Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

domingo, 10 de septiembre de 2017

"La Mentira" en el Teatro Maravillas de Madrid




¿Mentir puede ser un acto de amor?
¿Es bueno mentir para no hacer daño a la otra persona o a los amigos?
¿Está la sinceridad sobrevalorada en una relación?  
¿La sinceridad absoluta es lo correcto?

 2 entradas en Patio de butacas Oferta últimas semanas! (General) para La mentira en Teatro Maravillas, Madrid, el día 08/09/2017 para el pase de las 22:00h.


Te gustaba ir al teatro, valorar el trabajo de cuatro actores que estaban ahí a un paso actuando tan bien que conseguían que vivieras su historia como si también estuvieras encima del escenario. 
Te gustaba ir al teatro y a veces tenías suerte y hasta conseguías entradas baratas porque una función que llevabas queriendo ver hace mucho tiempo se despedía, y encima en ¡la septima fila! Un lujo.

Y podías ver a un Carlos Hipólito disfrutando tanto de su personaje que te le creías entero, y decías ¡qué bueno es este actor! Y salía Natalia Millán, a la que recordabas de series de televisión y musicales, y asentías viéndola actuar, viendo cómo le seguía en esos diálogos fluidos, hilarantes, irónicos, como si fueran parte de la misma coreografía. Y después salían Mapi Sagaseta y Armando del Río y ya tenías a los cuatro personajes, dos parejas, y una historia cómica con muchos giros y un buen final.

Una comedia que cuánto te alegrabas de haberla visto, de haberte reído con ella, de haber estado tan entretenida los noventa minutos asistiendo a esa reflexión sobre las mentiras en todas las relaciones humanas.

Te gustaba tanto ir al teatro y qué bien lo pasabas cuando lo hacías.

  

‘La Mentira’, del francés Florian Zeller, que llegó a Madrid de la mano del argentino Claudio Tolcachir. Carlos Hipólito, Natalia Millán, Armando del Río y Mapi Sagaseta
 

sábado, 9 de septiembre de 2017

"Tesoros de la Hispanic Society of America" en el Museo del Prado


He ido dos veces a Nueva York, pero no me importaría nada volver porque ahora a la lista de lugares que tengo ya en mente para mi tercera visita, tengo que escribir la Hispanic Society. Me gustaría mucho conocer ese museo, esa Institución con sede en Nueva York creada para la divulgación y estudio de la cultura española en los Estados Unidos de América.

Esta institución centenaria, con sede en Manhattan, data del año 1904 cuando Archer Huntington (1870-1955), un coleccionista americano apasionado del arte hispanista, quiere hacer un museo para fomentar la cultura española y americana. Ahora cuenta con más de 18.000 piezas que abarca desde el Paleolítico hasta el siglo XX, y una biblioteca que debe ser alucinante a juzgar por las cifras: 250.000 manuscritos y 35.000 libros raros, entre los que se incluyen 250 incunables.

Mientras Mahoma va a la montaña, hay que aprovechar que un trocito de la montaña está a nuestro alcance en el Museo del Prado. Y esta semana he estado viendo la exposición que hay allí: "Tesoros de la Hispanic Society of América" que merece mucho la pena.

Han traído 200 piezas. Desde los vasos campaniformes hasta el arte de principios del siglo XX podemos hacer un recorrido por el arte de forma variada y muy entretenida. Tiene muchas joyas dignas de ver.

San Acisclo de Pedro de Mena


Me encantó el busto de San Acisclo de Pedro de Mena. Esa expresión, esos rizos, la boca... qué logrado, qué perfección. También me gustaron mucho las piezas del arte islámico, con ese joyero de marfil y plata con la firma del autor (Jalaf) en la bisagra. Ese mapa mundi de Vespucci con ese Mar rojo, tan, tan rojo. O los tres Velázquez que puedes admirar, o ese cuadro precioso "El Idilio" de Sorolla... No sé, os describiría casi todas las obras, porque hay mucho que admirar, desde luego. Y claro disfruté mucho con la galería de retratos pintados por Sorolla de la intelectualidad de nuestro siglo XIX: Retratos de Pardo Bazán, Galdós, Pio Baroja, Juan Ramón Jiménez, Unamuno, Campoamor... Muchos.



