Hoy de pronto, pasados los meses, viendo una foto antigua, me acordé de ellos.
Ellos, tan antiguos, elegantes, míticos, casi hasta podría decir bellos, sí de verdad, bellos incluso para mí que no sé distinguir un especimen de otro, entre los de su especie. Y ya no te digo que ni fijándome de cerca, es que ni atropellándome, si me apuras, los sabría distinguir.
Pero aquellos... tan cerca, tan solos, me llamaron la atención.
Hoy, de pronto, me acordé de que fue una auténtica sorpresa descubrirlos, porque estaban en el garaje de aquel hotel, sí, ese que estaba en Barcelona, tienes que acordarte, aquel en el que estábamos alojados muy cerquita de La Sagrada Familia.
No les habíamos echado cuentas...
Pero vosotros vinisteis a decírnoslo rápidamente, que los teníamos que ver, que venga, que bajáramos, que ya veríamos que chulada, que de pronto salías del ascensor en el menos nosequé, encendías los interruptores, se hacía la luz y aparecían.
Eran como seres mitológicos durmiendo allí abajo ajenos al trajín de los que entrábamos y salíamos unos pisos más arriba, ajenos a la evolución de los de su especie.
Ajenos a la prisas, al tráfico, los semáforos y el ruido.
Ajenos al mundo.
Pero fíjate, allá abajo, sobrevivían silenciosos unos seres mitológicos que brillaban intactos, rodeados de misterio y expectantes... Como si en cualquier momento pudiéramos subirnos a ellos, arrancaran y nos devolvieran a aquella Barcelona modernista de los primeros años del siglo XX.
Una chulada! la verdad es que da gusto verlos .....
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