Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

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martes, 17 de enero de 2023

17 de enero: San Antón.

 


 


Hoy, 17 de enero, los protagonistas eran ellos.
Y allí estaban, esperando pacientemente su turno en la cola para entrar en la Iglesia.
Casi quietos, mirando todo con interés, reconociendo a sus iguales, oliéndose los unos a los otros, quizá incluso hasta saludándose, sin perder ni aplomo ni tranquilidad.
Era su día.
¿Lo sabrían?

Cuentan que en una ocasión a San Antonio Abad se le acercó una jabalí con sus jabatos y el santo los curó. Por ello, siempre se le representa con unos cerdos.
San Antón, patrón de los animales, en la Iglesia de Madrid que lleva su nombre, les bendice cada 17 de enero. Según la tradición, de esta manera se da a los animales salud y protección para el año que acaba de llegar.

¡Y cuánto de animal llevamos dentro! 

Así que yo también he ido.
Por si acaso.





 


viernes, 19 de agosto de 2022

"101 curiosidades del Madrid de los Borbones" de Ángel Sánchez Crespo

 


Siempre me gusta mucho leer libros sobre Madrid. 

Son éstos, más los ensayos sobre literatura o similares o los libros ilustrados, los que siempre me termino comprando en papel. Mientras que las novelas las suelo leer en el libro electrónico, porque si no, como me decía mi madre, me tendré que ir de casa un dia para dejarle sitio a los libros.

Os quería contar que hablando de los de Madrid, siempre tengo alguno al retortero, el último que he alternado con la novela que me estaba leyendo, ha sido "101 curiosidades del Madrid de los Borbones". 

Cómo podéis imaginar el libro, de 266 páginas, nos cuenta de ese Madrid que fue creándose mientras reinaba la dinastía de los Borbones, a raíz de la muerte de Carlos II el Hechizado, el último Austria que reinó. Por lo tanto es un libro donde se va relacionando la historia de ese período con Madrid y su transformación.

Está dividido en diez capítulos que se van correspondiendo con los cambios políticos que hubo entonces: Felipe V, Fernando VII, Carlos III, Carlos IV, José I, otra vez Fernando VII, Regencia de María Cristina y reinado de Isabel II, Amadeo de Saboya y la I República, Alfonso XII y el último: Regencia de María Cristina y reinado de Alfonso XIII. 

 Dentro de cada uno de sos capítulos nos va contando algunos hitos históricos, arquitectónicos, literarios, sociales y demás que son más significativos de ese tiempo.

También atiende a las personas  y nos habla por tanto, no solo de Reyes, sino también de otros ilustres del momento o personajes famosos por alguna razón aunque sea por haber sido un bandolero como Luis Candelas o la primera estafadora piramidal, Baldomera Larra, hija del escritor Larra, a quién por cierto le dedica otro capítulo con motivo de su sonado suicidio. Aunque además, aborda, por supuesto, la creación de importantes instituciones como la Real Academia de la Lengua, la Real Fábrica de los Tapices, el primer Jardín Botánico... o la Institución Libre de Enseñanza. O incide en edificios emblemáticos por otras razones como la Puerta de Alcalá, la Almudena, y esos otros que volvieron a Madrid una ciudad mucho más bella en su fisonomía.

Es un libro muy ameno, escrito a modo de pequeñas píldoras encabezadas por una ilustración.

Está escrito, ya lo veis, de forma cronólogica y es muy fácil de leer y de seguir. Muy instructivo, pero no sesudo ni demasiado profundo. Es divulgativo, para que conozcamos hechos importantes, o si ya los sabíamos para que los recordemos, como por ejemplo la llegada del cine, el metro, los táxis. O también nos cuenta importantes reveses como la gripe del 1918. 

De vez en cuando tengo que volver a estas lecturas, porque yo no sé si os pasará a vosotros, pero pasado un tiempo se me empiezan a olvidar datos o detalles, y empiezan las dudas. Así que tengo que refrescar la memoria a menudo. Cada vez más a menudo... 

