Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

miércoles, 2 de enero de 2013

¿Por qué "cocodrilo" y no "cocreta"? Un artículo del Instituto Cervantes




¡¡Ahora resulta que llevamos siglos diciendo "cocodrilo" y en realidad lo más culto sería decir "crocodilo"!! Y la culpa la tiene la "metátesis". ¿Que qué es la metátesis? ¿No me digais que no lo sabíais? Con la cantidad de veces al día que utilizamos la palabra "metátesis"...

Es broma. Yo acabo de conocer la palabra: "Metátesis". Cómo acabo de conocer que llevamos siglos diciendo mal "cocodrilo"...  Pero es que "crocodilo" qué mal suena ¿verdad? Pues así los dicen los franceses y los ingleses... Porque así colocada venía la "r" desde el latín... Qué cosas.

Bueno pues es lo primero que he aprendido este año...

Leed, leed...


Por qué cocodrilo y no cocreta?

Por Pedro Álvarez de Miranda


Cierto interlocutor se me mostraba hace poco extrañado, y hasta escandalizado, por el hecho de que el diccionario de la Academia recoja las formas almóndiga y almondiguilla, remitiendo para ellas, en las definiciones, a albóndiga y albondiguilla, respectivamente. Las explicaciones parcialmente justificativas que le ofrecí —almóndiga y almondiguilla son variantes históricas bien documentadas de las formas etimológicas con -b-, y harto conocido el trueque de esa consonante bilabial por la también bilabial m— no parecieron convencerle, ni siquiera aunque le recordara el caso de vagabundo y vagamundo (con mutación fonética apoyada además en la etimología popular) y añadiera, para su tranquilidad, que el Diccionario panhispánico de dudas de la misma institución desaconseja expresamente el empleo de almóndiga por ser propio «del habla popular de algunas zonas».

«Ya solo falta», se lamentaba mi amigo, sin salir del terreno culinario, «que la Academia recoja cocreta». Reprimí las ganas de decirle que, sin pretender yo en absoluto que semejante cosa ocurra, un diccionario históricamente descriptivo debería sin la menor vacilación hacerse eco también de la existencia de esa variante del nombre del delicioso bocado, variante hoy considerada tan irremediablemente vulgar.

Produce un cierto regocijo que las mismas personas que descargan toda su santa ira contra cocreta estén siendo «víctimas» inconscientes de una idéntica confusión cuando utilizan la palabra cocodrilo. Pues cocodrilo, en efecto, era en latín crocodilus, y esa -r- sigue en su sitio tanto en francés (crocodile) como en inglés (crocodile; se escribe igual que en francés, pero naturalmente se pronuncia de otro modo), mientras que en italiano (coccodrillo), como en español, ha saltado dos sílabas hacia delante. La tendencia a dar ese salto, llamado metátesis, existió, en realidad, ya en el latín mismo, cocodril(l)us, y también en francés e inglés se documentan formas con -r- en la tercera sílaba. A la inversa, hay ejemplos españoles e italianos antiguos de crocodilo, crocodillo. Lo que la norma culta pudo en las lenguas de Molière o Shakespeare —o en la de Camões, por cierto— no lo consiguió en las de Dante o Cervantes. Qué se le va a hacer. No tiene mayor importancia.

Lo que quiero decir es que mostrar casos como este ayuda a relativizar las cosas; o, dicho de otro modo, que iluminar los problemas desde la historia de la lengua debería llevar a la convicción de que no merece la pena rasgarse las vestiduras por casi nada.

Ya que estamos con croqueta, digamos algo de la historia de este galicismo (francés croquette). El primer texto en que documentamos la palabra es una carta de Moratín escrita en París el 24 de mayo de 1819: «Unas veces callando y hablando otras, y siempre engullendo ricas croquetas, pureas, fricandoes y ragúes». En un poema de don Leandro escrito por las mismas fechas leemos: «Perdices y tocino, / croquetas y pichón, / ternera, pavo y vino / será mi colación». Y de nuevo en una carta, dos años posterior y remitida esta vez desde Barcelona: «Hoy como en villa, y me han prometido croquetas».

