Hoy es 5 de enero. La noche más mágica del año. 
Como es el día de los niños, os voy a dejar con uno de ellos. Se llama Carlitos y escribe una carta a los Reyes Magos. Ya os traje este relato hace tiempo al blog, pero me apetece recordarlo hoy otra vez. 
Es una carta fechada en el año 2003, ya os daréis cuenta por los juguetes que pide. 
Pero yo la tengo cariño porque fue premiada con el Accesit esa navidad 
en el V Certamen de Relatos Breves de Navidad de Navalmoral de la Mata. Y
 gracias a eso, fuí por primera vez a ese pueblo. Y recuerdo que fue una
 entrega de premios muy especial donde me recibieron con mucho cariño. 
Luego por esas cosas de la vida he vuelto un par de veces más a por 
otros dos premios, en otros certámenes, uno también de navidad y otro de
 mujeres. Y su recibimiento ha sido cada vez mejor. Además en el año 
2006 reunieron todos los cuentos de navidad premiados en los últimos 
cinco años, en un volumen muy elegante, con ilustraciones, que les quedó
 muy bien, la verdad. 
Desde el punto de vista de la escritura, ahora la releo y cambiaría 
muchas cosas. Supongo que es normal, han pasado seis o siete años desde 
que la escribí. 
Pero se merece, porque me trajo muy buenos momentos, que la deje tal como fue. 
Felices Reyes. 
Querido Melchor...
Madrid, 5 de diciembre de 2003
Querido Rey Melchor,
Yo no sé sí tu existes o no existes, como tampoco sé sí existen los 
otros Reyes, o si existe el Ratoncito Pérez, pero ahora les ha dado a 
los de mi clase por decir que a lo mejor no existes... yo no sé..., pero
 como dice mi amigo Sergio “existáis o no existáis lo que sí que existen
 son los regalos” así que como Sergio es el amigo al que más ajunto del 
mundo entero, yo me fío y por si 
acaso os mandaré otro año la carta... Además, que se lo cuento a la yaya
 que todos los años se sienta conmigo a escribir a San Pancracio “a
 ver si nos toca la lotería de Navidad” y dice que ella no va a dejar de
 escribir a su Santo digan los compis del “hogar ” lo que digan, así
 que yo igual, digan los de clase lo que digan, te escribo... Y aquí 
estamos los dos “la yaya” y yo merendando pan con nocilla y pensando qué
 poner, la yaya dice que lo primero
 es lo primero, y que antes de nada hay que ser educados y decir quiénes
 somos. Me llamo Carlos Hernando Rejas y mi yaya se llama Ernestina 
Pérez Sánchez, aunque todo el mundo la llama La Tina, como a mí que me 
llamo Carlos pero en casa soy “el niño” porque cuando llega mi padre 
siempre pregunta “Y el niño... ¿qué ha roto hoy?” y mi hermana la mayor 
dice... “Niñoooo, que la carne de burro no es transparente...” y mamá 
cuando me abraza dice ¡Ay... el niño de la casa...! así que para todos 
soy “el niño”. Bueno para todos menos
 para mi hermano Marcos, que tampoco me llama Carlos, sino Carlitos, con
 esa “i” de “microbio” y “mierdecilla” que dice siempre detrás de 
Carlitos cuando me llama a grito pelao para que todos en el parque se 
den cuenta de que YO soy su hermano pequeño, YO soy “el plasta al que 
tiene que cuidar” que es lo que siempre dice detrás
 de “Carlitos microbio y mierdecilla”, osea también YO. Pero aunque 
nadie me llame así, la verdad de la verdad es que me llamo Carlos y en 
algún sitio lo debe de poner porque en el cole el primer día cuando pasa
 lista el profe me llama así, y me lo llama, y me lo llama veces y 
veces, hasta que Sergio, que no sé si ya lo he dicho pero es el amigo 
que más ajunto, acaba dándome una colleja para me entere y conteste, 
porque me cuesta un montón de tiempo darme cuenta de que soy yo... pero 
¡Vamos! Melchor que tú me puedes llamar como quieras que para eso eres Rey... 
