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viernes, 14 de febrero de 2020

"Dublín y tú" Cuaderno de viaje de Rocío Díaz





Hoy quería compartir con vosotros una alegría literaria. 

En ella se unían tres de mis pasiones, la creación literaria, los viajes y la fotografía. 

Me lo han premiado en Montserrat este enero. 

¿Me acompañais de paseo por esa ciudad preciosa llamada Dublín?





Dublín y tú
Cuaderno de viaje
Rocío Díaz


Sigo en Dublín, y te escribo desde nuestro café.
Sé que no has olvidado La Pausa en Blessington Street. 


Sigo también sin atreverme con el contundente desayuno irlandés, prefiero su capuchino mientras una de sus caracolas recién hechas se deshace en mi boca entre pasas y nostalgia. 





Cuando termine, bajaré Frederick Street hasta la Iglesia Presbiteriana de Abbey, cuyo interior nunca conocimos, y tomando Parnell Square llegaré al Museo de los Escritores. Sin estar a mi lado te escucharé protestar “¿Y por qué en Madrid no tenemos un Museo así? Los irlandeses sí que saben demostrar orgullo por su literatura”. 


El señor de la puerta ya me conoce, y solo me cobra la mitad mientras me entrega la audioguía en español; pronto dejaré de necesitarla. Vuelvo a ver la primera edición de Drácula de Stocker y el curioso teléfono de Samuel Beckett, pero tras una vuelta rápida salgo otra vez para sentir el viento en la cara camino de O`Connell Street.
Sin estar a mi lado, visitas conmigo este Dublín literario. 

A la altura de su estatua, siento que Joyce levanta un poco su sombrero para saludarme y yo me disculpo porque no nos da tiempo a visitar su Centro Cultural. 




Van quedando atrás el elevado Spire, y el mítico Daniel O`Connell que da nombre a esta avenida tan concurrida por personas de todos los credos y nacionalidades. 

Tenemos suerte, no llueve, pero quizás lo haga dentro de cinco minutos, aquí en Irlanda solo hay que esperar y lucirá el tiempo que prefieras, tan variable es. 



Dejamos atrás también la librería Eason con sus cuatro plantas y atravesando el puente sobre el río Liffey, nos abrigamos continuando a buen paso.

No sin antes cazar al vuelo el guiño de Molly Malone, la del pescado y pecado de la canción irlandesa. 

La  espectacular y antiquísima biblioteca del Trinity nos espera. 


Cuando salgo contigo, sin que vayas conmigo, nunca dejo de visitar esa sala de 65 metros con sus infinitas estanterías llenas de libros antiguos. Su olor a madera y papel sabe cuánto te echo de menos, mientras la camino despacio, manteniendo casi la respiración. 
No me iré del Trinity sin verme reflejada en su esfera dentro de una esfera, y por supuesto sin comer en Buttery entre los estudiantes y los turistas. 

Después pasearé despacio hasta la peatonal Grafton Street para escuchar a algún músico callejero, aunque en la calle paralela, nos rendiremos ante su fachada verdosa, y tendremos que entrar aunque solo sea un momento, a la librería más antigua de Dublín. Hace tanto viento que no conseguiré domesticar mi flequillo para la foto. Después, nos tomaremos un café, uno de esos irlandeses con nata y bayleys que nos caliente el corazón, en la Biblioteca Chester, cerca del Castillo, en una de las mesas de su luminosa entrada bajo la cristalera blanca.

Y con su sabor todavía en la boca intentaremos llegar hasta la Marsh, tu biblioteca preferida y la más antigua de Irlanda. 




Contigo, pero sin ti, volveré a sentarme frente a las tres jaulas donde los lectores que pedían libros raros, tenían que hojearlos, para evitar tentaciones de llevárselos. Sonreiré recordando aquella vez que nos disfrazamos con la peluca de bucles blancos, esa de lord del siglo XVIII, que aún cuelga del perchero. 

