Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

sábado, 4 de noviembre de 2023

Escapada literaria con Rascamán a Alaquás I

 


No hay nada mejor que tener un refugio. Poder cerrar todas las puertas y dejar fuera durante un rato lo que nos duele, nos preocupa o simplemente nos aburre.

Hace 25 años que yo encontré a mi grupo literario, primero fuimos un taller de creación literaria, después una tertulia y siempre, ese refugio donde seguimos aprendiendo mientras compartimos la pasión por la literatura, por leer y sobre todo escribir. 

A veces escapamos de ese sótano céntrico donde nos reunimos cada semana. Y la última vez que nos aventuramos más allá de Madrid ha sido el último fin de semana de octubre donde fuimos a dar un recital literario hasta un pueblecito de Valencia, Alaquás.  

El pacto era coincidir todos en ese Palacio-Castillo del siglo XVI que tiene tan chulo. Celebrar en él un recital donde leeríamos poemas y relatos, combinándolos con algunas actuaciones musicales, preciosas actuaciones musicales, a cargo de unos músicos de Alaquás, gracias a una compañera (Omega), muestro lazo de unión con aquellas tierras donde ella vive y estudia violín. 

Fuimos cada uno como quiso, repartiéndonos en algunos coches, o solos. También cada uno se organizó el finde como le pareció, llegó el viernes o llegó el sábado, se fue antes o después. Somos ya muy mayores para movernos como un colegio. Respetamos lo que cada uno elige. Pero a las doce de la mañana del sábado 28 de octubre del 2023 Rascamán, como un clavo, compartía sus libros y sus textos (poemas y relatos) en ese castillo. 

Allí estuvimos. Juntos. Celebrando que nos unen las letras.

Somos muchos más Rascamanes que los que leímos en Alaquás, fuimos una pequeña representación. Pero disfrutamos mucho de la comida y la luz de Valencia. De su temperatura benigna y sus paisajes. De la amabilidad del grupo poético en el que ahora está Omega y que nos recibió "en su casa". De estar juntos, de leer, de escribir. 

He pensado que voy a dividir esta entrada en tres partes. 

En ésta, si me lo permitís, os pongo en situación. Y en la siguiente os presento a mis compañeros. 


Aquí los protagonistas.







Y aquí el castillo donde celebramos el recital. Qué buen día nos hizo. Apenas a tres horas largas de Madrid y era otro mundo con un cielo muy azul y un sol rico que nos dejaba ir más ligeros de ropa por la vida. 









Entonces si os parece, en las siguientes entradas del blog os voy contando cómo fue discurriendo el acto literario. 

miércoles, 1 de noviembre de 2023

De los cementerios y mis muertos. Primeros de noviembre. Día de todos los Santos y Difuntos. Cortina D`Ampezzo

 


Me gustan los cementerios. 

Y es paradójico que así sea, porque de pequeña hice demasiadas visitas a uno en particular. Cuando llegué a la adolescencia dejé de ir y estuve varios años sin querer acercarme, era casi visceral no pasar por allí. 

Sin embargo, no sé si con el tiempo, con la edad, o con qué, he descubierto la belleza que encierran. Son diferentes según las culturas, las tradiciones e incluso la arquitectura de la ciudad a la que pertenezcan, son una de sus señas de identidad, pero todos tienen en común que son lugares apacibles, silenciosos, que transmiten calma y no tienen por qué ser tristes.

Los muertos no hacen nada. Si acaso compañía. 

A mí me gusta pensar en mis muertos. Es triste que la mayoría se fueran cuando no les tocaba. No habían gastado sus vidas ni con mucho. Pero pronto se aprende que no hay justicia en ésto. Quiero pensar en mis muertos. Quiero que sigan viviendo en mí. Me gusta recordar como se movían, qué decían. Gracias a ellos estoy viva y soy quién soy.

En días como hoy, 1 de noviembre, todo el mundo recuerda a los suyos y, si procede, visita sus cementerios, pero el resto del año están muy poco concurridos y quizá no tengan tantas flores pero conservan la paz que transmiten.

Durante este mes de noviembre os enseñaré los últimos que he conocido, en Francia, en Grecia e Italia. Hoy os dejo con el último que he conocido. Estaba en el norte de Italia, en los Dolomitas, exactamente en Cortina d'Ampezzo, una ciudad especial en plenos Alpes. 

