Un blog de literatura y de Madrid, de exposiciones y lugares especiales, de librerias, libros y let

jueves, 13 de mayo de 2010

"Los útiles del alquimista" de Jesús Jiménez Reinaldo



De Jesús Jiménez Reinaldo ya os he hablado en otras ocasiones (http://rociodiazgomez.blogspot.com/2009/10/un-poema-de-jesus-jimenez-reinaldo.html).

Ahora que digo esta frase me acuerdo de alguien muy allegado que se sorprendía de que utilizara para llamarle el nombre y los dos apellidos. En ese momento caí en la cuenta de que lo hacía, como tantas veces que nos damos cuenta de lo que decimos cuando alguien nos lo repite en voz alta... Y es así. Para mí, Jesús es él, su nombre propio con sus dos apellidos detrás, todo de carrerilla. Y es él también, uno de mis poetas y compañeros tertulianos (cuando puede) más apreciados.

Pero yo lo que quería contaros es que el martes pasado, el 4 de mayo, en la biblioteca Manuel Alvar de Madrid, asistí a la presentación de su libro "Los útiles del alquimista". Un libro muy ambicioso de trescientas y pico páginas, muchísimos versos, de color verde (tiene su explicación lo del verde como nos contó su autor) y con ese título tan sugerente. Se compone de varios libros a su vez, tiene además un poema de abertura y otro de cierre y finalmente un epílogo a cargo del  hispanista americano Dr. Robert Simon de la Unviersidad Estatal Kennesaw de Georgia EEUU.


Así con estas palabras presenta el autor este libro en la contraportada: "...Presento ahora mi segundo libro, al que le he dado el nombre un poco rimbombante de Los útiles del alquimista. Perdida definitivamente la juventud, siento no haber sido capaz de prescindir totalmente de la primera crueldad, ni de la soledad más acogedora, ni de los sentimientos que se expresan en el silencio; no estaba en mi mano. A cambio, esa redención de la muerte que es el amor inunda el libro por los cuatro costados, poniendo su pizca de dulzor allí donde la nada tenía antes un regusto acibarado. Aquí entrego mis ropas, estos versos con los que he aprendido a compartir el frío." Jesús Jiménez Reinaldo.

El libro además de ser verde, es suave, "muy gordo" para ser un poemario y lo que además le hace aún más precioso es que tiene ilustraciones de Liliana Elsa Fichter: "Soy de Buenos Aires, aquí vivo y trabajo en mi casa-taller como dibujante, pintora y grabadora. También escribo cuentos y elaboro ilustraciones. Ilustrar es para mí una tarea atrapante, un viaje en busca de imágenes, para amalgamar a las palabras. Esta vez he tenido la inmensa alegría de que mi viaje sea a través de estos poemarios de Jesús Jiménez Reinaldo, gran poema y amigo en partes iguales. Al atravesar el vasto universo de su creación, me he sumergido en las profundidades de su Palabra-Agua, sobrevolé como ave migratoria los límites de su Palabra-Aire, me contagié del ardor de su Palabra-Fuego y recorrí como andariega intafigable los confines de su Palabra-Tierra..."


La presentación del 4 de mayo corrió a cargo de Javier Díaz Gil, coordinador de nuestra tertulia y también poeta, que se la trabajó muchísimo e hizo un recorrido exhaustivo por todo el poemario indicándonos dónde teníamos que pararnos a tomar conciencia y saborear éstos o aquellos versos. La verdad es que fue una ayuda muy enriquecedora a la hora de abordar el libro.

Acompañándoles estuvo un guitarrista, que siento mucho no poder deciros cómo se llamaba porque seguramente lo escribiría mal (y ya seguramente estaré comiéndome un montón de acentos que  si me leyera  Jesús Jiménez Reinaldo ya me llamaría al orden...), pero que puso el contrapunto mágico y músical al acto. Unas veces haciendo un solo, y otras como fondo a alguno de los poemas.

Fue una presentación distendida, agradable, amena. Jesús Jiménez Reinaldo como siempre se ganó a su público, con esa forma de hablarnos tan cercana, tranquila y reposada. 



Cuando terminó la lectura, hubo una avalancha de personas a hacer cola para que Jesús Jiménez Reinaldo les firmara el libro. Porque como ocurre pocas veces en recitales de poesía, para variar ese día el salón de actos de la biblioteca estaba lleno. Tantas personas hubo que nos cerraron la biblioteca, y Jesús Jimenez Reinaldo tuvo que seguir firmando ejemplares en el patio de fuera hasta que también nos lo cerraron, y siguió haciéndolo en la acera... Imaginaros.

