Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

viernes, 26 de abril de 2013

"Academia Zaratustra" de Juan Bonilla





El Viajero

Allí de donde vengo nadie me detenía
Sé que nadie me espera donde voy.

Por la ventana inmóviles desfilan los paisajes
Sería hermoso no llegar a ningún sitio.

Permanecer así:
viajando de un lugar que ya no existe
a otro que jamás existirá.

Juan Bonilla

Tenía yo ganas de leer a Juan Bonilla. Había oído hablar muy bien de su versatililidad en géneros y sobre todo de su prosa.

Al fin he podido entrar en su mundo literario gracias a una novela que me trajo una compañera: "Academia Zaratustra". Una novela corta dentro la colección, Vive la vía, coordinada por Gabi Martínez. 

Esta novela de Juan Bonilla, es una especie de libro de viajes. Como pretexto el autor inventa una especie de Academia de discípulos de Nietzsche: la Academia Zaratustra. Y persiguiendo a esta secta va pasando por ciudades de Suiza, Alemania y Dinamarca, mientras a él también le persigue alguien parapetado tras las páginas de un periódico.

La verdad es que es un libro corto que se lee volando, aunque a mí la historia no acabara de atraparme del todo. Pero seguía leyendo porque tenía algunos hallazgos con los que disfrutaba. Me gustaba mucho la prosa de este autor salpicada de ironía e ingenio, además de un fondo interesante. Por momentos disfrutaba de sus descripciones rozando la lírica y en otros párrafos del discurso sesudo.

Por supuesto aborda a Nietzsche, a su forma de ver el mundo y a ese itinerario suyo: Primero tienes que ser un león y ganar un territorio, después ser un camello y retener agua para cruzar el desierto y luego llegar al punto máximo de esplendor humano que es ser un niño. Volver a ser un niño después de haber sido un león, de haber ganado un territorio y de haber cruzado un desierto siendo un camello para después llegar a ser un superhombre. Al autor ya he leído, en alguna que otra entrevista, que le fascina el filósofo.

Cómo ya he comentado, quién lo aborde queriendo encontrar el típico libro de viajes se va a decepcionar porque el argumento narrativo es importante. Pero sí es cierto que a mí me ha gustado volver a encontrarme con algunas ciudades que conozco como Praga, Berlín o Copenhague. Y he disfrutado con la descripción de la comunidad hippie de la danesa Cristiania.

Creo que debo concluír que me ha gustado leerlo precisamente por el hecho de saborear esa prosa que tiene el autor. Me ha dejado con ganas de querer leer más de él, sus cuentos y sus poemas.


"Ser poeta es mi manera de estar solo, creo que dijo Pessoa. Contrariamente, creo que ser periodista es mi manera de sentirme acompañado. Para mí el periodismo ha sido siempre un género narrativo, quiero decir, que me gusta practicarlo, que si me siento cómodo dentro de las reglas que lo rigen -extensión estricta, atención a los asuntos de actualidad...- es porque me parece que esas reglas no contradicen los presupuestos narrativos que uno desea poner en juego..."


Juan Bonilla  (Jerez de la Frontera, 1966) es uno de esos autores difíciles de catalogar. Se ha desenvuelto en casi todos los géneros literarios con gran reconocimiento de su trabajo por parte de crítica y público. Vive entre el periodismo y la poesía. Y en medio novelas que se han adaptado cinematográficamente como Nadie conoce a nadie (Ediciones B, 1996), llevada al cine por Mateo Gil, hasta varios libros de relatos por los que es considerado uno de los mejores cuentistas vivos de nuestro país. También es un reconocido poeta, y algunas de sus novelas han recibido importantes premios como el Biblioteca Breve 2003 por Los príncipes nubios (Seix Barral, 2003) y otros premios europeos. La obra con la que es finalista del Mandarache, Tanta gente sola, ganó el Premio Mario Vargas Llosa NH de relatos 2010 a la mejor antología publicada en 2009 y fue finalista del Premi Llibreter 2009.







miércoles, 24 de abril de 2013

"Rosa candida" de Audur Ava Olafsdóttir



Creía que había hecho la reseña del libro "Rosa Candida" de Audur Ava Olafsdóttir (por supuesto he copiado el nombre de la autora porque cualquiera se queda con él en la cabeza...) y resulta que no, que la tenía pendiente. ¡Con lo que me gustó esta novela!

No había leído nada de la literatura islandesa. Me confieso completamente ignorante de sus autores y sus libros. Últimamente sí que he leído bastante de la literatura negra nórdica. Y algunos de sus autores me gustan mucho. Pero con esta novela he descubierto a esta autora de nombre tan dificil y me ha encantado.