Esta exposición comenzó en abril y termina el 10 de septiembre. Si os gusta el arte no lo dudéis.



jueves, 7 de septiembre de 2017

Rita la Cantaora.- El por qué del dicho





Ya tenemos ahí mismo el fin de semana. Yuhuuuuu

¿Y quién va a ir a trabajar el sábado y el domingo? ¡Rita la Cantaora!

Pobre Rita que al final la hemos ido dejando todo lo que no nos gusta hacer. ¿Y no os habéis preguntado nunca quién era Rita la Cantaora? Pues en este blog estas curiosidades no nos las podemos aguantar.

Pues tal y como dice el dicho Rita La Cantaora era eso mismo: Cantaora de flamenco.

Rita era jerezana y en realidad se llamaba Rita Giménez García (1859-1937). Debutó en Madrid en el Café Romero de la calle Alcalá después de que la descubrieran en su Jerez.  Fue contratada para actuar con Juana la Macarrona y el cantaor Antonio Ortega.

Nos cuentan algunos biógrafos suyos que vivió después en el famoso barrio de Madrid Carabanchel alto y que después se casó con un viudo que ya tenía una hija y varios nietos. Su ultima actuación fue en el año 1934. Y murió en el año 1937, dicen en la Wikipedia que "por avatares de la Guerra Civil".

Se cuenta cómo una posible explicación de que haya llegado hasta nosotros su nombre porque parece ser que tenía un carácter muy alegre y dicharachero y siempre estaba diciendo frases chistosas o ingeniosas, además de que por menos de nada se marcaba un baile o se ponía a cantar. Por ser "tan dispuesta" y desde tener talento al hacerlo, pues acabó siendo la protagonista del famoso dicho de que lo que fuera lo haría "Rita la Cantaora". Se supone que en un principio se referirían a ella en frases con sentido positivo, pero con el tiempo y debido a las rivalidades y envidias que suscitó, ya se diría su nombre en sentido peyorativo, que es como nos ha llegado hasta nosotros.

Hay otras explicaciones como que en su época fue muy famosa en muchos Cafés de Madrid porque tenía una personalidad muy visible y atractiva.

He vivío como una reina y ahora soy más probe que las ratas» decía Rita la Cantaora en una entrevista que se hizo en 1935 para "Estampa".



Pues eso. Que va a ir a trabajar en el fin de semana ¡Rita la Cantaora!, y ahora con conocimiento de causa de quién era esta buena mujer.



miércoles, 6 de septiembre de 2017

"¿Dónde estará la Guillermina?" Pablo Neruda










Y de repente escuchas por primera vez un poema. Y resulta que es de un poeta que nunca te ha gustado demasiado, pero alguien lo comienza a leer en voz alta y nada más reparar en el primer verso ya te ha atrapado. 

Ese estilo narrativo, esa cadencia lenta, esa nostalgia que rezuma (esos años lentos como paquidermos), esos versos "y luego y luego y luego y luego"...

Un descubrimiento.







Dónde estará la Guillermina? de Pablo Neruda

Cuando mi hermana la invitó
y yo salí a abrirle la puerta,
entró el sol, entraron estrellas,
entraron dos trenzas de trigo
y dos ojos interminables.

Yo tenía catorce años
y era orgullosamente oscuro,
delgado, ceñido y fruncido,
funeral y ceremonioso:
yo vivía con las arañas
humedecido por el bosque
me conocían los coleópteros
y las abejas tricolores,
yo dormía con las perdices
sumergido bajo la menta.

Entonces entró la Guillermina
con dos relámpagos azules
que me atravesaron el pelo
y me clavaron como espadas
contra los muros del invierno.

Esto sucedió en Temuco.
Allá en el Sur, en la frontera.

Han pasado lentos los años
pisando como paquidermos,
ladrando como zorros locos,
han pasado impuros los años
crecientes, raídos, mortuorios,
y yo anduve de nube en nube,
de tierra en tierra, de ojo en ojo,
mientras la lluvia en la frontera
caía, con el mismo traje.

