Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

viernes, 15 de enero de 2010

"Las penas de amor son como marearse en un barco: tú te siente morir pero a los demás les produces risa" Alejandro Gándara. Artículo - Rosa Montero


Tengo varias cosas que contaros, pero mientras encuentro el momento, aquí os dejo con un artículo de Rosa Montero, aparecido en el suplemento EPS del domingo 10 de enero.

Supongo que ya otras veces os he hablado de esta autora porque a mí me gusta bastante cómo escribe. "Historia del Rey transparente" es uno de mis libros preferidos.
Bueno aquí os lo dejo, espero que os guste.



ROSA MONTERO MANERAS DE VIVIR

Corazones de alcachofa


ROSA MONTERO
10/01/2010


Si Cupido se representa tradicionalmente con el aspecto de un angelote rollizo de corta edad, algo así como una especie de lechoncillo seráfico, es para simbolizar que en el amor todos somos eternamente niños, que no aprendemos jamás, que no evolucionamos, que amamos una y otra vez con la misma pureza, es decir, con la misma ignorancia y repitiendo todos los errores. De hecho, a menudo amar, a medida que uno crece, es ir desarrollando cierta esquizofrenia, porque por un lado el cerebro enciende las alarmas y avisa de las trampas que uno mismo se pone; pero, por otro, el corazón se emperra en seguir a lo suyo, encendiendo el mundo de colores y deshojándose como una trémula alcachofa.
“Aunque se sobrelleve silenciosa y platónicamente, el amor en la vejez es algo muy común”

Vista desde fuera, la pasión siempre tiende a resultar un poco ridícula; como dice mi amigo y estupendo escritor Alejandro Gándara, las penas de amor son como marearse en un barco: tú te sientes morir, pero a los demás les produces risa. Y esa vertiente una pizca grotesca que tienen los enamoramientos desenfrenados se va multiplicando con la edad: cuanto más viejo seas, más chistoso resultas. En parte, supongo, es cosa de esa esquizofrenia de la que antes hablábamos, del chirrido que provoca ver a personas mayores que se siguen comportando como críos, pero en parte también debe de ser una consecuencia del prejuicio. Ya se sabe que vivimos en una sociedad que idolatra la apariencia de juventud y desdeña a los viejos, y la idea de un anciano o una anciana enamorados produce mofa e incluso cierta repugnancia, porque en el fondo nos repugna la idea de nuestra propia vejez, de la decadencia inevitable y de la muerte. Por lo general, todo eso no lo tenemos nada trabajado, y así nos va.

Pero lo más curioso es que el personal se suele sorprender ante la idea de que los mayores se enamoren, como si fuera algo poco común. Las convenciones dictaminan que con la edad se apagan esos fuegos y la gente se sigue tragando esa mentira, aunque la realidad nos demuestre abundantemente lo contrario. Ahí está Liliana Bettencourt, la octogenaria dueña de L’Oréal, regalando mil millones de euros a un fotógrafo; y aquí mismo tenemos a la Duquesa de Alba, cuya vida se ha visto bastante agitada últimamente a consecuencia del amor. Desde luego las mujeres parecen tenerlo un poco peor; los resabios machistas hacen que todos tendamos a ver más risibles a las señoras mayores que se enamoran, pero lo cierto es que, salvo excepciones, a los varones tampoco se les perdona. El viejo verde es un personaje socialmente ridículo.