Me la recomendaron y un día de pura casualidad haciendo tiempo en una librería (ya sé yo que mi forma de hacer tiempo en las librerías es salir con algún libro...) descubrí que estaba "en bolsillo" y ya sí que no pude evitar comprármelo. Y la verdad es que lo primero que me sorprendió fue descubrir que el título es un tipo de rosa, de ahí que el "candida" sea sin acento. Una especie de rosa de ocho pétalos y sin espinas.

Comencé a leerla y no puedo decir que desde el primer momento me enganchara, no. Sin embargo después poco a poco me iba sumergiendo en la historia y qué bien. Es cómo cuando llueve y te vas mojando y te vas mojando y acabas empapado, pues así me ha pasado con esta lectura. Poco a poco me fue ganando y ganando y cuando terminé la historia me dió mucha pena no poder continúarla.

'Rosa Candida' cuenta la historia de un joven de 22 años que emprende un largo viaje después de la muerte de su madre en un accidente de tráfico. A pesar de que el objetivo más visible de ese viaje sea el de hacerse cargo del jardín de un monasterio al que llevará unos ejemplares de la Rosa Candida que da nombre a la novela, su objetivo real será el de hacer que llegue a conocerse a sí mismo.

La verdad es que es una historía sobre lo mágico de la vida cotidiana. Es una historia que tiene poesía. Una historia profunda aunque aparentemente sencilla. Los personajes van creciendo a medida que vas pasando las páginas, van encontrándose a sí mismos y qué agradable es ir viendo cómo lo hacen.

Los personajes son personas de carne y hueso, anónimos, corrientes. Los personajes principales son su familia compuesta por su padre, un octogenario cuya máxima ilusión en la vida es ver felices a sus hijos, y un hermano gemelo autista (Jósef). También es reseñable el personaje del abad, un cinéfilo empedernido, con el que mantiene unas jugosas conversaciones. Y claro el de la chica de la novela: Anna, que fue amor de una sola noche pero de lo más fructífero. Personajes que, cómo ya os he dicho, van evolucionando.

También hay que destacar el papel que juega en esta novela el lenguaje. El protagonista de 'Rosa Candida' viene de una isla y habla un idioma utilizado por muy poca gente. Pero, cuando llega a su destino, al Monasterio, se pone como meta aprender un dialecto hablado todavía por menos gente. Por otra parte el padre Thomas "habla muchos idiomas pero no consigue entender mejor por ello las cosas que suceden a su alrededor", y el hermano es un autista que no sabe mentir...

En fin, que me ha gustado mucho esta novela. Es fresca pero intimista. Tiene mucha importancia en ella el mundo sensorial: las rosas que vemos, que olemos; la comida que comemos; el lenguaje, los idiomas que hablamos... Y los personajes se te hacen entrañables porque vas creciendo de alguna forma con ellos.

He leído por internet que con la traducción del título original hemos perdido sus distintas acepciones. Ya se sabe lo malo de las traducciones. Porque originalmente era polisémico:  'Afleggjarinn' tiene "un total de tres significados: el primero de ellos es una carretera secundaria, un camino que cuenta con innumerables vueltas y revueltas y que no sabes demasiado bien adónde puede llevarte; el segundo de ellos es una flor, esta Rosa Candida que ha sido elegida como título en castellano, y por último también es así como se le llama a un niño que es hijo tuyo".


Bueno, pues habrá que leer más novelas de esta autora: Audur Ava Ólafsdóttir. Ay qué nombre tan dificil...




martes, 23 de abril de 2013

La Casa de Cervantes en Madrid donde murió


Hoy, día 23 de Abril se celebra en todo el mundo, el día internacional del libro.

El Origen del día del libro se remonta a 1930. El 23 de abril de 1616 fallecían Cervantes y Shakespeare. También en un 23 de abril nacieron – o murieron – otros escritores eminentes como Maurice Druon, K. Laxness, Vladimir Nabokov, Josep Pla o Manuel Mejía Vallejo. Por este motivo, esta fecha tan simbólica para la literatura universal fue la escogida por la Conferencia General de la UNESCO para rendir un homenaje mundial al libro y sus autores, y alentar a todos, en particular a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y respetar la irreemplazable contribución de los creadores al progreso social y cultural.

He pensado que en vez de hablar de ningún libro en concreto, de los que aquí estamos hablando día sí, día también, nosotros vamos a hablar de Cervantes a quién también se recuerda mucho hoy leyendo el Quijote en diversos foros, entre ellos el Círculo de Bellas Artes.

En nuestro caso la protagonista de hoy, 23 de abril de 2013, va a ser su casa.

