Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

sábado, 19 de agosto de 2023

19 de agosto. Día Mundial de la Fotografía. La primera y la última de tu vida

 


Hoy 19 de agosto es el Día Mundial de la Fotografía.

Lo celebramos hoy porque hace muchos 19 de agosto, exactamente en el de 1839, Luis Daguerre presentó ante la Academia de Ciencias de Francia su ultimo invento: el daguerrotipo, que permitía capturar una imagen a través de un proceso químico.

A partír de ahí nació la fotografía.

Como a ti te encanta este arte querías celebrarlo de alguna forma. Y te ha sido tan, pero tan, díficil elegir: o alguna foto suelta para hacerlo, o alguna exposición de fotografía de las que has asistido, que al final has decidido que, y a modo de particular celebración, les ibas a prestar dos fotos propias.

Por un lado, la que creías que es una de tus primeras imágenes, al menos no encontraste ninguna otra que puedas saber con seguridad que sea anterior. Tienes otras de pequeñita pero crees que son posteriores. Para que no digan que eres egocéntrica, has elegido precisamente ésta porque además de ser la primera, lo cierto es que muy favorecida no has salido, pero en cambio te hace mucha gracia. Es de tu bautizo, ¿qué quieres? si debían acabar de salpicarte de agua bendita a traición.

Y por otro lado, elegiste la última foto en la que has salido. Es una foto de anoche mismo, 18 de agosto de 2023, tomando algo en una terracita con tus compinches, con tus amigos de alma, a quiénes has pedido permiso previamente para colgarla aquí. Son Paloma y Alain. No es la gran fotografía, no es de concurso ni mucho menos, es espontánea, es de las que cuentan historias, de las que más te gustan.

Te pasas la vida haciendo fotos, y a tu padre le gustaba mucho también, así que tienes muchos álbumes y fotos sueltas de lo más variado. La vida entera queriendo atrapar el instante. Una batalla ¿perdida? contra el olvido. 

En fín...

Qué mejor forma de celebrar este día que con la primera y la última foto. 

Y ahí van: ¡Por la fotografía!




 

miércoles, 16 de agosto de 2023

Exposición de coches antiguos.- Barcelona

 


Hoy de pronto, pasados los meses, viendo una foto antigua, me acordé de ellos. 

Ellos, tan antiguos, elegantes, míticos, casi hasta podría decir bellos, sí de verdad, bellos incluso para mí que no sé distinguir un especimen de otro, entre los de su especie. Y ya no te digo que ni fijándome de cerca, es que ni atropellándome, si me apuras, los sabría distinguir. 

Pero aquellos... tan cerca, tan solos, me llamaron la atención.

Hoy, de pronto, me acordé de que fue una auténtica sorpresa descubrirlos, porque estaban en el garaje de aquel hotel, sí, ese que estaba en Barcelona, tienes que acordarte, aquel en el que estábamos alojados muy cerquita de La Sagrada Familia.

No les habíamos echado cuentas... 

Pero vosotros vinisteis a decírnoslo rápidamente, que los teníamos que ver, que venga, que bajáramos, que ya veríamos que chulada, que de pronto salías del ascensor en el menos nosequé, encendías los interruptores, se hacía la luz y aparecían. 

Eran como seres mitológicos durmiendo allí abajo ajenos al trajín de los que entrábamos y salíamos unos pisos más arriba, ajenos a la evolución de los de su especie. 

Ajenos a la prisas, al tráfico, los semáforos y el ruido. 

Ajenos al mundo.

Pero fíjate, allá abajo, sobrevivían silenciosos unos seres mitológicos que brillaban intactos, rodeados de misterio y expectantes... Como si en cualquier momento pudiéramos subirnos a ellos, arrancaran y nos devolvieran a aquella Barcelona modernista de los primeros años del siglo XX.










martes, 15 de agosto de 2023

Julia

 

El 15 de agosto no pintaba bien. Nunca pinta bien desde que te fuiste.

Pero he hecho lo que tú decías siempre: "Venga, te arreglas y a la calle. Hay que ser fuerte". 

