Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

sábado, 21 de noviembre de 2020

21 de noviembre Día Mundial de la televisión

 


La primera vez que te recuerdo viendo la tele estas sentada con tus hermanos delante de "Un globo, dos globos, tres globos". En vuestras manos los bocadillos, en vuestros cuerpos el uniforme y en vuestros ojos, la luna era un globo que se escapó.

Cuando terminara, comenzaría Vicky el Vickingo con Tejure diciendo que estaba entusiasma-do mientras chasqueaba las piernas en el aire.


La primera vez que te recuerdo viendo la tele, os veo de nuevo así, recien llegados del cole, despeinados y sentados con el bocadillo delante de la pantalla en blanco y negro, viendo cada tarde la misma programación.

Cuánto os unía la tele entonces.

En torno a ella os juntábais toda la familia, mirando lo mismo, escuchando lo mismo, sintiendo algo muy parecido a "lo mismo".

Un globo, dos globos, tres globos, Vicky el Vickingo, La pantera rosa, Scooby-doo... Después llegaría Heidi que lograba que a todos se os encogiera al unísono el corazón, y aquellos domingos en los que en la sobremesa os íbais a vivir, a sufrir, a La casa de la Pradera con la repelente Nelly Olleson cerca. Por la tarde tu padre y tus hermanos veían el futbol, mientras tu madre hacía rosquillas y un inolvidable aroma a canela y anís correteaba por aquella casa entre los gritos del gol que acababan de marcar. Hasta después de cenar, que si la película tenía dos rombos, se escuchaba la inevitable orden de tu madre ¡Venga, vosotros a la cama! que indicaba que sin rechistar había ya que acostarse.

 

Os recuerdo juntos entrelazados a mil y una series. Algunas que apenas recuerdas pero siempre escuchaste como "Cronicas de un pueblo". 

Otras que sí seguiste episodio tras episodio: Los Mallens con aquel mechón blanco que tenían todos, y Poldark con su Demelza.  Los gozos y las sombras y Fortunata y Jacinta, Un hombre en casa y Los Roper, Arriba y abajo, Curro Jimenez, Hombre rico y hombre pobre con un malvado Falconetti a quién odiar hasta que llegara JR.

 
 
 
Baretta y Colombo. Swatt y Los Ángeles de Charly. Starsky y Hutch. Dallas, Dinastía y Falcon Crest. El coche fantástico y Miami Vice. Aquellos increibles años y Vacaciones en el Mar.

Sus bandas sonoras son la vuestra.

Sus personajes han crecido con vosotros. Son parientes, primos lejanos, la otra familia que teniais en casa, cenando con vosotros, noche tras noche.

Y no solo la series....

Acuerdate de Los payasos de la tele y Un, dos, tres responda otra vez. La clave y Aplauso. Salpicados de tantos anuncios de los que todavía recuerdas los estribillos palabra por palabra:

Bic naranja escribe fino, bic cristal escribe normal.

¡Natillas danone, listas para tomar!

Queso en porciones El Caserío. ¡Del Caserío me fío!

¡Scotch Briiiteee yo no puedo estar sin él!

 Y de nuevo lo dijiste cantando.

 

Entonces no se podía estar sin scotch brite, como no podíais estar sin la tele.

Después llegaría la tele en color, despues llegarían más televisores a casa y más cadenas donde elegir.

Y después creciste.

 

Y aquel tiempo se quedaría, como un ejercicio de nostalgia más, para fines de semana melancólicos.

 


viernes, 20 de noviembre de 2020

"El banco de la paciencia" y "Por los pelos". Frases hechas de origen marinero

 


Heredamos mil y un detalles de los nuestros. 

Quizá el color de los ojos o el tipo de pelo, seguramente más de un par de gestos y hasta es posible que el carácter.

Heredamos incluso el lenguaje. 

Heredamos la música que tiene nuestra voz, heredamos las expresiones y las frases hechas que escuchabas en casa sin apenas prestar atención.

Tú heredaste, que en ocasiones, más vale sentarse en "el banco de la paciencia". 

Qué especial es la palabra "paciencia". Como tantas nos llegó del latín, de patiens, patientis, y quiere decir "el que sufre o soporta la acción de algo o alguien". De ahí que "paciente" tenga dos significados: Alguien que sufre de una enfermedad y alguien que tiene paciencia porque sufre una molestia. 