Mi corazón ha caminado
con intransferibles zapatos,
y he digerido las espinas:
no tuve tregua donde estuve:
donde yo pegué me pegaron,
donde me mataron caí
y resucité con frescura
y luego y luego y luego y luego,
es tan largo contar las cosas.

No tengo nada que añadir.

Vine a vivir en este mundo.

Dónde estará la Guillermina?

domingo, 3 de septiembre de 2017

De la palabras y sobre todo de la palabra: PERPLEJO




Había días que una palabra se le quedaba, sin saber por qué, enredada entre los dientes y la lengua. Por más que quería sacarla de allí dándole empujoncitos con la punta de la lengua y con el cepillo de dientes y hasta el mondadientes, la palabra se hacía fuerte en el cielo de la boca y nada, que no conseguía decirla.

Sabía cómo conseguiría sacarla de allí, porque lamentablemente no era la primera vez que le ocurría. Pero no quería rendirse tan pronto, quería que la palabra se diese cuenta de quién mandaba allí. Y si él quería decirla, la palabra tenía que obedecer y salir dicha de su boca como las leyes de la comunicación mandan. 

Y no, no era porque ya se hiciera mayor, y las palabras a veces se les resistiesen cómo había visto millones de veces en sus abuelos o incluso en sus padres ya. No, no era eso, ojalá fuera la explicación tan sencilla. Que va. Lo cierto es que a veces, muchas veces de un tiempo a esta parte, las palabras tomaban el mando, se hacían con sus conversaciones y querían ser protagonistas. Era una cuestión de voluntad. La santa voluntad de las palabras.

Cuando ya se cansaba de azuzar a su lengua contra la desobediente palabrita en cuestión, cuando se hartaba de intimidarla armado con el cepillo de dientes, y de embestirla con el vulgar mondadientes, pero aún así la palabra se aplastaba contra las paredes de su boca, para que no la alcanzara y se hacía fuerte y conseguía evadir cada ataque, llegaba un momento que él le gritaba a su propia palabra: ¡Vale tú ganas! Y entonces rendido, se levantaba y acudía al diccionario etimológico.

- No era tan difícil... -parecía decirle por encima del hombro la palabra, irguiéndose aún más con su l y b, bien derechita, cuando al fin se dignaba a salir de su boca.-¿Por qué te resistías? -parecía seguir diciéndolo poniéndose en cursiva- sabías  bien lo que tenías que hacer. ¡Buscar de dónde vengo! ¡¿Es tan difícil de entender que a nosotras también nos guste que nos hagan caso?! solo nos usáis y nos usáis todo el santo día sin prestarnos una mínima atención... Nos utilizais sin ni siquiera pensarnos un momento. No hay derecho.

Perplejo, ya con el diccionario en sus manos, soportó estoicamente la regañina y asintiendo leyó en voz alta:


La palabra perplejo proviene del latín "perplexus". Una palabra formada por el prefijo "per" (intensidad) y el participio pasivo del verbo "plectere" que significaba: tejer, torcer, dar muchas vueltas, enredar...

Llegó a nuestra lengua a través del francés antiguo perplex, y su definición alude a un concepto abstracto, sería algo así como estar totalmente enredado o confuso.

Perplejo se suele aplicar más a personas que a cosas. La perplejidad es una especie de nudo intelectual, como el enredo sugerido por plectere.

Perplejo aparece registrado por primera vez con su forma actual en el diccionario de Terreros, que define su significado como 'dudoso, indeterminado', pero se usaba ya desde el siglo XIII bajo la grafía antigua: perplexo, como en este trecho de la Gran conquista de ultramar:
E porende estaua muy perplexo que no sabia a qual destas cosas se acoger.
Siempre me ha parecido una palabra muy sonora con esas "p" y esa unión de la "p" con la "l", además está muy "manoseada". Es mucho más corriente que alguien utilice al adjetivo sorprendido, extrañado, aturdido  o ya en el lenguaje coloquial muchos otros: noqueado, ojiplático... que perplejo.
Se merecía su entrada.