Este libro me lo estuve leyendo en julio, y ganas me dan de volvérmelo a leer otra vez. Buf, las cabezas... Ojalá tuviera más memoria.


sábado, 7 de mayo de 2022

El Madrid que duerme bajo nuestros pies II. Museo de la estación de metro de Gran Vía de Madrid

 


Dice mi blog que os debo una entrada. Que no tarde en hacerla o ya no tendrá mucho sentido. 

Dice mi blog que no sea perezosa, que me ponga a ello ahora mismo. 

 Dice que la idea era hacer dos entradas bajo el epígrafe. "El Madrid que duerme bajo nuestros pies". Una de ellas dedicada al Museo del Metro que está en la estación de Ópera, y otra entrada dedicada al Museo de la estación de Gran Vía. Que eso fue lo que dije y que ahora no tengo que echarme atrás.

 Ayer hicimos la primera:

 https://rociodiazgomez.blogspot.com/2022/05/el-madrid-que-duerme-bajo-nuestros-pies.html

Y hoy toca la segunda.

 Dice, dice, dice... los blogs se pueden poner muy insistentes.

 

 

Así que habrá que obedecer al blog y que se calle. ¿No?

Pues retomando la entrada anterior, decíamos que con las obras del metro salen a la luz vestigios del Madrid pretérito. Hace nada han estado remodelando la estación de metro de Madrid de la Gran Vía. Pertenece a la línea 1, la primera que inauguró Alfonso XIII, así que la verdad es que ya debía necesitarla.

El caso es que lo primero que hicieron fue volver a situar en su sitio original la réplica del templete exterior. Que la verdad, ha quedado bien chulo.

Pero lo que yo os quería contar es que cuando estuvieron con las obras de remodelación del acceso y vestíbulo, que se demoraron bastante, han dado con recuerdos del Madrid del pasado, un Madrid de calles estrechas donde había casas de hospedaje y tabernas, había librerías de viejo y casas de alterne. Un Madrid anterior a la Gran Vía y a la llegada del Metro. 

Todos los vestigios de aquel Madrid más los restos de la antigua estación de metro de Gran Via son los que se pueden visitar en este pequeño Museo gratuito, como todos los del Metro, que encontramos dentro de esta estación. 

Podemos ver un montón de botellas de la Casa de Astrearena que era una taberna que se construyó en el siglo XVIII, así como muchas monedas del año mil ochocientos y pico.

 


 


 Por otra parte se han encontrado muchos utensilios de una antigua botica de la calle Montera núm. 19 que data del 1731. En la parte de detras se reunía una tertulia que fue el embrión de la Real Casa de Medicina.



 

Y corriendo el tiempo, en el año 1917 se comienzan los trabajos de construcción de la línea 1 del metro de Madrid, que iba desde Cuatro Caminos hasta Sol, con un total de 8 estaciones que se podían recorrer en 10 minutos. 

Antonio Palacios fue el encargado del diseño y el proyecto. De Antonio Palacios, ya hemos hablado en el blog, de él tenemos por Madrid muchos edificios preciosos: El de Correos, el de Jornaleros de Maudes...

 

En este caso concreto, como el metro estaba tan profundo se instaló un ascensor al que se podía subir por 5 céntimos. En la parte de fuera se instalaron unos templetes de granito, hierro y cristal, semejantes a la réplica que ahora se puede admirar. Dentro, en el acceso, los vestíbulos y pasillos, como todo era más bien oscuro, se colocaron azulejos de color blanco, con una cenefa de color cobalto.

Y ahora, junto a los restos de siglos anteriores, también podemos ver restos de aquel primer metro: Parte del ascensor, los peldaños con la publicidad de entonces, o un escudo con el oso y el madroño pero colocados al revés.





 


Todos estos Museos del Metro, el del que hablamos en la anterior entrada de Ópera, éste de Gran Vía, el andén 0 de Chamberí, los vestíbulos o la Nave de Motores de Pacífico, son muy interesantes y son gratuitos. 

Si pasáis por allí, y no vais corriendo como vamos normalmente todos, acercaos, merecen la pena.