En 1869 la palabra entró en el diccionario académico, al que se había adelantado, recogiéndola, el de Domínguez (1846). Pero lo verdaderamente interesante para nuestro propósito es que resulta fácil documentar la forma con metátesis, «cocreta», en numerosos textos impresos del siglo xix (menos ya en el xx, salvo por broma o con deliberada intención de reflejar un modo de hablar). Cierto que en el Diario de Avisos de Madrid correspondiente a diversas fechas de 1830 y 1831 se anuncia que en «la hostería nueva de la Aurora, calle de Toledo» se despacha «frito de croquetas» a dos reales y medio. Pero antes, el 8 de diciembre de 1827, el mismo periódico había anunciado que «en la acreditada bollería de Herman y compañía», en la calle de Tudescos, podían comprarse «cocretas de varias clases». En libros de cocina decimonónicos, como el Nuevo arte de cocina, el más completo que ha visto la luz pública (1864), La gran economía de las familias. Arte de arreglar y componer lo sobrante de las comidas de un día para otro (1869) o El libro de las familias. Novísimo manual práctico de cocina española, francesa y americana (varias ediciones) se enseña a hacer «cocretas», aunque en el último de los citados alternan esa forma y la correcta, «croquetas». El traductor de las Memorias de Víctor Hugo, por un testigo de su vida (1863), Nemesio Fernández Cuesta (lexicógrafo, por más señas, autor de diccionarios bilingües hispano-franceses), no tiene empacho en escribir «cocretas» —¿o será lapsus del editor?— donde el texto francés decía «croquette». («Agotaba la imaginación de su cocinero, haciéndole inventar nuevos guisos de patata. Estas tomaban mil formas, y cada plato era una sorpresa. Se servía una chuleta, era de patatas; un pescado, era de patatas; cocretas, siempre de patatas». Texto francés: «Il épuisait l’imagination de son cuisinier à inventer aux parmentières des assaisonnements et des aspects variés. La parmentière prenait toutes les formes, et chaque plat était une surprise. On vous servait une côtelette: c’étaient des pommes de terre; un poisson: c’étaient des pommes de terre; une croquette de riz: toujours des pommes de terre»).

Hubo, en suma, una relativa pugna, o si se quiere un conato de contienda, entre croqueta y cocreta, que se saldó con el triunfo de la primera. La presión del habla educada hizo su trabajo. Pero téngase en cuenta, al menos como posibilidad teórica, que podría haber triunfado la segunda, del mismo modo que la forma más culta crocodilo no pudo con cocodrilo, o así como crebar (latín crepare) sucumbió ante quebrar.
En una comedia de los Quintero, La musa loca (1905), un personaje comenta que «un ministro que ya es académico de la lengua dice a por y dice riyéndose». A continuación de lo cual se establece el siguiente diálogo:
Cabra: Pues un gobernador de provincia, protector mío, que en paz descanse, a las cocretas las llamaba croquetas.
D. Abel: Y las llamaba bien.
Cabra: ¿Bien? ¿Pero no son cocretas?
D. Abel: No señor.
Cabra: Pues es un error en que llevo cincuenta años.
Urrutia: Y..., y mi portera con usted
Pobre hombre. ¿Le consolaría saber que en otros, como el de cocodrilo o el de quebrar, llevamos todos varios siglos?

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martes, 1 de enero de 2013

Hoy, 1 de enero de 2013








Enero

1

Hoy

Hoy no es el primer día del año para los mayas, los judíos, los árabes, los chinos y otros muchos habitantes de este mundo.

La fecha fue inventada por Roma, la Roma imperial, y bendecida por la Roma vaticana, y resulta más bien exagerado decir que la humanidad entera celebra este cruce de la frontera de los años.

Pero eso sí, hay que reconocerlo: el tiempo es bastante amable con nostros, sus fugaces pasajeros, y nos da permiso para creer que hoy puede ser el primero de los días, y para querer que sea alegre como los colores de una verdulería.

Eduardo Galeano
Los Hijos de los Días



Vamos a por este año con alegría porque va a estar lleno de buenos momentos escribiendo, leyendo, y viviendo con los que nos rodean y queremos. 

Vamos a por este año sin miedo y con fuerza porque estamos vivos y sentimos.