jueves, 31 de agosto de 2017

"El día en que Francisco de Quevedo "desahució" a Góngora" Artículo del periódico



Hoy quería dejaros con un artículo de los que me gustan para nuestra colección de "El Mentidero" de la literatura.

mentidero.
De mentir y -dero.
1. m. Lugar donde se reúne la gente para conversar.
2. m. Grupo humano o ambiente en el que se comentan noticias de algunas parcelas de la actualidad. En los mentideros políticos se especula sobre las elecciones.
Real Academia Española © Todos los derechos reservados


Hacía tiempo que no alimentábamos esta sección de la página "rosa" de las letras, hoy vamos a "ilustrarnos" recordando el pique que había en el Madrid del Siglo de Oro de las Letras entre Quevedo y Góngora, que fueron a coincidir para desdicha de Góngora en el Barrio de las Letras de Madrid.

Ya me hubiera gustado a mí conocer ese barrio por aquel entonces ¡Cuánto de bueno había!






MADRIDIARIO, 23 de agosto de 2017

El día en que Francisco de Quevedo 'desahució' a Góngora

Por Alba Cabañero

Por las calles de Madrid han pasado numerosos artistas, escritores, pintores y poetas, pero pocos tan pintorescos como Francisco de Quevedo. El 23 de agosto de 1620, el poeta adquirió una casa al lado
de la calle Lope de Vega con un objetivo: fastidiar a Luis de Góngora.
Nacido en Madrid en 1580, Francisco de Quevedo es uno de los artistas más importantes que ha dado la capital madrileña. El poeta, cercano a la gente, se ganó el cariño y la admiración de todos aquellos que le conocían y que frecuentaban los mismos lugares que el escritor.
Fue en la Universidad de Valladolid donde se ganó su fama como poeta y su enemistad con Luis de Góngora, al que dedicó uno de sus poemas satíricos: ‘A un hombre de gran nariz’. Viajó variasveces fuera de España, —y fue expulsado del país también— pero el 23 de agosto de 1620, Quevedo compró una casa en la calle del Niño, que hacía esquina con la calle Lope de Vega y se encontraba situada frente al convento de las Trinitarias, pagando por ella 40.000 reales.
La casa se situada en el actual barrio de las Letras, que en antaño fue el barrio bohemio de la ciudad, donde artistas de diferentes disciplinas vian. La zona era lúdica y animada, con multitud de tabernas, fondas, casas de juego y prostíbulos. El poeta solía frecuentar estos lugares con asiduidad, por lo que esta casa se encontraba situada en el lugar perfecto para que disfrutase de su vida nocturna y dica.
Aunque Quevedo comprase la casa, se dice que nunca vivió en ella. ¿El motivo de la compra? Dejar a
su enemigo Góngora en la calle. El cordobés, que definió la vivienda como “una casa del tamañode un dedal y, en el precio, de plata, llevaba años viviendo de alquiler en aquel inmueble y secree que Francisco de Quevedo la adquirió solo para echarle.
Hoy en día, en el lugar donde la casa se situaba, una placa recuerda que Quevedo vivió allí. Lacalle también cambió su nombre, pasando a ser calle Quevedo, ni rastro de mención a Góngora, alque no le quedó más remedio que resignarse y preparar la mudanza, con la pluma como único arma para vengarse de Francisco de Quevedo.

lunes, 28 de agosto de 2017

"Respirar por la herida" de Víctor del Árbol


"El paisaje no miente pero la mirada lo disfraza, de modo que cada vez el mismo lugar es distinto, como si lo que vemos fuera un reflejo de nuestro estado de ánimo.
Una señal desdibujada junto a la carretera de Toledo indicaba la entrada del pueblo. No era bonito, ni siquiera tenía la igleisa románica que al menos tienen todos los pueblos feos. Pero estaba en el mapa y existía. Su existencia se adivinaba a lo lejos como una mancha pardusca en medio de la nada..."