Su cementerio era tan chulo como todo el paisaje que lo rodeaba. Y tenía una carroza para transportar al fallecido, que casi no se ve en la foto por los reflejos, pero me recordaba mucho a las de Nueva Orleans, grande, negra, majestuosa... que algún día conoceré. Era muy vistoso este cementerio, tenía belleza.

Buen Día de Todos los Santos. 












martes, 31 de octubre de 2023

"Altar de los Muertos" en Casa de México en Madrid

 




Estos últimos años por estas épocas otoñales que suelen coincidir con días grises y tardes más cortas, me escapo a la Casa de México en Madrid donde una explosión de colores me espera seguro. 

Su tradición nos devuelve en estos días su Altar de los Muertos, que en concreto este 2023 está dedicado a 30 mujeres cuyas vidas supusieron un antes y un después en México.  El título elegido es "Que ni la muerte nos separe".

El 1 de noviembre en este país es toda una fiesta, y da gusto ver ese derroche de naranjas y amarillos, el color de la flor del cempasúchil o flor de los muertos, mezclado con las fotografías de esas mujeres, y las calaveritas y el pan de muerto... Es muy vistoso. 

Yo me acerqué en el tiempo de la comida, entre la jornada laboral de mañana y la de la tarde, y aún así había muchísima gente viendo el Altar y la exposición. 

Merece la pena ver cómo los mexicanos hacen una fiesta del Día de los Muertos, cómo viven con jolgorio el encuentro entre los vivos y sus fallecidos. Es curiosa esa forma festiva tan suya de honrar a sus difuntos, volviéndolos a traer con alegría, con colores, con comida, para celebrar su día con sus familias. 

Me gusta mucho su alegre nostalgia, tan diferente a nuestra tradición, es tan paradójica, me resulta muy atractiva.













lunes, 30 de octubre de 2023

Corfú y Los Durrell

 


 “En algún sitio entre Calabria y Corfú comienza realmente el azul”

Lawrence Durrell

 

Ahora que llueve y hace más frío, ahora que no vienen bien dadas y un páramo laboral se extiende ante mí, me escaparía otra vez a Corfú.

Me hacía mucha ilusión conocer aquella isla en la que había un palacio de Sissi, como en aquellos libros de "Historias selección de Bruguera" que leía de pequeña. 

Me hacía ilusión, también, seguir el rastro de los Durrell, aquella familia (“...La madre viuda, Louisa, y sus cuatro hijos: Larry, obsesionado con la literatura, Leslie, obsesionado con las armas, Margo, obsesionada con los chicos y Gerald, obsesionado con los bichos) cuya serie había devorado días antes de ir, a falta de tiempo para lo que realmente deseaba: leerme primero los libros de los hijos escritores.

Y descubriendo y atrapando faros, comprobar si era cierto aquello de que en su mar comenzaba el azul, como contaba el mayor de los hermanos.

Ahora, me escaparía otra vez a Corfú, porque dicen que siempre hay que dejar algo para volver. 

Y no me extrañaría que fuera el consuelo que alguien inventó porque le faltó ver algún lugar que llevaba apuntado. Alguien de los míos, de los que no quieren perderse nada. 

O quizás no, quizás es verdad que adrede habría que dejarse algo y volver. 

Sea como sea, yo me perdí las casas donde vivieron los Durrell. A falta de eso me paseé por su parque y pude hacer eso que tanto me gusta, sumar destinos a literatura.  

¿Pero y sus casas? insiste mi yo más viajero.

Mientras vuelvo para verlas, "Mi familia y otros animales" de Gerald y "La celda de Próspero" de Lawrence esperan pacientemente su turno en mi mesilla. Me gusta saberlas cerca. Me gusta la certeza de que puedo asomarme a sus páginas y recuperar un trocito de aquella isla que no terminé de ver bien.

Por todo eso, yo, en estos días lluviosos, me escaparía otra vez a Corfú.





viernes, 27 de octubre de 2023

De balcones y ventanas

 


No estabas loco, lo eras.

Y cada mes tu locura se resumía en algo distinto. 

En el último se te antojaron las ventanas y balcones. Cuanto más decorado o recargado mejor, decías. 

