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jueves, 30 de marzo de 2023

Arturo Soria y su Ciudad Líneal

 


‘Para cada familia una casa. En cada casa, una huerta y un jardín’

 

D. Arturo Soria, de pie y parado muy cerca de dónde un día estuvo su casa (Villa Rubín), me saluda discretamente siempre que nos cruzamos. El caballero es educado, y parece mentira que se de cuenta de que paso por su lado, no solo por el trajín de coches y ruido que hay siempre en ese cruce, sino porque le suelo encontrar ensimismado, presumiblemente cavilando historias de su Ciudad Lineal. 

Hace poco más de cien años que murió (Madrid, 15 de diciembre de 1844 — Madrid, 6 de noviembre de 1920), en realidad va para ciento tres inviernos que cerró el ojo, sin embargo no descansa, pendiente siempre del devenir de su proyecto, oteando el infinito desde la calle que lleva su nombre. 

"Ya no estamos a las afueras Don Arturo -le digo por no pasar siempre de largo y de paso eludir el manido tema del tiempo-. Y estará usted espantado con tanto coche, no se lo reprocho..." 

El señor Arturo asiente cabizbajo. 

"Pero no todo es malo -continúo- de aquel primitivo primer tramo de 5,2 km de largo por 40 de ancho, entre la carretera de Aragón y Pinar de Chamartín, nos ha quedado la calle que lleva su nombre. No atraviesa Europa, ni llega hasta San Petersburgo ni Pekín, como usted pretendía. Tampoco ha logrado unir Pozuelo a Fuencarral, pasando por Villaverde, Carabanchel, Vallecas, Vicálvaro o Canillas. Hubiera estado muy bien, es verdad. Pero es una calle espaciosa con árboles centenarios, muchos colegios, empresas, un centro comercial, un hospital, varias Iglesias... ¿No le gusta?

"Gustar, gustar..." -duda don Arturo entre la sinceridad y la diplomacia.

"Hombre caballero, ya sé que no es exactamente lo que usted había pensando cuando quería aunar campo y ciudad, ruralizar la vida urbana, y hacer a ambos lados las viviendas con su jardín. Pero mire a su alrededor, sigue conservando la esencia de su proyecto de Ciudad Líneal."

"¿La esencia... dice?" -replica D. Artturo.

"Sí. No sea escéptico y hágame caso, la conserva. No se me escapa que usted quería un lugar más higiénico y habitable, y de verdad se lo digo, esta parte de Madrid habitable es, aunque también le digo que cara también, bien cara no le voy a engañar..."

"Al menos mi casa sigue en pie" -me contesta D. Arturo mirando a su espalda.

"Siii, su casa es ahora  Residencia para Menores de la Comunidad de Madrid. Imagínese... No lo habría pensado nunca ¿Verdad D. Arturo? cuando vivía aquí con su familia."

"Pues es verdad, nunca lo habría imaginado, pero no me parece mal, al menos sigue en pie."

"Pues sí, algunas otras también se conservan todavía. Mire está Villa Hispana o Villa Alma, está Villa Rosario, está la Iglesia de Ntra Sra de la Concepción, o el Colegio de Huérfanos de la Armada..."

"¿Ah sí? Pues me reconforta saberlo. Me reconforta mucho. Y ahora me gustaría seguir pensando en mis cosas..." Y después de hacerme un leve ademán de despedida, alzó su cabeza y siguió mirando al frente como si tal cosa. Así que me tuve que despedir de él.

"Claro, claro D. Arturo, ya le dejo. Yo voy a seguir mi caminata."

Un señor peculiar D. Arturo Soria. Muy peculiar. Pero ahí sigue, contra viento y marea, en su utópica Ciudad Líneal. 

"Venga mujer que se le hará tarde..." 

"Sí, sí, D. Arturo ya le dejo..."








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