Recordemos, por ejemplo, al gran Goethe, un hombre de talento universal que, además de ser uno de los mejores escritores de la historia, desarrolló una intensa carrera política y fue un científico más que notable. Pues bien, este personaje inmenso consiguió perder por completo su lucidísima cabeza a los 74 años, cuando se enamoró como un becerro de Ulrike, una muchacha de diecinueve, hasta el punto de que, cada vez que la oía pasar junto a su ventana, abandonaba el trabajo y salía corriendo detrás de ella sin sombrero ni bastón, detalle que, a principios del siglo XIX, denotaba a las claras lo trastornado que estaba. Ni que decir tiene que nadie pareció entender esa pasión tardía; los conocidos se burlaban y el hijo de Goethe se enfureció muchísimo. El escritor pidió a Ulrike en matrimonio y fue rechazado, y el disgusto fue tan grande que el pobre hombre se puso malísimo. Avisado de su enfermedad, el mejor amigo de Goethe, el músico Carl Zelter, acudió desde Berlín a visitarlo. Y después escribió en una carta con inmensa sorpresa: “¿Y qué me encuentro? A alguien que parece que tuviera en el cuerpo todo el amor con toda la angustia de la juventud”. Ya digo, en la pasión no envejecemos.

Y si un cerebro privilegiado como el de Goethe es capaz de achicharrarse así, ¿qué no puede sucedernos a los comunes mortales? Me parece que, aunque por lo general no se comente, aunque se sublime, aunque se sobrelleve silenciosa y platónicamente, el amor en la vejez es algo muy común. Y no hablo ya de pasiones arrebatadas, sino de ese aleteo en el estómago, de ese desasosiego y esa alegría. Muchos ancianos y ancianas están secretamente enamorados de sus médicos, de las enfermeras que les toman la tensión, del vecino encantador que les ayuda a bajar los escalones del portal. Y qué maravilla que sea así. Qué maravilla constatar que, cuando todo decae y todo se hunde, sigue habiendo dentro de ti un adolescente emocionado e irreductible.

martes, 12 de enero de 2010

"Palabras para conjurar un día 13" Mañana leemos en los Diablos Azules


Mañana, miércoles 13 de enero, varios componentes de la tertulia "Rascamán" más otros dos poetas haremos un recital de poesía y narración.

Estamos muy ilusionados, porque no hay mejor forma de comenzar este año.

La lectura será en la sala "Los Diablos Azules", en la calle Apodaca, 6. Metro Tribunal.

Comenzaremos a las 21.15 y los que leeremos somos:


Oscar Aguado
Celia Cañadas
Ana Delgado Cortés
Javier Díaz
Carmen Frontera
Feli Martinez
Laura Nuñoz
Sagrario del Peral
y yo,
Rocío Díaz Gómez



Todos ellos son autores que llevan ya mucho tiempo escribiendo, algunos tienen ya varios libros de poemas publicados, y todos tienen premios y reconocimientos a su buen hacer.


Son autores distintos, cada uno con una forma interesentante y peculiar de leer, recitar y contar la vida. Autores que merece la pena escuchar.

Ya sabéis, si os apetece allí estaremos.

lunes, 11 de enero de 2010

Hoy, Madrid, la nieve y sus 32 caras


Hoy 11 de enero de 2010 y en Madrid, nos hemos vuelto a levantar con todo nevado… Muy nevado.

Esta estampa blanca, aparentemente preciosa, nada más abrir la persiana, a los madrileños ya casi ni nos sorprende. La primera impresión es dilatar las pupilas y pensar que el invierno también tiene esta cara blanca y delicada, esta cara preciosa y frágil que destila calma. Pero vivimos en Madrid y esa primera impresión se desvanece rápidamente para dar paso a ese suspiro de fastidio que no podemos evitar que se nos escape al pensar lo difícil que va a ser todo… Sobre todo si es día de ir a trabajar.

Comenzó ayer a nevar cuando aún no eran ni las cinco de la tarde y ya no dejó de hacerlo. Pero Madrid no está preparada para la nieve.

Estábamos avisados, es cierto, había sal por todas partes, por las aceras, las carreteras, las escaleras… Sin embargo, por mucha sal y mucha preparación que tengamos, el ritmo trepidante pero frágil que tenemos aquí nada más poner un pie en la calle, si con la lluvia se tambalea... con la nieve peligra.