Pero claro no puedo contaros que se ha presentado un libro sin dejaros aquí algunos de sus poemas, para que podais disfrutarlos también vosotros. Es muy dificil elegir dos de entre tantos, y probablemente los que elija hoy no serían los mismos que eligiera otro día, pero bueno hoy son éstos. Seguro que os gustan.



Inventa(ria)ndo

Podría haber sido el ejecutivo rubio
de traje gris y corbata azul celeste,
bolsa de Armani y calzoncillos Calvin Klein
para los ligues nocturnos capitalinos
-Serrano, mi territorio de caza-;

podría haber vivido como el periodista
nacido para el lujo y el éxito en las ondas,
amigo de políticos con traje azul marino
y corbata burdeos, estratega del poeder
-el aire, mi campo de consignas-;
podría haber sido el chulo del anuncio
de contactos, superdotado, musculoso,
un regalo del cielo, deportista y aniñado,
siempre dispuesto a los bolsillos generosos
-mi salvoconducto, lo duro y lo turgente-;

podría estar en las portadas de revistas,
pertenecer al famoseo, ganar en "Gran Hermano",
vestir como Rappel, desnudarme como Sonia Moldes,
sentarme en la tertulia de Maria Teresa Campos
-la lengua, mi instrumento de sierra favorito-;

Pero soy yo mismo, un estúpido
trabajador honesto y coherente,
por las mañanas madrugador
y zote y agotado por las noches,
con un piso pequeño,
acogotado por una hipoteca inmensa,
fallido en el deseo excepto por la Viagra,
un poco calvo, un poco víctima del jefe,
un pobre hombre
con cara de telediario.

página 201-202 del libro "Solitario cardumen del deseo" dentro de Los útiles del Alquimista


Tu risa

Blancos tus dientes son carceleros
de tu alegría. Cuando se duermen,
escapan sus presos y me alimentan
de la ambrosía, licor feliz
de dioses, dulces cerezas renacentistas.
Blanco tu cuerpo, risa en mis manos,
un rumor de jilgueros, herida
de agua, sin barrotes,
sin continentes. Pero calla,
amor mío, que no despierten
los dragones que guardan
los sinsabores. Bésame
y calla.

pág 132 del libro "Es de altanería" de Los útiles del Alquimista

miércoles, 12 de mayo de 2010

Los sueños de los niños





En la caja de lápices 
guardan sus sueños los niños.


Greguerías
Ramón Gómez de la Serna

martes, 11 de mayo de 2010

Ricardo Corona y Eliana Borges desde Brasil con su rítmica poesía



 NO LUGAR QUE NAO SE RESPIRA

um livro feito de agua
e perfeito
porque nao se pode
guardar

     suas páginas liquidas

                                            translúcidas
vem dos anfibios-hierógligos que dizem nao
a luz
                              nao hesitam ao eterno eclipse
                              de um ceu aquoso
de la vem as imagens do livro
que nao e um livro de arte

un livro feito de agua nao se quer eterno
(sequer existe)
mas um ser vivo (un peixe é um livro)
na diversidade que ademsa a unidade
nolugar que nao se respira
                                        ar

pág 87 Amphibia
Ricardo Corona


El miércoles 28 de abril fue una tarde de tertulia especial en el Café Ruiz donde nos reunimos. Teníamos como invitado a Ricardo Corona, un poeta brasileño que acababa de publicar el poemario "Amphibia" y que venía desde Oporto donde lo había estado presentando. Antes de volver a su país, él y su familia vinieron a conocer algunos lugares de España y Javier le invitó a que nos visitara para presentarnos sus poemas.

Ricardo y Eliana, su mujer, son encantadores. Vinieron al café Ruiz cargados de libros, revistas y cds y se integraron como si hubieran estado viniendo todos los miércoles con nosotros. Ellos no saben hablar español pero nos entendíamos bastante bien. Algunas veces con la traducción simultanea de Aureliano Cañadas, poeta de nuestra tertulia, que sabe portugués, y otras veces guíados por la intuición y la mímica, barajando palabras hasta que lográbamos dar con la palabra que pretendían o pretendíamos decir. 

                               El grupo de nuestra tertulia Rascamán en el Ruiz esa tarde

Eramos muchos, un círculo grande de poetas y narradores de todas las edades y colores disfrutando de la poesía y del ritmo. Porque Ricardo Corona y Eliana Borges relacionan el lenguaje poético con las artes plásticas y con el sonido, sobre todo con el sonido. Eliana en un momento dado sacó un instrumento y le hizo el acompañamiento a Ricardo en un poema que estaba leyendo y fue increíble la atmósfera que se creó. 