#metro

#Madrid

 

 

viernes, 6 de mayo de 2022

El Madrid que duerme bajo nuestros pies I. Museo de la estación de metro de Ópera

 



Hace cerca de un mes, el pasado 13 de abril, escribí una entrada que titulé "El Madrid que pisamos":

https://rociodiazgomez.blogspot.com/2022/04/el-madrid-que-pisamos.html

 

Quizá ahora tocaría titular ésta "El Madrid que duerme bajo nuestros pies". 

Ya no vamos a hablar de las placas que nos vamos encontrando a nuestro paso, sino de lo que el tiempo, y nuestras obras, han ido dejando debajo y debajo y debajo del asfalto y las aceras porque las que caminamos.

Las obras del Metro de Madrid de vez en cuando saca a la luz restos y signos de aquel Madrid pretérito.

Y podemos imaginar como bajo el asfalto, hubo calles empedradas surcadas de vías de tranvía que podemos ver en las fotos en blanco y negro; o retrocedemos un poco más e imaginamos que debajo de éstas aún permanecen las calles estrechas de tierra aún sin empedrar, y todavía más abajo se quedó el cauce de algún arroyo entre barrancos y vertederos. 

 

Las excavaciones arqueológicas de la Plaza de Ópera de Madrid, fruto de la remodelación de la plaza y del metro, sacaron a la luz en el año 2009 unos restos muy importantes relacionados con el agua de Madrid. Ahora nos parece que siempre ha existido, pero hubo un Madrid antes del Canal de Isabel II. 

Pues bien se puede ver en el Museo que se creó en la estación del metro de Ópera (a unos ochos metros de profundidad): parte de La Fuente de los Caños del Peral, construida por Felipe II en 1565, cuando se trajo la Corte a Madrid. Muy cerca también estaba un gran lavadero que utilizaba el agua sobrante de los Caños.

 

En realidad la fuente existía desde mucho antes, quizá desde época árabe. Entonces por esta zona discurría el arroyo del Arenal (de ahí lo de calle Arenal) que confluía aquí con el de Santo Domingo y otros arroyos menores. 

Como os decía, en época de los Austrias en esta Plaza de Ópera se reunían los aguadores y las lavanderas. Pero llegó el siglo XIX y se construyeron las Plazas de Oriente y la de Isabel II, con su Teatro Real. ¿Y que pasó con la fuente? Pues que, menos mal, que no se la  cargaron sino que la dejaron debajo. 

¿Os imaginais presenciar este descubrimiento?

 

Por eso durante las excavaciones pudieron recuperarla, juntos a restos de la alcantarilla del Arenal, que se construyó para canalizar las aguas del arroyo del Arenal y las basuras que tiraban a éste por aquel entonces; y también parte del Acueducto de Amaniel, que se construyó a principios del siglo XVII y formó parte del Viaje de agua del Palacio o de Amaniel. Este Viaje procedía de la Dehesa de la Villa y surtía al Alcázar y las casas de alrededor. Su función era salvar el barranco que el arroyo del Arenal excavaba en la plazuela de los Caños del Peral.


 


 Este Museo tuve la suerte de visitarlo el pasado febrero con mis compañeros de literatura, y quedamos muy agradecidos a un trabajador del metro, muy conocedor de este tema y escritor, que nos lo explicó muy bien. 

Os iba a hablar de otro lugar parecido, pero lo dejamos para la siguiente entrada.


Esta foto me la ha cedido Piluca Martínez de Velasco.



miércoles, 13 de abril de 2022

El Madrid que pisamos

 


 

 Comenzaba diciendo la "Fábula de los tres hermanos", una canción de Silvio Rodríguez que yo escuchaba mucho:

De tres hermanos, el más grande se fue
Por la vereda a descubrir y a fundar
Y para nunca equivocarse o errar
Iba despierto y bien atento a cuando iba a pisar
 
De tanto, en esta posición, caminar
Ya nunca el cuello se le enderezó
Y anduvo esclavo ya de la precaución
Y se hizo viejo queriendo ir lejos
Con su corta visión
 
Eh-eh-eh, eh-eh-eh
Ojo que no mira más allá no ayuda al pie
Uh-uh-uh, uh-uh-uh
Óyeme esto y dime, dime lo que piensas tú

 ...