Cada día vas andando deprisa al metro, bajas de tres en tres las escaleras mecánicas, corre, corre que viene, que viene, ufff lo pillé, entras rápido, te apretujas, te haces sitio, y no acabas de hacerlo cuando otra vez ya "porfavor, porfavor ¿va a salir…?" "Disculpe ¿va a salir?", y a correr otra vez, corriendo por las cintas mecánicas, corriendo para salir otra vez a la calle, corriendo para llegar a tiempo de fichar, cuidado con los semáforos en ámbar, los pitidos de coches, las voces, los cuerpos que adelantas, que se te cruzan, los ruidos de autobuses, deprisa, deprisa, vamos que no llegas… Deprisa. Venga, venga.

Sí Madrid a las siete y media de la mañana es ruido y gente y prisas. Sí Madrid así amanece.

Pero una mañana nieva… y todo se vuelve lento. Más difícil. Más complicado…

Ni Madrid, ni los madrileños estamos preparados para que nieve.


Nieve: Precipitación de cristales de hielo, en su mayoría ramificados (a veces estrellados), que al caer se agrupan en forma de copos. Para fines de observación del tiempo, la intensidad de nieve se caracteriza como:

a) Muy ligera, cuando copos dispersos no cubren completamente o humedecen una superficie, prescindiendo de su duración.
b) Ligera, cuando la visibilidad es de 1 km o más.
c) Moderada, cuando la visibilidad es menor de 1 km, pero superior a 500 m.
d) Fuerte, cuando la visibilidad es inferior a 500 m.

Esta definición de “Nieve” la he tomado de:

Vocabulario de términos meteorológicos y Ciencias AfinesAlfonso Ascaso Liria y Manuel Casals Marcén
Instituto Nacional de Meteorología. Sección de Publicaciones

A continuación, después de leer la definición he encontrado enumeradas en la página 261 de este diccionario: ¡32! clases diferentes de nieve. Sí 32. Me ha parecido increíble.

Cómo no es cuestión de ir copiándoos la definición exhaustiva de cada una de ellas, solo para que os hagáis una idea, os copiaré el nombre:


Nieve acumulada o Banco de nieve, nieve amarilla, nieve arenosa, nieve carbónica, nieve compacta, nieve con lentejuelas, nieve costra, nieve densa, nieve en granos, nieve en manchas, nieve en polvo, nieve enlodada, nieve fresca, nieve fundida, nieve granulada, nieve granular húmeda, nieve húmeda, nieve inestable, nieve nueva, nieve parda, nieve pastosa, nieve penitente, nieve podrida, nieve polvo, nieve primavera, nieve roja, nieve seca, nieve sopa, nieve venteada, nieve verde, nieve vieja y nieves perpetuas.
Ahí es nada. 32 tipos distintos. 32 calificativos para la palabra nieve, que precisan su significado.

En fin…


Pues eso, que hoy ha vuelto a nevar en Madrid. Pero no me pidáis que os describa cómo es esa nieve… lo importante es que despacio, muy despacio he llegado sana y salva a trabajar. Y entonces, he mirado por la ventana y he pensado: qué bonito...

Como decía aquella canción, otro día más en el paraíso.

La tertulia Rascaman ¡se traslada al Café Ruiz!



Empieza el año, terminan las navidades, y volvemos a la tertulia.

La novedad es que ¡nos trasladamos!

No es que no nos de penita dejar el Galdós, que claro que nos la da, pero siempre había demasiado bullicio. Es muy difícil tertuliar si tienes que estar luchando por escuchar o hacerte escuchar. Y ya cuando leíamos alguno, era un verdadero martirio seguir el hilo del poema o del relato con tanto jaleo.

Ya llevábamos tiempo hablando de trasladarnos, cuando de pronto el último día que nos vimos, la noche de la cena de navidad, por esas cosas del azar, caímos en el Café Ruiz. Hacía años que yo no iba por ese café, pero años y años… Pero así es la vida. Salimos de nuestra cena, nos acercamos por allí para tomar el último café juntos… y jo, qué maravilla, estar cerca y ¡escucharnos! Sin tener que andar esforzándose tanto… Qué maravilla.