Termino de leer "Respirar por la herida" de Victor del Árbol, y como en las ocasiones anteriores en las que concluí una de sus novelas casi suspiro de alivio, porque durante las semanas que he estado conviviendo con sus personajes me ha tenido inquieta y revuelta por su compleja trama pero desde luego y al mismo tiempo cautivada por su estilo al escribir.

Desde que le descubrí con "Un millón de gotas" he querido leer todas sus novelas. Sin embargo me obligo a leer historias más sencillas, más ligeras, hasta diría que más superficiales entre cada una de ellas porque sé que la de Victor del Árbol será dura e intensa.

"-Entonces, ¿qué es exactamente? Todos somos algo, en la medida que aquello que hacemos nos explica, ¿no le parece?
A Guzmán le hizo gracia aquella digresión del anciano. Según su teoría, Guzmán debería haber contestado que era un ángel caído, un demonio, una especie de monstruo con apariencia humana. ... "

Pero estoy deseando que ahora en septiembre saque su nueva novela para leerla. Porque creo que hay que leer las novelas de Victor del Árbol.

El argumento de "Respirar por la herida" se nos presenta así: Eduardo, un pintor para quien nada tiene sentido tras la muerte de su mujer y su hija, hasta que una famosa violoncelista, Gloria Tagger, le encarga el mayor reto de su vida: pintar el retrato de Arthur, un empresario de pasado incierto. Aceptar ese encargo desencadena una espiral de emociones y acontecimientos trágicos que succiona inevitablemente a cuantas personas le rodean. Con cada pincelada, Eduardo va abriendo puertas que habría sido mejor mantener cerradas, pero que, una vez abiertas, nada ni nadie podrá volver a cerrar.

El tema principal de esta novela es la pérdida. Cómo afrontar las pérdidas de las personas que queremos. Aunque también podríamos decir que está la culpa, los remordimientos, la venganza... las heridas y las cicatrices.

La novela tiene muchas tramas que se van entrelazando, es un puzzle que hay que ir formando donde cada ficha es un personaje con una historia terrible detrás que a su vez se engarza con otro personaje con otra historia tremenda y así una y otra vez. Pero qué bien está construida esa trama, es muy consistente la urdimbre de la novela, qué bien ensambladas las historias para ofrecernos ese mosaico con un hilo común, cómo decíamos, la tristeza por la pérdida.

Cuando comencé a leer esta novela el ritmo me pareció un poco lento, sin embargo poco a poco te vas sumergiendo en ella y van apareciendo los demás personajes, cada uno con su cargamento, y comienzas a vislumbrar como el escenario de subtramas se va ensanchando y se hace grande, y todas las historias comienzan a discurrir en paralelo.  

Es un narrador en tercera persona omnisciente el que cuenta la novela. El tiempo no es lineal, va saltando, con lo cual agiliza la historia, y vas conociendo retazos de cada historia que pasaron antes y después. Está ambientado en Madrid y toca Toledo, en la actualidad.

Los personajes están bien construidos. Sabemos bien de su exterior y de su interior. Son personajes que han sufrido, que han sobrevivido, pero que quizás no han superado ese sufrimiento, sin embargo viven. Es una historia coral, porque todos son igualmente importantes y todos influyen en todos. Son personajes que te duelen. Algunos como el Señor Who me ha traspasado, qué buen personaje.

La luz sucia de la bombilla en la pared de ladrillo le sacaba punta a la miseria del callejón como a un lápiz. Un lápiz con el que trazar las cañerías goteantes, los charcos de humedad grasienta, las zonas de penumbra detrás del restaurante de Chang.
Mei tenía la mirada perdida. Nadie podía defenderse de esa mirada.
El estilo del autor es muy cuidado. Su prosa es elegante, no exenta de momentos de mucho lirismo. Descripciones minuciosas, diálogos fluidos. Una prosa que tiene ritmo pero merece la pena que te detengas a saborear sus detalles, que atiendas a los giros del lenguaje, a sus imágenes. 

Toda la novela estás "respirando por la herida" como muy bien dice su título. Qué bueno, qué bien elegido. Una novela dura e intensa pero muy bien escrita, porque te llega, trasmite, te duele. 

Merece mucho la pena.