¡Feliz año nuevo a todos!

lunes, 31 de diciembre de 2012

"Nos van a dar las uvas..." - Las frases hechas de la Navidad





A horas escasas para el fin del año, no tendría mucho sentido utilizar la frase hecha "Nos van a dar las uvas..." porque ya sí, que sí, nos van a dar.

¿Os habéis dado cuenta de que algunas frases hechas tienen su origen en la Navidad?

La que hemos comentado ya: "Nos van a dar las uvas", esta expresión exagerada significa que, si tardamos mucho en hacer algo, va a llegar el día de Nochevieja. Es como decir, "Vamos a llegar tarde" o "Hay que darse prisa".

Imagino que la mayoría de vosotros sabreis que desde 1909 en España es tradición comer uvas en Año Nuevo, una uva por cada campanada. Esta tradición surgió hace 100 años a partir de una estrategia comercial: hubo un excedente de producción y los productores de uva se inventaron la leyenda de las uvas de la buena suerte.

Hay más frases con uvas, como la de "Entrar por uvas". Que se se aplica al afrontar valientemente un riesgo que se prevé grande.
Su origen se encuentra en lo peligroso que resulta entrar en un viñedo con ánimo de robar algunos racimos, pues los guardas están viligantes y prestos a enfrentarse a los ladrones. 

O "Estar a por uvas"(despistado)... Pero vamos todas éstas de las uvas ya no son estrictamente navideñas.

Otra frase de Navidad es Tener más sueño que un turronero. La explicación viene de que este oficio de turronero es muy intenso, porque la almendra se coge en otoño y el turrón es para navidades. Con lo cual se le echa muchas horas... 

Y por último también podemos hablar de la frase: "Se armó el Belén" El "belén" de las representaciones populares no puede ser más caótico y variado. Si nos fijamos bien tenemos desde lavanderas, el caganet, la señora que se cae con los huevos, todos los oficios... Y todos a cualquier hora del día y de la noche, porque tan pronto hay estrellas como no...


Otra variedad podría ser: "Meterse en Belenes". 

¿Se os ocurre alguna frase hecha más relacionada con la Navidad?

Aprovecho esta entrada, y nunca mejor dicho, para desearos una feliz salida y entrada de año. Ojalá que el nuevo año nos traiga muchas, muchísimas más ocasiones para compartir momentos mágicos de letras y literatura en el blog. Seguro que sí.

¡Feliz año nuevo!

Qué bonitas eran estas felicitaciones de oficios ¿verdad?



Fuentes:
www.1de3.es
Amando de Miguel

sábado, 29 de diciembre de 2012

"El camino es el destino" - Galeano - 29 de diciembre...



Diciembre
29


El camino es el destino

Había sido copiosa la bebedera, diciendo adiós al año que pronto se iría, y andaba yo perdido en las calles de Cádiz.

Pregunté por dónde se iba al mercado. Un viejo desprendió su espalda de la pared y muy desganadamente me respondió, señalando la nada:

- Tú haz lo que la calle te diga.

La calle me dijo, y yo llegué.

Algunos miles de años antes, Noé había navegado sin brújula, ni velas, ni timón.

El arca se dejó ir, por donde el viento le dijo, y se salvó del diluvio.

Pág. 407
"Los Hijos de los Días"
Eduardo Galeano

miércoles, 26 de diciembre de 2012

De la palabra "Villancico"




Ya sabéis que de vez en cuando nos dedicamos a bucear en la historia de algunas palabras. Hoy he pensado que, dadas las fechas que estamos en plenas navidades, no estaría mal que indagáramos en una de sus palabras: "Villancico"

Esta palabra ya aparecía en el año 1739 en el Diccionario de la Academia, que en su primera edición, definía así la palabra "villancico":

Composicion de Poesía con su estribillo para Música de las festividades en las Iglesias. Díxose assi según Covarr. de las cancioes villanescas, que suele cantar la gente del campo, por haberse formado à su imitación.


Efectivamente parece que villancico viene del latín vulgar hispánico. Concretamente de la palabra "villanus", que era como se  denominaba al habitante de una casa de campo, un labriego, y más adelante, pasó a designar genéricamente a todos aquellos que no eran hidalgos (v. hidalgo*), a los hombres de clase baja.