Y bueno pues allí que nos vamos a reunir a partir del primer miércoles de este nuevo año de tertulia.

Pero si me permitís, os puedo dejar con la bitácora que escribí de la noche de la cena donde lo contaba. A ver si así me animo releyéndome y vuelvo a escribir.
(Foto superior: En el café Ruiz el día de la cen: Empezando por la derecha Sagrario, David y yo)


(En el café Ruiz el día de la cena de diciembre: Sagrario, Ana Delgado, Celia, Oscar y Javier)




Guiso navideño con Tertulia Rascamán
1. Enfriar el ambiente exterior, hasta convertirlo en una noche de sábado gélida y navideña.

2. Precalentar el restaurante a unos cuántos decibelios de ruido. E introducir en él, dos mesas pegadas a la pared, que iremos rodeando poco a poco de comensales con ánimo festivo y bullicioso.

3. Escoger a diez tertulianos de pro, con talante agradable, y muy sociables. E ir apretándolos poco a poco, a medida que van llegando, hasta conseguir que quepan bien juntitos en las dos mesas.

4. Cortar bien finas las conversaciones. Libros y poesía, recitales y actualidad. Picar unas risas. Y añadir varias cucharadas de fotos al gusto de algunos y disgusto de otro. Con todo ello preparar una mezcla espesa con que se rociará a los tertulianos de forma más que generosa.

5. Escogemos también un par de camareras, una más sonriente que la otra, y un invisible plato de avestruz que no tienen a quién adjudicar. Y les hacemos sitio en los huecos entre las conversaciones.

6. Poner en el horno a temperatura ambiente de tertulia en Navidad. Tapar y dejar hervir a fuego moderado de complicidad, bienestar y afecto.

7. A modo de guarnición, acompañar a los tertulianos con un gran saco decorado de motivos navideños y lleno de regalos de amigos invisibles. Esconderlo bajo las dos mesas. Remover todo el tiempo. Y después añadir a cada tertuliano visible un regalo al azar, pero al gusto de otro tertuliano amigo e invisible.

8. Para hacer el postre. Cuando ya los tertulianos están hechos, y han intercambiado platos y regalos, sacarlos despacio del local. Y ponerlos a reposar en el Café Ruiz. Retirar dos cucharadas grandes de conversaciones y risas del jugo que ha ido cayendo en las dos mesas anteriores y echarlas suavemente sobre ellos. Colocar la mezcla en un recogido rincón, más silencioso que el del restaurante, ahora casi familiar, y removerlo con tranquilidad un largo tiempo. Se puede añadir chocolate a la taza y te de canela con licor. Se chuparán los dedos...

9. Se sirve despacio, se saborea, se disfruta.

10. Finalmente se vuelve a sacar a los tertulianos a la noche gélida de un Madrid de finales de diciembre del 2009 y tras breves despedidas se les reparte en distintos y oportunos taxis que les devolverán a sus casas. Cada uno con un regalo literario y una tonta e invisible sonrisa en la memoria.

©Rocío Díaz Gómez

Ya sabéis que cada encuentro de tertulia se queda anotado en el “Cuaderno de Bitácora”. Esa noche quedamos en que todos escribiríamos diez líneas, multiperspectivismo puro y duro. Así que si os interesa saber más de esa noche podéis leer lo que escribieron de ese día mis compañeros, de verdad que algunos hicieron una bitácora de lo más original y amena: los diez mandamientos, sopa de letras… aquí os lo dejo todo por si os apetece leerlo.

http://bitacoratertuliagaldos.blogspot.com/2010/01/12-jornadaiii-ano-sabado-19-de.html

Y a partir del miércoles ya sabéis:


La tertulia Rascamán se traslada al Café Ruiz
C/ Ruiz 11

Malasaña. Madrid.

viernes, 8 de enero de 2010

Pierre Gonnord. Terre de personne

No quiero dejar pasar más tiempo sin hablaros de la exposición en la que estuve el fin de semana pasado.


