5 de enero otra vez. Mi noche preferida. La noche más mágica del año.
Como hoy los protagonistas son los niños, os voy a dejar con uno de ellos. Se llama Carlitos y escribe una carta a los Reyes Magos.
Como hoy los protagonistas son los niños, os voy a dejar con uno de ellos. Se llama Carlitos y escribe una carta a los Reyes Magos.
Mi Carlitos como es de papel no crece, vive eternamente en el año 2003 que fue cuando le inventé y cuando a su vez él inventó esta carta. Pero eso es lo que pasa con los niños de papel que no crecen y siguen pidiendo regalos que se pasaron de moda.
No es la primera vez que la pongo en el blog, pero yo la tengo cariño porque fue premiada con el Accesit esa navidad en el V Certamen de Relatos Breves de Navidad de Navalmoral de la Mata. Y gracias a eso, fuí por primera vez a ese pueblo. Y recuerdo que fue una entrega de premios muy especial donde me recibieron con mucho cariño. Luego por esas cosas de la vida he vuelto alguna que otra vez más también por premios literarios, y su recibiendo ha sido siempre inmejorable.
No es la primera vez que la pongo en el blog, pero yo la tengo cariño porque fue premiada con el Accesit esa navidad en el V Certamen de Relatos Breves de Navidad de Navalmoral de la Mata. Y gracias a eso, fuí por primera vez a ese pueblo. Y recuerdo que fue una entrega de premios muy especial donde me recibieron con mucho cariño. Luego por esas cosas de la vida he vuelto alguna que otra vez más también por premios literarios, y su recibiendo ha sido siempre inmejorable.
Desde el punto de vista de la creación literaria, ahora la releo y cambiaría
muchas cosas. Muchísimas. Normal, han pasado bastantes años desde
que la escribí.
Pero se merece, porque me trajo muy buenos momentos, que la deje tal como fue.
Felices Reyes a todos, toditos, todos. A los que son niños por dentro y por fuera, y a los que son niños siempre por dentro.
Pero se merece, porque me trajo muy buenos momentos, que la deje tal como fue.
Felices Reyes a todos, toditos, todos. A los que son niños por dentro y por fuera, y a los que son niños siempre por dentro.
Que los Reyes os traigan salud y muchos momentos de pura ilusión.
Querido Melchor...
Madrid, 5 de diciembre de 2003
Querido Rey Melchor,
Yo no sé sí tu existes o no existes, como tampoco sé sí existen los
otros Reyes, o si existe el Ratoncito Pérez, pero ahora les ha dado a
los de mi clase por decir que a lo mejor no existes... yo no sé... pero
como dice mi amigo Sergio “existáis o no existáis lo que sí que existen
son los regalos” así que como Sergio es el amigo al que más ajunto del
mundo entero, yo me fío y por si
acaso os mandaré otro año la carta... Además, que se lo cuento a la yaya
que todos los años se sienta conmigo a escribir a San Pancracio “a
ver si nos toca la lotería de Navidad” y dice que ella no va a dejar de
escribir a su Santo digan los compis del “hogar” lo que digan, así
que yo igual, digan los de clase lo que digan, te escribo... Y aquí
estamos los dos “la yaya” y yo merendando pan con nocilla y pensando qué
poner, la yaya dice que lo primero
es lo primero, y que antes de nada hay que ser educados y decir quiénes
somos. Me llamo Carlos Hernando Rejas y mi yaya se llama Ernestina
Pérez Sánchez, aunque todo el mundo la llama La Tina, como a mí que me
llamo Carlos pero en casa soy “el niño” porque cuando llega mi padre
siempre pregunta “Y el niño... ¿qué ha roto hoy?” y mi hermana la mayor
dice... “Niñoooo, que la carne de burro no es transparente...” y mamá
cuando me abraza dice ¡Ay... el niño de la casa...! así que para todos
soy “el niño”. Bueno para todos menos
para mi hermano Marcos, que tampoco me llama Carlos, sino Carlitos, con
esa “i” de “microbio” y “mierdecilla” que dice siempre detrás de
Carlitos cuando me llama a grito pelao para que todos en el parque se
den cuenta de que YO soy su hermano pequeño, YO soy “el plasta al que
tiene que cuidar” que es lo que siempre dice detrás
de “Carlitos microbio y mierdecilla”, osea también YO. Pero aunque
nadie me llame así, la verdad de la verdad es que me llamo Carlos y en
algún sitio lo debe de poner porque en el cole el primer día cuando pasa
lista el profe me llama así, y me lo llama, y me lo llama veces y
veces, hasta que Sergio, que no sé si ya lo he dicho pero es el amigo
que más ajunto, acaba dándome una colleja para me entere y conteste,
porque me cuesta un montón de tiempo darme cuenta de que soy yo... pero
¡Vamos! Melchor que tú me puedes llamar como quieras que para eso eres Rey...
Rey Melchor te he puesto un “punto y aparte”, como dice mi profe, que es
un “punto” que he aprendido hoy en mi cole, porque ya no sabía por
donde me iba, a la yaya se le había
quedado la dentadura enganchada al bocata de noci y no se podía
separar... así un buen rato... hasta que he tenido que levantarme para
ayudarla a desengancharse con mi superfuerza, le pasa mucho... Bueno
pues que, me llamo Carlos y vivo aquí en el barrio de Canillas, te
acordarás de mí porque todos los años yo soy el que más alto chilla
“¡aquí, aquí...!” cuando pasáis en la cabalgata para que me tiréis un
montón de caramelos... La yaya y yo llegamos muy pronto con el pan y la
noci, nos sentamos en el borde y nos vamos comiendo el bocata hasta que
oímos que venís... entonces corriendo llevo a la yaya a esconderse
detrás de un coche y yo vuelvo corriendo a mi sitio, esto lo hacemos
desde que a la yaya le pegaron un caramelazo bestial en toda la cara
cuando gritaba bien alto “¡Aquí, aquí...!” y entonces desde que la
operaron de cataratas dice que ella no puede arriesgarse... que ella es
una abuela moderna pero que no está pa esos trotes de jugarse la poca
vida que le queda en las cabalgatas... así que una vez que he escondido a
la yaya bien escondida, me subo al
bordillo y grito, grito, grito hasta el infinito... y cuando tengo las
manoplas lleeeenas de caramelos, entonces, me vuelvo a buscar a la yaya
y a casa que nos vamos los dos tan contentos comiendo caramelos
mientras pensamos en todos los regalos que nos vais a traer...
