Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

martes, 22 de diciembre de 2009

Feliz Navidad a todos


Si ya suena la musiquita familiar y cansina de la lotería ya sí que no hay vuelta atrás.

Ya llegó, ya estamos en Navidades. Y otra vez, que no nos tocó...

Pero a mí, me gustan estos días. Son fiestas para pasar buenos ratos con la familia y con los amigos, son fiestas para hacer y recibir regalos.

Aunque también es cierto que si me descuido me puede secuestrar la melancolía.

Antes de que eso ocurra, antes de que me dé por hacer balance de las cosas, los proyectos, los sueños que se me han cumplido o no en este año que está a punto de terminar, y empiece a engordar la lista del que viene; antes de que el torbellino de celebraciones que ya ha empezado me engulla, o me rapten los ogros de los centros comerciales, os quería desear desde aquí felices fiestas.

A todos.

A los que habéis decidido seguirme, para quienes no tengo gracias suficientes. A los que me dejáis comentarios a pesar de la vergüenza y la prisa. A los que me decís que me leeis pero no me dejáis rastro de vuestro paso. Y a los que ni tan siquiera me lo decís. A todos. A los que decidais, quién sabe, más adelante dejarme. Y a los que algún día, quién sabe, no están hoy pero estarán. Muchas gracias por estos seis meses y por los que vengan.

Os deseo desde aquí feliz Navidad. Felices Fiestas. Ojalá tengais muchos ratos alegres, o tranquilos, de lecturas y letras.

Y si llaman a vuestra puerta, como a la de Mafalda, al menos mirad por la mirilla, no vaya a ser que sea la felicidad...

Un abrazo,
Rocío


lunes, 21 de diciembre de 2009

Un relato de navidad de Rocío Díaz



21 de diciembre de 2009.
Otra vez ya es navidad, y en Madrid hoy nos hemos despertado con una gran capa blanca y espesa tapizándolo todo… Sí. Ha nevado mucho esta noche.

Es Navidad y parece navidad.

En estos días blancos y fríos, los ojos te piden luces y colores, te piden ventanas iluminadas con las cortinas entreabiertas, dejándote ver grupos de personas conversando y sonriendo. En estos días las manos te piden tazas de humeante café o espeso chocolate que caliente la piel. En estos días los oídos piden en voz baja historias y relatos que nos arropen por dentro.

Decimos en mi tertulia que escribimos por necesidad, por placer, quizás en definitiva para que nos quieran. Quizás. Pero yo creo que también es muy cierto que sabemos que nos quieren porque nos cuentan cuentos.

¿Me dejáis que os cuente uno de los míos?

Se titula “Cierra los ojos y dime que ves…” y fue premiado en el IX Certamen de Relatos Breves de Navidad de Navalmoral de la Mata convocado por Radio Navalmoral-COPE de Navalmoral de la Mata (Cáceres). 2008.

Espero que os guste.

Felices días blancos.




Cierra los ojos y dime que ves

- “Cierra los ojos y dime que ves”
- “Veo el mar y los Reyes Magos”

Ella no se toma tiempo para contestar, sino que nada más apretar sus párpados deja escapar la respuesta doble e inmediata. La musita con la certeza que dan los recuerdos, y nada más hacerlo vuelve a abrir los ojos y la corona con la sonrisa y el brillo en las pupilas del que se acuna a salvo en ellos.


Es por ella doctor, ya que me pregunta le respondo, es por estar con ella por lo que no me importa llegar a la consulta mucho antes de una hora sobre mi cita. Me gusta sentarme a su lado ¿sabe? Porque hacerlo es vencerle en un pulso al tiempo, es vivir más despacio. Pero bastante nos escucha ya ¿no? De verdad que no quiero entretenerle, hace usted una labor demasiado importante con nuestros males, como para estar escuchando también la vida y milagros de todos los pacientes. Pero no hombre, si no es que no quiera contárselo. No me importa hacerlo, pero... sería hacerle perder el tiempo... y el de usted sí que es precioso, sí que es valioso de verdad. Bueno, yo, por usted. Si insiste, claro que se lo cuento. Al fin y al cabo es Navidad ¿verdad?, y éste bien podría ser un cuento de navidad.


