Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

martes, 23 de junio de 2015

"El misterio de la casa Aranda" de Jerónimo Tristante




El último libro que he leído ha sido "El misterio de la casa Aranda" de Jerónimo Tristante. Me ha gustado, me ha parecido muy entretenida.

Se trata del libro en el que se basa la serie de televisión del detective Victor Ros, para los que veis más la tele.

Argumento: En el convulso Madrid de finales del siglo XIX, Víctor Ros, un joven de gran inteligencia y antiguo delincuente de poca monta convertido en subinspector de policía, debe enfrentarse a su primer caso. En la casa de los Aranda se ha producido una extraña serie de asesinatos: varias mujeres, en diferentes épocas, intentaron matar a sus maridos después de la lectura de La Divina Comedia, de Dante. Pero ¿qué contiene este clásico para provocar semejante efecto? ¿Está la Casa Aranda embrujada? Al mismo tiempo, una amiga prostituta, muy asustada, pide ayuda a Víctor ya que dos de sus compañeras han sido cruelmente asesinadas. 

La verdad es que yo no había visto la serie, y recalé en este libro un poco por casualidad. Pero comencé a leerlo y ya no pude parar.

Me gustan las novelas de misterio, y encontrar una encuadrada en el Madrid del siglo XIX para mí ya supone un gran aliciente. Quizás por eso me ha gustado más. Me gusta esa ambientación, el Madrid del XIX es muy sugerente para mí con todos esos cafés que ya no existen y esas costumbres que ahora parecen increíbles.

Además la trama es interesante repartida en la resolución de dos casos: una serie de asesinatos ocurridos en una casa "bien" de la aristocracia; asesinatos con muchos años de diferencia pero iguales circunstancias: una mujer intenta asesinar a su marido tras haber leído un pasaje de la Divina Comedia de Dante. Y por otro lado la resolución del asesinato en serie de muchas prostitutas, también en circunstancias idénticas, tras lo cual aparecen abandonas por descampados de aquel Madrid. 

Los personajes están muy bien perfilados, son muy creíbles. Comenzando por el protagonista, Victor Ros, un jóven policía que fue un jóven delincuente y que ahora es toda una promesa de la justicia con su método reflexivo y deductivo. Continúando con los secundarios como las dos féminas de la novela: el amor de Victor Ros, Clara, una jóven aristócrata y Lola, una prostituta. Y luego el resto de los personajes. 

La ambientación está muy lograda, yo creo que se nota que el autor, Jerónimo Tristante se ha documentado muy bien a la hora de escribirla. El lenguaje, las costumbres, los lugares... están muy bien reflejados. Por otra parte como las dos tramas ocurren en dos clases sociales muy diferenciadas, por un lado el misterio de la casa está encuadrado entre la aristocracia lo que te permite asomarte a los matrimonios concertados entre los primeros habitantes de casonas del barrio de Salamanca; su asistencia frecuente a la ópera, los bailes, los cafés (ya os comentaba como salen a relucir muchos importantes Cafés de la época como el Levante o el Fornos, de los que solo hemos oído hablar y leyendo la novela pareces ver..) y desde luego sus formas de sociabializarse, siempre de usted, y sus tretas para seguir manteniendo su estatus. Mientras que los asesinatos de las prostitutas indudablemente te dejan entrar en el Madrid más bajo, el de los prostíbulos, el de los pobres hacinados en pocos metros cuadrados en barrios como Lavapiés o La Latina ruidosos, sucios, llenos de vida y picaresca.

El modo de escribir de este autor se caracteriza por una prosa sencilla y un ritmo muy ágil, no hay grandes descripciones, sino que está muy salpicado de diálogos que hacen muy fluida la lectura. No es que sea trepidante, no, sino que ha dosificado muy bien la acción para que el interés del lector no decaiga en ningún momento. No es que sea de las mejores novelas de misterio que he leído, no, pero se deja leer y muy bien. Quizás algún que otro implicado en la resolución de los misterios te lo imagines, seguramente, pero a mí tampoco me ha importado demasiado.

Lo cierto es que a mí me ha gustado, sobre todo por la ambientación. Si os gustan las historias que se desarrollan en esta época del XIX o de misterio, yo os la recomiendo. Me han quedado muchas ganas de seguir con Victor Ros y sus casos. Y no creo que tarde mucho en hacerme con sus siguientes aventuras. Aunque también tengo mucha curiosidad por leer otros libros de este autor que no sean de este protagonista para ver cómo se desenvuelve en otros ambientes y con otros personajes. Creo que no me defraudará.


lunes, 22 de junio de 2015

"Los premios literarios" Luis García Montero



He estado de vacaciones y traigo un montón de entradas en la cabeza que ofreceros. Pero mientras tanto, dejadme que os deje un artículo sobre el poder de las palabras.

