Tras el parón del verano y liberarnos del secuestro al que nos tenía sometidos el calor, con la consiguiente y necesaria abducción del agua, una se siente en la obligación de retomar las exposiciones y los teatros para no sentirse ya totalmente atocinada tras la inactividad intelectual veraniega.
Comenzamos el curso con la obra de teatro "Las cigarreras" en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, Centro Cultural de la Villa. Qué buenas butacas siempre ha tenido la sala Guirau de ese teatro: grandes, blandas, con espacio para estirar un poco las piernas. Te sientas y te dices, qué gusto de sala. No defrauda nunca.
Habíamos estado en esta misma sala, en primavera, viendo Galdós Enamorado, con Emilio Gutiérrez Caba y María José Goyanes, con una obra cuyo argumento giraba en torno a la relación sentimental entre Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán y que se plasmaba en su correspondencia. En la otra sala, que también me gusta mucho, la Jardiel Poncela, más pequeña y acogedora, las últimas veces vimos "Mi abuela no se llama Carmen"o "Tea room".
Ahora en otoño volvemos a la sala grande y también a doña Emilia, pues "Cigarreras", la obra que ahora se está representando, es una adaptación del director y dramaturgo Cándido Pazó, de la novela de Emilia Pardo Bazán titulada "La tribuna". Mote con que llamaban sus compañeras a una de las cigarreras, cuya historia nos van a contar.
De la representación, en general, salimos contentos. La obra es muy emotiva y cuando termina muchos de los asistentes comienzan a levantarse a aplaudir porque es cierto que llegan a conmoverte las vidas de esas mujeres trabajadoras. Eso es buena señal. Lo cierto es que tiene un montaje muy conseguido: la atmosfera de la fábrica donde trabajan las cigarreras, el momento político convulso de aquella España del Siglo XIX que abarca desde la Revolución de 1868 hasta la I República, las cuitas personales y laborales de las gallegas cigarreras está muy bien reflejado. Es un montaje que solo ha contado con mujeres.
Doña Emilia destaca porque está muy bien representada por la actriz Susana Dans. Cuando comienza la obra está releyendo, once años después de escribirla, su obra "La tribuna". Eso le trae recuerdos y los comenta con sus supuestos lectores, que somos su público. Y ahí arranca la historia.
Las actrices cantan varias veces durante la obra y eso intensifica la atmósfera de camaradería que nos llega y le imprime mucho ritmo a la obra. Lo único que yo sentía es que en esas ocasiones en las que cantaban, que me gustaban mucho, no vocalizaban tan bien como para entender qué decían. Me llegó mucho y me pareció muy oportuno que tuviera su papel, doña Emilia en la obra. La interpretación me pareció muy fiel a lo que sabemos de la autora, su porte aristocrático, su talante goloso y amistoso, su curiosidad tan intelectual... También me parecían muy creíbles y naturales las actrices que representaban a las cigarreras de mayor edad.
En general es un montaje muy logrado. Son dos horas de representación pero no se te hacen largas. Trae hasta nuestros días una obra social, siempre necesaria, de reivindicación de la mujer, no solo en el terreno laboral sino también en el sentimental, y tiene una carga emocional que transmiten al público. La interpretación de las actrices, sus derrotas, el camino que finalmente siguen sus vidas es muy interesante y te contagian de su ánimo.