La vi por primera vez en los pasillos del hospital. Casi tropecé con ella, acurrucada en un oscuro rincón de las escaleras, escondiendo la cabeza entre sus piernas dobladas, balanceándose ajena al mundo. Al principio, acelerada porque era la hora de mi consulta, ni me planteé pararme. Y mi atención para con ella duró lo que duran dos pasos atropellados, intentando no tropezar con aquel bulto, más una fugaz ojeada a mi reloj, antes de volver a recuperar el equilibrio y echar a andar.

Pero a la vuelta, aún seguía allí.

Al principio dudé en pararme, en los hospitales no hay demasiadas alegrías esperando en sus rincones, y lo último que necesitaba mi complicada existencia era una loca, una vagabunda o sabe Dios qué, colándose en mi vida. Pero con la segunda mirada tuve que admitir que su aspecto parecía desmentir esas opciones, su vestimenta era la de cualquier joven, limpia, cómoda, algo desgastada. Su pelo travieso a cada movimiento queriendo salir de la coleta, su cara recién abandonando la redondez y los granos de la adolescencia. Me acordé de mi propios hijos. “Oye, ¿te encuentras bien?” le dije agachándome a su lado. “No creo que no” me contestó, mirándome. “¿Te has mareado, te duele algo?” “No, creo que no...” “Pues ¿qué haces ahí entonces? ¿No ves que te van a pisar? ¿Cómo te llamas?” Seguí insistiendo con mis preguntas viendo en su cara la de mi propia hija, la de la hija de otra pobre madre como yo. Pero no volvió a contestar y reanudó el balanceo, ignorándome por completo. Entonces decidí continuar mi camino, el conejo apresurado de Alicia que duerme en mi interior sintió que allí estaba perdiendo el tiempo, y seguí bajando las escaleras. Pero eso que llaman conciencia, ese compañero de viaje que muchos no sé si tenemos la suerte o la desgracia de acarrear, no dejaba de empujar a trompicones su imagen, hasta hacerla asomarse al balcón de mi mente una y otra vez. Y cada pocos escalones, en cada recodo de la escalera, otra vez tenía frente a mí sus ojos, su coleta, su balanceo incesante. Y conociendo a mi conciencia como la conozco, lo pesada que se puede poner, aunque no había dejado de caminar saliendo del recinto, supe que si no hacía algo, no me dejaría tranquila. Y dando media vuelta, volví a entrar en el hospital, me paré en el control de la entrada y le hablé de ella a las enfermeras.

No le dieron ninguna importancia, en un hospital tan grande se ve de todo... y de no haber sido porque mucho tiempo después volví a cruzármela, me hubiera olvidado de ella. Pero el destino es un dios caprichoso y por alguna extraña razón se había empeñado en hacer que nosotras coincidiéramos.

Pero de verdad que no quiero entretenerle más, fuera debe haber ya varios pacientes esperando su turno y estoy yo aquí acaparando su tiempo, el de usted y el de ellos... Otro día si quiere se lo sigo contando... Bueno es verdad, aún no es la hora, yo por no aburrirle... Gracias doctor, pues si quiere sigo...

Habían pasado algunos años. Tres o cuatro quizás. Mis revisiones se habían espaciado, ya lo sabe, pero aún seguía atada a un diagnóstico, a una consulta, a unas visitas recurrentes al mismo hospital. Ese día, cuando entré, presa de la prisa y del tiempo que te roban los atascos, corriendo por llegar a mi cita, y no perder más minutos de los indispensables, no reparé en ella. Pero al salir me llamó la atención una figura parada frente al estanque de la entrada. Algo en ella me resultó familiar, pero aunque la miraba no lograba acertar por qué, sin embargo a medida que mis pasos se aproximaban a ella, la cadencia de un balanceo lejano, a oleadas, fue acercando al presente una imagen perdida en mi memoria, y cuando estuve casi a su altura, conseguí solapar aquel bulto lejano en la escalera, a esa figura que impasible miraba el estanque. Las dos eran la misma persona.

