¿Te acuerdas cuando fuimos a ver aquella exposición sobre El Jardín de Las Delicias?
Era en la Nave 16 del Matadero. Terminó a finales de febrero y aún no la habíamos comentado.
Se suponía que era una invitación para que pensaras en el maravilloso cuadro de El Bosco del siglo XVI, desde la actualidad, desde el arte contemporaneo. Una invitación a que conectaras con el cuadro.
Muchas veces habíamos ido a ver la pintura original al Museo del Prado. Como si quieres solo ir a ver este cuadro, puedes estarte mirándolo horas. A tí siempre te ha gustado mucho.
En este caso la muestra estaba compuesta de instalaciones de arte sonoro, esculturas, animación digital... Hasta 20 muestras reinterpretando la pintura, analizándo sus símbolos, trayéndolo a nuestra sociedad.
Cuando salimos me dijiste: "¿Y?"
Y yo te contesté: "Pues creo que no puedo explicártela. A mí se me escapa este arte."
Y volviste a insistir: "¿Pero te ha gustado?"
"Creo que sí", te contesté y me quedé pensando cómo podía mejorar mi respuesta, al fin y al cabo, fui yo quién me empeñé en ir. Volví a darle vueltas, hasta que confirme mi afirmación: "Sí, me ha gustado. Sí. Podía quedarme hipnotizada sin poder despegarme de aquellas imágenes durante no sé el tiempo... Era diferente, excesiva, casi un delirio."
"Bueno, pues entonces vámonos ya a comer". Concluiste tú.
Siempre has sido un espíritu práctico.
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