Pierre Gonnord. Terre de personne

Pierre Gonnord fue premio de la Cultura de la Comunidad de Madrid en el año 2007. Fotógrafo francés afincado en Madrid desde hace dos décadas.

Ahora aquí, en Madrid y en la calle Alcalá podemos disfrutar de una exposición con su último proyecto Terre de Personne (Tierra de Nadie). Una serie de 38 fotografías inéditas con las que Gonnord retrata la vida rural del Norte de España (Galicia, Asturias y León) y de Portugal y el paisaje se convierte en protagonista de buena parte de sus imágenes, una novedad en la obra del fotógrafo galo. Gonnord incluye una especial atención a las cuencas mineras de Asturias y León.

De estas treinta y ocho imágenes, veinte son paisajes de la vida rural, que se han hecho para esta exposición, haciendo hincapié en los incendios. Y luego hay 18 retratos de campesinos y algunos mineros.


Cuando llegué el domingo pasado a la exposición, acababa de empezar la visita guíada. Tuve mucha suerte porque fue una visita muy interesante y muy amena gracias a los comentarios de la guía.

Las fotografías me impresionaron. Parecen retratos de pintura, gracias a como juega con la luz el fotógrafo. La mayoría son personas ancianas, curtidas, atravesadas de arrugas. Personas que se han hecho poquísimas fotos en su vida, quizás en su matrimonio y poco más, decía la guía. Entonces es muy curioso como posan, tan solemnes, sobre el fondo oscuro que ha preparado el fotógrafo. Personas a las que no les preocupa su aspecto físico, y nos hacía notar la guía que los niños, con su espontaneidad, enseguida señalan y comentan el bigote que tiene sobre el labio superior una anciana.


Nos contaba la guía que Pierre Gonnord había ido casa por casa fotografiándolos, y claro sin demasiados medios. En muchos retratos se puede ver si te acercas en las púpilas reflejada la única fuente de luz de la que dispone el fotógrafo, la ventana.

De algunos solo fotografía el rostro, de otros hasta la cintura, para que se vea el aplomo de la persona. Me acuerdo ahora mismo, a propósito de ésto, del retrato de la señora que ejercía las funciones de alcaldesa, cómo se notaba que era una persona acostumbrada a hacerse oír solo con ver la fotografía, con cara suspicaz, y apoyada en su bastón, también de mando. (Foto de abajo)


Los retratos llevan como título el nombre propio de sus protagonistas, nombres que ya no se estilan, nombres de pila que ya casi no se utilizan. Algunas son fotografías hechas cuando ya ha vuelto de las faenas del campo, y la guía nos señalaba para que nos fijáramos la brizna de trigo que aún quedaba en la solapa, otros que acaban de llegar de la mina, aún con la frente medio manchada de hollín.

Son fotografías que transmiten emoción, muy expresivas, que no puedes evitar que te calen, te atraviesen por su realismo, su cercanía tan absoluta. Esa mirada, esa piel apergaminada, esos detalles de su mundo, te llevan inmediatamente no solo hasta la persona sino hasta su entorno, su colectivo, su vida sencilla pero dura. El fotógrafo incluso consigue que el protagonista te sea más o menos simpático tal y como te lo sabe mostrar.

A mí me ha gustado mucho descubrir a este fotógrafo: Pierre Gonnord: "Escrutador de almas" cómo le llamó el comisario de su última exposición. Y creo que tuve mucha suerte de justo llegar a la visita guíada, por lo menos mi guía, no sé si será la única que tiene la exposición, hacía la visita mucho más entretenida y ágil, salpicándola de las historias que le había contado el fotógrafo al hacer las fotos.


