Hay martes que nacen con vocación de ser distintos.
El pasado 28 de marzo, una parte de la tertulia Rascamán cogimos nuestros bártulos: voz y textos, cámaras y sobre todo ésta locura transitoria nuestra por todo lo que huela a papel y letras, y nos trasladamos a homenajear al poema Miguel Hernández en el 81 aniversario de su muerte.
Nuestro compañero más longevo, el poeta Aureliano Cañadas, había organizado el acto junto con P.C.M. y nos capitaneó (¿debería decír "lío"?), como tantas veces, para que les acompañásemos.
Se iba a desarrollar frente a la casa donde había vivido Miguel Hernández, antes de que se construyese el bloque que hay ahora, y donde han colocado una placa que lo recuerda, en la esquina de la calle Cartagena con Francisco Navacerrada, en Madrid.
Estuvo bien. Curioso. Un martes, a la siete de la tarde, imaginaos que trasiego en esa esquina y unos que se han plantificado en mitad de la calle ¡a leer poemas! En Madrid se ve cada cosa... Pero que sepáis que la gente que pasaba se detenía unos momentos y varios se quedaron hasta que terminó, formándose un corrillo majo.
Primero se colocaron un par de claveles en la placa, y después ya empezaron a leer e incluso cantar (nuestro compañero Juan Calderón) los poemas del poeta.
Por nuestra parte participaron: Aureliano Cañadas, como os decía Juan Calderón (poeta, actor, artista...) y también Javier Díaz Gil, coordinador de nuestra tertulia y también poeta.
Y con ellos estuvimos varios compañeros literarios que, después del trabajo, nos pasamos por allí para regalarnos un martes diferente.
Ya sabeis lo que decimos siempre: Una cosa es la que nos da de comer y otra la que nos alimenta.
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