La literatura es una calcomanía que llevas pegada a la piel.
Y nunca te sientes más tú, que cuando la estudias, la lees o escribes.
¿Dónde te contagiaste de este mal que crece contigo?
Ese mal que ¿te persigue ?
¿O será que tú la persigues a ella?
Inventas "escapadas" pero no escapas de ella, sino que te mueves, sin saberlo, hasta encontrarla allá donde esté.
Como ocurrió en aquel tiempo por las calles de Málaga.
Allí encontraste las casas donde nacieron aquellos dos poetas de la Generación del 27. En la calle Strachan núm. 4 nació Manuel Altolaguirre. Te habías topado con él en aquella entrada que dedicaste a Concha Mendez porque fue su marido. Era poeta e impresor y juntos trabajaban en la imprenta.
"En 1932 Méndez y Altolaguirre se casan, lo que supone un escándalo pues
ella era siete años mayor. Sus testigos son Juan Ramón Jiménez, Cernuda,
Lorca, Moreno Villa, Vicente Aleixandre, Jorge Guillén y Morla Lynch.
Con la llegada de la guerra se exiliaron, primero en Cuba y después en
México, de dónde ya sólo volvieron de visita."
«Nuestra imprenta tenía forma de barco,
salvavidas, faroles, vigas de azul y blanco, cartas marinas, cajas de
galletas y vinos para los naufragios».
En el núm. 7 de la misma calle nació el poeta Emilio Prados, que también terminó exiliado en Méjico. Y con Manuel Altolaguirre funda y edita la famosa revista Litoral.
Continuando por el centro de Málaga llegaste al famoso Café de Chinitas. Era un teatrillo que comenzó a funcionar en el año 1857 y que cerró en el año 1937, en plena guerra civil.
Entre los años años 20 y 30 del siglo pasado, llegó a ser el Café-Teatro más famoso de España y en él se daban cita muchas personalidades tanto de dentro como de fuera de nuestro país.
Su fama trascendió gracias a la composición popular Café de Chinitas que García Lorca compuso en 1931.
Federico García Lorca también presentó a Concha Mendez y Manuel Altolaguirre. Está muy presente en este itinerario.
Un poco más adelante, seguiste callejeando por los alrededores de la conocida y central calle Larios, y hallaste la Paloma Quiromántica, en la calle Bolsa.
Esta escultura es un homenaje a uno de los novelistas que jugaron un
papel crucial en la vida cultura de la ciudad en la segunda mitad del
siglo pasado, Rafael Pérez Estrada.
Y finalmente descansaste al lado del mismísimo Hans Christian Andersen.
Su estatua de bronce está en una plazoleta muy cercana.
Parece ser que el autor de tantos inolvidables cuentos estuvo en Málaga en el año 1862 y se sintió tan bien tratado que escribió:
«En ninguna otra ciudad española he llegado a sentirme tan
dichoso y tan a gusto como aquí».
¿Te acuerdas? la niña que aún llevas dentro sonreía de oreja a oreja.
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