Dónde: Sala Alcalá 31 (Alcalá, 31 Metro: Sevilla L2) Madrid. Hasta el 28 de febrero de 2010
Horario: De martes a sábado: De 11:00 h. a 20:30 h. Domingos, 24 y 31 de diciembre de 11:00 h. a 14:00 h. Cerrado: Todos los lunes, 25 de diciembre, 1 y 6 de enero
Entrada gratuita
Se podrán efectuar visitas guiadas gratuitas en el siguiente horario: sábados y domingos por la mañana a las 12:00 y 13:00 horas; y sábados por la tarde a las 18:00 y 19:00 horas.

jueves, 7 de enero de 2010

7 de enero, ya no es navidad


Hoy 7 de enero y en Madrid, ha nevado casi todo el día.

No me gusta demasiado que nieve, sobre todo si tengo que salir de casa. Pero duran aún los días libres y quizás que nieve sea una buena despedida para las navidades.

No puedo evitar sentir cierta nostalgia cuando terminan estas fiestas. Madrid se desnuda de luces, de colores, de buenas intenciones en forma de regalo.

Decía un amigo esta mañana, que de las navidades queda aún el roscón. Es cierto. Pero bueno también queda lo poco que escribí en estos días tan atareados, queda el poso de la exposición a la que tuve la suerte de llegar cuando acababa de empezar la visita guíada, quedan un par de cines, muchas reuniones con gente querida, un montoncito escogido de libros que entre otras cosas dejaron a su paso los Reyes Magos por mi existencia, y sí, qué bien aún queda roscón para desayunar mañana.

No es poco.

Y de todo eso os iré contando en varias entradas.

Mientras tanto, quedan aquí mis buenos deseos para el resto de este año para todos vosotros.

Ya no es navidad, pero os sigo deseando salud, alegría y muchas lecturas.

Feliz semana santa, feliz primavera, feliz verano, feliz otoño, feliz resto del año.

martes, 5 de enero de 2010

"Querido Melchor..." Un relato de Rocío Díaz Gómez


Hoy es 5 de enero.

El día que trae la noche más mágica del año.

Como es el día de los niños, os voy a dejar con uno de ellos. Se llama Carlitos y escribe una carta a los Reyes Magos.

Es una carta fechada en el año 2003, ya os daréis cuenta por los juguetes que pide.

Pero yo la tengo cariño porque fue premiada con el Accesit esa navidad en el V Certamen de Relatos Breves de Navidad de Navalmoral de la Mata. Y gracias a eso, fuí por primera vez a ese pueblo. Y recuerdo que fue una entrega de premios muy especial donde me recibieron con mucho cariño. Luego por esas cosas de la vida he vuelto un par de veces más a por otros dos premios, en otros certámenes, uno también de navidad y otro de mujeres. Y su recibimiento ha sido cada vez mejor. Además en el año 2006 reunieron todos los cuentos de navidad premiados en los últimos cinco años, en un volumen muy elegante, con ilustraciones, que les quedó muy bien, la verdad.

Desde el punto de vista de la escritura, ahora la releo y cambiaría muchas cosas. Supongo que es normal, han pasado seis o siete años desde que la escribí.

Pero se merece, porque me trajo muy buenos momentos, que la deje tal como fue.

Felices Reyes.



Querido Melchor...