Y para que sea perfecto, terminaremos en Merrion Square, tirando un beso de despedida a Oscar Wilde que nos mirará de reojo, socarrón, desde lo alto de la roca donde está sentado.

Pero hay tantos lugares literarios aquí en Dublín y febrero acorta tanto los días, que no sé si será posible hacer este paseo literario cuando, tras mi último sorbo a este capuchino, me despida de nuestro café hasta dentro de un mes.



Todo está igual que la última vez que estuvimos juntos aquí. Los irlandeses siguen siendo muy amables y este lugar el café más acogedor de Dublín. La chimenea y las sillas desemparejadas, el sillón amarillo de orejas y Oscar Wilde al fondo y de pie, en blanco y negro, nos escucha.

Fue también aquí donde te dije que no volvería contigo a España, que me quedaría un tiempo. “Define tiempo” dijiste, mordiéndote el labio, como siempre hacías en los momentos críticos. “No sé, semanas, meses, no lo sé…”. Y supe que no te quedarías conmigo cuando adornando la pregunta con la sonrisa más triste del mundo, no me pediste que me quedara, solo dijiste: “¿Se acostumbrará tu flequillo a este clima?”. “Quiere intentarlo” musité yo sin poder retener una lágrima traidora. 

Desde que te fuiste, todos los meses llego a este café y desayuno contigo sin ti, sintiendo que Oscar Wilde desde su foto sabe de mi pena por este amor que se debate entre Dublín y tú. Todos los meses después paseo por esta literaria y entrañable ciudad, contigo pero sin ti, sin ti pero contigo, echándote cada vez más de menos, preguntándome cuánto más aguantará mi flequillo esta humedad que me trepa desde los pies, y se me escapa por los ojos, se me escapa, a poco que me descuido.

Un beso enorme desde Dublín



domingo, 5 de enero de 2020

"Querido Melchor..." Relato de Rocío Díaz




5 de enero otra vez. Mi noche preferida. La noche más mágica del año.

Como hoy los protagonistas son los niños, os voy a dejar con uno de ellos. Se llama Carlitos y escribe una carta a los Reyes Magos. 
 
Mi Carlitos como es de papel no crece, vive eternamente en el año 2003 que fue cuando le inventé y cuando a su vez él inventó esta carta. Pero eso es lo que pasa con los niños de papel que no crecen y siguen pidiendo regalos que se pasaron de moda.

No es la primera vez que la pongo en el blog, pero yo la tengo cariño porque fue premiada con el Accesit esa navidad en el V Certamen de Relatos Breves de Navidad de Navalmoral de la Mata. Y gracias a eso, fuí por primera vez a ese pueblo. Y recuerdo que fue una entrega de premios muy especial donde me recibieron con mucho cariño. Luego por esas cosas de la vida he vuelto alguna que otra vez más también por premios literarios, y su recibiendo ha sido siempre inmejorable.

Desde el punto de vista de la creación literaria, ahora la releo y cambiaría muchas cosas. Muchísimas. Normal, han pasado bastantes años desde que la escribí.

Pero se merece, porque me trajo muy buenos momentos, que la deje tal como fue.

Felices Reyes a todos, toditos, todos. A los que son niños por dentro y por fuera, y a los que son niños siempre por dentro. 
 
Que los Reyes os traigan salud y muchos momentos de pura ilusión.



Querido Melchor...