Después a éstos labriegos se les llamó "villancicos" o "villancillos". Las coplas que estos labriegos componían se llamaron primero coplas de villancico, pero en el Quijote (1605) el significado de villancico ya se había extendido, y limitado, a las propias coplas:

Olvidábaseme de decir como Grisóstomo, el difunto, fue grande hombre de componer coplas; tanto, que él hacía los villancicos para la noche del Nacimiento del Señor, y los autos para el día de Dios, que los representaban los mozos de nuestro pueblo, y todos decían que eran por el cabo.


He leído en varias fuentes que en un principio (sobre el siglo XV) los villancicos eran poesías, que se apoyaban en las formas estróficas responsoriales como el virelai, el zéjel, la ballata o las cantigas paralelísticas. Las primeras fuentes documentales en las que aparece la palabra “villancico” son el Cancionero de Stúñiga (ca. 1458) y el Chanssonier d’Herberay (ca. 1463), más posteriores son el Cancionero de la Colombina y el Cancionero musical de Palacio.

Juan del Encina a finales del siglo XV fue el autor más representativo de este género. El villancico en esta época ya consistía en una forma musical y poética que alternaba coplas con estribillo.


Pero hacia el siglo XVI las autoridades eclesiásticas empiezan a considerar la conveniencia de introducir en la liturgia composiciones en castellano como una forma de acercar al pueblo a los misterios de la Fe católica, y así el villancico poco a poco va cambiando su temática sobre el amor cortés para ir centrándose en temas de tipo religioso. De esta manera en los albores del siglo XVII se empieza a utilizar en los responsorios de maitines de las principales fiestas litúrgicas como la Navidad, Hábeas Christi, Asunción, santos locales, Epifanía, Trinidad, etc. Así los villancicos se convertirán además de en un obligado ejercicio para acceder al magisterio de capilla, en una de las principales obligaciones compositivas del maestro de capilla para las principales fiestas del calendario litúrgico.



Ya hemos hablado anteriormente en este blog de otras palabras relacionadas con la navidad, como "cotillón" o incluso "navidad". Os dejo el enlace por si queréis repasarlas:


Fuentes:
Ricardo Soca La fascinante historia de las palabras y Nuevas fascinantes historias de las palabras


lunes, 24 de diciembre de 2012

Un relato de Rocío Díaz para Navidad





Nochebuena. 

Os dejo con uno de mis relatos de navidad. Este relato fue seleccionado como primer finalista en el 47 Concurso Radiofónico de Cuentos Navideños Gloria Fuertes, en la Navidad 2011.



Préstame tus ocho años

Recoger el belén es recoger la ilusión. Envolverla a pedazos en ese papel de bolitas transparentes que días atrás nos hemos aguantado las ganas de explotar una a una viendo cualquier película, y después guardar todos esos pedazos de ilusión en una caja de cartón durante todo un año.

Por eso cada vez que llega mediados de diciembre espero con impaciencia la cita que tengo contigo. No puedo faltar. Te lo debo. Escojo una tarde tranquila, en la que no haya llamadas urgentes ni salidas inaplazables. Una, en la que tampoco haya que planchar o salir a comprar yogures, ya sabes, tardes aburridas de adultos. 

Pero la nuestra, no, la nuestra no es una de esas. En la tarde que yo elijo para estar contigo sacando el belén, no hay tareas urgentes, ni tan siquiera rutinarias o cotidianas, sino que nos bajamos del mundo casi en marcha y con el pelo alborotado por la emoción, nos quedamos viviendo un tiempo sin hora. Eso sí, dejamos dicho que no cuenten con nosotras, que tenemos mucho que conversar. Imagínate, hay que contarse todo, todo lo que ocurrió en un año.

Lo primero es escoger un lugar donde colocar el belén. Cada año que pasa hay que pelear más por hacerle un hueco entre la montaña de libros que ha crecido, los recuerdos que nos trajimos del viaje de ese verano y los demás cachivaches que nos regalaron. Nos gusta poner un suelo de hojas secas bajo el nacimiento, uno de esos que te gustaba tanto pisar con las botas de goma, un suelo de hojas marrones y crujientes que al sonar destile nostalgia pero que puedan pisar a gusto todas las figuras del belén. Y mientras las vamos sacando del papel de bolitas transparentes, yo te voy contando que ha sido de nosotras en estos 365 días.