Esta vez no dudé en acercarme a ella y ya a su lado le pregunté “Hola ¿Te acuerdas de mí?”. “No, creo que no” me contestó mirándome abiertamente. “Nos vimos hace ya tiempo, yo bajaba por las escaleras del hospital y tú estabas allí, acurrucada...” Pero ella ya no me miraba, de nuevo había vuelto sus ojos hacia el estanque y seguía con ellos el movimiento del agua caer de los distintos chorros de la fuente... como si yo, al no requerir de su atención preguntándole directamente, ya no estuviera hablando con ella. Quizás cualquier otro día, ante aquella clara indiferencia me habría dado la vuelta y siguiendo mi camino habría decidido olvidarla... Seguro que cualquier otro día me hubiera regañado por pararme donde no me llaman y hubiera continuado andando, decidida a seguir con mi vida... Pero tal vez porque estaba medianamente contenta, los resultados de mis últimas pruebas no habían sido malos, o porque aún pone piel de gallina en mi calendario el cinco de enero, o porque estaba escrito en algún lugar que tuviera que quedarme allí. No me fui, sino que continué a su lado, acompañando su silencio, sus ojos nadando en el agua, su tranquila respiración, y lo hice durante tanto tiempo que solo mi conciencia se atrevió a preguntarme “¿Pero qué haces aquí?”

Y sabiendo lo insistente que se puede poner mi conciencia abogando por la sensatez, por no perder ni un pedacito de ese tiempo que tras cada visita al médico celebro como un regalo, aún me alegro de haberme rebelado, haberme concedido unos minutos más para no hacer nada, solo estar a su lado, mirando el agua. Solo diez minutos más, me dije. Diez. Pero los suficientes para que otra figura se nos uniera, y tras sonreírme, le preguntara con cariño a mi muda acompañante: “Ángela ¿nos vamos ya?” “No, creo que no” dijo ella mirando a la mujer que con suavidad la cogía por el brazo. “Sí Ángela, hay que irse” “No, creo que no” seguía diciendo ella sin moverse, volviendo a concentrarse en el agua... Pero empujándola con cuidado, la más mayor continuó “Ángela, luego volvemos al mar...” Y antes de que ella volviera a decir que no, tomó su cara entre las manos y dijo: “...porque ahora hay que ir a la cabalgata... La cabalgata Ángela, ¿te acuerdas? Los Reyes Magos...” Y solo entonces ella sonrió, sonrió con la boca y con los ojos como quién sabe, como un náufrago que por fin divisa un salvavidas al cual aferrarse...

Y abandonando mi papel de espectadora les pregunté: “¿Puedo acompañarlas?, ¿Puedo?” repetí ante sus miradas interrogantes. Todavía no sé por qué lo hice.

Doctor, el mundo se divide entre los que intentamos aprovechar y disfrutar cada segundo de nuestra existencia sabiéndola frágil, y los frágiles que sin saberlo simplemente la disfrutan.

Durante aquella cabalgata, mientras nos agachábamos y nos levantábamos recogiendo caramelos, mientras contemplábamos las carrozas, y disfrutábamos viendo como Ángela revivía, su madre compartió conmigo los jirones de su historia. Cuando aún era niña, a su reloj infantil al ir a zambullirse en una ola, le entró agua; demasiada agua, tanta, que las manecillas de su interior se oxidaron con la sal, deteniéndose para siempre. Todo ocurrió tan deprisa que cuando alguien quiso darse cuenta, ella se mecía en el agua boca abajo. Consiguieron revivirla, pero su presente quedó flotando allí para siempre.

Ángela es una mariposa clavada con dos únicos alfileres a la realidad, un alfiler en el mar donde colgaron para ella el cartel de “fin” y el otro en los Reyes Magos. Único recuerdo de aquella infancia que fue lo suficientemente fuerte como para no naufragar con todo el resto de su memoria.

¿Y sabe doctor? Ahora me gusta perder mi precioso tiempo muchas veces a su lado. Me gusta preguntarle para que solo me conteste su silencio. Me gusta intentar sincronizar nuestros relojes, porque así quizás su atrasado reloj compense al mío que usted mejor que nadie sabe que suele adelantar... y así ambas de alguna manera ajustemos el paso a la realidad.

Sí, creo que eso me hace un poco más feliz.