Madrid, 5 de diciembre de 2003
Querido Rey Melchor,
Yo no sé sí tu existes o no existes, como tampoco sé sí existen los otros Reyes, o si existe el Ratoncito Pérez, pero ahora les ha dado a los de mi clase por decir que a lo mejor no existes... yo no sé... pero como dice mi amigo Sergio “existáis o no existáis lo que sí que existen son los regalos” así que como Sergio es el amigo al que más ajunto del mundo entero, yo me fío y por si acaso os mandaré otro año la carta... Además, que se lo cuento a la yaya que todos los años se sienta conmigo a escribir a San Pancracio “a ver si nos toca la lotería de Navidad” y dice que ella no va a dejar de escribir a su Santo digan los compis del “hogar” lo que digan, así que yo igual, digan los de clase lo que digan, te escribo... Y aquí estamos los dos “la yaya” y yo merendando pan con nocilla y pensando qué poner, la yaya dice que lo primero es lo primero, y que antes de nada hay que ser educados y decir quiénes somos. Me llamo Carlos Hernando Rejas y mi yaya se llama Ernestina Pérez Sánchez, aunque todo el mundo la llama La Tina, como a mí que me llamo Carlos pero en casa soy “el niño” porque cuando llega mi padre siempre pregunta “Y el niño... ¿qué ha roto hoy?” y mi hermana la mayor dice... “Niñoooo, que la carne de burro no es transparente...” y mamá cuando me abraza dice ¡Ay... el niño de la casa...! así que para todos soy “el niño”. Bueno para todos menos para mi hermano Marcos, que tampoco me llama Carlos, sino Carlitos, con esa “i” de “microbio” y “mierdecilla” que dice siempre detrás de Carlitos cuando me llama a grito pelao para que todos en el parque se den cuenta de que YO soy su hermano pequeño, YO soy “el plasta al que tiene que cuidar” que es lo que siempre dice  detrás de “Carlitos microbio y mierdecilla”, osea también YO. Pero aunque nadie me llame así, la verdad de la verdad es que me llamo Carlos y en algún sitio lo debe de poner porque en el cole el primer día cuando pasa lista el profe me llama así, y me lo llama, y me lo llama veces y veces, hasta que Sergio, que no sé si ya lo he dicho pero es el amigo que más ajunto, acaba dándome una colleja para me entere y conteste, porque me cuesta un montón de tiempo darme cuenta de que soy yo... pero ¡Vamos! Melchor que tú me puedes llamar como quieras que para eso eres Rey...
Rey Melchor te he puesto un “punto y aparte”, como dice mi profe, que es un “punto” que he aprendido hoy en mi cole, porque ya no sabía por donde me iba, a la yaya se le había quedado la dentadura enganchada al bocata de noci y no se podía separar... así un buen rato... hasta que he tenido que levantarme para ayudarla a desengancharse con mi superfuerza, le pasa mucho... Bueno pues que, me llamo Carlos y vivo aquí en el barrio de Canillas, te acordarás de mí porque todos los años yo soy el que más alto chilla “¡aquí, aquí...!” cuando pasáis en la cabalgata para que me tiréis un montón de caramelos... La yaya y yo llegamos muy pronto con el pan y la noci, nos sentamos en el borde y nos vamos comiendo el bocata hasta que oímos que venís... entonces corriendo llevo a la yaya a esconderse detrás de un coche y yo vuelvo corriendo a mi sitio, esto lo hacemos desde que a la yaya le pegaron un caramelazo bestial en toda la cara cuando gritaba bien alto “¡Aquí, aquí...!” y entonces desde que la operaron de cataratas dice que ella no puede arriesgarse... que ella es una abuela moderna pero que no está pa esos trotes de jugarse la poca vida que le queda en las cabalgatas... así que una vez que he escondido a la yaya bien escondida, me subo al bordillo y grito, grito, grito hasta el infinito... y cuando tengo las manoplas lleeeenas de caramelos, entonces, me vuelvo a buscar a la yaya y a casa que nos vamos los dos tan contentos comiendo caramelos mientras pensamos en todos los regalos que nos vais a traer...
