Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

sábado, 5 de febrero de 2022

Luchando por una plaza

 


El chico que me pidió perdón porque le acompañaba su madre: "Una madre que hablaba demasiado alto, y se pone nerviosa, cuando él ya le había dicho mil veces que podía ir solo al exámen."

El jóven voluntario que venía corriendo acompañando a una chica preguntando si llegaba tarde, porque venía de dejar a otros dos más en otra facultad. El mismo que le decía con un cariño infinito "Llevas el DNI porque me lo has enseñado hace un rato, no te pongas nerviosa, que ya estamos aquí, no hemos llegado tarde, búscalo tranquila".

La madre que me pide permiso, con toda la educación del mundo, para asomarse y ver a su hijo, un hombretón enorme, sentado ya en el pupitre, para tirarle un beso y desearle suerte.

La chica, con síndrome de Down, que me llama para confirmar en voz muy baja que las que falle no le van quitar puntos. La que me lo vuelve a preguntar tres veces, hasta que se convence de que puede contestar las dudosas sin miedo y si acierta eso que se lleva.  

Los que se olvidan de firmar, aunque se lo has repetido varias veces. Los mismos a los que te tienes que acercar, uno por uno, selañándoles el cuadradito para que firmen y dándose un golpe en la cabeza lo firman corriendo, y te sonríen.

El simpático que me dice, mientras le recojo el examen, que le había parecido fácil. "Y le había parecido fácil porque él había estudiado cuatro horas seguidas todos los días, y si estudias todos los días pues entonces te las sabes".

Todos esos padres que los habían dejado en la misma puerta del aúla. Esos que los han dado un sonoro aplauso cuando, al fin, han salido.

Todos, todos, los que estaban dentro de esa clase donde cuidé un examen para discapacitados intelectuales esta mañana.

Todos los que estaban allí y han demostrado un temple, una paciencia, un buen humor increible y me han enseñado tanto.

Todos los que nos han dado un baño de humanidad tremendo a los que cuidábamos.

Ojalá hubiera plazas para todos. 

Ojala.


2 comentarios:

  1. Tremendo, las lágrimas corren ante esta realidad para muchos desconocida,a la vez una sonrisa por el cariño vcon que lo has contado, los he visto ahí, besos, grande!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias Jaime! Fue especial, la verdad. Una experiencia bonita y muy instructiva, desde luego. Que alegría reencontrarte por aquí. Un besazo

      Eliminar

Tus comentarios me enriquecen, anímate y déjame uno