Aunque afine el oído no voy a escuchar nunca el mar.
Aunque me la recorra entera, no aparecerá,
jamás,
uno de esos faros que, no preguntes por qué,
pero me fascinan.
Sin embargo,
a esta ciudad la llevo pegada a la piel.
Y aunque ande deprisa entre sus gentes
Aunque espere en sus semáforos
Aunque haga filas y más filas.
A esta ciudad la respiro.
Y aunque me duela cada bello edificio que destruimos.
Aunque me hiera cada esquina sucia,
cada pitido, cada empujón.
Me sé de memoria todas sus luces,
todos sus ruidos,
todas sus nubes.
Todos sus queridos
cielos.
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