                                Eliana Borges, Ricardo Corona y Javier Díaz Gil, coordinador de nuestra tertulia.


Otras veces fue Ricardo quién hacía brotar el sonido, con sus palabras. Le dotaba de ritmo al poema tal y como lo leía, jugando con las palabras y sus sonidos alternando la forma de leerlo más lenta o más rápida.

Ricardo Corona busca transcender en sus poemas la rigidez de la forma. Trata de rebajar la palabra hasta alcanzar solo su sonido, solo el ritmo desnudo flotando en el aire.



Os he copiado más arriba el poema que más me gustó de la tarde: "Un libro hecho de agua es perfecto, porque no se puede guardar..." Es precioso ¿no?

Las tardes de los miércoles en la tertulia siempre son enriquecedoras. Pero en la del 28 de abril brilló la poesía de Brasil. Su lenguaje. Su sonido. Y fue una suerte.

Desde aquí quería darles las gracias tanto a Eliana Borges como a Ricardo Corona porque nos regalaron una tertulia que, como su libro de agua aunque no se puede guardar, nada más que en la memoria, fue casi perfecta.




lunes, 10 de mayo de 2010

Chema Madoz. Moriarty.




Todavía estáis a tiempo. Aunque os aviso que a mí me pareció escasa.

Pero es él. En Madrid. Otra vez.



A Chema Madoz (1958) me lo presentó uno de mis hermanos. Me llevó a conocerle a una exposición que tenía en Telefónica en la Gran Vía hace unos años y fue todo un descubrimiento.

Desde entonces si me entero de alguna exposición cercana de él no me la quiero perder. Ahora hay una galería, Moriarty, que tiene una pequeña exposición suya.



En el centro, en pleno Chueca, dentro de las fotos de Chema Madoz los objetos vuelven a salir de su marco cotidiano, vuelven a unirse a otros con los que nada nunca tuvieron que ver, para formar algo diferente, irónico, nuevo. Algo que tu mente no había imaginado nunca. Es otra forma de crear. Un salto en la realidad hacia algo distinto y original.

Esta vez Madoz se inclinaba hacia la música.

Me gusta mucho Chema Madoz. Quizás por eso esta exposición con tan pocas fotos me supo a poco. Yo quería más, más salas, más fotografías.

Pero en fin, más vale eso que nada. Y ver a Chema Madoz siempre es enriquecedor.


La galería Moriarty de Madrid acoge la nueva exposición de Chema Madoz (Premio Nacional de Fotografía, 2000), abierta al público hasta el próximo 15 de mayo. Junto a él, el artista novel Leonardo Gutiérrez expone tres de sus obras fotográficas


Galería Moriarty
Calle libertad nº22
28004 Madrid


viernes, 7 de mayo de 2010

"20 trajes para Europa. Diseñadores dialogan con la escritura" Instituto Cervantes





¿Es posible vestir la literatura? fue lo primero me pregunté la tarde que vi esta exposición.

"Perdona Mario, cariño, que no sé lo que me digo, que me pongo como loca cada vez que pienso en el traje que tenía pensado, con el talle un poco alto, de corte princesa, que hubiese dado el golpe, seguro, fíjate que los hombres no tenéis ni idea de lo que eso significa para una mujer. Pero es igual tú tieso en tus trece, que a buena hora si me lo dices al hacernos novios, da gracias que después de la pedida yo no podía dar la campanada, que si no..."

Cinco horas con Mario. Miguel Delibes

Lo primero que encontrabas según te ibas acercando al Instituto Cervantes eran esos vestidos de cartón piedra con el hueco donde tú ponías la cabeza, donde unos y otros se asomaban para que alguien les fotografíara… Estaban fuera en plena calle de Alcalá, haciendo las gracias a todas aquellas turistas y no turistas que pasaban por allí y querían inmortalizarse con otra indumentaria.

Ahora ya no están las figuras de la calle. Pero dentro del edificio, sigues encontrando la misma original exposición de vestidos confeccionados por algunos de los más grandes diseñadores de España, Bélgica y Hungría con el fín de "vestir" algunos textos de escritores de las mismas nacionalidades.

"20 trajes para Europa. Diseñadores dialogan con la escritura". Una exposición donde se pretende un diálogo entre distintas artes. "La moda está presente en la literatura mucho más de lo que pensábamos", dice Concha Hernández la comisaria de la exposición.

No se puede decir que las exposiciones del Cervantes no sean originales. Recuerdo ahora la que hubo hace unos meses de Neruda y sus conchas. A mí me gustan por eso. Es un reto intentar adecuar un traje a un texto. Puede parecer forzado, claro que sí, pero desde luego es un reto.