Lo escribe el poeta Luis García Monter, está dedicado a Pedro Zerolo, y dice así:



Los premios literarios

Luis García Montero
A Pedro Zerolo
Me lo contó un amigo sacerdote. Ocurrió en la capilla del tanatorio de Motril. Oficiaba un funeral solitario. La muerte había sorprendido en el sur de España a un hombre del norte mientras viajaba con su mujer por la costa de Andalucía. En la capilla sólo estaban la viuda, el féretro y el sacerdote. Sin el ropaje de la familia, los amigos y la cercanía de la tierra propia, la tristeza del funeral duplicaba el peso de la desolación sobre los bancos vacíos. Era un trámite solitario camino del crematorio, las cenizas, la carretera y el desamparo. 

Antes de la última oración, el sacerdote pensó en hacer partícipe de la ceremonia a la viuda y le preguntó si quería decir algo. La mujer se levantó, se acercó al féretro y murmuró: “Aquí / no es diaria ni justa la existencia. / Bésame y resucita si es posible”. El nombre del poeta y las explicaciones de la cita literaria sorprendieron a mi amigo. Escribió para contármelo. Unos versos míos escritos en 1981 servían en el 2013 para que alguien habitase con sus recuerdos una capilla vacía y una oscuridad demasiado llena. 

Hace algunos años, en la feria del libro de El Retiro, se acercaron a la caseta en la que firmaba un hombre moreno y un hombre rubio. Me pidieron que no escribiese la dedicatoria en la portada, sino en un poema titulado Aunque tú no lo sepas. Pregunté el motivo y me contaron su historia. Habían mantenido durante meses una relación de amistad sin que ninguno de los dos se atreviese a hablar de amor. El hombre moreno decidió un día dar el paso. Aprovechando que el hombre rubio salía de viaje hacia Alicante, lo acompañó a la estación de Atocha y le dio un sobre, pidiendo que no lo abriese hasta que el tren estuviera en marcha. Dentro del sobre había un poema que hablaba del amor callado, silencioso, el deseo que vive de un modo cotidiano encerrado en la imaginación por miedo a que la realidad se llene cristales rotos.
 
El hombre rubio se bajó en la primera estación, compró un billete de vuelta a Madrid y fue en busca de su amor. Pedro Zerolo casó a la pareja años más tarde. Unos versos de 1994 interrumpieron un viaje en 2001, sirvieron para cambiar las vías de una historia y fueron recitados en una boda en 2005. Las palabras de un libro pertenecen a los lectores tanto como a los autores. Los sueños de los luchadores se hacen realidad al convertirse en un patrimonio común de la gente.

Estoy ahora en Quito, en un festival de poesía. Un joven poeta ecuatoriano me confiesa una deuda. Mientras leía un poema mío en la biblioteca de la Universidad, una muchacha se sentó a su lado. Al cabo de unos minutos iniciaron una conversación tímida, ella preguntó qué estaba leyendo y él recitó el poema. Unas semanas después ella volvió a recitarle el poema, ahora en el oído, justo antes de darle el primer beso: “…date por muerto, amor; / es un atraco, / tus labios o la vida”

El único premio literario importante lo recibe un escritor cuando tiene la suerte de comprobar que forma parte de la educación sentimental, la memoria y la vida de sus lectores.
Uno escribe versos y hace ficción por amor a la verdad. No hay belleza poética que no responda a la verdad. No me refiero, claro está, a la Verdad de los dogmas y las afirmaciones absolutas. Se trata de una versión más modesta: el respeto a uno mismo, la necesidad de no mentir, de no mentirnos, de definir un lugar más allá del cinismo, un espacio en el que no tenga sentido el juego de la relatividad.

El verdadero premio literario acontece cuando esa verdad deja de ser sólo nuestra para configurarse en la vida de los otros, allí donde se cumplen los destinos personales del amor y la muerte. El tiempo pasa de forma irremediable y las palabras con las que intentamos contener la vida también están llamadas a arder. Es así y es triste. Pero todo se da por bien empleado si el fuego encendido sirve para dar calor.

domingo, 21 de junio de 2015

Artículo de escritores y el café


Hoy nos vamos a desayunar un artículo sobre los escritores y el café. De "Libropatas", al final os dejo el enlace.