Ya sabéis que en este blog tenemos una etiqueta dedicada a las Casas de los Escritores, y ya llevamos unas cuántas casas en nómina, que podéis consultar en:

Hoy vamos a recordar la casa de Cervantes en Madrid donde murió (porque parece ser que vivió en alguna más de esta ciudad). Pero en este caso nos referimos  a la casa de la calle Cervantes, número 2, en el Barrio de las Letras. Calle donde también está la casa de Lope de Vega, que cómo recordareis no se puede decir que fueran muy amigos. Antiguamente en vez de calle Cervantes se llamaba calle Francos.

Aunque si somos precisos tenemos que decir que no es exactamente esa casa que ahora hay en el núm. 2 de la calle Cervantes la casa donde murió, sino que es otra casa que se levantó en el solar donde estaba. Leemos en la Wikipedia que:

"Murió Cervantes en esta última casa de la calle del León esquina con Francos, en la manzana 228. En el año 1833, el propietario del inmueble, don Luis Franco, quiso derribar la casa que estaba muy ruinosa, para edificar una de nueva planta. El 23 de abril de ese mismo año, en el momento en que se procedía al derribo de la casa en cuestión, Ramón de Mesonero Romanos escribió en el único periódico literario de la época un articulillo en memoria del escritor y sobre el suceso del derribo. Dicho artículo llamó la atención del rey Fernando VII quien propuso que se suspendieran las obras para que el Estado comprase el inmueble. Pero el propietario no cedió de ninguna manera y el derribo se llevó a cabo. Una vez terminada la nueva construcción, cuya entrada ya no estaría por la calle del León sino por la de Francos, se puso en la fachada un relieve con el busto de Cervantes y una inscripción rememorando su estancia y muerte en aquel lugar. Así mismo, se cambió el nombre de la calle de Francos por el de calle de Cervantes, y así prevalece en la actualidad."




lunes, 22 de abril de 2013

Humor para comenzar la semana...



¡Vamos a empezar la semana con humor!

Humor de ese que gastamos en este blog. Humor literario.

Que nos tenemos que comer el mundo en éstos cinco días...

¡Venga a por este lunes de abril
que nos van a pasar un montón de cosas buenas!






viernes, 19 de abril de 2013

Lectura de mis relatos el 21 de abril 2013



Os recuerdo la cita:

El próximo domingo 21 de abril de 2013 a las 19 horas leeré algunos de mis relatos en una lectura compartida con dos poetas: Mª Antonia Copado y Javier Díaz Gil
Los tres formamos parte además de la Tertulia Literaria "Rascamán". 

Tres formas de entender la literatura, tres miradas, 
que se acompañarán de una cuarta, la de la música de la pianista Carolina Loureiro 
que nos tocará cuatro piezas.
El encuentro será en el Salón de Actos de la ONCE (calle Prim, 3) en Madrid (España).


 Ya.  21 de abril de 2013. 19.00 horas.

Si os apetece allí estaremos.

Os esperamos.

miércoles, 17 de abril de 2013

Los signos de interrogación




Hace poco tiempo he escrito un relato infantil sobre los signos de interrogación.

A raíz de hacerlo me han surgido algunas preguntas sobre ellos. Ya sabéis que no puedo con estas curiosidades que me entran así que no he tenido más remedio que informarme. Os lo voy a contar porque me ha parecido muy interesante. 


¿Por qué se usan signos de interrogación?

Nuestro sistema de puntuación proviene del griego clásico y del latín, y su propósito principal consistía no en ayudar a la comprensión, sino en guiar a quienes leían en voz alta. Las distintas marcas indicaban al lector dónde poner énfasis en las sílabas y dónde hacer una pausa y contener el aliento para mantener la métrica del verso de una poesía.

En latín, una pregunta se indicaba por la palabra questio al final de la oración. La tediosa tarea de escribir a mano un libro se facilitaba por la abreviatura de muchos vocablos; la palabra questio se redujo a QO. Como QO podía confundirse con otras abreviaturas, los escribas comenzaron a colocar la Q sobre la pronto la O. Muy pronto la Q se convirtió en un garabato y la O en un punto.

Curioso ¿Verdad?

Para el siglo IX d.C., punctus interrogativus era una de las marcas usadas para ayudar a interpretar los cantos gregorianos en abadías y monasterios. Ese signo se parecía a nuestro moderno signo de interrogación, aunque se curvaba un poco a la derecha; indicaba una pausa y una inflexión ascendente de la voz.

El desarrollo de la imprenta en el siglo XV creó la necesidad de contar con una puntuación estándar. En 1566, Aldo Manuzio publicó el primer libro de normas de puntuación. Su Orlhographiae Ratio (Sistema de ortografía) incluía el punto, la coma, los dos puntos, el punto y coma y el signo de interrogación. Para 1660, escritores e impresores ya usaban el signo de exclamación, las comillas y el guión. Estos símbolos se adoptaron en toda Europa, sobre todo como guía para la declamación.

