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domingo, 17 de marzo de 2019

"Glorierías. Para que os enteréis" de Gloria Fuertes



¿Me dejais empezar el domingo con poemas de Gloria Fuertes?
De su libro "Glorierías. Para que os enteréis" de la Editorial Torremozas.

Supongo que cada uno de vosotros eligiríais otros.
Yo hoy, ahora, he elegido éstos;
pero dentro de un rato también eligiría otros.

Todos se merecen ser leídos varias,
todas las veces.

Qué buenos.



Entiendo de electricidad,
tú no eres corriente.


Si el amor es un flechazo
¡Vivan los indios!


Amando y escribiendo
-por este orden-
sigo de viva,
intentando retrasar poquito a poco
mi propia muerte.

 

El escritor cuando está solo
está más vivo.


La imaginación no tiene fronteras
la realidad menos.


Es dificil ser escritor
sin haber sido antes lector.


El cartel tiene que ser un grito
el poema un pellizco.



Yo dejé a mi primer editor
por una cita de amor.





#Gloria Fuertes
#Glorierías

martes, 8 de diciembre de 2009

"Relatos reales" Javier Cercas



Ya he confesado otras veces mi debilidad por este autor.

Javier Cercas es escritor, licenciado en Filología Hispanica y profesor de literatura en la Universidad de Gerona. En otra entrada hablé de la conferencia a la que asistí el mes pasado en la que hablaba con Juan Cruz de su último libro "Anatomía de un instante", dentro del festival Eñe. Pero en esta ocasión me voy a referir a otro de sus libros.


Acabo de terminar el libro "Relatos reales" de Javier Cercas. Este libro reúne un conjunto de crónicas que se habían publicado entre el año 1997 y el año 1999 en la edición catalana del diario El País.

Lo primero que hace el autor es explicar en el prólogo este título "Relatos reales", expresión algo burlona, según el autor, donde quería hacer ya una declaración de sus intenciones con este libro, también claro ejemplo de la figura literaria denominada "oximorón" (que comentaremos en otra entrada) y señala "Todo relato parte de la realidad, pero establece una relación distinta entre lo real y lo inventado: en el relato ficticio domina esto último; en el real, lo primero. ... El relato ficticio anhela emanciparse de la realidad; el real, permanecer cosido a ella".

El libro, entonces, se divide en cuatro partes que aglutinan las distintas crónicas. Estas cuatro partes son: Cosas que pasan, los vivos, los muertos y cosas raras.

A mí me gustan estas crónicas. Hablan de todo, de literatura, de cine, de muchos autores, de los amigos, y sobre todo de la vida cotidiana sin más. Y lo hace con una prosa ágil, distendida, sencilla, vivaz. Muy entretenida.

En tres páginas y poco más te cuenta cada historia real hecha relato y no necesita más. A mí que cuando escribo tiendo a alargarme, ésto me parece una proeza. Además casi todas las crónicas empiezan con frases que en un segundo tienen la virtud de zambullirte en la historia. Por ejemplo os copio aquí el principio de la crónica titulada "Domingueros" de la primera parte.

"Como uno aspira ante todo a ser un hijo ejemplar, el domingo me pongo mi camisa floreada, cojo a mi mujer y a mi hijo, los meto en mi bólido, pongo mi canción favorita de Luis Aguilé (Es una lata el trabajar / todos lo días te tienes que levantar, / y aparte de eso / gracias a Dios... ) y en un periquete me planto en casa de mis padres en Gerona. ..."

Y luego siempre los sabe cerrar perfectamente con una sencilla frase que no deja cabo suelto, pero en cambio sí te deja con una sonrisa.

Para terminar, porque no debo alargarme que si no seguiría y seguiría..., os dejo con un fragmento del titulado "Perder los papeles":

"Todo el mundo tiene sus pesadillas. La de cualquiera que haya hecho la mili consiste en que recibe una carta en la ue se le comunica que, por un error burocrático, se le licenció antes de tiempo y que por lo tanto tiene que regresar al cuartel. La del actor es que se queda en blanco en medio de la representación. La del conferenciante es que, justo en el momento en que se sienta tras la mesa y enfrenta un puñado de ojos expectantes, advierte que ha perdido los papeles de la conferencia. No conozco a nadie a quién licenciaran antes de tiempo en la mili y haya tenido que volver al cuartel; tampoco, a ningún actor que se haya quedado en blanco. En cuánto a los conferenciantes, la cosa cambia.