Estar en el "banco de la paciencia" es es estar aguantando o sufriendo alguna molestia grave o incómoda que hay que aguantar pacientemente.

Leíste que la expresión, antigua, es un rato... Aparece por primera vez en el Diccionario castellano con las voces de ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas francesa, latina e italiana [...], de Esteban Terreros y Pando, en el Tomo primero, que se publicó en 1767 (aunque la obra completa data de 1786). La definición está motivada. Dice así: «banco de la paciencia. Frase castellana que explica el trabajo con que uno espera o hace alguna cosa: por ventura se tomó del que llamaron banco de Hipócrates, que era la cama, o banco sobre el que se concertaban, con una especie de torno, los huesos o partes dislocadas».

Pero a poco que leas ya no sabes si viene de aquel banco de Hipócrates, o viene de ese banco de los barcos con ese nombre tan curioso:

banco de la paciencia

1. m. Mar. banco que estaba en el alcázar de los navíos delante del palo de mesana.

 

Y de los barcos también sabes que nos llegaron otras expresiones igualmente curiosas.  

En este blog tienes algunas de ellas:

 A palo seco, irse al garete y dar al traste:

http://rociodiazgomez.blogspot.com/2010/12/tres-frases-hechas-de-origen-marinero.html

 De las palabras deriva y derrota:

http://rociodiazgomez.blogspot.com/2011/03/de-las-palabras-derrota-deriva.html


Y para terminar te acordaste de aquel viaje cuando visitaste Palos de Moguer (verano del 2010).

Te acordaste de la reproducción que tenían allí de las tres carabelas y la visita que disfrutaste.

Te acordaste de aquel guía y esa disertación súper amena y completa sobre aquel tiempo y las dificultades para hacer el viaje del descubrimiento, las características de aquellas embarcaciones y de los marineros...

Te acordaste, en fín, de la explicación sobre el origen de la expresión "Por los pelos" que procede de la costumbre que existía entre los marineros de llevar melena, para que si tenían la mala suerte de caer el agua, por algún temporal, fuera mucho más sencillo agarrarlos del pelo y volver a subirlos a bordo lo antes posible.





Y terminaste la entrada en el blog añorando el picor de la sal sobre la piel. 

Terminaste, echando de menos el mar.


sábado, 14 de noviembre de 2020

Hicimos olas. Faros de Málaga

 

La Farola de Málaga. Verano 2020

Y llovió.

Llovió y llovió tanto ese día, que se hizo un gran charco en el patio en el que se miraron todas las flores de otoño.  

Los crisantemos y las flores del cactus, los cyclamen y las caléndulas, contemplándose en aquella superficie lisa y líquida, se nos volvieron nenúfares. 

Y el agua, creciendo sobre el pavimento, nos rodeó, 

nos invitó a entrar despacio en su ilusión. 


Y no sé por qué lo hicimos,

pero sacamos la colección de faros. 

Todos los que habíamos ido trayendo,

de aquí, de allí y de allá.

Todos los que habíamos ido guardando celosamente a salvo del paso del tiempo y la desmemoria, fuimos sacando al patio, 

fuimos dispersando,

 y recolocando entre aquellos improvisados nenufares. 

 

Y era noviembre, y hacía frío, 

pero miramos a nuestro alrededor, 

y sonreímos.

Teníamos un mar, un mar nuestro.

Solo nos quedaba dejarnos llevar, mecernos, disfrutar.

E hicimos olas.

Os lo juro, las hicimos.

Con las palmas de nuestras manos, chapoteando entre sueños, inventamos olas.

Olas enormes, de cuatro metros algunas, y otras chiquitas, chiquitas y suaves, de esas que se deslizan y solo alcanzar a mojarte las plantas de los pies.

Las hicimos.

Muchas, muchas olas. 

Olas que salpicaban los faros, que movían los nenúfares, que 

nos dejaron sumergirnos en ellas, subirnos a su  cresta, y

a lomos de su humedad

escapar,

escapar,

muy lejos de nuestra ciudad. 