Saco el niño Jesús y te cuento que nació el hijo de este hermano o este amigo, te cuento que ya ha salido de cuentas la mujer de aquel primo que ni tan siquiera conoces. Le buscamos su lugar mientras te hablo de todos los críos de la familia, más o menos cercanos, más o menos cariñosos, simpáticos o mal estudiantes. Sacamos a la Virgen y voy poniéndote al día sobre todas las mujeres de la familia. Mamá a la que ya se le van notando los años, aunque lo disimule detrás de ese buen ánimo que tuvo siempre. La tía que ya apenas anda, o esta cuñada que fíjate, quién lo hubiera dicho, cómo de bien o de mal, esto entre tú y yo, se está portando. Después sacamos a San José y te hablo de hombres. Cuando se trata de hablar de los allegados no mido las palabras, hay confianza. Pero también aquí aprovecho para hablarte de los que encontré en la calle, de los que me besan o me abrazan. Aunque, aquí no te lo voy a negar, sí que escatimo detalles, nunca hablé demasiado de mi vida íntima con nadie, y tú, por mucha complicidad que haya, siempre serás una niña pequeña a la que en algún momento tengo que tapar las orejas para que no oiga comentarios que la pondrían colorada.

Cuando sacamos a la mula y el buey, te hablo de los animales reales o figurados con los que me he cruzado ese año. De las mascotas de verdad de los hermanos y amigos. De los peces que este año han pasado a formar parte de la familia. Pero también ¿por qué no? de las bestias pardas que nos quitaron el aparcamiento, que se colaron descaradas en aquella fila, que nos miraron, nos hablaron mal o nos hicieron daño de alguna manera. Animales disfrazados, no más. Aunque tú no lo sepas, la vida de los adultos muchas veces es un zoológico donde ciertos animales andan sueltos.

Y cuando vamos colocando a los Reyes Magos te cuento cuánto hubo de magia. Lo que me hizo sonreír, lo que me hizo llorar de emoción y enternecerme hasta sentir que me deshacía por dentro. Siempre estoy deseando que llegue el momento de colocar a los magos, porque no quiero que se me olvide contarte esta parte. Contarte, contarme de nuevo todo lo mágico, porque no, no quiero que se me olvide.

Y después de colocar el belén te quedas a vivir conmigo durante todas las navidades. Me gusta que estés cerca. Me gusta sentirte dentro cuando ando escogiendo regalos, cuando espero esas colas interminables para pagar, cuando no encuentro la talla adecuada y tengo que cambiar de idea, cuando me duele ya la cabeza de pensar qué le haría ilusión a éste o al otro, cuando me duelen los hombros y la espalda de cargar con las bolsas, cuando ya no puedo más, malditas navidades, me gusta que estés cerca, que estés aquí, como si pudiera apretarme la mano.

Lo pasamos bien ¿verdad? Procuramos ver con esos ojos tuyos lo que nos rodea. Y todo parece nuevo, recién estrenado, como si fuera una aventura que nunca hubiéramos vivido.

Por último, casi el último día, escribimos juntas los buenos propósitos para el nuevo año en un papel que doblamos bien dobladito y que dejamos en una esquina del belén, bajo una de aquellas crujientes hojas, hasta el día que haya que recogerlo.

Recoger el belén es recoger la ilusión. Envolverla a pedazos en ese papel de bolitas transparentes que reservamos para las cosas frágiles, y después guardar todos esos jirones deshilachados de ilusión en una caja de cartón durante todo un año.

Me cuesta separarme de ti. Me cuesta mucho. Pero aunque no me guste, y se me de fatal conducir el carrito por esos pasillos atiborrados de gente y más carros, va haciendo falta pan bimbo y leche, algo de fruta y un montón de alimentos más que están reclamando su sitio en mi nevera y poco a poco en mi estómago. También hace falta que vaya a mi trabajo a fichar con rutina un día más en mi vida. Aunque no me guste, hace falta que me empape de vida cotidiana y salga a la calle a vivir, entre bestias pardas y animales de verdad. Porque de vez en cuando hasta nos sorprende un momento de magia, consiguiendo que despeguemos los pies del suelo, que levitemos de veras. Porque sí, los cuento con los dedos de una mano también es cierto, pero los hay, y si no los viviera ¿Cómo te los iba a contar en la siguiente navidad?

