensaje de su ropa… Es entonces cuando te preguntas si os abrazasteis lo bastante.


Inevitablemente, uno mira alrededor para comprobar si está abrazando lo bastante a quienes le rodean y le importan. Y comprende que hay mucho abrazo vano y mucho besuqueo en el aire, pero que nos falta acercar el pecho, darse con el torso uno de esos toques profundos, una de esas transmisiones de afecto que el otro metaboliza, que acompañan.


¿Se han dado cuenta de la cantidad de personas que retroceden un paso cuando pretendemos abrazarlas así? Sobre todo hombres. Los hombres sufren, para su desgracia –no es el caso de los gays, desde luego-, de falta de aprendizaje para los contactos que no sean sexuales. La ternura los inunda, pero carecen de espitas para darles cauce. Entonces los abrazas y callan, temiendo que se vaya a abrir el mar Rojo y los vaya a engullir, o que se vaya a abrir el mar Rojo y sencillamente los escupa. Es decir, temiendo, pero no sabiendo qué temer. Estamos en una época en que el contacto físico sentido, no el de las palmadas en los hombros ni las formalidades, acobarda.


No hablo de amantes –ése sería otro cantar: que hablen quienes aún tienen hormonas–, hablo de amigos. ¿Nos apretamos las manos, no para saludarnos, sino para comunicarnos? ¿Lo hacemos en público, sin importarnos los demás sólo porque nos lo pide el cuerpo, sólo porque nos parece necesario, sólo para decir “estoy aquí, contigo, como siempre”? A veces sí. Pero no con tanta frecuencia como deberíamos.


Hay personas ríspidas, hirsutas, erizadas. Me faltan definiciones, pero muchas tienen que ver con los moluscos. Mal educadas en las emociones físicas, con una infancia a cuestas que aún destila sequedad o exceso de leche materna, y que tienden a envararse, confundiendo la sobriedad con el papel de lija.


Hay gente que no sabe abrazar y que no lo sabrá nunca, con lo que eso supone de soledad interna para ellos, y de despellejamiento de los abrazos de uno, de frustración. Y hay gente que abraza demasiado, tanto que se desvaloriza, y termina dando tanto que da muy poco.


Pero entre medias hay personas que aprenden a abrazar, que superan el miedo al compromiso –o simplemente, a no saber hacerlo, a que se les note la falta de costumbre– y que se van abriendo de a poquitos. Créanme de nuevo –pues entre lectores y leídos siempre hay algo de relación de mutua fe–, es una sensación extraordinaria asistir a eso, al descubrimiento de los tiernos gestos físicos, gestos amistosos hasta el tuétano, gestos puntuales que acercan más que las palabras o que dotan de sangre y calor a las palabras, o que hablan con una elocuencia para la que aún no hemos inventado palabras.


Hay personas que aprenden a abrazar, y personas que aprendemos a apreciar su esfuerzo y a respetar sus caminos. Y agradecemos que eso ocurra, porque es un trabajo que habremos hecho en vida y del que nadie se arrepentirá.

lunes, 10 de agosto de 2009



Y ahora vamos a comentar algo curioso: los falsos amigos”.

En el lenguaje se le llama “falsos amigos” a las palabras que son iguales o casi iguales en dos lenguas diferentes, y en cada una de ellas tienen significados diferentes a los de la otra.

Hay muchos casos y en todas las lenguas, pero vamos a poner algunos ejemplos en inglés, francés e italiano:


INGLES / ESPAÑOL

Actual / actualInglés: Efectivo, real, de verdad.
Español: Del momento presente, de actualidad, hoy en día.


Bigot / bigoteInglés: Intolerante, fanático
Español: Pelo que nace sobre el labio superior.

Bizarre / bizarroInglés: Raro, extraño, estrambótico
Español: Valiente, arrojado.


Constipated / constipadoInglés: Estreñido
Español: Resfriado

Crime / crimeInglés: Se utiliza para toda clase de delitos, así el robo y el hurto son “crimes”.
Español: Generalmente implica algo muy serio, un delito moral o sangriento.


Exit /éxitoInglés: Salida.
Español: Salir airoso de un negocio o empresa.


Gripe / gripeInglés: Cólico, retortijón.
Español: Enfermedad epidémica aguda, acompañada de fiebre y con manifestaciones variadas, especialmente catarrales.


Infant / InfanteInglés: Lactante, niño de un año o menos de edad.
Español: Los hijos del Rey y a ciertas clases de soldados.


Parent / parienteInglés: El padre o la madre.
Español: Tíos, primos y otros familiares de parentesco más o menos próximo.


Relevant / RelevanteInglés: Pertinente, que viene al caso.
Español: De mucho relieve, destacado, importante.


Sensible / sensibleInglés: Sensato, prudente.
Español: Que se emociona con facilidad.


Topic / TópicoInglés: Tema, materia que se ha de tratar.
Español: Lugar común, expresión manida.


FRANCES / ESPAÑOL

Constipé / ConstipadoFrancés: Estreñido
Español: Resfriado


Salir / salirFrancés: Ensuciar
Español: Irse, partir.