Los años son como plastilina y voy moldeándolos con estas manos que cada vez se parecen más a las tuyas. Disfruto de lo bueno y me trago, como si fuera una pastilla bien gorda, lo menos bueno. 

Y que ya lo sabíamos ¿verdad? el mundo no se para por nadie. Así que hoy me he subido a él y me he dejado llevar.

Lo cierto es que el día de hoy parecía amable, y poco a poco las celebraciones de los vivos se han ido  imponiendo sobre las de los que seguís cuidándonos en silencio.

No debo quejarme. He estado bien acompañada. 

Un 15 de agosto solo es otro día. 

Y tú vas tan dentro de mí, mamá, como en cualquier otro.

 

jueves, 10 de agosto de 2023

Tiene agosto las verjas bajadas... Agosto 2023

 



Tiene agosto las verjas bajadas, y te regala otros paisajes, colores y mensajes. 

Tiene las calles generosas y te devuelve el sonido perdido de tus propias pisadas.

Se fue el tráfico, se acallaron los semáforos,

se alejaron las bulliciosas voces. 


Los árboles alfombran los bulevares de diminutas flores amarillas,

que frágiles, sobreviven en las aceras

echando un pulso a los madrugadores barrenderos. 

Madrugan también los perros.

Madruga este infernal calor. 

¿Quién dijo que Madrid no tenía olas?

Sobre ellas surfeamos

los árboles, los perros, y yo. 

 

Ojalá pudiera guardarme para siempre

este Madrid de verjas bajadas.

Guardarme de una vez esta ciudad entera,

este Madrid que despierta intacto

cada día de agosto

solo para nosotros.

agosto 2023






martes, 8 de agosto de 2023

"Piscinas vacías" de Laura Ferrero. Reseña Literaria

 



El 25 de octubre de 2021 yo os contaba que tenía ya otro libro de Laura Ferrero en casa para devorarlo. Lo contaba en la reseña que había escrito de otro libro de relatos "La gente no existe". Lo contaba porque me había encantado. 

Con aquel libro descubrí a esta autora, y me declaré incondicional. Como se le había contado de pasada a uno de mis hermanos, Alberto, charlando de las lecturas con que andábamos entonces, él se ocupó en mi cumpleaños de regalarme otro libro de Laura Ferrero "Piscinas vacías", otro de relatos. Y me gustó mucho, claro. Y lo dejé en la mesilla, preparado para ponerme con él en cuánto terminara el que estaba leyendo por entonces.

Pero mi mesilla me hace la competencia, ahora lo sé, a ese mueblecito aparentemente anodino le gusta leer tanto o más que a mí, y juro que no sé cómo lo hace, pero consigue quedarse con libros que estoy deseando atacar, consigue atrasar el que yo me abalance sobre ellos para devorarlos. Y va formando, la muy ladina, en silencio, torres donde se van posando libros en perfecta verticalidad que me apetecen mucho, y a veces hasta es tan alta la torre que me va sustrayendo que ya ni recuerdo cuales son los que están más abajo. 

Eso me había pasado con "Piscinas vacías" de Laura Ferrero. 

Termino este primer libro de la autora con la misma sensación con la que terminé los dos que ya me había leído de su autoría y que son posteriores. El que os comentaba también de relatos "La gente no existe" y la novela que os reseñé hace poco "Los astronautas". Esa sensación de sentir que me atrapa su forma de narrar. 

Es un libro que he leído volando, apenas tiene unas 200 páginas. En esa ocasión se trata de una colección de 26 relatos variados, siempre de relaciones interpersonales, entre parejas, entre familias, entre compañeros de trabajo... Unas veces son más felices que otras, pero siempre tienen ese aire de cotidianeidad y cierta nostalgia que a mí tanto me gusta. Son conmovedores por profundos, por cercanos. Los protagonistas podrían ser los que van a tu lado en el metro, los compañeros de trabajo, tus vecinos, incluso tú. 