Faro de Puenta Doncella en Estepona. Verano 2020

El Faro de Torroz /Málaga) Conjunto arqueológico Villa Romana. Verano 2020

Faro de Calaburras (Mijas costa) Verano 2020

Faro de Marbella. Verano 2020


viernes, 13 de noviembre de 2020

Palabrotas de hoy. Viernes 13

 


Hoy te frotas las manos.

Hoy te puedes echar al plato un suculento menú compuesto de:

- Triscaidecafobia

- Parascevedecatriafobia

Ainssss, no me digáis que no huelen que alimentan. Están para echarles el diente...

 

Y resulta que incluso las masticas al decirlas de lo enrevesadas son. Las saboreas muy despacio, degustándolas de puro diferentes. Y hasta las puedes echar al plato e intentar cortarlas en trocitos: 

Triscaidecafobia: separando sus términos griegos, en 'triscaideca' ('trece'), que cortas a su vez en otras dos, deca (diez) y tri (tres) y el último cachito: 'phobos' ('miedo').

Parascevedecatriafobia, la puedes dividir todavía en más trocitos con sabor griego, por un lado "parasceve" o viernes, por otro "decatreis" o trece, que cortas a su vez en otras dos, deca (diez) y tri (tres) y como antes, por último el de "phobos" o temor.


Hoy, viernes 13, hemos cazado estos dos ejemplares del lenguaje dignos de disfrutar.

- Triscaidecafobia: Fobia al número 13.

- Parascevedecatriafobia: Fobia al viernes 13


Pero claro, de puro raras, no hay que quién las diga de un tirón.Ni de un tirón ni de varios, a no ser que las vayas leyendo despacio. 


Y es que lo del número 13 viene de muy antiguo. Dicen que en la Edad Media se agudizó el miedo a ese número porque era el de los comensales que estaban en la última cena. El núm. 13 sería Judas, claro. 

También dicen que para los antiguos egipcios la décimo tercera fase del ciclo de la vida, era la muerte. O que en el Apocalipsis, en su capítulo 13, aparecía el Anticristo o la Bestia...

Dicen, dicen y dicen. El caso es que desde tiempos inmemoriales se la hemos jurado al número 13.


Aunque lo nuestro, y si acaso, es lo de "En martes y trece...

En trece y martes ni te cases ni te embarques ni vayas a ninguna parte.

En Martes y trece ni te cases ni te embarques, ni de tu familia te apartes. 

En martes y trece, ni tela urdas ni tu hija cases; ni la lleves a confesar que no dirá la verdad.

 

Refranes de martes y trece los tenemos "a puñaos", porque ésto sí que suena más a guiso nuestro haciendo chup chup. 

Lo del Viernes 13, nos pilla como más a desmano, ¿no creeis?


En fin... Lo que sí es cierto es que hoy es viernes. Y hoy es día de hasta decir ¡palabrotas!

No os olvideis:

- Triscaidecafobia: Fobia al número 13.

 - Parascevedecatriafobia: Fobia al viernes 13

 

Y a disfrutar del fin de semana.

lunes, 9 de noviembre de 2020

9 de noviembre. Almudena y Cecilia

 


Te gusta ver de dónde vienen las palabras, por qué hablamos como hablamos. 

Te gustan los binomios, esos dos elementos en equilibrio.

Te gustan estos días, como hoy, como los 9 de noviembre, que oscilamos entre dos nombres: Cecilia y Almudena.

 

Porque tú, como aquel, y el de más allá, sobre todo si se apretuja contigo en esta ciudad, sabe que en Madrid, el 9 de noviembre, se celebra la Virgen de la Almudena.

Dicen, entre otras versiones, que la palabra Almudena viene del arabe. Viene de la palabra Al Mudayna, que significa "la ciudadela". 

Dicen que la Virgen, una talla de madera de estilo gótico que entonces tenía otro nombre, fue escondida por los cristianos en la muralla que rodeaba la villa de Madrid, en concreto que rodeaba la parte del Palacio Real, para que no la encontraran los musulmanes que la tomaron entre el año 711 y el 714 d.C. 

Y ahí la encontró siglos después el Rey Alfonso VI de León, en la Reconquista. Quería encontrarla y organizó una procesión y justo cuando pasaba ésta a su altura, unos ladrillos se desprendieron dejándola a la vista. Solo habían pasado unos 400 años... 