Madrid, 5 de diciembre de 2003
Querido Rey Melchor,
Yo no sé sí tu existes o no existes, como tampoco sé sí existen los otros Reyes, o si existe el Ratoncito Pérez, pero ahora les ha dado a los de mi clase por decir que a lo mejor no existes... yo no sé..., pero como dice mi amigo Sergio “existáis o no existáis lo que sí que existen son los regalos” así que como Sergio es el amigo al que más ajunto del mundo entero, yo me fío y por si acaso os mandaré otro año la carta... además, que se lo cuento a la yaya que todos los años se sienta conmigo a escribir a San Pancracio “a ver si nos toca la lotería de Navidad” y dice que ella no va a dejar de escribir a su Santo digan los compis del “hogar ” lo que digan, así que yo igual, digan los de clase lo que digan, te escribo... Y aquí estamos los dos “la yaya” y yo merendando pan con nocilla y pensando qué poner, la yaya dice que lo primero es lo primero, y que antes de nada hay que ser educados y decir quiénes somos. Me llamo Carlos Hernando Rejas y mi yaya se llama Ernestina Pérez Sánchez, aunque todo el mundo la llama La Tina, como a mí que me llamo Carlos pero en casa soy “el niño” porque cuando llega mi padre siempre pregunta “Y el niño... ¿qué ha roto hoy?” y mi hermana la mayor dice... “Niñoooo, que la carne de burro no es transparente...” y mamá cuando me abraza dice ¡Ay... el niño de la casa...! así que para todos soy “el niño”. Bueno para todos menos para mi hermano Marcos, que tampoco me llama Carlos, sino Carlitos, con esa “i” de “microbio” y “mierdecilla” que dice siempre detrás de Carlitos cuando me llama a grito pelao para que todos en el parque se den cuenta de que YO soy su hermano pequeño, YO soy “el plasta al que tiene que cuidar” que es lo que siempre dice detrás de “Carlitos microbio y mierdecilla”, osea también YO. Pero aunque nadie me llame así, la verdad de la verdad es que me llamo Carlos y en algún sitio lo debe de poner porque en el cole el primer día cuando pasa lista el profe me llama así, y me lo llama, y me lo llama veces y veces, hasta que Sergio, que no sé si ya lo he dicho pero es el amigo que más ajunto, acaba dándome una colleja para me entere y conteste, porque me cuesta un montón de tiempo darme cuenta de que soy yo... pero ¡Vamos! Melchor que tú me puedes llamar como quieras que para eso eres Rey...

Rey Melchor te he puesto un “punto y aparte”, como dice mi profe, que es un “punto” que he aprendido hoy en mi cole, porque ya no sabía por donde me iba, a la yaya se le había quedado la dentadura enganchada al bocata de noci y no se podía separar... así un buen rato... hasta que he tenido que levantarme para ayudarla a desengancharse con mi superfuerza, le pasa mucho... Bueno pues que, me llamo Carlos y vivo aquí en el barrio de Canillas, te acordarás de mí porque todos los años yo soy el que más alto chilla “¡aquí, aquí...!” cuando pasáis en la cabalgata para que me tiréis un montón de caramelos... La yaya y yo llegamos muy pronto con el pan y la noci, nos sentamos en el borde y nos vamos comiendo el bocata hasta que oímos que venís... entonces corriendo llevo a la yaya a esconderse detrás de un coche y yo vuelvo corriendo a mi sitio, esto lo hacemos desde que a la yaya le pegaron un caramelazo bestial en toda la cara cuando gritaba bien alto “¡Aquí, aquí...!” y entonces desde que la operaron de cataratas dice que ella no puede arriesgarse... que ella es una abuela moderna pero que no está pa esos trotes de jugarse la poca vida que le queda en las cabalgatas... así que una vez que he escondido a la yaya bien escondida, me subo al bordillo y grito, grito, grito hasta el infinito... y cuando tengo las manoplas lleeeenas de caramelos, entonces , me vuelvo a buscar a la yaya y a casa que nos vamos los dos tan contentos comiendo caramelos mientras pensamos en todos los regalos que nos vais a traer...