Espero que os guste:




A los escritores les gusta el café. Les gusta mucho. Tanto que no es nada difícil encontrar artículos en la prensa de medio mundo que se preguntan si se puede ser escritor sin beber esa sustancia. Por supuesto, las estadísticas de bebedores de café y profesiones dejan claro que los escritores son unos de sus principales consumidores. Claro que en todo hay grados. Y algunos beben más (o más raro) que otros.
1. Honoré de Balzac y su adición al café. ¿Era Honoré de Balzac un adicto al café? El escritor bebía unas 50 tazas de café diarias, ya que tenía una  rutina de trabajo bastante ‘salvaje’ (se levantaba para escribir a la 1 de la madrugada) y maratoniana (era capaz de estar trabajando 15 horas seguidas). Como nos explican en el fabuloso Rituales cotidianos: Cómo trabajan los artistas, el escritor tenía una forma curiosa de alternar períodos en los que no hacía nada con auténticas “orgías de trabajo”. Su entusiasmo por el café y sus efectos era tal que acabó comiendo directamente los granos de café.
2. Søren Kierkegaard y su colección. Kierkegaard escribía por las noches porque necesitaba el silencio, así que necesitaba café para mantenerse despierto. Lo tomaba con mucho azúcar y en una de las 50 tazas que poseía (a juego con su platillo). Todas eran distintas y su secretario tenía que elegir la que emplearía ese día. Luego tenía que explicar las razones por las que se había quedado con esa taza y no con cualquier otra.
3. Marcel Proust y su monótona alimentación. El café no le servía a Proust para mantenerse despierto… en realidad era lo único que tomaba. En su última etapa, cuando se encerró a escribir la monumental En busca del tiempo perdido solo se alimentaba de café con leche y croissants. Una dieta interesante. 
4. Voltaire y su record. Si Balzac era un adicto al café, el filósofo Voltaire lo era incluso más. Tomaba café de unas 50 a 72 veces por día, lo cual es posiblemente más de todo el café que nos tomamos cualquiera de nosotros en una semana. Teniendo en cuenta que durante su vida Voltaire escribió unas obra especialmente vasta, se entiende que el autor lo necesitaba. Además de beber café, también frecuentaba los cafés parisinos.

viernes, 19 de junio de 2015

Siete casas vacías de Samanta Schweblin



 
Terminé de leer el libro de relatos "Siete casas vacías" de Samanta Schweblin. Libro ganador del IV Premio de Narraciones Cortas Ribera de Duero y una de mis adquisiciones de la Feria del Libro.

La verdad es que me lo he leído muy rápido. Son siete relatos, uno de ellos más largo, pero los demás más cortos y se leen volando. 

El tema de éstos relatos es de alguna manera "la locura". Aunque como ella decía cuando la escuché presentar el libro "la locura" no es mas que es una etiqueta que ponemos al hacer un promedio entre dos extremos... Entonces quizá el tema sea esa normalidad "rara" que te empuja a coger un invisible bisturí y diseccionar tu alrededor.

La estructura del libro, como ya os decía, son siete relatos, que ocupan cada una de esas casas vacías. Hay seis más cortos, de los cuales uno no estaba inicialmente en el libro sino que ha sido añadido durante el proceso de edición, y que fue el ganador del Premio Juan Rulfo de Francia. Y en la parte central hay un relato más largo. Son relatos de casas sí, pero también de cajas, de mudanzas, de situaciones familiares de incomunicación, de desasosiego.

La prosa de la autora es una buena prosa, sobria, cuidada, con muchos modismos argentinos. A mí me gustan esos modismos, le dan un toque distinto, casi exótico. Y como os decía es sobria, apenas hay adjetivos, y te envuelve en un clima de inquietud porque la atmósfera se hace un poco opresiva, cuando no claustrofóbica.

Los personajes son personas "extrañadas" con su entorno. Personas obsesivas, que analizan sus relaciones con sus seres queridos, o cercanos, o simplemente con quién les toca relacionarse. Son personas que tienen conflictos con sus vecinos, con sus familiares, con su mundo. Personajes desnortados, a la deriva...

A mí no me ha encantado este libro. Reconozco que está bien escrito, pero encuentro un poco "fría" la prosa que tiene. No llega a conmoverme. Y a mí me gusta la literatura que me conmueve.