En un vano intento de que ella quizás también lo sea, de vez en cuando le tapo los ojos, hasta que consigo que los cierre y entonces le digo “Cierra los ojos y dime que ves” y ella no contesta “No, no creo” con el brillo de la educación, sino que por alguna extraña razón eso hace que encuentre la puerta dentro de ella. Una puerta entornada a la Navidad, a la felicidad, al mundo. Y al abrirla rápidamente dice “Veo el mar y los Reyes Magos”. Y lo dice con la certeza que dan los recuerdos, y nada más hacerlo, vuelve a abrir los ojos y sonríe, sonríe acunándose a salvo en ellos.

Y este es el fin del cuento. Y de verdad que no le entretengo más, muchas gracias por escucharme. Me alegro, me alegro de le haya gustado. No es un cuento bonito, ya lo sé. Pero es el nuestro... Gracias de nuevo, si me disculpa... me voy volando. Otra vez es cinco de enero y nada me gustaría más que acompañar a alguien a la cabalgata...



©Rocío Díaz Gómez

viernes, 18 de diciembre de 2009

Asteísmo: Figura Literaria



El último día en la tertulia, Javier Díaz, me enseñó lo que era el "asteísmo".

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua:

asteísmo.
(Del lat. asteismus, y este del gr. ἀστεϊσμός).

1. m. Ret. Figura que consiste en dirigir graciosa y delicadamente una alabanza con apariencia de reprensión o vituperio.

Ejemplo de Asteísmo sería decirle a un viajero: "Te falta mundo".


El Asteísmo es la más fina forma de la ironía, voz derivada del griego y que significa urbanidad. Es una de las nueve clases de ironía que existen, pero en esta entrada nos las vamos a nombrar porque sería extendernos demasiado, aunque la más conocida es el sarcasmo ("cuando la burla es tal y tan cruel que se convierte en un redondo insulto").


A mí la ironía me parece muy interesante. Con la ironía se afirma lo que no se piensa, escondiéndolo de quien no llega a entenderlo, unas veces para rehuir el castigo o reprobación, otras veces por afecto respetuoso, otras por no herir ni suscitar discusiones y las mayoría de las ocasiones por burla y afán de superioridad, como cuando dijo Pilatos “Salve, rey de los judíos”.

Francisco Umbral afirmaba que “la ironía es la ternura de la inteligencia”. Y no estoy de acuerdo con muchas de las afirmaciones de Umbral, pero ésta sí que me gusta.

Pero bueno ya hablaremos otro día de la ironía.

Las fotografías de Chema Madoz son una foto poesía, un modo de enseñarnos la realidad, los objetos cotidianos con ironía, de forma que se trasciende al mero objeto para convertirlo en otra cosa, otra mundo.
Todas las fotografías de esta entrada son de él.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Amor al mar. Las caracolas de Neruda




Ayer, antes de nuestra tertulia, estuve en la exposición que hay en el Instituto Cervantes sobre Neruda.

En ella, se muestra por primera vez, parte de su colección de caracolas, así como algunos ejemplares de sus libros, fotografías, mapas y otros objetos.

Es una exposición agradable. Agradable a la vista y curiosa.

Nada más entrar encuentras un gran panel con fragmentos de sus obras que aluden al mar y a la naturaleza. En la parte superior de la exposición, hay una especie de salita improvisada con curiosas lámparas y sillas blancas decoradas con versos del autor y una televisión donde se pueden ver imágenes de su casa de Isla Negra, y a Neruda hablando. En la parte inferior están las vitrinas con las caracolas. Las hay de todos los tamaños y colores. Algunas son grandes y preciosas. Están ordenadas por su procedencia, por su origen geográfico, las hay de todos los mares del mundo.

Son curiosos también dos paneles que hay expuestos, con forma caracolada, en su parte exterior se han ido estampando versos y fragmentos poéticos del autor y en su parte interior están colocadas diversas piezas.

Se dice en uno de esos paneles que Neruda tardó 20 años en juntar casi 9.000 caracolas. Caracolas que junto a 5.000 volúmenes escogidos en muchos países donó un día cualquiera, porque su colección ya alcanzaba unas dimensiones excesivas para ser una colección privada, a la Universidad de Chile. De esas 9.000 podemos ver en estos días hasta casi cuatrocientas caracolas en Madrid.