Otra vez Rey Melchor he tenido que ponerte otro punto y aparte, al profe
le va a molar cuando le cuente mañana todos los puntos y aparte que hoy
puse; contándote lo de la cabalgata no me estaba dando cuenta de que
empezaban “los dibus” que me gustan, y casi me los pierdo, pero ahora que ya han terminado voy a seguir, y pasemos a lo importante, osea
todas las cosas que quiero que me traigáis: La videoconsola de
Nintendo, otra “gameboy”, todos los “action man” nuevos de este año, los
pokémon que me faltan (que ahora no me acuerdo pero como tu además de
Rey eres sabio seguro que lo sabes), un
equipo completo de fútbol del Real Madrid (mi padre ya no nos deja ser
del atleti), diez u once peonzas para que me duren hasta el año que
viene cuando volváis, un estuche de tres pisos con pinturas,
rotuladores, plasti y ceras, con muchas reglas, lápices, bolís, goma y
saca; otro patinete porque Marcos después de romper el suyo, me rompió
el mío (él dice que fue sin querer pero ¡ya...!); otro libro de “Harry
potter” y el de la “peli” de “El señor de los anillos”; ...He parado un
momento para preguntar a la yaya que sí me estoy pasando pidiendo y
después de un rato luchando contra la dentadura y el bocata me ha
revuelto el pelo y me ha dicho “Mira niño, porque la yaya también me
llama niño, todos sabemos que los Reyes son Magos así que por poder,
poder, ppueden traer todo lo que se
les pida, pero Matusalén a su lado... un muchacho. Que te quiero decir
niño, que seguro que ya les va doliendo la espalda como a esos “carcas
del hogar”, y tendrán la artrosis, y la reuma... así que a lo mejor no
pueden con todo...” Mi yaya siempre habla muy claro, ella y yo nos
entendemos bien, así que nada Melchor
yo sigo pidiendo y cuando os empiece a doler la espalda dejáis de meter
cosas al saco. Sigo: Varios videojuegos para la Nintendo; otro
Spiderman; las trampas del Spiderman; el auto de Spiderman, la bola
mágica de Harry Potter, el castillo de Harry Potter... y de juguetes
hasta que no echen en el buzón más catálogos ya no puedo pedir más...
Pero antes de terminar os tengo que poner lo de siempre, ya sabéis,
quiero poder dormirme antes por las noches; en el techo de mi cuarto ya
no caben más estrellas de esas que me pega mi madre para que cuente y
venga el sueño, ya están todas ahí apelotonadas y aunque las pegamos con
ese pegamento que pega hasta los dedos, hay tantas juntas que se
despegan y toda la noche andan cayendo encima de la cama... como si
lloviera, a lo primero mola, pero después ya... es un rollo. Además, la
noche que le toca a Marcos hacerme compañía cada vez es peor... me ha
dicho que Blancanieves ya se ha separado del príncipe y tiene otros
novios, que el flautista tiene un montón de músicos que trabajan para él
y ya ni tan siquiera tocan sino que hacen que tocan como en la tele,
que el cerdito de los ladrillos ya tiene una “inmo no sé qué”, que dice
que es una fábrica de hacer casas, y que se está forrando como el
Cirilo, el del bar de enfrente... como es mayor sabe más de los cuentos,
pero hasta que se cansa y dice que soy un plasta y que me duerma de una
vez, se cabrea y termina contándome el de la “bella durmiente”, pero el
de siempre, que sabe que no me gusta nada... y así hasta que al final se duerme y yo ¡hala! otra vez a contar las estrellas como todas las noches...
La única que no se queda dormida antes que yo, ni me acaba regañando, es
la yaya que dice que como es mayor tampoco tiene sueño pero es que ya
me sé de memoria toda su vida, todos los novios que tuvo, todos los bailes, todo... y aunque ella dice que me lo cuenta al oído para no despertar a nadie, como
está un poco sorda empieza bajito, bajito, pero al final termina dando
unas voces que se despierta hasta el vecino de al lado que empieza a
aporrear la pared chillando: “!Coño abuela, ¿Otra vez con eso? Si
aquellos pretendientes tendrán ya mil años, joder con la abuela que
noche sí, noche no, la misma matraca”... por eso, Rey Melchor, hasta que
por fin los médicos encuentren la
manera de que yo me pueda dormir por las noches como los demás, te pido
otro año un poco más de sueño, un poco más solo, que yo creo que eso no
ocupa mucho en el saco y casi no os va a pesar...
Y bueno, que nada más, hasta que piense más regalos no te vuelvo a escribir, tengo que acabar deprisa que
otra vez a la yaya se le ha enganchado la dentadura en el bocata y está
ahí saltando y saltando como una loca y aporreando en la mesa para
separarse... Ya voooy yayaaaa... ¡menos mal que me tiene a mí!
Adiós Rey,
Carlos, Carlitos o el niño.
©Rocío Díaz Gómez
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