De los siete relatos hay tres que sí que me han gustado bastante sobre todo por la situación que plantean, que me ha parecido original, y por la forma por parte de la autora de conducir la trama. Me estoy refiriendo al primer relato "Nada de todo ésto" donde los personajes son una madre y una hija que se dedican a un "peculiar" entretenimiento por parte de la madre y al que empuja desde niña a su hija. Este relato tiene un cierto humor un poco ácido. No quiero contaros más porque os destripo el relato. También me ha gustado mucho "Mis padres y mis hijos" donde los abuelos y los nietos se hacen cómplices de pronto en una situación que me hace mucha gracia a mí como lectora, y ninguna, en cambio, a la madre de las criaturas. Y por último también me ha gustado mucho el de la niña y sus  bragas, que fue el que ganó el Premio Rulfo. Yo creo que éste es el que más me ha gustado de todos.

Sin embargo los otros cuatro me han gustado bastante menos. Me agobiaban un poco, sobre todo el más largo de ellos.

Tengo una opinión un poco desigual para con este libro, de pronto me gustaba mucho, y sin embargo en otros relatos ya no me gustaba tanto. 



Samanta Schweblin es conocida por haberse llevado a casa reconocimientos como el primer premio del Fondo Nacional de las Artes de Argentina en 2001, el Premio Casa de las Américas de Cuba en 2008 o el Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo de Francia en 2012.

 

Siete casas vacías

Editorial Páginas de Espuma
Colección Voces Literatura, Número 213
Fecha de edición mayo 2015 · Edición nº 1

Idioma español

EAN 9788483931851
128 páginas
Libro Dimensiones 150 mm x 240 mm

jueves, 18 de junio de 2015

La Biblioteca Pública de Guadalajara


Hoy os quiero dejar con otra entrada dedicada a las Bibliotecas.

Llevo semanas para recordar aquí con vosotros este lugar tan precioso. Porque un año más he tenido la suerte de poder visitar la preciosa Biblioteca Pública de Guadalajara. Es una de las bibliotecas más bonitas que he visitado. Desde hace ocho años celebramos un encuentro entre la tertulia poética Fernando Borlán que se reune allí y la tertulia literaria a la que yo pertenezco.

Esta primavera ha sido nuestro último encuentro y quería dejar constancia de nuevo de este lugar de Guadalajara que merece tanto la pena.



martes, 16 de junio de 2015

"El alma del mundo" de Alejandro Palomas


 “No hay mejor música que la de un corazón afinado. Solo entonces suena el alma del mundo.”


Terminé ya de leer "El alma del mundo" de Alejandro Palomas. 

Es el segundo libro que leo de este autor, el primero fue "El tiempo que nos une" y me había gustado mucho y éste, la verdad, es que también.

Es un autor del que me gusta mucho su prosa cuidada y sentimental. Y tiene también algunos diálogos muy buenos. 

Pero vamos por partes.

El argumento nos cuenta que Otto Stephens y Clea Ross ingresan al mismo tiempo en una residencia para ancianos ricos. Y ambos solicitan que les cuide la misma cuidadora: Ilona, una mujer de unos cuarenta años, hungara, a quién no hace mucho tiempo que se le murió su madre.

Durante tres meses al mismo tiempo que sus vidan se van entrelazando vamos conociendo a nuestros tres personajes principales.

El tema del libro es la soledad sí, pero también las nuevas oportunidades, la esperanza. Y sobre todo aborda la amistad.

Los personajes de Alejandro Palomas siempre me gustan, son tan poliédricos como las personas de carne y hueso. Además en ambas novelas, al menos uno de los personajes, tiene mucho sentido del humor, en este caso Clea que por otro lado se muestra implacable cuando algo no le gusta. Están bien perfilados estos personajes. Se distinguen por un mundo interior muy rico, por ser muy sentimentales y están tan bien escritos que esos sentimientos se transmiten. Son personajes más caracterizados por su mundo interior que por su apariencia física o sus gestos, pero éstos también están presentes. Sus caracterizaciones son completas, verdaderos retratos, porque en literatura cuando la descripción del personaje es física (prosopografía) pero también moral (etopeya) se etiqueta como "retrato".

"Desde la ventana, Rocío leyó en la espalda de Ilona y en la nube que la blanqueaba que aquel cuerpo ocultaba algo, que la que miraba el mar desde abajo era una mujer hecha de capas de cosas no dichas y no compartidas que había aparecido para cambiar algo, porque seguramente algo cambiaba siempre allí donde llegaba. Leyó durante unos segundos entre esos dos hombros una marea de palabras, de gestos y de dudas enmarcados por una extraña plenitud que la puso sobre aviso y que encendió en ella una pequeña luz de alarma. Había demasiadas cosas en el gesto de aquella espalda, demasiadas cosas por resolver".