Siempre me acuerdo de ella, cuando voy por Madrid bien atenta a cuanto voy a pisar y, de pronto, me sorprende ese "otro" Madrid tan importante que está escrito en sus aceras, y en sus baldosas.

Hay muchas lecturas de nuestra ciudad.

El Madrid escrito en su suelo nos enseña de su pasado y de su presente. Y a veces uno va por vida tan ensimismado que ni se da cuenta. 

 

 


 En la Plaza de los Carros, por la Latina, puedes tropezar con esta chapita que te muestra un quanat, o canalización de agua de origen islámico, descubierto a principios de los 80 en una excavación arqueológica. El viaje, de unos 10 metros de largo no está abierto al público por diverdas cuestiones, entre ellas la de la conservación. 

Es la construcción hidráulica más antigua que tenemos. Después vendrían "los viajes del agua" famosos que abastecieron de agua a Madrid, hasta la creación del Canal de Isabel II.

La chapita nos habla del Madrid islámico, de nuestro patrimonio cultural. 

 

 

 


Hay otro Madrid que nos recuerda a algunas de las víctimas españolas de los campos de concentración nazi. Son otras pequeñas chapas de bronce, esta vez cuadradas, que colocaron en los barrios de Chamberí o Tetuán delante de las casas donde residieron estos españoles.

En calles como Espronceda, Bravo Murillo, Viriato, Ponzano, Virtudes o Franco Rodríguez las podemos ver. Pertenecen todas a un proyecto de nombre enrevesado "Stolpersteine" que quiere decir justo eso: "una piedra en el camino que puede hacer tropezar".





Otro homenaje de la ciudad que descubrimos si vamos "atentos a cuánto íbamos a pisar" como el protagonista de la canción de Silvio, son las placas con las que el Ayuntamiento homenajeó a los comercios centenarios de la capital.

Esta vez se trata de una placa rectangular más grande que las anteriores que se coloca delante del establecimiento, con un diseño del artista Antonio Mingote, el año y el nombre del comercio.  Hay muchas en la Plaza Mayor y en sus alrededores. Sobre todo, claro, por el centro de Madrid.





Y por último os traigo otras placas, esta vez circulares y más grandes aún, que podemos ver a lo largo de Madrid Rio, según vamos paseando.

En ellas nos van diciendo la distancia kilométrica MADRID RIO (2,30) desglosada en kilómetros y la distancia al Nacimiento o desembocadura del rio Manzanares. 


No son las únicas señales o huellas que hay que ir descubriendo bajo nuestras pisadas. Hay muchos más tesoros que hallar a cada paso que damos por este Madrid infinito. 

Y yo no quiero perdérmelos. Aunque como decía Silvio Rodríguez tenga que tener cuidado para no dejar de enderezar mi cuello, no vaya a quedarme para siempre "esclava de la precaución". 

 

Seguid escuchando la canción, y viendo el destino de cada hermano para ir por la vida.


 



viernes, 4 de marzo de 2022

Jaume Plensa en Madrid.

 

Julia llegó como una viajera más, y sin embargo se ha ido quedando cada vez más tiempo. 

Ahora dicen que hasta diciembre de este 2022. Pero ¿quién sabe?

A Madrid le gusta Julia.

Julia es tranquilidad que emana del centro del bullicio. Situada en la Plaza de Colón, a su alrededor no se interrumpe nunca el ruido de coches, de voces, de pasos, más ella permanece concentrada, reflexiva, contemplándose hacia dentro, ajena al caos, regalándonos paz.

 

Isabella, es más pequeña, más discreta, pero también, con sus ojos cerrados, la niña Isabella nos transmite quietud. 



 

Se paró ante un edificio de la Castellana, y ahí medita. Ahí también tropiezas con ella casi sin darte cuenta.

Isabella silenciosa, serena, te regala una sonrisa sin proponérselo, cuando tú te alegras de descubrirla.

Y te sorprende, te paras, la contemplas y una alegría diminuta se te cuela dentro.

 

También a Madrid le creció otro árbol que también se apellida Plensa, como Julia, como Isabella. 

No es blanco, no tiene cara, ni los ojos cerrados. Pero también te sorprende. 