Hace un par de décadas. En Buenos Aires. Dámaso Alonso se dispone a pronunciar una conferencia sobre Quevedo. Se sienta tras la mesa y saca de su cartera los folios de la conferencia, pero les echa un vistazo y advierte que no contienen el texto sobre Quevedo sino un texto sobre la picaresca. Entonces levanta la vista y, sin un temblor, suelta: "Señoras y señores: hoy no apetece hablar sobre Quevedo hablaré sobre la picaresca".

martes, 17 de noviembre de 2009

Principio de Incertidumbre, de Dessal. El último libro que he leído


Principio de Incertidumbre

Gustavo Dessal

RBA 2009





“Principio de Incertidumbre” es una de las novelas que me regalaron en el programa de radio Ojo Crítico este verano como parte del premio en un certamen de relatos veraniegos. También es el último libro que he leído.

El autor es Gustavo Dessal, un psicoanalista argentino de prestigio, afincado en España (Buenos Aires, 1952). Aunque ya tenía publicados algunos libros de relatos, esta es su primera novela, publicada este mismo año en la editorial RBA,

Arranca la historia con el doble crimen de dos mujeres Melinda Rainfield y su compañera de piso Janis Vitola, y cómo este suceso afecta a varios protagonistas, especialmente a Mark Gallaway, novio de la primera, que se viene abajo esa noche. Mientras eso ocurre, la tercera inquilina del piso, la modelo y azafata Rebeca Mendelsohn, masturba un cerdo en directo en un late-show británico.

El esclarecimiento del asesinato es el tema central de la novela, para lo que se apoya en una doble línea argumental: por un lado lo investigará Mark ante el cierre del caso por parte de la policía, y por otro lado lo investigarán en paralelo un inspector y una ayudante porque desembocan en este caso ocupándose de otro.

Reconozco que la novela me ha tenido todo el tiempo atrapada. Tiene un estilo que envuelve. A eso ayuda que esté enfocado desde el multiperspectivismo. Se cuenta desde diferentes puntos de vista, alternando un narrador en primera persona con otros en tercera, de tal forma que se crea un puzzle con retazos de la historia que poco a poco van acoplándose entre sí.

De ahí el título. El Principio de Incertidumbre es una teoría física establecida por Heisenberg, que afirma que es imposible medir simultáneamente de forma precisa la posición y el momento lineal de una partícula. Son tan pequeñas las partículas subatómicas que forman un átomo que un solo fotón de luz las hace cambiar de posición. Tenemos que aceptar la incertidumbre absoluta respecto de la posición exacta de cada partícula. Como nos pasa en esta narración. Cada personaje es una de esas partículas, y desde su punto de vista más o menos atormentado, te cuenta la historia. Estas partículas, estos personajes con su propio universo se entrecruzan, y van tejiendo la historia, van haciendo entero el puzzle.

En muchas de sus frases se nota que está contado por un psicoanalista. Se transparenta que está escrito desde el conocimiento de los impulsos humanos. El narrar a través del multiperspectivismo ayuda a que los distintos personajes se puedan caracterizar mejor, afinando en cada uno. Hay muchas frases que podríamos comentar pero a modo de ejemplo os copio una en la que se dice que la significación con la que construimos nuestra vida pasa primero por “las memorias con las que estamos dotados, la de la punta de la lengua, la que tenemos debajo de las aletas de la nariz, la que yace enroscada en el pabellón de las orejas, la que todo lo guarda detrás de las pupilas, la que se esconde en los poros de la piel desnuda…”.
Me gusta mucho la forma de contar que tiene Dessal, esa mezcla de acción con reflexión. El lenguaje es esmerado, pulido y a través de él te deja atrapado en una historia de sexo, deseo, muerte y dolor o lo que es lo mismo en una historia de cuadros misteriosos y tráfico de armas, la guerra de Chechenia y los intereses políticos.


Definitivamente me ha gustado esta novela.

domingo, 25 de octubre de 2009

El último minuto de Andrés Neuman



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El último libro que he terminado de leer ha sido “El último minuto” de Andrés Neuman. Un libro de relatos que encontré por casualidad en una de las casetas de la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Madrid que terminó hace un par de fines de semana. Yo, a Andrés Neuman ya le conocía por un relato que habíamos leído una vez en el taller de Creación Literaria. Así que en cuanto me topé con él no pude por menos que llevármelo. Este libro es una reedición hecha por el propio Neuman en el 2007 de un libro de relatos que ya había editado en el año 2001 con el mismo título. El autor suprime seis cuentos, y considera que al reeditarlo ha hecho una versión corregida y reducida del libro.