Os dejo con un par de fragmentos de sus obras de los allí expuestos:

Gracias doy a la tierra
por haberme
esperado
a la hora en que el cielo y el océano
se unen como dos labios,
porque no es poco, no es así? Haber vivido
en una soledad y haber llegado a otra,
sentirse multitud y revivirse solo.


¡Que naturales son los peces!
Nunca parecen inoportunos.
Están en el mar invitados
y se visten correctamente
sin una escama de menos,
condecorados por el agua.

También, como nunca había entrado al Instituto Cervantes, me llamó mucho la atención el edificio en sí. Es muy bonito. Y tiene una gran sala central donde hay fotos antiguas en blanco y negro de cómo era la plaza de Cibeles antes de existir el edificio y luego como ha ido evolucionando con el tiempo. Hay una foto muy curiosa en la que se ve la acera con unos niños jugando al lado de una bomba en plena guerra civil. Qué lástima que una cinta no deje entrar demasiado en el recinto, con lo cual no se pueden apreciar las fotos del fondo.


Fecha
Del 2 de diciembre del 2009 al 24 de enero del 2010

Horario de visita:
De lunes a sábado de 11 a 14h y de 17h a 21h
Domingos y festivos de 11 a 14h.

Lugar
Instituto Cervantes - Sala de exposiciones
C/ Alcalá, 49
Madrid

lunes, 14 de diciembre de 2009

Los poemas para adultos de Gloria Fuertes. Esos desconocidos...

“No creer todo lo que os digan,
el lobo no es tan malo como Caperucita”

“Mi profesión, las letras.
Mi vocación, vivir.
Soltera por capricho.
Universal, por votación.
Amante de las fieras, de los niños.
Y de los que me quieran más que yo” (“Mujer de verso en pecho”, pág. 131).

“Fue el crimen a sangre fría,
duró tres años,
ese horror lo viví día a día,
en plena juventud
tuve hambre y frío
muriendo y conviviendo
con el cadáver de mi alegría” (“Mujer de verso en pecho”, pág. 166)

-Mujer de verso en pecho”, Madrid, Cátedra, 1995, (Letras Hispánicas, 388). Prólogo de Francisco Nieva.


Ya ves qué tontería

Ya ves qué tontería,
me gusta escribir tu nombre,
llenar papeles con tu nombre,
llenar el aire con tu nombre;
decir a los niños tu nombre
escribir a mi padre muerto
y contarle que te llamas así.

Me creo que siempre que lo digo me oyes.

Me creo que da buena suerte:
Voy por las calles tan contenta
y no llevo encima nada más que tu nombre.



ESCRIBO

Escribo sin modelo
A lo que salga,
Escribo de memoria
De repente,
Escribo sobre mí,
Sobre la gente,
Como un trágico juego
Sin cartas solitario,
Barajo los colores,
Los amores,
Las urbanas personas
Las violentas palabras
Y en vez de echarme al odio
O a la calle,
Escribo a lo que salga.

(De Historia de Gloria, Madrid: Cátedra).


“El divorcio no es cosa de tres,
es cosa de dos
que no aciertan a ser uno” (“Historia de Gloria”, pág. 173).


“Cargada de espaldas
de amores
de años
y de gloria,
ahí queda la Fuertes” (“Historia de Gloria”, pág. 151.)

-“Historia de Gloria. Amor, humor y desamor”, Madrid, Cátedra, 1981, (Letras Hispánicas, 131). Edición de Pablo González Rodas.



viernes, 11 de diciembre de 2009

Las palabras largas. Alex Grijelmo


" ... Ya es conocida la propensión de los personajes públicos a estirar las palabras por esa creencia tan absurda y tan arraigada según la cual los términos con muchas sílabas resultan más prestigiosos. Buscan con ello la fascinación de los oyentes, que se quedan perplejos ante esa supuesta elevación de los conceptos...

