Parece ser que este fin de semana va a hacer mucho frío o como dirían los meteorólogos vamos a tener "condiciones climatológicas adversas"...
Entonces cómo seguramente pasaréis más tiempo en casita y tendréis más tiempo para leer os quería dejar con un artículo de Alex Grijelmo que salió hace días, el 22 de diciembre de 2013, en el periódico ELPAIS, en la sección La punta de la lengua titulado “Caerán precipitaciones en forma de nieve”. Está bien, es muy curioso, no dejeis de leerlo.
“Caerán precipitaciones en forma de nieve”.
Este
invierno tendremos “condiciones climatológicas adversas”, se lo digo
con toda seguridad. Y además se lo anuncio con toda solemnidad. Si no
hubiera querido deslumbrarle a usted solemnemente, habría escrito que
este invierno tendremos mal tiempo, y ya está.
Ese
mal tiempo, de todas formas, hará que suba “la siniestralidad en las
vías interurbanas”, lo cual también le expreso a usted con la
ampulosidad precisa para que le dé la importancia debida al hecho de que
habrá más accidentes en las carreteras.
Y
los habrá, sin duda; por mucho que para evitarlo se produzca un
despliegue de las “fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado”,
mayormente de la Guardia Civil.
Lógico,
porque las condiciones climatológicas adversas y el consiguiente
despliegue de las fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado para
evitar la siniestralidad en las vías interurbanas se van a dar porque
“caerán precipitaciones en forma de nieve”. También pueden sobrevenir
“precipitaciones en forma de granizo”, incluso “precipitaciones en forma
de agua”.
Y
no se quede usted ahí: las peores precipitaciones son las de viento: se
precipitan los árboles, se precipitan las cornisas, se precipitan los
carteles de las peluquerías… Sí, a veces ocurren tales desgracias por la
negligencia de los responsables de conjurar esos riesgos, personas que
descuidan sus obligaciones y que en algunos casos se merecen acabar
encerradas en una institución penitenciaria, lo que antes de inventarse
el idioma administrativo se llamaba prisión.
Los
accidentes de tráfico debidos a que nevará, granizará o lloverá (o sea,
precipitaciones en forma de tal y tal) se concentrarán en algunos
“puntos kilométricos”: “Atención, se ha producido un desprendimiento de
tierras (o sea, otra precipitación) en el punto kilométrico 21”; es
decir, lo que veníamos llamado “el kilómetro 21”.
Y
eso nos lleva a la perplejidad de conocer que hay puntos kilométricos,
cuando siempre los imaginábamos redonditos y pequeños; vamos, de
milímetros. Los puntos siempre fueron milimétricos.
Alguna
extraña razón activa en ciertas personas la costumbre de alargar los
términos de cualquier idea. Quizás el subconsciente les dice que así
consiguen alargar la idea misma. Y entonces incurren en pleonasmos como
el de esas fuerzas y esos cuerpos (se nos haría raro pensar en cuerpos
de seguridad sin fuerza, o en fuerzas de seguridad sin cuerpos); o el de
las precipitaciones que caen (o caídas que se precipitan); casi siempre
hacia abajo, por cierto.
Hoy se celebra la Lotería de Navidad. Así que a algunos se les precipitará el Gordo.
Les caerán precipitaciones en forma de premios. Y lo organiza todo la
Sociedad de Loterías y Apuestas del Estado, que no debemos entender como
la sociedad mediante la cual el Estado lanza sus envites (las apuestas
del Estado), sino como la “sociedad estatal de loterías y
apuestas”, pues se supone que quienes juegan son los ciudadanos. (Bueno,
y también el Estado, ciertamente, porque a veces le tocan los números
que nadie compró).
En
fin, ante tanta precipitación en el lenguaje oficial, constituye
nuestro deber avisar a los lectores: habrá euforia de los agraciados,
que se amontonarán si el premio, como acostumbra, está muy repartido.
Eso puede generar “la invasión de las vías urbanas”; y “los efectivos de
las fuerzas y cuerpos de la seguridad del Estado” no podrán desplegarse
“por toda la geografía nacional”. Por tanto, se informará con
puntualidad acerca de eventuales “alertas de nivel amarillo (circulación
intermitente)” para evitar “la siniestralidad invernal”.
Ahora
bien (y aquí viene el principal aviso): se oirá decir en los medios de
comunicación que algunos afortunados, deseosos de celebrar su suerte,
han tirado la casa por la ventana. Eso, que conste, forma parte del
lenguaje popular (tan distinto del lenguaje verdadero) y, por tanto, no
debe tomarse al pie de la letra, pues en ningún caso significará que se
estén produciendo precipitaciones en forma de muebles.