A mí me ha gustado bastante. No les sobra, ni les falta nada a éstos cuentos. Son relatos en los que prima la naturalidad, son sobrios, inquietantes. Creo que los que escribimos podemos aprender mucho de ellos. Además la última parte del libro es un ensayo teórico sobre la práctica del cuento, muy interesante.

Os dejo aquí como muestra el dodecálogo que incluye el autor y uno de sus relatos.

Dodecálogo práctico acerca del cuento:
I
Contar un cuento es saber guardar un secreto
II
Los cuentos suceden siempre ahora, aún cuando hablen del pasado. No hay tiempo para más y ni falta que hace.
III
El excesivo desarrollo de la acción es la anemia del cuento. O, mejor dicho, su muerte por asfixia.
IV
En las primeras líneas un cuento se juega la vida; en las últimas líneas, resurrección. En cuánto al título, al contrario de lo que muchos piensan, si es demasiado brillante se olvida fácilmente.
V
Los personajes no se presentan: simplemente actúan.
VI
La atmósfera puede ser lo más memorable de un argumento. La mirada puede ser el personaje principal.
VII
En narrativa, el lirismo contenido produce magia. El lirismo sin freno, trucos.
VIII
La voz del narrador tiene tal importancia, que no debe notarse. Resulta más fácil mentir desde la discreción que desde la exhibición o el ingenio.
IX
Por excepciones que puedan citarse, la frase corta resulta la más natural para un cuento. Corregir: reducir.
X
El talento es el ritmo. Los problemas más sutiles empiezan en la puntuación.
XI
En el cuento, un minuto puede ser eterno y la eternidad caber en un minuto.
XII
Terminar un cuento es saber callar a tiempo.


MONÓLOGO DEL AHOGADO
Cuando los desalmados me encontraron, decidieron que lo más conveniente sería esconderme en la cochera. Como soy corpulento, tuvieron que pedir ayuda para trasladarme hasta aquí. Igual que un saco relleno de agua.
De la playa conservo el sabor salino y el rumor de la espuma absorbida. Mis otros recuerdos son confusos: primero yo nadaba hacia el horizonte; después el estómago se me hacía un nudo y el agua se enredaba a mi alrededor; después no respiraba. En algún momento los brazos de las olas me expulsaron, y mi espalda rebotó contra la arena.
Es todo cuando sé.
O no. Sé algo mas: los otros llegaron más tarde, acompañados del primer desalmado que me había visto. La noche ya era completa y los pájaros huían. Yo también quise huir con ellos, sumarme a su batir de alas, remontarme al infinito. Pero una inercia definitiva me lo impedía, y supe que era cierto. Fue entonces cuando se me acercaron ellos, los desalmados.
El primer desalmado les gritó a los demás que dejaran de mirarme y dándoles instrucciones. De todo cuanto dijeron, solo consigo retener con exactitud cuatro palabras del más joven: “pesa como una boya”. Y fue extraño escuchar eso, porque no me sentía insólitamente ingrávido. El agua había entrado en mis pulmones vaciando todo el resto, volviéndolo transparente y delicado. Sé que mi pecho, ahora es de cristal muy fino. Una vez encontrada la postura, cargaron conmigo casi sin descansar. Me metieron en una camioneta y el tiempo siguiente fue para mí una desconcertante quietud en medio de la velocidad. Y lo último que sé es esto.
Esto, un cubículo oscuro y húmedo. Juraría que puedo oler a algas, no sé si son de entonces o de ahora. No consigo adivinar en qué parte de la cochera me han dejado, aunque intuyo que estoy lejos de la puerta porque no se oyen movimientos. Quizá los desalmados hayan huido. Quizás guarden silencio.
Me queda, sí, la pequeña satisfacción de las cosquillas. Antes de ahogarme jamás hubiera imaginado que la piel permanece sensible durante tanto tiempo, así es. Noto cómo llegan despacio, con la cautela del instinto, y de pronto se lanzan a mis muslos. A ratos maldigo la hora en que cambié de ropa y decidí salir a nadar con las aguas revueltas. Pero enseguida me repito que la queja es inútil y me someto a la inconsciencia, a ese segundo sueño que parece invariable hasta que de golpe despierto al primero y, sin poder traspasar su superficie, regreso al pensamiento.
Todavía no pierdo la esperanza de poder hundirme pronto y para siempre en ese segundo sueño. Lo único que de verdad temo es que los desalmados vuelvan y me sometan a alguna clase de tormento físico. Mi mente ya está a salvo, pero sé que mi piel temblorosa, mis músculos helados, mis huesos huecos, estas articulaciones de papel mojado, no soportarían la humillación. Los cuerpos incluidos los inertes, nunca tienen dueño. Por eso, cuando me asaltan los temores, procuro dejarme arrollar por la cosquilla de las ratas y me pongo a oír el lento roer hacia las ingles.

Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977) es poeta, ensayista y narrador. Hijo de músicos argentinos emigrados, desde su juventud reside en Granada, donde fue profesor de Literatura Hispanoamericana en la Universidad. Con su última novela, El viajero del siglo, ha obtenido el Premio Alfaguara.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

La creación de los personajes: Lisbeth Salander




Estoy leyendo en este momento el tercer libro de la trilogía de Milleniun “La reina en el Palacio de las Corrientes de Aire”. No me leí el primero de ellos porque vi la película. Y la verdad es que me pareció tan entretenida y con un personaje tan rico en matices como era Lisbeth Salander que me apetecía mucho saber más sobre ella y la historia. Así que este verano me he leído en una semana el segundo libro: “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” y ahora estoy enfrascada en el tercero, deseando tener un ratito para volver a él. Lo confieso los estoy devorando.

Sobre esta trilogía hay un acérrimo enfrentamiento entre los partidarios y los no partidarios. Claros ejemplos de ellos han sido las palabras de Donna León o de Vargas Llosa al respecto. No puede negarse que parece contagioso lo de leerse a Larssom o lo de criticarle ya sea a favor o en contra. Pero es indudable también que sus tres libros han conseguido cifras espectaculares de ventas. No sé cual es el secreto de esa pasión que ha levantado, quién lo supiera. Pero sí que creo que nadie puede negar que el autor ha sabido como crear empatía con el lector, porque ¿quién solo por contagio o porque se lo han recomendado se va a leer tres libros de casi mil páginas?

En cualquier caso, sea por lo que sea, a mí las dos últimas me parecen muy entretenidas. Y creo sinceramente que de haberme leído la primera, me lo hubiera parecido aún más.

De cualquier modo esta entrada en el blog es para hablar de sus personajes. Porque creo que eso es lo mejor de esta trilogía. Lo que más me gusta. Bien sé, lo difícil que es crear un personaje que tenga verosimilitud, que tenga proximidad. En los libros de Larsson hay muchos, muy diferentes, pero bien definidos. Y dentro de ellos, como ya he dicho, tengo debilidad por uno de sus protagonistas, el personaje de Lisbeth Salander. Personaje que según el propio autor surgió ante la pregunta: ¿Cómo sería Pippi Calzaslargas si hubiera crecido en la sociedad actual?
Lisbeth es rara, nunca habla de sí misma, es conflictiva, compleja, antisocial, traumatizada, pero al mismo tiempo tiene un ideal de justicia social impecable, es defensora acérrima del desprotegido y posee unas cualidades intelectuales asombrosas. Para alguien como yo a quién le gusta escribir e inventar personajes, el de Lisbeth me parece muy atractivo, tanto por su físico como por sus cualidades internas. Es un personaje lleno de matices, una caja de sorpresas.

Como dice Vargas Llosa el 6 de septiembre en EL PAÍS : “…Qué sería de la pobre Suecia sin Lisbeth Salander, esa hacker querida y entrañable … Menos mal que está allí esa muchacha pequeñita y esquelética, horadada de colguijos, tatuada con dragones, de pelos puercoespín, cuya arma letal no es una espada ni un revólver sino un ordenador con el que puede convertirse en Dios -bueno, en Diosa-, ser omnisciente, ubicua, violentar todas las intimidades para llegar a la verdad, y enfrentarse, con esa desdeñosa indiferencia de su carita indócil con la que oculta al mundo la infinita ternura, limpieza moral y voluntad justiciera que la habita, a los asesinos, pervertidos, traficantes y canallas que pululan a su alrededor…”

Lo reconozco me gusta mucho este personaje. Y no creo que sea solo porque crecí al mismo tiempo que Pippi Calzaslargas, esa amiga rara con quién me encontraba cada tarde de domingo en ese patio enorme en blanco y negro que era la primera cadena de tve. No, no es solo por eso. Pero ya me gustaría a mí haber crecido tan rica en matices como ella. Eso es la magia de la literatura, de la escritura, que te permite inventar personajes tan maravillosos, tan completos, que difícilmente existirían en la realidad.

