Dicen queDicen que la palabra “gorrón”
nos viene de Alcalá de Henares, de su Universidad. Entonces había estudiantes
con recursos, y estudiantes sin recursos. Éstos últimos tenían que trabajar
para pagarse los estudios y utilizaban unos grandes gorros. Y con ellos eran
especialistas en colarse en todas las fiestas, de ahí el término que hoy se
utiliza despectivamente: “Gorrones”.
Dicen también que la expresión “ser
un manta” también viene de Alcalá de Henares, porque a los estudiantes con
suspensos se les colocaba unas orejas de burro y una manta. Estos recibían las
burlas de los compañeros o bien siendo manteados o bien echando sobre ellos “la
gran nevada”, una lluvia de escupitajos. De ahí viene aquello de “ser un manta”.
Cómo dicen
que durante los siglos XVI y XVII los padres que enviaban a su hijo a estudiar
a Alcalá les daban consignas del tipo: "Su merced vaya a visitar al
canónigo fulanito, o profesor menganito, o al beneficiado zutanito" y siempre
terminaban las frases con un "y no olvide visitar a su tío". Dicho
tío no solía existir pero era costumbre ponerle en esas recomendaciones. De
aquí la frase "Quien tiene un tío en Alcalá, ni tiene tío ni tiene
ná". Aunque no falta quién no está de acuerdo en esta explicación, y
por su parte dice que este refrán, tiene sus orígenes en la obra de teatro de
Carlos Arniches titulada precisamente con el nombre del “Tío de Alcalá”, y
estrenada en 1901 donde se hablaba de un tío inexistente a quién una joven pone
de excusa para quitarse a un pesado de encima… ¿Quién sabe quién lo dice bien?
Y dicen también, que la importancia
de su Universidad durante aquellos siglos del XVI al XVIII, le dio a la ciudad tal
renombre que además de la cantidad de estudiantes ricos y pobres que tenía,
atraía a muchos pícaros, secretarios de los nobles, prostitutas, pordioseros y
gente de mal vivir que venían a ver que provecho podían sacar de tanta juerga
estudiantil. De aquí las frases: “Alcalá de Henares muchas maldades”. O “Alcalaínos
borrachos y finos”. O “En Alcalá canta el cuco y cantará”, en el sentido de
que le pitarían las orejas a alguien porque su mujer le estaría siendo infiel
con tanto estudiante fogoso. El cuco (el
estudiante) canta y cantará (provoca y seguirá provocando) y muchas veces
tendrá “recompensa”.
Pero lo que yo digo, es el gusto de
pasear la bella Alcalá tan alegre, tan concurrida, tan llena de alcalaínos o complutenses,
una tarde de sábado de diciembre.
Digo sí, de la riqueza que esta ciudad
ha dado al lenguaje coloquial, pero sobre todo digo y diré siempre del placer de
pasearla despacito y sin prisa, bajo las luces de navidad, sin frío ni viento, pero
abrigada de risas y amigos.