No suelo yo leer libros de relatos, y eso que los escribo, pero disfruto mucho de los de esta autora. Son sentimentales, pero desde luego no son cursis ni facilones, están llenos de sutilezas y matices. Muy, muy sutiles. Por supuesto, entre tantos, unos me gustan más que otros, pero de todos puedo extraer algo positivo y aprendo con ellos cómo contar. Quizá se le pueda poner la pega de que son tantos que pueden algunos resultar parecidos, de hecho hasta he pensado que si quitáramos tres o cuatro de la parte central del libro, que también son los que menos me han llenado, no pasaría nada. No lo sé, aunque no es que no me hayan gustado, sino que algunos del principio o del final me han gustado bastante más como por ejemplo los de Sofía, Prostitución, Puentes, El Serengueti, Ecuaciones o el que da nombre al libro, el de Piscinas vacías. Y al final tenemos esa manía de comparar... 

En cualquier caso, va variando el narrador, la persona que los cuenta, unos están escritos en primera persona, otros en tercera e incluso en segunda. Eso le da variedad a la hora de ir leyendo uno detrás de otro. Son además cortos, también eso agiliza y crea fluidez en la lectura. 

Unos compañeros de trabajo, ambos casados, que se enamoran. Una carta de amor a una niña que no va a conocer. Un hombre y una mujer que se despiden en una esquina. Un hombre casado que rememora una historia de amor que dejó pasar. Una niña que tira los juguetes a una piscina vacía, uno de los relatos más tristes. El zumbido de una televisión de madrugada, una tarta de cumpleaños, la lluvia, una tostadora, la excusa perfecta en forma de objeto, de sonido, de lo que sea para apoyarse sobre ella y montar entero el cuento. El virtuosismo en la forma de estructurar una narración corta. 

En fin... Que tengo que seguir leyendo a Laura Ferrero. 


domingo, 6 de agosto de 2023

"Cordes sur ciel" en Francia

 



Hoy me acordé de Cordes sur ciel. Ojalá hubiera sido otoño este julio pasado mientras la paseábamos. Me acordé del pueblo que cambió su propio nombre.

Mis piernas todavía recuerdan cada adoquín de aquella empinada cuesta que subimos hasta alcanzar el centro de aquel pueblo medieval tan alto y tan laberíntico, tan de piedra, tan eterno. 

Se construyó para dar casa a los que se quedaron sin ella gracias a las guerras religiosas. Era el tiempo de los Cátaros. Hasta cuatro murallas tuvo alrededor para defenderse. Pero nunca la conquistaron. Así que terminada la cruzada solo le quedó mejorar y embellecerse con sus casonas góticas, su plaza del mercado porticada, sus florecientes negocios.

Era especial "Cordes sobre el cielo". Aunque al principio era "Cordes" a secas, vocablo que vendría de "Cordoa", una palabra occitana que se inspiraba en nuestra Córdoba. Querían una ciudad tan próspera, tan comerciante, como lo era la nuestra. Pero el pueblo en otoño se eleva sobre la niebla que cubre el valle, pareciendo enteramente que flota sobre las nubes. Ojalá hubiera sido otoño este julio pasado, con Cordes flotando... Y unos y otros empezaron a apellidarla así: "Cordes sur ciel". Hasta que en 1993 se hizo oficial el nombre completo.

Era especial aquel pueblo donde no existía la prisa. En "Cordes sur ciel" respirabas tranquilidad entre sus indolentes calles de piedra. Cerca de su mercado había una exposición de fotos de niños africanos, y en la empinada calle por la que ascendimos latía silenciosa una librería turquesa en la que tuve que demorarme para que formara parte de nuestra colección "La vuelta al mundo en 80 librerías".

Pero me faltó tiempo. Me faltó descubrirla mejor, patear sus callejones y rincones, admirar despacio las fachadas de sus casonas y sus miradores. Me faltó tiempo. Cordes sur ciel se merecía mucho más del que yo pude dedicarle, mucho más. 

Y echándolo ya de menos fui despidiéndome de aquel pueblo que cambió su nombre.












jueves, 3 de agosto de 2023

Antoine Saint-Exupery, autor de EL PRINCIPITO. Y su paso por Toulouse.