Otra vez Rey Melchor he tenido que ponerte otro punto y aparte, al profe le va a molar cuando le cuente mañana todos los puntos y aparte que hoy puse; contándote lo de la cabalgata no me estaba dando cuenta de que empezaban “los dibus” que me gustan, y casi me los pierdo, pero ahora que ya han terminado voy a seguir, y pasemos a lo importante, osea todas las cosas que quiero que me traigáis: La videoconsola de Nintendo, otra “gameboy”, todos los “action man” nuevos de este año, los pokémon que me faltan (que ahora no me acuerdo pero como tu además de Rey eres sabio seguro que lo sabes),  un equipo completo de fútbol del Real Madrid (mi padre ya no nos deja ser del atleti), diez u once peonzas para que me duren hasta el año que viene cuando volváis, un estuche de tres pisos con pinturas, rotuladores, plasti y ceras, con muchas reglas, lápices, bolís, goma y saca; otro patinete porque Marcos después de romper el suyo, me rompió el mío (él dice que fue sin querer pero ¡ya...!); otro libro de “Harry potter” y el de la “peli” de “El señor de los anillos”; ...He parado un momento para preguntar a la yaya que sí me estoy pasando pidiendo y después de un rato luchando contra la dentadura y el bocata me ha revuelto el pelo y me ha dicho “Mira niño, porque la yaya también me llama niño, todos sabemos que los Reyes son Magos así que por poder, poder,  ppueden traer todo lo que se les pida, pero Matusalén a su lado... un muchacho. Que te quiero decir niño, que seguro que ya les va doliendo la espalda como a esos “carcas del hogar”, y tendrán la artrosis, y la reuma... así que a lo mejor no pueden con todo...” Mi yaya siempre habla muy claro, ella y yo nos entendemos bien, así que nada  Melchor yo sigo pidiendo y cuando os empiece a doler la espalda dejáis de meter cosas al saco. Sigo: Varios videojuegos para la Nintendo; otro Spiderman; las trampas del Spiderman; el auto de Spiderman, la bola mágica de Harry Potter, el castillo de Harry Potter... y de juguetes hasta que no echen en el buzón más catálogos ya no puedo pedir más...
Pero antes de terminar os tengo que poner lo de siempre, ya sabéis, quiero poder dormirme antes por las noches; en el techo de mi cuarto ya no caben más estrellas de esas que me pega mi madre para que cuente y venga el sueño, ya están todas ahí apelotonadas y aunque las pegamos con ese pegamento que pega hasta los dedos, hay tantas juntas que se despegan y toda la noche andan cayendo encima de la cama... como si lloviera, a lo primero mola, pero después ya... es un rollo. Además, la noche que le toca a Marcos hacerme compañía cada vez es peor... me ha dicho que Blancanieves ya se ha separado del príncipe y tiene otros novios, que el flautista tiene un montón de músicos que trabajan para él y ya ni tan siquiera tocan sino que hacen que tocan como en la tele, que el cerdito de los ladrillos ya tiene una “inmo no sé qué”, que dice que es una fábrica de hacer casas, y que se está forrando como el Cirilo, el del bar de enfrente... como es mayor sabe más de los cuentos, pero hasta que se cansa y dice que soy un plasta y que me duerma de una vez, se cabrea y termina contándome el de la “bella durmiente”, pero el de siempre, que sabe que no me gusta nada... y así hasta que al final se duerme y yo ¡hala! otra vez a contar las estrellas como todas las noches...
La única que no se queda dormida antes que yo, ni me acaba regañando, es la yaya que dice que como es mayor tampoco tiene sueño pero es que ya me sé de memoria toda su vida, todos los novios que tuvo, todos los bailes, todo... y aunque ella dice que me lo cuenta al oído para no despertar a nadie, como está un poco sorda empieza bajito, bajito, pero al final termina dando unas voces que se despierta hasta el vecino de al lado que empieza a aporrear la pared chillando: “!Coño abuela, ¿Otra vez con eso? Si aquellos pretendientes tendrán ya mil años, joder con la abuela que noche sí, noche no, la misma matraca”... por eso, Rey Melchor, hasta que por fin los médicos  encuentren la manera de que yo me pueda dormir por las noches como los demás, te pido otro año un poco más de sueño, un poco más solo, que yo creo que eso no ocupa mucho en el saco y casi no os va a pesar...
Y bueno, que nada más, hasta que piense más regalos no te vuelvo a escribir, tengo que acabar deprisa que otra vez a la yaya se le ha enganchado la dentadura en el bocata y está ahí saltando y saltando como una loca y aporreando en la mesa para separarse... Ya voooy yayaaaa... ¡menos mal que me tiene a mí! 
 
