Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 13 de marzo de 2022

"El jardín de las Delicias" Un recorrido de la obra a través de la colección SOLO. Matadero de Madrid

 

 
 
 
¿Te acuerdas cuando fuimos a ver aquella exposición sobre El Jardín de Las Delicias?
 
Era en la Nave 16 del Matadero. Terminó a finales de febrero y aún no la habíamos comentado.
 
Se suponía que era una invitación para que pensaras en el maravilloso cuadro de El Bosco del siglo XVI, desde la actualidad, desde el arte contemporaneo. Una invitación a que conectaras con el cuadro.
 
Muchas veces habíamos ido a ver la pintura original al Museo del Prado. Como si quieres solo ir a ver este cuadro, puedes estarte mirándolo horas. A tí siempre te ha gustado mucho.
 
En este caso la muestra estaba compuesta de instalaciones de arte sonoro, esculturas, animación digital... Hasta 20 muestras reinterpretando la pintura, analizándo sus símbolos, trayéndolo a nuestra sociedad.

Cuando salimos me dijiste: "¿Y?"
 
Y yo te contesté: "Pues creo que no puedo explicártela. A mí se me escapa este arte."

Y volviste a insistir: "¿Pero te ha gustado?"

"Creo que sí", te contesté y me quedé pensando cómo podía mejorar mi respuesta, al fin y al cabo, fui yo quién me empeñé en ir. Volví a darle vueltas, hasta que confirme mi afirmación: "Sí, me ha gustado. Sí. Podía quedarme hipnotizada sin poder despegarme de aquellas imágenes durante no sé el tiempo...  Era diferente, excesiva, casi un delirio."

"Bueno, pues entonces vámonos ya a comer". Concluiste tú.

Siempre has sido un espíritu práctico.










 
 
 
 
 

sábado, 12 de marzo de 2022

25 años de la revista MATADOR. Exposición Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa

 


De vez en cuándo íbamos a exposiciones.

En aquella ocasión nos acercamos un jueves a mediodía, entre la jornada laboral de la mañana y la de la tarde. No pudimos escoger mejor el momento y la exposición. Apenas había nadie, daba gusto tener todo el espacio para nosotros, todo el silencio para concentrarnos.

Dentro del Madrid Design Festival, en el Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa, había una exposición dedicada a los 25 años de la revista MATADOR, que terminaba ese fin de semana: Matador 25 años. Viaje al corazón de una revista mítica”.

El primer número de la revista había salido en junio de 1995, con una portada en la que se podía ver el puño vendado de un boxeador momento antes de salir a combate. Ese era el volumen A. 

Las revistas han ido recorriendo, año tras año, el abecedario: Cada año una letra. Ha abordado el arte, la cultura, el pensamiento. Grandes artistas, escritores, fotógrafos, filósofos han escrito especialmente para ella. Y siempre se ha caracterizado por ser una revista de excelente calidad.

 


 

Cada número de la revista se acompaña por una monografía dedicada al trabajo de un creador contemporáneo, denominada “Cuaderno de Artista”.

Se cumplen los 25 años de la revista con una exposición donde hablaban de este recorrido. De cómo se había ido abordando cada número, de sus contenidos (El paso del tiempo, Iberia, el Mediterráneo, el caos, la utopía, el miedo, los sueños, la belleza...), de los autores que habían intervenido en ella (Eduardo Chillida, Eduardo Arroyo, Bill Viola, Nelson Mandela, Rosa Regás, Saramago, Plensa, Sebastiao Salgado... así hasta 1000 autores), de las espectáculares fiestas que se han celebrado cada vez que ha salido un número nuevo, de la edición de la revista, de la bodega que también existe de Matador, de su acabado, de todo. 

Faltan dos años, faltan dos revistas que se correspondan con las dos últimas letras del abecedario, pero al cumplir los 25 años hacen balance de su trayectoria.

 

La exposición más que entretenida, resultó de lo más interesante. 

Los textos seleccionados me parecían todos un acierto, los habían escogido cuidadosamente. En el número 25 habían participado Marina Abramovic, Sebastião Salgado, Zhang Huan, Daido Moriyama, Tacita Dean, Martin Scorsese, Byung Chul-Han, Antonio Lucio, Ferran Adrià, Alberto García-Alix, Javier Marías o Javier Gomá. 

 

 

 

 

 

 

 

Junto con el número 25 se ha editado un cuaderno de artista de Miquel Barceló que recoge su trabajo Le gran verre de terre, un gigantesco fresco de 190 metros de largo por 6 metros de alto que realizó en arcilla sobre los cristales de la Biblioteca Nacional de Francia en 2016 y que fue borrado por el artista poco después.