 


Quizá sea porque hace tres días que fue el aniversario de la muerte de Antoine Saint-Exupery (Lyon, 1900 - Mar Mediterráneo, 1944), el autor de El Principito, puesto que desapareció un 31 de julio. O quizá sea porque hace escasamente un mes que estuve en el hotel en el que se solía alojar en Toulouse, y en su vestíbulo hay algunas fotos también de él. O quizá y sobre todo porque me encantó El Principito cuando me lo leí, no hace tantos años. Pero seguramente por todo eso junto y revuelto, hoy me apetecía recordarle. 

El pasado 31 de julio fue el aniversario de su misteriosa muerte, pues el piloto "no volvió a la base" simplemente registró su expediente. Desapareció pilotando durante una misión de reconocimiento en la isla de Córcega durante la Segunda Guerra Mundial, exactamente ese día de 1944. Fue un misterio puesto que en teoría tenía combustible de sobra. Pero no volvió. Durante 60 años no se supo nada más, hasta que en 1998 un pescador encontró al sureste de Marsella una pulsera o brazalete grabado con su nombre y el de su mujer más algún dato de su editorial. Gracias a eso buscaron por esa zona el avión. Y sí, un submarino encontraría unos restos que en 2004 se confirmó que efectivamente eran del P38 que pilotaba el escritor. Años después, en el 2008, un jubilado alemán, Horst Rippert, de más de ochenta años confesaría que cuando era un joven piloto abatió con varios impactos al avión del escritor, por supuesto en ese momento no supo quién era, pero después tras saber de su desaparición había llegado a esa conclusión. Una lástima porque lo derribaron solo unas semanas antes de que París fuera liberada.

El escritor tenía 12 años cuando viajó por primera vez en avión y ahí comenzó su interés por ellos, que continuó hasta convertirse en piloto durante el servicio militar. Pilotaba y escribía. Unía sus dos pasiones.

A loas 26 años publicó su primera narración breve El aviador en una revista literaria importante. Pero se hizo famoso con su libro "El Principito" que había publicado un año antes de morir, en 1943 y se convirtió en el libro de autor francés más leído y traducido en lengua francesa.

“Todas las personas mayores han comenzado por ser niños (aunque pocas lo recuerden)”



¿Qué significa “domesticar”?
—Es una cosa demasiado olvidada —dijo el zorro—. Significa “crear lazos”.
—¿Crear lazos? —Sí —dijo el zorro—. Para mí no eres todavía más que un muchachito semejante a cien mil muchachitos. Y no te necesito. Y tú tampoco me necesitas. No soy para ti más que un zorro semejante a cien mil zorros. Pero, si me domesticas, tendremos necesidad el uno del otro. Serás para mí único en el mundo. Seré para ti único en el mundo.

Me encantó este libro, aunque hay que leerlo ya de mayor, desde luego para niños no me parece, a pesar de sus tiernas ilustraciones hechas en acuarelas por el mismo autor. En él se cuenta como un piloto, que se ha perdido en el desierto del Sahara, conoce a un pequeño príncipe que viene de otro planeta, el asteroide B-612. Es un libro lleno de simbolismo y reflexiones.

 






Y como ya os he dicho, hace nada estuve en Toulouse y en el centro, muy cerquita del Capitolio, en una de las esquinas de la plaza está la calle en la que se ubica el hotel Le Grand Balcón (8-10 Rue Jean-Antoine Romiguiéres), donde se hospedaban los pilotos, los héroes de Aérospostale, los pioneros de la aviación comercial que a primeros de 1920 llevaban las primeras sacas del correo al otro extremo del mundo, a Centroamérica y Argentina. La misma compañía comercial donde trabajaba nuestro autor. 

En el vestíbulo-cafetería tenemos algunas fotos de su paso por allí, junto a otros pioneros famosos: Henri Guillaumet y Pierre-Georges Latécoère. He leído que siempre escogía la habitación 32 que parece ser, porque yo no la vi, que ahora es la suite Saint-Exupêry, y además de tener unas buenas vistas está decorada como en la época. Así que nada, habrá que volver...

Espero que a vosotros también os haya interesado este recordatorio del autor de El Principito.