Adiós Rey,
Carlos, Carlitos o el niño.
©Rocío Díaz Gómez
 
 
 
#Cartas
#ReyesMagos
#Navidad

martes, 24 de diciembre de 2019

Feliz Navidad. "María" Relato de Rocío Díaz Gómez



Amigos del blog:

Feliz Navidad 2019

No se me ocurre felicitación más apropiada que regalaros esta carta de amor que me han premiado este año 2019 con el primer premio en el Certamen de Cartas de Amor de Covibar, en Rivas Vaciamadrid.

Deseo que disfruteis mucho de estos días navideños y que toda la paz del mundo esté dentro y fuera de vosotros.

Gracias por estar aquí.




María

Rocío Díaz

Querida María:


Te confieso que nunca soy más feliz que mediado el mes de enero, cuando ya definitivamente se dan por concluidos estos días de ajetreo y empacho, y nos quedamos solitos otra vez los de casa, los de la familia.  

Dirás que a medida que pasan los años me estoy volviendo más cascarrabias, y no te lo voy a discutir. Dirás también que me estoy volviendo más insociable, y mira si estaré contento, tacha que te tacha días en el recién estrenado calendario, que tampoco te lo voy a discutir. Porque seguramente tendrás razón, como la tienes siempre. Ya sabes que yo nunca fui tan bueno como lo eres y has sido tú. Bendita tú, bendita mía.

Yo estoy hecho de otra pasta, bien lo sabes. Y por más que pasen los años, nunca voy a entender este despliegue de luces de colores brillantes, ni recargadas guirnaldas. Pobres ojos nuestros, que sería de ellos de ser ciertos, las pupilas dilatadas y llorosos estarían con tanta luz, ahora roja, ahora verde, ahora parpadea, ahora no, a las que estamos tan desacostumbrados. 

Y por más que nieve sobre nosotros una navidad tras otra tampoco veo el sentido a colgar de los abetos, quiera Dios que sean artificiales y no naturales, tanta bola y tanto adornito engalanado de purpurina. Pobres árboles. Como ya no soporto, de veras que no soporto, el soniquete de los villancicos. Que vale, que sí, que al menos éstos tienen casi tantos años como nosotros, aunque sabes tan bien como yo, que en su origen no eran canciones de Navidad, sino que los eclesiásticos del momento aprovecharon los ritmos pegadizos de las canciones rurales de entonces, así como que fueran archiconocidas por todos, para divulgar con ellas su evangelio. Entiéndeme, que no me parece mal María, si fue para que la gente olvidara por unos días sus rencillas y cantaran codo a codo y en fraternidad. Pero es que son tan machaconas las melodías de los villancicos, pero tan machaconas, que me ponen un dolor de cabeza que parece que voy a estallar, acostumbrados como estamos a nuestros días silenciosos.

Ay María, si no fuera porque tú sigues a mi lado, yo de verdad que hay días de estas fechas que aprovecharía que Dios está contento y le tenemos cerca, para pedirle el milagro de hacerme desaparecer. Este tiempo me agota, que ya tengo una pila de años aunque por esas cosas de la Biblia la barba no se me ponga canosa jamás. Además son demasiadas horas a la intemperie, y estoy todo el santo día entelerido porque de noche apagan la calefacción y aquí nos dejan a los tres, aquí quedamos a punto de convertirnos en carámbanos, muy navideños sí, pero carámbanos al fin y al cabo. Son demasiadas horas también seguidas de pie derecho, por mucho que tenga el cayado para apoyarme. Se me duerme una pierna, y luego la otra, y con tanto querer despertarlas sin perder pie, un día voy a terminar cayéndome de bruces, rompiéndome en mil pedazos. Y mira si me rompo yo María, pues tal día hizo un año y ten por seguro que no tardarían en encontrarme repuesto, pero pensar que en la caída pudiera dañaros a ti o al crío, eso nunca me lo perdonaría, jamás de los jamases. 