Pero permanecía intacta, hasta con dos velas encendidas que le pusieron cuando la escondieron, en un hueco dentro de la muralla arabe. Muy cerca de donde ahora está la Catedral de la Almudena.

Cosas que dicen, que dicen que pasan.

Por eso la Virgen se llama de la Almudena. Y es la patrona de Madrid desde el año 1977.


Pero a tí que eres de Madrid lo del "9 de noviembre" te suena a la Virgen de Almudena, pero también, tú lo sabes, como a tantos otros, te lleva a otra historia.

Esta historia en la que cada 9 de noviembre alguien regalaba un ramito de violetas.


 

 El 9 de noviembre oscila buscando el equilibrio entre dos nombres femeninos Almudena y Cecilia.

¿A quién, que no tenga ya una edad, no le viene a la cabeza siempre con esta fecha aquel verso de la canción de Cecilia?

Y ahora te preguntarás de dónde viene el nombre de Cecilia... Porque ya que nos ponemos... nos ponemos.

 

Cecilia, el nombre de Cecilia, no proviene del arabe, sino de la palabra latina Caecilius. 

Caecilius nos lleva a una familia plebeya, que a su vez viene de un ser mitológico caeculus, un hijo del dios Vulcano que nació de una chispa encendida. Se llamó así porque era ciego.

La palabra Cecilia viene entonces de caecus, ciego y de illius/illa, un diminutivo. Sería algo así como "cieguita" o "pequeña ciega".

Y si Almudena era una virgen, Cecilia, fue santa.

Santa Cecilia patrona de los músicos, fue una mártir y virgen romana del siglo III. Es patrona de la música, pues la leyenda le atribuía el canto de Dios en el corazón. Su santo se celebra el 22 de noviembre.


¿Tú eres más de Almudena o de Cecilia?

Yo, cada 9 de noviembre, le mandaría a alguien un ramito de violetas.



sábado, 7 de noviembre de 2020

2020 Año Galdós. Galdós y Madrid.


En este año raro en el que casi siempre haces el mismo paseo por Madrid, de casa al trabajo, del trabajo a casa, buscas ocasiones de celebrar. 

¡Cuánta falta nos hace este año celebrar! Lo que sea. Tienes razón, no hay mucho que festejar, si no es por prevención, es por miedo, sales menos.

Aún así, sientes que debes esforzarte, intentarlo, obligarte si cabe. Que no nos roben aún más del 2020.

Arropa mucho una buena celebración, un aniversario, un reencuentro, una ilusión. 

Este año somos más vulnerables, más frágiles. Regálate una celebración, una pequeñita.

 

Y en este año raro celebramos el año Galdós. Tocaba. Hace 100 años que murió en Madrid el gran Galdós. Aquel autor que conociste por primera vez gracias a la serie de televisión "Fortunata y Jacinta".

Qué bien retrataba este autor las pasiones, las desigualdades, la sociedad y el Madrid de entonces. Sí, acuérdate, le conociste primero por aquella serie que nunca se te olvidará, ni por sus personajes, ni por su argumento, ni tan siquiera por aquella música tan especial que tenía, de Antón García Abril. 


Y Galdós era aquel hombre alto, delgado, solitario, tímido pero sin embargo mujeriego, y sobre todo un enorme narrador. A tu vida después llegarían sus novelas. 

En este año raro celebramos el año Galdós, y tú no has podido ir a ninguna lectura, ni obra de teatro, ni concierto. Pero queda alguna que otra exposición, a la que quizá aún llegues.

 

 

¿Te acuerdas cuando en Gran Canaria visitaste la casa donde nació? La casa-museo de Benito Pérez Galdós en Las Palmas de Gran Canaria.

Era de color azul por fuera y de color albero en su patio interior. Era luminosa.

Dentro, entre otras estancias, estaba su despacho, que habían copiado del que tenía en su residencia de Santander (San Quintín). Porque Galdós en su casa natal solo vivió hasta los 19 años que se vino a Madrid. 

Te gustó mucho aquel despacho, con páginas manuscritas del autor con su caligrafía igualita, menuda, inclinada hacia la derecha, con sus tachones incluídos, fruto de haber estado corrigiendo. Y del sacapuntas... ¿Te acuerdas de aquel enorme sacapuntas? 