... Así , en lugar de aplicar un método, los políticos establecen una metodología.
Donde la gente sencilla dice ejercer, ellos pronuncian ejercitar.
Si nosotros hablamos de completar, ellos se refieron a complementar.
Los unos cumplimos y ellos cumplimentan.
Nosotros hablamos de señalar un asunto, y ellos los señalizan.
Si nosotros hablamos de clima, ellos se refieren a la climatología.
Un ciudadado analiza los problemas, pero los políticos examinan la problemática.
Si cualquiera tiene una intención, ellos muestran una intencionalidad.
Si nosotros buscamos un fin, ellos van en pos de una finalidad. Si nosostros cumplimos una obligación, ellos plantean una obligatoriedad.
Si nosotros seguimos las normas, ellos aprueban la normatividad y defienden la normativa.
Si nosotros lamentamos los accidentes, ellos ofrecen los datos de la accidentalidad (o la siniestralidad).
Si nosotros concretamos, los administradores de la sociedad concretizan; si nosotros deseamos aclarar algo, los políticos buscan esclarecerlo.
En lugar de potencia, hablan de potencialidad; en lugar de necesidad, de necesariedad; en vez de culpar, culpabilizan; contabilizar y no contar, rumorología y no rumores.
Si los ciudadanos sienten una obligación, ellos decretaran la obligatoriedad.
Si nosotros decimos todos, ellos dicen la totalidad.
Nosotros buscamos tener crédito y ellos quieren disfrutar de credibilidad.
Y así sucesivamente: en lugar de peligro, peligrosidad;
en lugar de disfunción, disfuncionalidad;
en lugar de límites, limitaciones;en lugar de influir, influenciar;
en vez de emoción, emotividad;
en lugar de distinto, diferenciado, y en el puesto de regulación, ellos colocan regularización.
Si nosotros nos referimos al uso, ellos hablan de la utilización.
Y si nosotros vemos un exceso, ellos aprecian un sobredimiensionamiento.
Nosotros generalmente sufrimos una gripe. Pero cualquier persona importante o cualquier deportista destacado, lo que sufre es un proceso gripal.

Son éstos algunos ejemplos claros del poder de las palabras, aunque se trate en ciertos casos de términos inexistentes. Pero quién los emplee buscará la seducción con ellos... Pretende fascinar y repartir perplejidad. ... Hace creer que las palabras largas también prolongan su contenido."

Alex Grijelmo
La seducción de las palabras

Taurus 2000




Álex Grijelmo
BURGOS, 1956
Álex Grijelmo (Burgos, 1956) escribió a los dieciséis años su primer artículo en La Voz de Castilla, un periódico de su ciudad en el que después trabajaría como redactor en prácticas mientras estudiaba Ciencias de la Información. En 1977 ingresó en la agencia de noticias Europa Press, y en 1983 fue contratado por el periódico español El País, en el que trabajó durante dieciséis años. Diez de ellos, como redactor jefe; y en ese periodo fue el responsable del Libro de Estilo. Después dirigió la cadena de diarios locales y regionales del Grupo Prisa; y, más tarde fue nombrado director general de contenidos de Prisa Internacional, división que englobaba las emisoras de este grupo en América Latina, así como tres periódicos y una cadena de televisión en Bolivia y la edición mexicana de la revista Rolling Stone. Desde 2004 preside la Agencia Efe, y en 2007 fue elegido presidente del Consejo Mundial de Agencias. Ha escrito los libros Defensa apasionada del idioma español (Taurus, 1998), La seducción de las palabras (Taurus, 2000), La punta de la lengua (Aguilar, 2004), El genio del idioma (Taurus, 2004) y La gramática descomplicada (Taurus, 2006). Ha recibido el «honorary degree» en dirección y administración de empresas por la fundación universitaria ESERP, y es profesor de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que preside Gabriel García Márquez, con quien codirigió, en 1998, un curso sobre estilo periodístico. En enero de 1999 recibió el premio nacional de periodismo Miguel Delibes.

Los escritores y el juego


"No hay exorcismo que valga cuando un escritor se encuentra poseído por el demonio del juego. Una vez en timba se jugará hasta la camisa y le dará igual galgos que jamelgos, lotería que bingo, ruleta o palillo de barquillero. Si le pegamos un repaso a la historia universal de la literatura encontramos ejemplos de endemoniados célebres, hombres de letras que, valga la comparación se mostraron tan animosos alrededor de un tapete como ladillas alrededor de un coño. Faites vos jeux. Hagan juego, que aquí la pasión por jugar se queda chica cuando se trata de perder para después contarlo".