 

 

 

 Los artículos también me resultaban muy interesantes. Uno sobre el paso del tiempo donde se hicieron un fotógrafo Manabu Yamanaka, hizo un estudio con fotografias de desnudos de señoras que estaban en torno a los noventa años, en contraposición con las mujeres ideales de la Sección Femenina de la Falange Española.



 


 


 

 

 

También era muy interesante el artículo que dedican a Francisco Boix, un republicano que sacó múltiples fotografías de la realidad que existía en el campo de concentración de Mauthausen







Mereció mucho la pena la exposición.





viernes, 4 de marzo de 2022

Jaume Plensa en Madrid.

 

Julia llegó como una viajera más, y sin embargo se ha ido quedando cada vez más tiempo. 

Ahora dicen que hasta diciembre de este 2022. Pero ¿quién sabe?

A Madrid le gusta Julia.

Julia es tranquilidad que emana del centro del bullicio. Situada en la Plaza de Colón, a su alrededor no se interrumpe nunca el ruido de coches, de voces, de pasos, más ella permanece concentrada, reflexiva, contemplándose hacia dentro, ajena al caos, regalándonos paz.

 

Isabella, es más pequeña, más discreta, pero también, con sus ojos cerrados, la niña Isabella nos transmite quietud. 



 

Se paró ante un edificio de la Castellana, y ahí medita. Ahí también tropiezas con ella casi sin darte cuenta.

Isabella silenciosa, serena, te regala una sonrisa sin proponérselo, cuando tú te alegras de descubrirla.

Y te sorprende, te paras, la contemplas y una alegría diminuta se te cuela dentro.

 

También a Madrid le creció otro árbol que también se apellida Plensa, como Julia, como Isabella. 

No es blanco, no tiene cara, ni los ojos cerrados. Pero también te sorprende. 

"El árbol de la vida" está en la plaza de Los Sagrados Corazones, dónde si no.



 Las letras se van entrelazando a medida que ascienden, encajándose unas en otras y otras y otras, hasta ir formándole un tronco blanco que culmina en un corazón rojo.

Memoria y reconocimiento de los sanitarios fallecidos en el ejercicio de su profesión durante la pandemia por Covid-19.

A este árbol siento que le faltan los ojos cerrados, le falta el sosiego que sin querer se les escapa a las mujeres, a Julia, a Isabella. Pero ha germinado de un buen motivo.

 

Todos le vienen bien a esta ciudad.

 

Madrid se piensa con Plensa. 

Y Plensa nos sosiega a Madrid.


domingo, 27 de febrero de 2022

Cementerio de Arlington.-

 


Llevo días esperando que una foto levante el dedo y yo sienta la necesidad de compartirla. Pero nada me parecía bien.

Cuando de pronto, esta tarde, he topado con éstas que os traigo y he sabido que a quién esperaba era a ellas.
Permanecían camufladas dentro de una carpeta donde tenía un revoltijo de fotos recuperadas del viejo e ingrato ordenador que sin avisar me dijo adiós.

En septiembre del año 2016, yo viajaba por EEUU y Canadá.

Y el 24 de ese mes recalamos en el Cementerio Nacional de Arlington de Washington. Una enorme extensión de lápidas blancas todas alineadas. Bueno en realidad y como dice su nombre, está en Arlington, en el estado de Virginia.

Es un cementerio militar de 624 hectareas, muy cerca del rio Potomac y del Pentágono. Hay soldados caídos y veteranos de todas las guerras. Miles de tumbas. La Guerra de Secesión, las dos guerras Mundiales, Corea, Vietnan, Irak, Afganistan...

Y ahí a dos pasos, como quién dice, otra vez estamos igual. 

Qué lástima, qué rabia y qué todo.

 




#guerra #cementerios #arlington

viernes, 18 de febrero de 2022

De los nombres de las tiendas. Lavanderías.


 

 Tenemos un atraso importante en las entradas del blog. Y entre ese atasco tenemos un poco aparcadas las que dedicamos a la colección de los nombres curiosos de las tiendas, donde intentamos resaltar aquellos que nos parecen diferentes u originales por alguna razón.

Ya tengo fila de fotos, así que vamos a ir poniendo orden.

Hoy traemos una entrada limpita que huele a suavizante y, lo que es mejor, tiene un fondo de lenguaje muy bien elegido. Me estoy refiriendo a un par de fotografías que me han regalado mis amigos. Tengo mucha suerte, cuando van por ahí, siempre hay algun amigo que se acuerda de mí si ve algún nombre que llama la atención y me lo regala envueltecito en un guasap cariñoso. Da gusto recibir esas sorpresas.

Bien pues, en esta ocasión, Javier y Piluca me han regalado dos con un tema común: ¡lavanderias! 