Porque yo María si soy alguien es porque sigues a mi lado. Bien lo sé. Y el hombre más feliz que habita en esta tierra soy de tenerte y saberte cerca. Sueño con el momento, cada vez más cercano, en que nos devuelvan a la añorada penumbra de nuestra apretada caja. Allí juntitos los tres, cobijados otro año entero, arropados bajo el plástico de bolas con las que el crío se entretiene tanto mientras nosotros estamos a nuestras conversaciones, a nuestras cosas, las religiosas y las otras. 

Yo María si soy alguien es porque tú existes, con tu dulzura y tu bondad. Y déjame que te lo susurre en voz baja una vez más. Nunca le agradeceré lo bastante a Dios que te enviara conmigo, un carpintero cualquiera. Pero sobre todo nunca te agradeceré a ti que te quedaras conmigo, pobre mortal,  por los siglos de los siglos.

Bendita tú, Bendita María,
Tu José.





#Relatos Rocío Díaz
#Cartas de amor



domingo, 24 de noviembre de 2019

24 de noviembre.- "Una línea azul" Relato de Rocío Díaz




Una línea azul


La línea que separa la niñez del resto de mi vida es de color azul.

Del mismo tono de las prendas que nunca colorearán mi armario, esas que nunca colgarán de mis hombros destiñendo mi paso, ese azul de glaciar que emborronó mi principio y aborrezco.

Tenía ocho años y la certeza absoluta de que mi vida nunca cambiaría. Si acaso se salpicaría de saltos breves y alegres, remolinos en la corriente placida de aquellos días, probarse mil vestidos de comunión y asistir emocionada desde el otro lado de la pantalla al tortazo que después de cientos de capítulos al fin le daba Laura Ingalls a Nely Olesson. Cuando en el colegio las monjas comenzaron a preguntarme, comprendí que algo no iba bien, pero me acostumbre a disfrazar el escalofrío con que me encogía la pregunta con una sonrisa fugaz, dejando escapar un “bien, bien” educado y veloz que no diera lugar a más. Se me iban colando sin yo querer, se iban haciendo hueco en mi vida cambios que amenazaron nuestros días, que mi padre dejara de trabajar, que creciera la montaña de medicinas sobre la mesilla, que se sucedieran las visitas de compañeros y amigos. No quería enterarme, no quería saber por nada del mundo el final de esa película que no presentía feliz. 

Hasta que llegó el día que un inmenso vacío congeló el rumbo de mi brújula infantil, aquel noviembre se volvieron borrosas las coordenadas de nuestra vida y el azul de un montón de telegramas que nos envió la muerte fue entrelazándose en un cajón de la cómoda de mi madre, trazando una gruesa línea de separación.  
 

 La línea que separa la niñez del resto de mi vida es azul, azul telegrama, azul glaciar.



@Rocío Díaz Gómez

jueves, 21 de noviembre de 2019

Lectura Literaria Domingo 24 noviembre UNEE y Rascamán. El otoño



¿No os apetece un domingo distinto?

¿Un domingo otoñal que comience con una lluvia de letras?

Pues estás de enhorabuena. ¡Lo puedes conseguir!

Solo tienes que acudir este domingo,
 24 de noviembre, a las 11 horas
 a la Biblioteca Pública "Iván de Vargas"

Solo con ir, tendrás a tu disposición un montón de poemas y relatos muy cortos que caeran sobre tí, como un chirimiri de otoño, porque de eso se trata, de interiorizar el otoño, de degustar el otoño.