Así comienza un artículo titulado ¡Hagan Juego! Escritores y tahúres: el azar en la literatura, publicado en la revista Qué Leer, en marzo del 2004. De él voy a entresacar algunas curiosidades sobre autores y juego.

Porque señores y señoras, aquí estamos de nuevo en otra entrada del "Mentidero".

¿Qué? ¿Curioseamos un poco en las miserias de algunos célebres escritores?

- Fiódor Dostoievsky: "Tuvo la poca verguenza de confesarle a su esposa, y por escrito, que después de perder una notable cantidad de dinero jugando a la ruleta había experimentado algo parecido a un orgasmo". "Condenado a perder, Dostoievski alumbra un relato donde el demonio del juego se convierte en el verdadero protagonista de la historia. Y aunque recurra al exorcismo de la escritura para así neutralizarlo, no se lo arrancará nunca, prueba de ello es que seguirá jugando, lo mismo que Poe, o el protagonista de una novela mágica escrita por Balzac: La piel de zapa."

"El personaje principal está tan lleno de vida que me parece tenerlo delante" diría de "El Jugador" a su amigo de vodkas, Strakhov (sept. de 1863)

- Edgard Allan Poe, "... de una patada en el culo, lo expulsaron de la academia militar de West Point. Parece ser, que en sus ratos de recreo y taberna, le daba por montar timbas y andar a coz y bocado sobre el infame tapete verde. ..."
...
"En la introducción de Los crímenes de la rue Morgue, Poe hace alusión al juego, un descarnado balance del ajedrez y las damas, y se inclina por éstas últimas, ya que, según explica, despiertan las condiciones mentales necesarias para el análisis. Y a continuación asegura que, si tales condiciones se poeen en grado extraordinario son una fuente de vivísimos goces. Otra vez el orgasmo, al que se llega ejerciendo una especie de frotamiento con la actividad intelectual, lo que Poe llama "desentrañar" ..."

- Balzac: "Si bien Balzac no era ludópata declarado, toda su vida se la pasó jugando. Murió jóven y fue un hombre que se hizo a sí mismo. Nacido Honoré Balzac, prefirió anteponer un de al apellido. Lo hizo en nombre de la acristocracia del talento, jugando a trepar por un árbol genealógico negado desde la cuna y que más que árbol fue cucaña."
...
"...Balzac se pasó la vida huyendo de prestamistas, saltando de un lado a otro, como en un juego de la oca en el que dejar de escribir significaba dejar de jugar. No olvidemos que era amigo del lujo y de las faldas, sobre todo si estas las llevaba alguna rica heredera, condesa, marquesa, marquesina o entoldada que le pudieses arreglar el futuro. "

- Freud: "Freud que le sacaba punta a un lápiz, creyó ver momentos culminantes de la masturbación en el frotamiento de manos del que baraja los naipes así como en el meneo del cubilete de los dados..."

- Manuel Vicent: "Marino y jugador de poquer..." "Jugador en una timba nocturna donde uno de los jugadores se quedó fiambre. Esa historia la escribiría Vicent años después en una novela titulada "La Muerte bebe en vaso largo" publicada por entregas en el Colorín de El País, y que al día de hoy, es otro título de culto, y que está a la espera de que la reediten".

- Alberto Vazquez-Figueroa: "Cuando Vazquez-Figueroa anda por su casa de Lanzarote, ya puede estar hablando con Dios, que a las 17.00 horas despacha a todo el mundo pues llegan sus amigos a jugar al dominó. No son capitalistas, ni intelectuales, sino gente de la isla que aparecen en coches modestos y algo descacharrados, amigos de toda la vida, vaya..."... "Todos los años visita el festival de Cannes y confiesa que "Son mis vacaciones y no las perdono por nada ni por nadie. De día voy al festival y de noche, al casino. De vez en cuando voy a Las Vegas."

- Juan Marsé o Luis Sepúlveda : "El dóminó es juego literario y que, entre sus adeptos, cuenta con Juan Marsé o Luis Sepúlveda".

- Julio Cortazar. "Jugador de dominó y de rayuela"


¡Hagan Juego! Escritores y tahúres: el azar en la literatura
Texto: Montero Glez.
Qué Leer, marzo 2004