En ambos casos la elección del nombre tiene un doble sentido muy acertado. 

 

En la foto que encabeza la entrada tenemos nuestra primera lavanderia: "Bailame el agua".  Muy bueno el juego de palabras con doble sentido entre una lavandería y la frase hecha con agua, que imagino que todos sabéis que tiene el significado de adular a alguien, hacerle lisonjas, agradarle...

¿Sabéis de donde viene la expresión "Báilame el agua"? Pues tanto Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana, como en el Quijote, aluden a ella diciendo que su origen habría que buscarlo en que antiguamente los criados, antes de que llegaran los señores, cuando el tiempo estaba muy caluroso, echaban agua al suelo y las paredes para refrescar el ambiente. Claro, estamos hablando de tiempos pretéritos... Entonces el agua al chocar con fuerza contra las baldosas del suelo, saltaba, dando la sensación de que estaba bailando. Como éste afán era "una gracia" que se hacía a los dueños de la casa para que se encontraran más a gusto, pues se comenzó a asociar ese momento de que bailara el agua, con la intención.

Es bueno el guiño ¿verdad?

 

Y en la foto de debajo, tenemos otra lavanderia "La colada", y otro guiño, pero esta vez histórico. ¿Vosotros sabéis cómo se llamaban las espadas del Cid? Porque confieso que yo solo sabía que una se llamaba Tizona, pero resulta que la otra se llamaba ¡"Colada"! 

Siempre estudiamos que el Cid le regaló a sus yernos, cuando se casaron sus hijas, sus espadas. Lo que ocurre es que nos decían (creo que en el Cantar del Mío Cid) que sus hijas se llamaban Elvira y Sol y se habían casado con los Infantes de Carrión. Después resulta que la historia nos ha rectificado este punto y  que, en realidad, se llamaban Maria y Cristina, y se habían casado respectivamente con el Conde de Barcelona y Ramiro Sánchez de Navarra. Ainssss...

Pero parece ser que, al menos, las espadas se siguen llamando como se llamaban. Y claro para una lavandería burgalesa, que eso no lo había dicho, el juego de palabras de la espada "La Colada" del Cid con la palabra "colada" que en la quinta acepción del diccionario de la RAE quiere decir. "ropa lavada" es ocurrente ¿Verdad?

 

Así que muy bien estas dos nuevas aportaciones a nuestra colección, muy ingeniosas.

 

Ya solo queda dar gracias a mis amigos por estas aportaciones a la causa.

jueves, 17 de febrero de 2022

"La forja de una rebelde" de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo.- Reseña Literaria

 


Martina llorando 

Martina no se merecía aquello, que su madre hubiera muerto en medio de la pandemia y su mejor amiga, yo, apenas fuera capaz de decirle una palabra  que la consolara. Veinte años de amistad y fines de semana juntas, en familia, con sus hijos y los míos. Compartimos estudios, opositamos a la vez. Puedo decir sin miedo a equivocarme que sin su apoyo yo no habría sido policía. Fuimos juntas a clases de inglés, francés y ruso; yo abandonaba rápido y ella perseveraba porque le apasionaba aprender idiomas. Nos tocó investigar casos endiablados, formando equipo, y ahora, cuando ella me necesitaba, no sabía cómo darle apoyo. «Benditas sean las manos de la madre», escribió Rilke, pero fui incapaz de pronunciarlo en voz alta.



Anoche terminé de leer "La forja de una rebelde" de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo. Es el segundo libro de este tandem de autores protagonizado por la inspectora Manuela Mauri. El primero de ellos estaba titulado "Si esto es una mujer".

El argumento nos cuenta que la inspectora tiene que ir al escenario de un doble crimen en plena pandemia. Han matado a tiros a una pareja en su chalet. No hay trazas de que se trate de un robo y es la jóven hija del hombre quién ha descubierto a los cadáveres.

Esto es lo único que sabemos cuando arranca la historia, con respecto al caso. Con respecto a la protagonista, conocemos también bastantes aspectos de su vida: Se ha muerto la madre de su mejor amiga y no sabe cómo ayudarla, tiene problemas en casa con su hijo mayor, que ocasiona también discusiones con su pareja y, por si eso no fuera poco, tiene problemas de salud.

El libro como ya hemos dicho se desarrolla en la actualidad, concretamente en los primeros meses de la pandemia, y creo que la ambientación está muy lograda. Está muy bien reflejada esa época: las calles desiertas, los escasos ruidos, el confinamiento, la incertidumbre, las muertes sin duelos, la extraña y triste vida de esos meses, .

En cuánto a los temas que toca la historia, además de la violencia inherente a este tipo de novelas, tenemos los conflictos generacionales, la falta de comunicación, las tensiones familiares, el odio.