Placer / placerFrancés: Poner, colocar.
Español: Agradar, gusto.


Sol / solFrancés: Suelo
Español: Centro de nuestro stma. planetario


Subir / subirFrancés: Sufrir
Español: Ascender



ITALIANO / ESPAÑOL


Subire / subirItaliano: Sufrir
Español: Subir


Salire / salirItaliano: Subir
Español: Pasar de dentro a afuera, partir.


Guardare / Guardar
Italiano: Mirar
Español: Cuidar, vigilar, custodiar.


Nudo / nudo
Italiano: Desnudo
Español: Lazo que se estrecha y cierra de modo que con dificultad se pueda abrir.


Caldo / caldoItaliano: Caliente
Español: Liquido que resulta de cocer los elementos en agua.


Lectura en la radio de mi microrelato:"Boca abajo"


Esta es una entrada solo para comentaros que si queréis podeis escuchar el microrelato que me premiaron en el Ojo Crítico la semana pasada, tema: “Quemaduras Solares”, en Internet.

Cómo no sé si va funcionar lo del enlace aunque os lo copio debajo, os digo poco a poco, los pasos a seguir. Entrar en la página de Radio Televisión Española:

http://www.rtve.es/radio/

Luego más abajo pinchar en “podcasts” y luego en la “E” buscar “El Ojo Crítico”, pinchais en él,

http://www.rtve.es/podcast/radio-nacional/el-ojo-critico/

y después en el programa del 5 de agosto:

http://www.rtve.es/mediateca/audios/20090805/las-futuras-estrellas-del-flamenco-union-ojo-critico/562590.shtml


Es todo el programa de ese día, mi relato está más o menos hacia la mitad, porque lo leyeron a las siete y media más o menos. Y claro dura nada, porque es muy corto.

Espero que os guste con la musiquita de los Ángeles de Charlie y la lectura tan dramatizada que hacen.

Ya me contareis...



viernes, 7 de agosto de 2009

De las Alojerías a las Botillerías y de ahí a los Cafés y tertulias de antes...


Y de nuestra tertulia del Galdós para atrás...




Antiguamente en Madrid a los únicos sitios donde se podía ir en caso de sed eran las “alojerías”, locales donde se servía una sola bebida, el alojo. Esta consistía en mezclar agua con miel y especias, servidas en tazones de cristal con asas. Estos establecimientos se reconocían por tener a la puerta una bandera blanca con una franja roja cruzada, distintivo que procedía de las tiendas de los campamentos cristianos, donde se repartía esta bebida a los soldados con fines curativos.

En el siglo XVIII y conviviendo con las alojerías, surgieron las botillerías. Lugares donde se podían consumir helados y algunas conservas. Como no servían cafés comenzaron a decaer a partir de 1808 siendo sustituidas por los cafés, que ya habían hecho su aparición a finales del XVIII.

Las alojerías desaparecieron entre 1835 y 1838 y las botillerías entre 1846 y 1848.

Los primeros cafés aparecieron en la primera mitad del sigo XIX sustituyendo a las antiguas botillerías. Se situaron en torno a la plaza de Santa Ana, por su proximidad al teatro Español, en aquel entonces el teatro más importante de Madrid. Cafés como el Príncipe, Venecia, Solito y Moreno, todos a muy poca distancia unos de otros, favoreciendo el poder pasar de uno a otro sin tener que andar demasiado. Larra, Zorrilla y Espronceda fueron sus primeros contertulios.

Con los años, los cafés fueron multiplicándose. Así, al Café de San Sebastián, de la calle Atocha, acudían a reunirse sobre todo médicos, Ramón y Cajal entre ellos.

En el Café del Pombo, Gómez de la Serna tenía una tertulia semanal, conocido también como el “café de los cagones” porque su especialidad eran los sorbetes de arroz, con los cuales se evitaban o curaban las famosas diarreas de verano.

El Comercial, el Gijón, y la Nueva Montaña tienen en común una misma cosa: ser cafés de los de antes. Los dos primeros coexistiendo con las modernas hamburgueserías y el último ya desaparecido. El Comercial y el Gijón están la glorieta de Bilbao y en el paseo de Recoletos respectivamente, y la Nueva Montaña estuvo en los bajos del Hotel París, en la Puerta del Sol. Los tres fueron frecuentados por las generaciones del 98 y del 27. Precisamente, en el café La Nueva Montaña, Valle Inclán perdió su brazo en una riña. Si las paredes hablaran... Al café Gijón, se acercaba después de la guerra, un pintoresco personaje que se hizo famoso porque pagaba una consumición que no tomaba, pues bebía agua de una cantimplora que siempre llevaba consigo y leía un periódico norteamericano de fecha muy atrasada. Más recientemente, el fallecido alcalde Enrique Tierno, era muy aficionado al Café Comercial, donde semanalmente, jugaba unos décimos de lotería con Manolo el limpiabotas y Valentín el empleado más antiguo.


Curiosidades y anécdotas de Madrid.
Maria Isabel Gea Ortigas.

Ediciones La Librería