 
Los personajes de la obra son cuatro. Los tres que ya hemos dicho: Otto (un anciano seductor, encantador y caballeroso) y Clea (una violonchelista que en su juventud que abandonó su carrera por su matrimonio y que tiene un humor mordaz) ambos muy ancianos, e Ilona (una hungara que vivió en su infancia el terror soviético) que es su cuidadora. También está Rocío, la Directora de la Residencia, aunque su papel es menos importante que el de los otros tres. 

“Y si quieres abrazos, atrévete a pedirlos. Y si te abrazan mal, atrévete a huir. No hay nada más triste que una vida arrepentida, hija, ni nada más pobre que una muerte quieta.”

En cuánto a su prosa es cuidada, sencilla pero rica, casi lírica. Es de fácil lectura aunque los temas que trata son profundos. Está muy salpicada de diálogos, y cómo os decía antes, hay diálogos muy bien escritos, de una naturalidad muy conseguida. Por otro lado la historia va avanzando sin que pierdas el interés por la vida de esos personajes. Es entretenido y ameno y te encariñas con ellos. 

En cuánto a la estructura tiene un giro casi al final de la historia que está logrado, porque aunque yo lo imaginé antes del desenlace, la verdad es que me tuvo mucho tiempo engañada.

Me gustan las novelas de Alejandro Palomas.



– ¿Sabe usted por qué firmé el contrato, señora Ross?

Clea se encogió de hombros y sus dedos apretaron el cuero de la correa. No hubo respuesta, solo espera. Una gaviota chilló en el aire, quizá avisando. Luego, silencio.

– Porque vi líneas en blanco entre las que me envió, señora Ross – dijo Otto Stephens, rompiendo el silencio – . Una melodía extraña como el canto de un chelo cuando el chelo tiene cuerpo y el aire se llena de frases que despiertan cosas no siempre hermosas, aunque reales. Llámeme loco, si quiere, pero yo oí esa melodía y sigo oyéndola todavía cuando comparto esos paseos con usted. Está ahí, en lo que usted es y en lo que intuyo que ha sido. “Suena un chelo”, pensé mientras leía, “y yo quiero un poco de esa música en esto que es ahora mi vida”. – Guardó un instante de silencio y después añadió con un pequeño suspiro – : Por eso firmé, señora Ross. Por eso estoy aquí.

Sobre el blanco de la grava, Clea curvó la espalda unos milímetros hacia delante y durante una décima de segundo, sus dedos huesudos se posaron con delicadeza en la nuca desnuda, frotando la piel. Luego la mano desapareció y volvió a erguir la espalda. Rita se levantó del suelo y echó a caminar alegremente, tensando de nuevo la correa un par de metros por delante de su dueña.

– Le espero esta noche en el cenador, señor Stephens – dijo Clea en un murmullo antes de reemprender la marcha – A las nueve. No me falle.

domingo, 14 de junio de 2015

Clara Obligado, Nuria Barrios y Samanta Schweblin




El sábado 6 de junio, que estuve visitando la 74 Feria del Libro de Madrid, me acerqué hasta la caseta de la Editorial Páginas de Espuma a comprarme algún libro de varios relatistas que tenía anotados. La Editorial Páginas de Espuma es especialista desde hace quince años en publicar a cuentistas.

Cuando llegué allí me apetecía comprarme varios de ellos ¿¡Cómo no!? Pero claro hay que elegir, al final siempre hay que elegir...

Finalmente me decanté por "Ocho centímetros" de Nuria Barrios y "Siete casas vacías" de Samanta Schweblin. 

Y tuve la suerte de escuchar por megafonía que justo esas autoras junto a Clara Obligado tenían un "Encuentro con los lectores en el Pabellón de Actividades". Qué casualidad que justo yo fuera ese día y que justo me hubiera comprado dos de los libros del Encuentro. Así que para allá que me fui.

Me gustó mucho. Clara Obligado, a quién conozco de oídas por sus talleres de creación literaria y a la que tengo muchas ganas de leer, me pareció una persona de lo más amena y distendida hablando. Eso me afianzó aún más en las ganas de leerme sus dos últimos libros de relato que tengo en mi lista de libros pendientes.

Y también estuve escuchando hablar de sus propios libros de relatos a Nuria Barrios (de quién había oído hablar por sus anteriores libros en el programa de radio El Ojo crítico) y Samanta Schweblin (una relatista argentina de quién no sabía nada pero que con este libro acaba de ganar el IV Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero, uno de los mejores certámenes de relatos que existen).

Os quería dejar con algunos momentos del Encuentro que me pareció muy interesante y muy entretenido. Las tres autoras, cada una de una generación, hablaban de sus obras y de la creación literaria. Estuvo muy bien, sobre todo para los que escribimos.