Modesto Lomba, presidente de la Asociación de Creadores de Moda de España, evoca las "mariposas amarillas" y los alacranes que aparecen en un pasaje de "Cien años de soledad", del colombiano Gabriel García Márquez, con un vestido en amarillo fuerte con el sello de la marca Devota & Lomba:
La obra de Modesto Lomba estuvo presente también Bélgica y el diseñador subrayó a Europa Press que "hablar de 'Cien años de soledad' es hablar de la simplicidad y complejidad, elementos que están presentes también en Devota y Lomba". Asimismo, trazó un paralelo entre moda y literatura, detallando que "muchas veces los escritores utilizan la descripción de la indumentaria para explicar el personaje".
 

Mientras que Ágatha Ruiz de la Prada interpretó a 'Iona llega con la lluvia', de Álvaro Mutis, con un colorido vestido a rayas. Davidelfín se encargó de dar forma a las palabras de Antonio Gamoneda en 'Exentos II' y Jesús del Pozo buceó en el universo de 'Los años con Laura Díaz', de Carlos Fuentes, con un modelo plisado. 

Lucchino ('Soles', de Juan Gelman), Carmen March ('Cinco horas con Mario', de Miguel Delibes), Hannibal Laguna ('Latitud', de José Ángel Valente), Miguel Palacio ('La reina de las nieves', de Carmen Martín Gaite), Purificación García ('Jardín', de Dulce María Loynaz), Amaya Azuarga ('Delirio y destino', de María Zambrano), Roberto Torreta ('Carlota Fainberg', de Antonio Muñoz Molina) y Lydia Delgado ('Barrio de Maravillas', de Rosa Chacel) completan el grupo español.

"No quiero más que estar sobre tu cuerpo
como lagarto al sol los días de tristeza ..."

Latitud. Ángel Valente

De Bélgica, figuran los diseñadores Michaël Guerra ('La noche', de Émile Verhaeren), Katrien van Hecke ('La pena de Bélgica', de Hugo Claus), José Enrique Oña Selfa ('Ni de Eva ni de Adán', de Amélie Nothomb) y Anna Heylen ('Treinta', de Stefan Hertmans), mientras que entre los húngaros están Tamás Náray ('La puerta', de Magda Szabó), Miklós Pazicski ('Los días contados', de Miklós Bánffy), Kati Zóob ('Confesiones de un burgués', de Sándor Márai) y Natalia Gyulai ('A pesar de la interdicción supe que eras tú', de Zsuzsa Takács).



"Yo hace tiempo que no veo a mi ángel
de la guarda, ¿Y tú al tuyo?..."

La pena de Bélgica. Hugo Claus

La exposición es un proyecto de la Presidencia Española de la Unión Europea organizado conjuntamente por el Instituto Cervantes, el Ministerio de Cultura, el Instituto Español de Comercio Exterior y la Asociación Creadores de Moda de España.




Del 15/04/2010 al 23/05/2010

Lunes a sábados de 11 a 14 y de 17 a 21 h. Domingos y festivos de 11 a 14 h.

Instituto Cervantes - Sala de Exposiciones

c/ Alcalá, 49
28014 Madrid

jueves, 6 de mayo de 2010

"El eco de los días vacíos" Relato corto de Rocío Díaz




El eco de los días vacíos

Me siento solo. Muy solo.

Muchas mañanas, después de comprar el periódico me paseo hasta la estación de metro más cercana y me siento a esperar como quien aguarda el siguiente tren. Solo que yo veo pasar uno y otro y otro más, y después aún otro, y tras ese algún otro, y el que va detrás, y quizás hasta alguno más. Pierdo la cuenta. Porque no subo a ninguno de ellos.

Aún así, procuro actuar como el resto: de vez en cuando miro el reloj, cómo quién va con hora a cualquier sitio; en ciertos momentos me levanto y paseo por el andén, aparentando una impaciencia que no siento; y en otros, hasta me aprieto a los que están en ambos lados de las puertas del vagón, como quién confía en entrar cuando al fin se abran. Yo siempre soy uno de esos que, cómo ya no caben, qué mala suerte, tienen que esperar el siguiente. Entonces ensayo la mueca de hastío, de enfado, de resignación o de indiferencia. Según toque ese día.

En el metro se está calentito. Calentito y muy acompañado: niños y mochilas, mayores y carteras, jóvenes y carpetas. Escolares, estudiantes, amas de casa, ejecutivos, funcionarios, empleados, dependientes, opositores. Todos pasan por allí, todos van deprisa, muy deprisa, en todas direcciones. Dando calor. Andenes matinales. Pisadas apresuradas aún con sueño. Compañía.