©Rocío Díaz Gómez

martes, 18 de agosto de 2009

"La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey" de Mary Ann Shaffer


El último libro que he terminado de leer ha sido La sociedad literaria y el pastel de piel de patata de Guernsey de Mary Ann Schaffer.

La historia transcurre en el año 1946, recién acabada la ocupación alemana, y salta desde Londres a la isla de Guernsey, una isla del Canal de la Mancha. La protagonista es una periodista, Juliet, que recibe una carta de Dawsey Adams, un habitante de Guernsey, único territorio británico que estuvo bajo el poder de los alemanes durante la segunda guerra mundial. A raíz de esta primera carta empiezan a intercambiarse otras y Juliet empieza a conocer los curiosos pormenores de una sociedad literaria bastante peculiar que nació de forma extravagante en un toque de queda en plena guerra.

Es una historia amable contada en forma de cartas que empiezan a sucederse entre Juliet y varios habitantes de Guernsey. De este modo vamos conociendo a distintos personajes: sencillos, sarcásticos, intolerantes, ingenuos, divertidos… De todo tipo. Sobre los que impactó de forma distinta la ocupación nazi. Distintos personajes, la mayoría de ellos con un nexo común: los libros y la forma en que éstos les ayudaron.

Es curiosa la forma epistolar en la que está contada la historia. Son curiosos la mayoría de los personajes que ofrecen una mirada multiperpectivista a la narración. Es una historia sencilla, muy fácil de leer. Con la que entran ganas además, de salir corriendo a conocer esta isla del Canal de la Mancha.

Quizás en algún momento la caracterización de algunos personajes quede corta y se podría haber incidido más sobre la particularidad de alguno de ellos. Seguramente. Pero en general me ha parecido una historia sin grandes ambiciones, una historia agradable, ágil, entretenida, que trata de refilón la ocupación nazi y sus estragos, que refleja de forma original una época. Una historia de vecinos que se las ingenian para burlar sus circunstancias. Una historia de sus preocupaciones y sus deseos. Una historia de escritores y argumentos, de referencias literarias, de importantes libros y clásicos autores, una historia de improvisados y sencillos lectores en torno a un pastel de patata.

domingo, 2 de agosto de 2009

"La importancia de las cosas" Marta Rivera de la Cruz




El último libro que me he terminado y me ha gustado mucho ha sido “La importancia de las cosas” de Marta Rivera de la Cruz.

Descubrí a esta autora leyendo “En tiempos de prodigios” con el quedó finalista del premio Planeta hace dos años. “En tiempo de prodigios” fue todo un descubrimiento, me gustó mucho cómo estaba escrito y me gustó mucho la historia que contaba. Me gustó tanto que siempre que he visto otro libro de la autora me lo he comprado sin pensármelo dos veces. Por eso después leí “Hotel Almirante” y “Que veinte años no es nada”.

“La importancia de las cosas” es su último libro y cuenta la historia de Mario Menkell, un tímido y apocado profesor de escritura creativa en una universidad, famoso por un único libro, que de pronto tiene que hacerse cargo de todas las pertenencias de un inquilino suyo al que no conocía porque se ha suicidado y no tenía familia. Es entonces cuando Menkell descubre que el misterioso inquilino tenía la casa abarrotada de cosas, de pequeñas cosas, colecciones de todas clases. Ahí arranca la historia.

“La importancia de las cosas” habla de las casualidades, que muchas veces ocurren. Habla de los amores cobardes, esos amores eternos que uno mantiene en secreto durante años porque está convencido de que nunca podrán existir. Habla de que a veces el destino te hace guiños y te ofrece segundas oportunidades. “La importancia de las cosas” es una historia romántica y sobre todo es una historia sentimental porque habla de sentimientos, habla de amor, de compañerismo, de ambición, de complicidad, de falta de autoestima, pero en ningún momento su forma de ser contada cae en la cursilería.

“La importancia de las cosas” habla de personas con las que no te es difícil identificarte. Habla de la vida, de cualquier día. Es una historia aparentemente muy sencilla, pero donde todos los acontecimientos van encontrando acomodo y al final encaja todo, y la historia no era tan sencilla como parecía.

“La importancia de las cosas” habla de esas pequeñas cosas que vamos guardando y que aunque no tengan demasiado valor nos importan tanto y solo nosotros les encontramos un sentido. Habla también de los misterios que hay detrás de cualquier vida por muy simple que parezca.