No te bastaba con descubrirlos, con contemplarlos, con fotografiarlos. No, tenías que estar, asomarte, respirar con los brazos extendidos y posar para mí. Ese era el reto.

Y un día eras el nuevo pintor de la fachada del edificio y otro el que revisaba las persianas, un día el que contralaba la salida de los humos y otro los riesgos estructurales. 

Qué más daba, fuera con la excusa que fuera, lograbas colarte en la casa, convencer a quién te abriera la puerta y con una sonrisa triunfante asomarte para mí que, abajo en la acera, me contagiaba de tu sonrisa y con la cámara preparada, musitaba ¡será liante...! y te hacía la foto que querías. 

No estabas loco, eras un encantador de quién te propusieras. En la última semana de octubre un encantador de vecinos. Mi encantador.

No estabas loco, sin duda era yo quién lo estaba, pero por ti. 














lunes, 23 de octubre de 2023

La leyenda del Lago Misurina

 


Misurina, la hija del rey Sorapiss, era una niña consentida que se encaprichó de un espejo que podía leer los pensamientos de quiénes se reflejaban en él. 

El hada que habitaba en el monte Cristallo, poseedora del mágico espejo, solo accedió a desprenderse de él a cambio de que el rey Sorapiss se convertiera en una montaña cuya sombra cuidaría de sus plantas, marchitas por el exceso del sol.

Misurina deseaba tan ardientemente ese espejo que no pensó en las consecuencias del trato y siguió clamando por él. El rey Sorapiss ansioso por complacerla accedió a la condición del hada y mientras la pequeña recibia feliz su espejo, fue transformándose.

Mientras la niña se miraba al espejo, Sorapiss terminó de convertirse en una alta montaña, desde la que Misurina cayó al vacío. El rey contempló impotente el trágico final de su hija, derramando tantas lágrimas que se fue formando en el valle un inmenso lago que llevaría el nombre de su hija y en cuyo fondo se quedó para siempre el espejo roto.

 





Situado en Cadore, a unos 1750 metros sobre el nivel del mar, el lago Misurina, también conocido como la "Perla de los Dolomitas", es el lago natural más grande de Cadore, Véneto.
Rodeado por Tre Cime di Lavaredo, Sorapiss, Cristallo y Cadini, y algunas de las cumbres más famosas de los Dolomitas.




viernes, 20 de octubre de 2023

Il faro de Desenzano

 


Era feliz escapándose de viaje, pero si además el destino estaba cerca de un sereno mar y se salpicaba de algún longevo faro se multiplicaba el placer de la escapada. Sin embargo en aquella ocasión eligieron el norte de un país, eligieron montañas y lagos, eligieron la energía positiva de tierra adentro y el agua dulce.

Por eso, cuando paseando por el Lago de Garda, en el bello Desenzano, tropezó con un precioso faro en su puerto viejo no se lo podía creer. ¿Cómo no sabia de su existencia? Si lo primero que hacía en cuánto tenía unos billetes de avión y un itinerario era empaparse bien de sus tesoros... 

Bendito despiste: Aquel faro llevaba allí esperándola desde mucho antes del 1900. 

Esperando en aquel lugar que previamente se había iluminado con unas pocas lámparas de aceite confiadas a un empleado, pagado por el ayuntamiento, que las encendía según las fases de la luna. Pero en 1882, a causa de la bebida la luna no debía verse muy nítida, porque el ebrio farolero no cumplió con su función, quedándose para la posteridad anotada la consecuente reprimenda.

Y aquello no quedó ahí, porque se decidió contratar a personal más cualificado, un linternero permanente, para ocuparse del nuevo faro (y rompeolas) construído a raíz de la equiparación del puerto de Desenzano con uno marítimo según Real Decreto de 1887. Y "en la tarde del 16 de julio de 1895 se encendió la nueva linterna del puerto" por parte de Flaminio Scarpa, oportuno nombre, el nuevo linternero que se ocuparía de este quehacer hasta 1903, cuando se sustituyó por iluminación electrica. 

120 años después, en un anómalo y cálido octubre, tropezamos casi sin querer con "il faro de Desenzano". Allí nos esperaba gentil y pacientemente. Delicado, elegante, señorial. Alzándose fotogénico sobre las barcas de colores y el agua espejada del lago. Recortándose su perfil sobre el atardecer y el paso del tiempo.