Millones de pies que marcan el compás del movimiento. Movimiento del sonido de las puertas al cerrarse, del billete por la maquinilla, del traqueteo del vagón, del pitido al marchar el tren de cada estación. El movimiento es compañía. Y las voces. Voz anónima que avisa de avería, voz de venta del abono transportes que interesa, voz ciega que canta el número del cupón que lleva. Las voces son compañía. Notas que escapan del instrumento que suena en los pasillos, el murmullo del que pide limosna en el rincón, las personas que charlan. La música es compañía. Las pisadas y el bullicio. El movimiento, el alboroto. Los saludos, las sonrisas, la prisa, tanta, tanta prisa... La gente, el ruido, las voces, las risas, la gente... Compañía, bendita compañía.

Tanta que a mi soledad le brillan los ojos, se le agita nerviosa su triste alma, y no puede parar quieta de emoción. Y soy tan feliz con sólo verla, que no me importa estar allí horas y horas, llenando mi tiempo de otra prisa y su alegría, dejando pasar vagones y vagones.

Hasta que el ruido va poco a poco apagándose y son menos las pisadas y menos los billetes por la maquinilla y menos los trenes, menos la música en los andenes. Y pasada la hora que ha vuelto el estudiante y el ejecutivo, el funcionario y el dependiente, pasada la hora en que ha cerrado el puesto la ONCE, ha recogido los bártulos y las monedas el músico de enfrente, el silencio crece, se derrama, se extiende, me ahoga… Y vuelvo a sentirme solo, muy solo.

Doblo cuidadosamente mi periódico, tomo a mi soledad de la mano, y me vuelvo a casa.

¡Hasta mañana! Grita mi voz que se desliza errante entre túneles, pasillos y vagones.

¡Hasta mañana! ¡Hasta mañana! contesta el eco.

©Rocío Díaz Gómez
 
 
 
 
Relato seleccionado para publicación en el VII Concurso de Relatos para Leer en Tres Minutos 'Luis del Val' de Sallent de Gállego. 2010.

martes, 4 de mayo de 2010

Ángel González y el viento... Primera evocación




Porque hoy hace viento, mucho viento en Madrid. Porque sopla y suena  y se siente en las ventanas y dentro de ellas. Porque aún esta cercano el día de la madre. Porque uno de mis poetas es Ángel González. Por todo eso, quizás, mi memoria, sin remedio, me ha devuelto hoy de pronto este poema que os dejo... precioso.



PRIMERA EVOCACIÓN (1956)


Recuerdo
bien
a mi madre.
Tenía miedo del viento.
Era pequeña
de estatura,
la asustaban los truenos,
y las guerras
siempre estaba temiéndolas
de lejos,
desde antes,
de la última ruptura
del tratado suscrito
por todos los ministros de asuntos exteriores.

Recuerdo
que yo no comprendía.
El viento se llevaba
silbando
las hojas de los árboles,
y era como un alegre barrendero
que dejaba las niñas,
despeinadas y enteras,
con las piernas desnudas e inocentes.

Por otra parte, el trueno,
tronaba demasiado, era imposible
soportar sin horror esa estridencia,
aunque jamás ocurría nada luego;
la lluvia se encargaba de borrar
el dibujo violento del relámpago
y el arco iris ponía
un bucólico fin a tanto estrépito.

Llegó también la guerra un mal verano.
Llegó después la paz, tras un invierno todavía peor. Esa vez, sin embargo,
no devolvió lo arrebatado el viento,
ni la lluvia
pudo borrar las huellas de la sangre.
Perdido para siempre lo perdido,
atrás quedó definitivamente
muerto lo que fue muerto.

Por eso ( y por más cosas)
recuerdo muchas veces a mi madre:

cuando el viento
se adueña de las calles de la noche,
y golpea las puertas, y huye, y deja un rastro de cristales y de ramas
rotas, que al alba
la ciudad muestra desolada y lívida;

cuando el rayo
hiende el aire, y crepita,
y cae en tierra,
trazando surcos de carbón y fuego,
erizando los lomos de los gatos
y trastocando el norte de las brújulas;

y, sobre todo, cuando
la guerra ha comenzado,
lejos -nos dicen- y pequeña
-no hay por qué preocuparse-, cubriendo
de cadáveres mínimos distantes territorios,
de crímenes lejanos, de huérfanos pequeños...


(De Palabra sobre palabra, Barcelona, Seix Barral, 1998, p. 233)