Como resultado de la imprenta, se difundió la práctica de la lectura en silencio, por lo que los signos de puntuación adquirieron relevancia para precisar el significado de los pasajes impresos. En muchos idiomas los signos de puntuación sirven para dar fuerza y expresividad a la sintaxis de la lengua escrita.




martes, 16 de abril de 2013

"La lengua madre" de Millás, con Juan Diego



El domingo pasado estuve en el teatro. La verdad es que este fin de semana ha sido completo en obras teatrales, el sábado "Lastres" y el domingo en Getafe estuve viendo "La lengua madre". Sí, me gusta mucho, ya se ve ¿no?

En esta ocasión el actor era Juan Diego. Qué bueno es, qué bien lo hace. Y qué bueno el texto de Millás sobre el que iba la obra. Se trata de un monólogo sobre el mundo de las palabras.

Yo la verdad es que ya conocía muchos pasajes de este monólogo porque coincidían con lo que contó el autor en una conferencia en la Biblioteca Nacional a la que asistí en noviembre del año 2009. Me gusta mucho. Es tan ocurrente...

Os copio el vínculo de la entrada que hice entonces de la conferencia, por si queréis echarle un vistazo, es bastante completa porque tomé muchas notas:


En esta ocasión Millás ha actualizado el texto de entonces, y hace bastantes referencias al momento de crisis que estamos viviendo. Comienza haciendo una alusión al término "Crecimiento negativo" con el que quiere hablar de cómo la literatura puede disfrazar a veces el contenido de la información. Esos términos huecos, en ocasiones fruto de una antítesis, que no tienen ningún sentido a poco que quieras discernirlos.

Y a partir de ese arranque va saltando de un tema a otro, de un tema a otro, pero siempre girando en torno al mundo curioso de las palabras, sobre todo desde los ojos de un niño que descubre algunas palabras. Os copio aquí de aquella entrada que os comentaba un párrafo que repitió en esta ocasión y con el que nos reímos un montón de una confusión cuando se pasa lista en el colegio:

...De ahí pasó Millás a contar su primer día de colegio. Observó que cuando se pasaba lista en clase los niños cuando se les nombraba decían “Vicente”. Al principio le extrañó pero luego rápido encontró la justificación, puesto que el director del colegio se llamaba Vicente. Entonces siempre que le nombraban a él, decía “Vicente”. Y era curioso porque aunque todos los demás niños decían “Presente”, Millás niño entendía perfectamente “Vicente” y cuando le nombraban a él todos entendían que él decía “Presente”, aunque en realidad decía “Vicente”. El problema empezó cuando cambiaron al Director y en vez de llamarse Vicente se llamó Federico. Millas niño empezó a enfermar de nervios viendo que todos los demás niños cuando se pasaba lista seguían diciendo “Vicente” en vez de Federico y a la vez deseaba que llegaran ya a la M porque él sí que lo iba a decir bien. Así que en cuánto dijeron “Millas, Juan José”, él gritó a pleno pulmón “Federico”. Cuando todos rápidamente se volvieron a mirarle ya vió que algo no iba a bien. Pero cuando se dio cuenta de lo que en realidad pasaba, también pensó que cómo iba él a dar su justificación… esa justificación de la confusión con los nombres de los Directores... Así que optó por el mutismo. Del colegio llamaron a casa y hablaron con su madre, a la que oyó decir por teléfono que “le observaría…”

En esta ocasión, como en aquella, habló del género de algunos sustantivos que no le concordaban con sus sustantivos, habló de términos como "abotargamiento" que le traía por la calle de la amargura. Habló de "amorfo" que le llevó de la personalidad de las personas a la "mesalidad" de las mesas, la "sillalidad" de las sillas... Habló de esas frases hechas que tanto me gustan a mí y que de niño le hacían sentirse dentro de una familia especial, como "en esta casa somos muy cafeteros" o "los negros llevan el ritmo en la sangre" o "por la tarde hay que ponerse una rebequita y de noche echarse una manta"...
 
En fin... que no os puedo contar palabra por palabra cuánto dijo, pero de verdad que estuvo fenomenal. Es tan curioso todo lo que decía, tan bien hilvanado, tan ocurrente, tan gracioso... Te hacía pensar pero con un ingenio tal que daba gusto. Me gustó mucho.
 
Y al final fue emotivo porque todo el mundo se puso de pie a aplaudir a Juan Diego que se le escapaban las lágrimas...
 
Muy bien, la verdad.