“La importancia de las cosas” es uno de esos libros que me he leído de un tirón, una historia sencilla, dulce, tranquila, agradable aunque misteriosa, una historia contada con claridad, con agilidad, sin grandes artificios en la escritura, ni un mensaje profundo, ni demasiadas imágenes ni lirismo en la forma de contarla, quizás algo previsible, no es una obra maestra, pero me atrapó en cuánto la empecé a leer, después he podido saborearla página a página y no quería que se acabara.

Os dejo aquí con el principio de la novela:

“De no ser por un cúmulo de circunstancias escasamente ordinarias, los caminos de Mario Menkell y Fernando Montalvo no hubieran tenido nunca la ocasión de cruzarse. Habían nacido con destinos distintos, y sus expectativas personales eran tan diferentes entre sí, que resultaba casi milagroso el que sus vidas se hubieran tocado, ni siquiera de refilón, en algún punto de la sinuosa trayectoria vital de cada uno. Y los hados, o algún dios sin nombre, quisieron jugar de esa forma las cartas de la suerte, quizá para divertirse, o a lo mejor para dar a Mario Menkell la oportunidad de enderezar su vida.

Estaba acabando de desayunar cuando recibió la llamada del representante de la agencia inmobiliaria. El hombre saltó por encima de los saludos de rigor – incluso de aquellos que van de la mano de la más elemental educación- para soltarle la noticia a bocajarro.
¿Es usted Mario Menkell? Soy Losada el de agencia. Tengo novedades. El señor Montalvo se suicidó anteayer.
¿Cómo dice?
Fernando Montalvo. Su inquilino. Se ha matado.
La mayoría de las veces a Menkell le costaba recordar que estaba en posesión de un piso con arrendatario. Había heredado ambas cosas –el inquilino y la casa- de una tía en segundo grado a la que ni siquiera conocía mucho...”
¿A que os apetecería seguir leyendo...?
Rocío Díaz

jueves, 9 de julio de 2009

"Saber perder" de David Trueba


El último libro que me he leído ha sido “Saber perder” de David Trueba. Lo terminé hace tres o cuatro días y me ha gustado mucho.

Ya me había leído previamente otros libros de este autor: “Abierto toda la noche”, “Cuatro amigos” y el guión de “Bienvenido a casa” que dicho sea de paso me lo regaló de sorpresa uno de mis hermanos firmado por el autor. De entre ellos escogería “Abierto toda la noche” que en su día me sorprendió muy gratamente. Y ya llevaba tiempo queriendo leer este último libro, al que le dieron el premio de la Crítica 2009. Me ha costado la verdad hacerme con él. Cuando estaba en todas las librerías, tenía fila en casa de libros por leer y dije pues nada me lo pido para mi cumpleaños a ver si cae... No hubo suerte, no cayó. No pasa nada, pensé, se lo pido a los Reyes Magos de Oriente. Sus Majestades llegado tan señalado día consideraron que mejor me traían otras cosas... Y nada que otra vez me dejaron sin él. Visto el éxito de mi petición me puse yo misma a buscarlo. ¿Y qué paso? que entonces estaba agotado. En fín... Menos mal que vino una amiga en mi auxilio y se presentó una buena mañana de un día cualquiera y por sorpresa con un envoltorio de regalo con toda la pinta de ser un libro: ¡Saber perder! de Trueba. Bieeeen. Una de las mejores cosas de las vida, está claro que son los amigos.

“Saber perder” cuenta cuatro historias que se cruzan. La de cuatro personajes. Sylvia que cumple 16 años cuando comienza la novela, su padre Lorenzo, que intenta sobrevivir a su separación, su abuelo Leandro que quiere “vivir” porque piensa que está dejando de hacerlo, y Ariel Burano, un jugador de futbol argentino al que fichan en un equipo español y conoce a Silvia.

Me gusta cómo escribe David Trueba porque me emociona, porque tiene un fino sentido del humor siempre latente, porque te crees que esos cuatro personajes existen y podrían ser vecinos tuyos.

“Saber perder” habla exactamente de eso, de aprender a perder, de sobrevivir a las pérdidas, de enfrentarte a lo que tú piensas, a lo que tú sientes. Habla de lo que nos importa el juicio de los que tenemos cerca. “Saber perder” podría hablar de cualquiera de nosotros.

Lo dicho. Me ha gustado mucho.

©Rocío Díaz