 
Curioso afilador de lápices ¿Verdad?

En el año 1862 pisó la estación de Atocha por primera vez. Y se sintió tan bien, que después dijo que él había nacido ese año en Madrid. 
Por eso, a falta de otras manifestaciones culturales, debes celebrar Galdós buscando sus huellas por tu ciudad, esa misma ciudad que el autor adoptó como propia. 
 
Por la zona de Sol, en una callecita perpendicular a la calle Mayor, una llamada Las Fuentes, en el núm. 3 estaba la pensión donde vivió el jovencito Pérez Galdós al poco de llegar a Madrid. Había estado en otra en Lavapiés, pero ésta le quedaba más céntrica para ir al Teatro Real y a los Cafés de la zona. Estamos hablando de los años 1862-63. 

Te salieron muy reguleras las fotos, era de noche y sin la cámara, pero bueno, no eran para ningún concurso.


 

Por la zona de la Plaza de España, en una callecita muy poco transitada,otro día topaste con esta placa en un edificio nuevo: "En este lugar se alzaba hasta 1989 la vieja casa donde Benito Perez Galdós dirigió el diario "El Debate" entre los años 1871 y 1873". 





Y caminando por la calle Hortaleza, un día de verano, fuiste a dar sin querer con el edificio en dónde estuvo la editorial fundada por el autor "Obras de Pérez Galdós", que duró desde 1907 hasta 1904.
 

 

Además, y por otra parte, no puedes evitar acordarte también de él, cuando paseas por Madrid y te encuentras con la huella dejada por "La inevitable", como apodaban algunos de sus colegas (¿Clarín?) a la escritora Emilia Pardo Bazán. . 


Mi bien, miquiño mío del alma: [...] Haz por venir pronto, cielo feo, monigote, y mientras no puedas arrancarte de esas playas, escríbeme [...] y un deseo tal de verte otra vez en cualquier misterioso asilo, apretaditos el uno contra el otro, embozados en tu capa o en la mía los dos a la vez, o tumbados en el impuro lecho, que nuestra amistad tiernísima hace puro en tantas ocasiones. Sí, yo me acuesto contigo y me acostaré siempre, y si es para algo execrable, bien, muy bien, sabe a gloria... porque tienes la gracia del mundo y me gustas más que ningún libro.

Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdós

Se sabe y se conoce de 94 cartas de amor entre ellos. 93 de Doña Emilia a Don Benito, y una sola de Don Benito a la escritora.


Y finalmente, cómo no vas llegar hasta la casa donde dice la placa que vivió y murió...

 En esta casa de la calle Hilarión Eslava 7, en 1922, por fin, apareció una lápida conmemorativa en latín clásico. Victoriano Moreno, secretario de don Benito, manifestó que el sobrino de este, José Hurtado de Mendoza, cansado de esperar a que el Ayuntamiento la pusiera, la hizo colocar él en la casa.
 
Llegó 1924 y una mañana, en el mes de junio, un obrero puso en la tapia del jardín de Hilarión Eslava unos azulejos con letra formando un rótulo que decía: "Aquí vivió y murió Benito Pérez Galdós". Finalmente, en noviembre de ese año el Ayuntamiento subsanó el olvido y colocó una lápida en donde aparece en bronce el busto del novelista y se lee: "A Galdós, el pueblo de Madrid".
La lápida, al derribarse la casa, se conserva en el edificio moderno que se levantó en aquel lugar. 
 



Don Benito está aún en Madrid.

Hay huella de su vida en tantas esquinas... vive en sus rincones.

No dejes de celebrar su escritura, su paso por aquí, por nuestras calles, por nuestra literatura, donde dejó escritas en mayúsculas sus enormes obras, a fuerza de escuchar a los demás primero, y después a saber contar esas vidas, con la fuerza y la naturalidad que él lo hacía. 

Ya te hubiera gustado conocer a Don Benito ¿verdad? 

A mí también.


viernes, 6 de noviembre de 2020

"Agua salada" de Jessica Andrews. Reseña Literaria



 11
Acabamos con los desechos de la vida de mi abuelo
por toda la ropa y el pelo. Por toda la piel. Me enteré de
que a los pedacitos volantes de ceniza se los llama «ánge
les de fuego». Después de un incendio doméstico, se los
considera muy peligrosos porque pueden reavivar las
llamas. Son pequeños y frágiles, pero siguen ardiendo.
 