Otra vez Rey Melchor he tenido que ponerte otro punto y aparte, al profe le va a molar cuando le cuente mañana todos los puntos y aparte que hoy puse; contándote lo de la cabalgata no me estaba dando cuenta de que empezaban “los dibus” que me gustan, y casi me los pierdo, pero ahora que ya han terminado voy a seguir, y pasemos a lo importante, osea todas las cosas que quiero que me traigáis: La videoconsola de Nintendo, otra “gameboy”, todos los “action man” nuevos de este año, los pokémon que me faltan (que ahora no me acuerdo pero como tu además de Rey eres sabio seguro que lo sabes) un equipo completo de fútbol del Real Madrid ( mi padre ya no nos deja ser del atleti) diez u once peonzas para que me duren hasta el año que viene cuando volváis, un estuche de tres pisos con pinturas, rotuladores, plasti y ceras, con muchas reglas, lápices, bolís, goma y saca; otro patinete porque Marcos después de romper el suyo, me rompió el mío (él dice que fue sin querer pero ¡ya...!); otro libro de “Harry potter” y el de la “peli” de “El señor de los anillos”; ...He parado un momento para preguntar a la yaya que sí me estoy pasando pidiendo y después de un rato luchando contra la dentadura y el bocata me ha revuelto el pelo y me ha dicho “Mira niño, porque la yaya también me llama niño, todos sabemos que los Reyes son Magos así que por poder, poder, pueden traer todo lo que se les pida, pero Matusalén a su lado... un muchacho. Que te quiero decir niño, que seguro que ya les va doliendo la espalda como a esos “carcas del hogar”, y tendrán la artrosis, y la reuma... así que a lo mejor no pueden con todo...” Mi yaya siempre habla muy claro, ella y yo nos entendemos bien, así que nada Melchor yo sigo pidiendo y cuando os empiece a doler la espalda dejáis de meter cosas al saco. Sigo: Varios videojuegos para la Nintendo; otro Spiderman; las trampas del Spiderman; el auto de Spiderman, la bola mágica de Harry Potter, el castillo de Harry Potter... y de juguetes hasta que no echen en el buzón más catálogos ya no puedo pedir más...

Pero antes de terminar os tengo que poner lo de siempre, ya sabéis, quiero poder dormirme antes por las noches; en el techo de mi cuarto ya no caben más estrellas de esas que me pega mi madre para que cuente y venga el sueño, ya están todas ahí apelotonadas y aunque las pegamos con ese pegamento que pega hasta los dedos, hay tantas juntas que se despegan y toda la noche andan cayendo encima de la cama... como si lloviera, a lo primero mola, pero después ya... es un rollo. Además, la noche que le toca a Marcos hacerme compañía cada vez es peor... me ha dicho que Blancanieves ya se ha separado del príncipe y tiene otros novios, que el flautista tiene un montón de músicos que trabajan para él y ya ni tan siquiera tocan sino que hacen que tocan como en la tele, que el cerdito de los ladrillos ya tiene una “inmo no sé qué”, que dice que es una fábrica de hacer casas, y que se está forrando como el Cirilo, el del bar de enfrente... como es mayor sabe más de los cuentos, pero hasta que se cansa y dice que soy un plasta y que me duerma de una vez, se cabrea y termina contándome el de la “bella durmiente”, pero el de siempre, que sabe que no me gusta nada... y así hasta que al final se duerme y yo ¡hala! otra vez a contar las estrellas como todas las noches...

La única que no se queda dormida antes que yo, ni me acaba regañando, es la yaya que dice que como es mayor tampoco tiene sueño pero es que ya me sé de memoria toda su vida, todos los novios que tuvo, todos los bailes, todo... y aunque ella dice que me lo cuenta al oído para no despertar a nadie, como está un poco sorda empieza bajito, bajito, pero al final termina dando unas voces que se despierta hasta el vecino de al lado que empieza a aporrear la pared chillando: “!Coño abuela, ¿Otra vez con eso? Si aquellos pretendientes tendrán ya mil años, joder con la abuela que noche sí, noche no, la misma matraca”... por eso, Rey Melchor, hasta que por fin los médicos encuentren la manera de que yo me pueda dormir por las noches como los demás, te pido otro año un poco más de sueño, un poco más solo, que yo creo que eso no ocupa mucho en el saco y casi no os va a pesar...

Y bueno, que nada más, hasta que piense más regalos no te vuelvo a escribir, tengo que acabar deprisa que otra vez a la yaya se le ha enganchado la dentadura en el bocata y está ahí saltando y saltando como una loca y aporreando en la mesa para separarse... Ya voooy yayaaaa... ¡menos mal que me tiene a mí!
Adiós Rey,
Carlos, Carlitos o el niño.

©Rocío Díaz Gómez