La investigación está contada de tal forma que los lectores vamos a ir descubriendo el entramado al mismo tiempo que lo hace la inspectora y lo descubrimos desde su punto de vista. 

Los personajes están bien perfilados. Aunque no son tan reflexivos como Chamoro y Bevilacqua, los protagonistas guardias civiles de las conocidas y novelas de Lorenzo Silva, que desde luego a mí me encantan. En eso yo noto mucho la diferencia, y ahí se ve muy bien que además de ser el autor Lorenzo Silva, también lo es su mujer: Noemí Trujillo. Ya no es una, sino dos formas las de escribir y de ver la vida. Y como consecuencia ya para empezar vemos, cmo decíamos, que el tono de la narración varía mucho, son menos reflexivas estas novelas que la otra saga. Y desde luego también se transparenta entre líneas que hay una escritora detrás, principalmente en los temas que aborda. Me refiero, por ejemplo, a toda la parte que alude a los problemas ginecológicos de la protagonista. Detalle que me ha llamado la atención, ha sido muy novedoso. Llevamos muchos libros leídos de Chamorro como protagonista, y no tenemos ni idea de cómo es ella en esos aspectos femeninos. Bueno en esos y en otros muchos. En estas dos novelas, sabemos muchíismo más de la vida personal de los protagonista, su familia, sus relaciones sentimentales. Ya lo hemos dicho, lo sabemos nada más empezar la novela, y lo sabremos durante toda la trama.

En mi opinión ésta es una novela entretenida que se lee muy fácil, aunque echo mucho de menos la profundidad que tiene la prosa de Lorenzo Silva. Es evidente que tiene buen ritmo, es literatura muy de evasión. Aunque no debo dejar de señalar que esta obra tiene un componente metaliterario muy importante. Es todo un homenaje a la literatura. Abundan las alusiones a la escritura, por supuesto, ya lo vemos incluso en el guiño a Arturo Barea y su trilogía ya en el título. Pero también hay recordatorios constantes a la literatura de otros muchos autores como Agatha Christie, Cortazar o a obras concretas como Los tres mosqueteros, o Moby Dick. Los personajes de esta novela, tanto la inspectora como la hija de los asesinados son personas que leen.

Lo que menos me ha llenado es el final. Tengo la sensación de que está poco rematado. En mi opinión algo le falta. No sé qué opinereis los que ya habéis leído esta novela, pero esa es mi impresión.

En cualquier caso, yo creo que habrá más novelas de este tandem a cuatro manos- Yo no me quiero perder sus próximas entregas para ver como evolucionan y seguir de cerca la historia de Manuela Mauri.



sábado, 5 de febrero de 2022

Luchando por una plaza

 


El chico que me pidió perdón porque le acompañaba su madre: "Una madre que hablaba demasiado alto, y se pone nerviosa, cuando él ya le había dicho mil veces que podía ir solo al exámen."

El jóven voluntario que venía corriendo acompañando a una chica preguntando si llegaba tarde, porque venía de dejar a otros dos más en otra facultad. El mismo que le decía con un cariño infinito "Llevas el DNI porque me lo has enseñado hace un rato, no te pongas nerviosa, que ya estamos aquí, no hemos llegado tarde, búscalo tranquila".

La madre que me pide permiso, con toda la educación del mundo, para asomarse y ver a su hijo, un hombretón enorme, sentado ya en el pupitre, para tirarle un beso y desearle suerte.

La chica, con síndrome de Down, que me llama para confirmar en voz muy baja que las que falle no le van quitar puntos. La que me lo vuelve a preguntar tres veces, hasta que se convence de que puede contestar las dudosas sin miedo y si acierta eso que se lleva.  

Los que se olvidan de firmar, aunque se lo has repetido varias veces. Los mismos a los que te tienes que acercar, uno por uno, selañándoles el cuadradito para que firmen y dándose un golpe en la cabeza lo firman corriendo, y te sonríen.

El simpático que me dice, mientras le recojo el examen, que le había parecido fácil. "Y le había parecido fácil porque él había estudiado cuatro horas seguidas todos los días, y si estudias todos los días pues entonces te las sabes".

Todos esos padres que los habían dejado en la misma puerta del aúla. Esos que los han dado un sonoro aplauso cuando, al fin, han salido.

Todos, todos, los que estaban dentro de esa clase donde cuidé un examen para discapacitados intelectuales esta mañana.

Todos los que estaban allí y han demostrado un temple, una paciencia, un buen humor increible y me han enseñado tanto.

Todos los que nos han dado un baño de humanidad tremendo a los que cuidábamos.

Ojalá hubiera plazas para todos. 

Ojala.