 
 Terminé de leer "Agua salada" de Jessica Andrews con una sensación ambigua.
La primera mitad del libro me gustó bastante, sin embargo luego me fui desinflando. 
 
Es una novela de la que me atrajo la forma en la que está escrita. Está dividida en cuatro partes y un epílogo. Son capítulos muy cortos, muchos de menos de una página. Lo que imprime a la lectura que sea muy ágil, muy fluida. Y por otra parte muchos capítulos son muy poéticos, es una prosa poética. En cualquier caso están llenos de imágenes y son muy visuales. También se trata de imágenes muy sensoriales, mucho de la piel, del cuerpo. Llevando los sentimientos hasta lo físico. Eso me resultaba muy atractivo.
 
Por otra parte no lleva un orden líneal, sino que la autora escribió todos los capítulos seguidos, toda la historia y luego los descolocó y buscó para ellos otro orden, para que dieran la sensación de que son recuerdos. Eso me ha parecido un acierto. También con eso se consigue que la lectura sea menos rutinaria porque vamos dando saltos para atras y hacia adelante en la historia.

Todo eso que afecta a la creación literaria de la novela me sorprendió y me ha gustado leerla para descubrir cómo había quedado. Ese aspecto me ha parecido positivo.

El argumento de la novela es la historia de una chica, Lucy, desde que es niña hasta la madurez. Está contada en primera persona. Y espacialmente se desarrolla entre el pueblo de su niñez Sunderland, su vida universitaria de Londres, y por último en un pueblecito irlandés. 

Al hacerlo toca temas como las relaciones familiares, los problemas de dinero, el alcoholismo... En general el tema es la búsqueda de sí misma por parte de la protagonista. Aborda la pertenencia o no a una familia, a un lugar.

A mí me han llegado bastante más los capítulos en los que la voz narradora aún es una niña. La parte en la que ya es una universitaria que vive en Londres se me ha hecho más pesada. Tanto desenfreno nocturno y resaca mañanera, se me ha hecho un poco ya cansado. Sin embargo, me atraían los capítulos que están ambientados en Irlanda. 

 16
Hubo momentos en los que Londres era como si me
perteneciese. Tumbada sobre el rocío en lo alto de Tele-
graph Hill después de una fiesta, el color albaricoque de
rramándose por el horizonte. Zigzagueando en bicicleta
entre el tráfico con un vestido fino, una mano en el mani-
llar y la otra en el aire, agarrando hilos invisibles. Bailan
do en un almacén sucio con el sudor goteándome entre
los pechos como jarabe y mis amigos contorsionándose a
mi alrededor.
Se me ocurre que quizá ése es el encanto. Londres te
empuja hasta el límite sin concesiones y cuando te parece
que estás a punto de caer te hace saber, por un instante,
que has encontrado tu sitio.
Es una ciudad en constante renovación, y en el fragor
de las oportunidades y las trabas comencé a perder de
vista quién quería ser. Me quedé tumbada en la cama ob
servando cómo se derretía el sol hasta quedar reducido a
farolas y vuelta a empezar, siguiendo con los dedos los
dibujos que me hacían las sombras en la piel.
 
 
En conclusión, aunque me ha parecido un poco repetitiva en una de sus partes, me ha resultado atractiva esta novela por su forma de contar, por el intimismo que transmiten algunos capítulos o pasajes, por esa prosa poética a veces tierna y otras salvaje con la que se expresa la protagonista. También, más que por su argumento, por la originalidad a la hora de montar la estructura de la novela. 


“En los meses que precedieron a la muerte de mi abuelo, algo entre mi madre y yo se rompió. Su presencia en mi vida había sido sólida y valiosa; luego, de repente, ya no estaba allí. Noté que se apartaba de mí. Me dolió por dentro como si me tirasen de los intestinos. El amor me tenia confusa; esa capacidad que tiene el amor de atraparte y darte la libertad al mismo tiempo. Cómo podía hacer que la gente intimase hasta esos extremos para luego separarlos por completo. Cómo podía abandonarte la gente que te quería cuando más la necesitabas”.