Venga date prisa, ponte otra vez ese gorro tapándote las orejas que no te gusta nada, abróchate hasta arriba el abrigo que hace frío y no te olvides las botas de agua para pisar charcos y hojas. Venga, espabila, no mires atrás y vuelve rápido otra vez a las páginas de este viejo álbum que te guarda y te devuelve a mí.

Y anda, dame un beso y hasta un abrazo si quieres, no te preocupes por mí, que la rutina no muerde. Te echaré de menos. Venga date prisa. Y pórtate bien ¿vale? Sé buena...

 Termino diciendo a la niña que fui un día lejano, la que me espera en las viejas fotos, la que despierto cada año cuando llega la navidad para que las viva conmigo. En estos días necesito ver todo con sus ojos, con los ojos que yo tenía cuando aún no había cumplido ocho años y todavía me gustaba la navidad.

©Rocío Díaz Gómez



jueves, 20 de diciembre de 2012

De los Hermanos Grimm a Hans Christian Andersen


Hoy os traigo un par de noticias de cuentos.
¡Lo que más nos gusta!


Por una parte contaros que hoy es el 200 aniversario de los cuentos de los Hermanos Grimm. Imagino que si habéis entrado en google habréis visto que su doodle (modificaciones del logo de Google con ocasión de aniversarios, días conmemorativos o fechas históricas señaladas a través de ilustraciones o vídeos) está dedicado a ellos.


El 20 de diciembre de 1812 apareció la primera edición de los cuentos recopilados por los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm, un libro destinado a convertirse en uno de los más conocidos del mundo.

Jacob y Wilhelm Grimm recuperaron de la tradición oral de la ciudad alemana de Kassel esas historias, pero en un principio eran unos relatos nada inocentes, tenían violencia, sadismo e incluso sexo explícito y estaban orientados a ofrecer una lección de vida y reflejar la crueldad de la Edad Media.

Ante su escaso éxito empezaron a suavizarlos... Quién lo hubiera dicho...

Desde entonces los cuentos de los hermanos Grimm, como se les conoce, han sido traducidos a 170 idiomas y desde 2005 la primera edición, que se encuentra en Kassel (centro de Alemania) forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El bicentenario de esa primera edición servirá en Alemania para dar comienzo al llamado Año Grimm, que se prolongará durante todo 2013 y que tendrá como epicentro Kassel, ciudad en la que vivieron los dos hermanos entre 1798 y 1841.


Pero tenemos otra noticia de cuentos. Parece ser que se ha encontrado el primer cuento de Hans Christian Andersen:

Un archivo de la localidad natal del escritor Hans Christian Andersen, Odense, sería el refugio del posible primer cuento que escribió el creador de "El patito feo" y "El traje nuevo del emperador". Los especialistas consultados por el diario "Politiken" están convencidos de que el texto titulado "Tllelyst" (La vela de sebo) fue escrito por Andersen, fallecido en 1875, informó la agencia de noticias DPA.

Los expertos, que estudiaron una copia del texto original durante los últimos meses, creen que podría haber sido escrito cuando Andersen era tan sólo un estudiante de primaria, entre 1822 y 1826, tres años antes de su debut literario.

El historiador local Esben Brage descubrió por casualidad el texto en un cuaderno de hace 190 años que tenía el nombre de Andersen en la tapa y que se encontraba en el archivo regional de la isla Fnen.
En el cuento de 700 palabras, la vela es un ser animado que tras varias decepciones, al final encuentra "su lugar en la vida" al ser encendida por un mechero. El texto tiene una dedicatoria a Madame Bunkelflod, la viuda de un párroco que vivía frente a la casa que habitó Andersen en su infancia y que le prestaba libros al futuro escritor.

Los analistas aseguran que se trata de un trabajo temprano que no tiene la calidad literaria de los famosos cuentos del literato danés, que fue traducido a 125 lenguas.