La Unión Nacional de Escritores de España, y la tertulia Literaria Rascamán tienen el gusto de invitarte a su Recital conjunto. 

Venga, no hagas pereza, hazte un favor, vive algo distinto, algo que será bueno para tu espíritu, y hará que vivas el otoño con mayúsculas.

Estaremos encantados de verte.


domingo, 17 de noviembre de 2019

Lectura de la tertulia Rascamán en Colmenar Viejo - Noviembre 2019. Reseña y lectura de mi microrrelato

Tertulia Literaria Rascamán: De izda a derecha. Javier Díaz Gil, Juan Antonio Arroyo, María Jesús Briones, Juan Calderón, José León, Juan Antonio Carmona, Mariana Feride, Ignacio Ferreras, Ana González, Cinta Guil, Juan Antonio Criado, Carmen Padín, Alberto Ramos, Rocío Díaz y Juan B. Raña.


Si no fuera por un jovenzuelo de 83 años llamado Aureliano Cañadas que siempre anda trasteando e inventando aventuras literarias, si no fuera por un coordinador de tertulia llamado Javier Díaz, paciente hasta el infinito, a quien todos seguimos como niños al lider de la panda, los tertulianos de Rascamán seguramente no andariamos siempre montando exposiciones en torno a la literatura y llevándola después por los pueblos que rodean Madrid.

Y si no fuera porque mis compañeros y yo somos mansos cuando aquellos dos nos embarcan en sus aventuras, yo no sabría lo que es respirar complicidad y disfrutar de veras buscándole los tres pies al gato de la literatura y las imágenes, de la poesía visual y el relato.

Este mes de noviembre del año 2019, tenemos en marcha en Colmenar Viejo, la exposición "Recoger el guante" donde hemos sacado punta a nuestra imaginación, y a partir de un guante perdido (de muchos guantes perdidos que fue recogiendo Aureliano por la calle) hemos inventado cuentos, poemas y cuadros. 

También en noviembre, el primer viernes laborable de mes, fuimos a inaugurar la exposición y a leer nuestros textos ante a quién quiso o pudo venir a escucharnos. 

Y allí nuestro público local y nosotros disfrutamos con mayúsculas de la creación literaria, disfrutamos de esta pasión por las letras que nos une y nos diferencia.

Un millón de gracias a el poeta Aureliano Cañadas, compañero e inventor de trastadas literarias. 
Un millón de gracias a mi maestro, coordinador de la tertulia, y muy buen amigo que nos lleva por el camino de la disciplina y el tesón. 
Y por supuesto mil gracias a mis compañeros tertulianos que me hacen la tarea ardua de escribir muchísimo más rica y amena.



Rocío Díaz en la Lectura Inauguración exposición "Recoger el guante" Colmenar 2019


Os dejo con el momento en que leí mi microrrelato. El vídeo lo hizo Piluca Martínez de Velasco. ¡¡Muchas gracias Piluca!!





Tertulia literaria Rascamán noviembre 2019 Colmenar Viejo

sábado, 6 de abril de 2019

Lectura "Cuenta conmigo" de Javier Díaz y Rocío Díaz en el Café María Pandora


No caben en un puñado de fotos y vídeos lo que fue la tarde de aquel lunes 1 de abril.

No cabe el sentimiento de gratitud para con todos los que nos acompañaron, no cabe su silencio al escucharnos, su atención, ni por supuesto sus risas.

Tampoco cabe la complicidad con el mejor profesor del mundo, el mejor compañero de lecturas. 

Gracias a María Pandora por poner a nuestra disposición sus colores, su ambiente de biblioteca y café, el mejor marco para nuestras historias y versos.

Gracias, gracias y gracias a todos por hacernos más felices.























#Café María Pandora
#Javier Díaz Gil
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#Poesía y relatos