"El árbol de la vida" está en la plaza de Los Sagrados Corazones, dónde si no.



 Las letras se van entrelazando a medida que ascienden, encajándose unas en otras y otras y otras, hasta ir formándole un tronco blanco que culmina en un corazón rojo.

Memoria y reconocimiento de los sanitarios fallecidos en el ejercicio de su profesión durante la pandemia por Covid-19.

A este árbol siento que le faltan los ojos cerrados, le falta el sosiego que sin querer se les escapa a las mujeres, a Julia, a Isabella. Pero ha germinado de un buen motivo.

 

Todos le vienen bien a esta ciudad.

 

Madrid se piensa con Plensa. 

Y Plensa nos sosiega a Madrid.


viernes, 21 de enero de 2022

El o los osos (u osas) y el madroño

 


De vez en cuando Madrid se llena de nuevos habitantes.
Llegaron vacas, me encantaban las vacas; luego aparecieron las meninas, y bueno algunas tenían su aquel... 

Ahora tenemos osos y madroños.
¡Ah! que dicen algunos que son osas, no osos.

Y dicen también que el genuino acaba de cumplir 55 añitos. ¡Muchas felicidades!


En cualquier caso, los nuevos, han llegado como homenaje a figuras destacadas en la lucha contra la pandemia de Covid-19.

Y 40 ejemplares que tenemos salpicando las aceras y las esquinas. Pero no estarán demasiado tiempo.

Que te gusten más o menos, que pienses que es un dinero bien gastado o no, que te de por fotografiarlos o criticarlos eso ya...

¡Ay mi querido Madrid!

 

 

 




 


domingo, 19 de diciembre de 2021

"La cabina" .- Homenaje en Madrid

 

 

Anda, vamos, le dije, es una novedad y es curioso. Si ya no da miedo, dije también, tomando su mano invisible, antes de echar a andar con ella. Y allá que fuimos las dos.

Y volvimos a ver aquella cabina. Aquella que vió de pequeña en la tele en blanco y negro, donde salía esa escena de muchos camiones llevándose cabinas con personas dentro, personas desesperadas porque no conseguían salir. Aquella escena que nunca se le olvidaría.
Ahora es un monumento que han inaugurado en una plaza céntrica de Madrid.

Estás muy callada ¿Te ha gustado? le pregunté a la vuelta de la excursión. Es como cerrar un círculo ¿no crees? Ella me miró con los mismos ojos que tenía yo entonces, y solo contestó: 

Pero ¿Y el señor que estaba dentro?





lunes, 6 de diciembre de 2021

Cuarenta metros de ilusión - Cortylandia

 


Ya estamos aquí.

Y aunque solo duraremos unas semanas en la misma calle de siempre, llevan todo un año inventándonos.

Al principio solo fuimos una idea, una entre muchas. Después nos eligieron y nos reinventaron en 3D.

Somos cuarenta metros de ilusión con forma de muñecos animados de madera con inspiración alemana. Y aunque somos de mentira, seremos más verdad que la más auténtica de las realidades

Tampoco somos ni los primeros, ni los últimos de nuestra especie. Ni pretendemos ser más especiales de lo que ya somos. Sabemos que formamos parte de una larga estirpe de Cortylandias. Desde aquel lejano año 1979 en el que llegamos por primera vez a Sol, con una cancioncilla bajo el brazo que inventó el mismo autor de la famosa “Gavilán y paloma”. Y como los mayores de entonces no olvidarán nunca la legendaria voz de Pablo Abraira entonándola a plena pulmón, así aquellos pequeños de los 70 nunca lograremos sacar de nuestras cabezas la musiquilla de “Cortylandia, cortylandia, vamos todos a cantar…”.

No podíamos faltar dos años seguidos. No importa quién nos inventara ni para qué. Ya formamos parte de la tradición navideña.

Un año más, volveremos a sonar sobre la algarabía de voces, volveremos a movernos sobre los pompones de los gorros de lana y brillaremos frente a la mirada ilusionada e infantil de los protagonistas de estos días.

 

Ya estamos aquí. ¿No te alegras?