Rey Melchor te he puesto un “punto y aparte”, como dice mi profe, que es
 un “punto” que he aprendido hoy en mi cole, porque ya no sabía por 
donde me iba, a la yaya se le había
 quedado la dentadura enganchada al bocata de noci y no se podía 
separar... así un buen rato... hasta que he tenido que levantarme para 
ayudarla a desengancharse con mi superfuerza, le pasa mucho... Bueno 
pues que, me llamo Carlos y vivo aquí en el barrio de Canillas, te 
acordarás de mí porque todos los años yo soy el que más alto chilla 
“¡aquí, aquí...!” cuando pasáis en la cabalgata para que me tiréis un 
montón de caramelos... La yaya y yo llegamos muy pronto con el pan y la 
noci, nos sentamos en el borde y nos vamos comiendo el bocata hasta que 
oímos que venís... entonces corriendo llevo a la yaya a esconderse 
detrás de un coche y yo vuelvo corriendo a mi sitio, esto lo hacemos 
desde que a la yaya le pegaron un caramelazo bestial en toda la cara 
cuando gritaba bien alto “¡Aquí, aquí...!” y entonces desde que la 
operaron de cataratas dice que ella no puede arriesgarse... que ella es 
una abuela moderna pero que no está pa esos trotes de jugarse la poca 
vida que le queda en las cabalgatas... así que una vez que he escondido a
 la yaya bien escondida, me subo al
 bordillo y grito, grito, grito hasta el infinito... y cuando tengo las 
manoplas lleeeenas de caramelos, entonces , me vuelvo a buscar a la yaya
 y a casa que nos vamos los dos tan contentos comiendo caramelos 
mientras pensamos en todos los regalos que nos vais a traer... 
Otra vez Rey Melchor he tenido que ponerte otro punto y aparte, al profe
 le va a molar cuando le cuente mañana todos los puntos y aparte que hoy
 puse; contándote lo de la cabalgata no me estaba dando cuenta de que 
empezaban “los dibus” que me gustan, y casi me los pierdo, pero ahora que ya han terminado voy a seguir, y pasemos a lo importante, osea
 todas las cosas que quiero que me traigáis: La videoconsola de 
Nintendo, otra “gameboy”, todos los “action man” nuevos de este año, los
 pokémon que me faltan (que ahora no me acuerdo pero como tu además de 
Rey eres sabio seguro que lo sabes) un
 equipo completo de fútbol del Real Madrid ( mi padre ya no nos deja ser
 del atleti) diez u once peonzas para que me duren hasta el año que 
viene cuando volváis, un estuche de tres pisos con pinturas, 
rotuladores, plasti y ceras, con muchas reglas, lápices, bolís, goma y 
saca; otro patinete porque Marcos después de romper el suyo, me rompió 
el mío (él dice que fue sin querer pero ¡ya...!); otro libro de “Harry 
potter” y el de la “peli” de “El señor de los anillos”; ...He parado un 
momento para preguntar a la yaya que sí me estoy pasando pidiendo y 
después de un rato luchando contra la dentadura y el bocata me ha 
revuelto el pelo y me ha dicho “Mira niño, porque la yaya también me 
llama niño, todos sabemos que los Reyes son Magos así que por poder, 
poder, pueden traer todo lo que se 
les pida, pero Matusalén a su lado... un muchacho. Que te quiero decir 
niño, que seguro que ya les va doliendo la espalda como a esos “carcas 
del hogar”, y tendrán la artrosis, y la reuma... así que a lo mejor no 
pueden con todo...” Mi yaya siempre habla muy claro, ella y yo nos 
entendemos bien, así que nada Melchor
 yo sigo pidiendo y cuando os empiece a doler la espalda dejáis de meter
 cosas al saco. Sigo: Varios videojuegos para la Nintendo; otro 
Spiderman; las trampas del Spiderman; el auto de Spiderman, la bola 
mágica de Harry Potter, el castillo de Harry Potter... y de juguetes 
hasta que no echen en el buzón más catálogos ya no puedo pedir más...
Pero antes de terminar os tengo que poner lo de siempre, ya sabéis, 
quiero poder dormirme antes por las noches; en el techo de mi cuarto ya 
no caben más estrellas de esas que me pega mi madre para que cuente y 
venga el sueño, ya están todas ahí apelotonadas y aunque las pegamos con
 ese pegamento que pega hasta los dedos, hay tantas juntas que se 
despegan y toda la noche andan cayendo encima de la cama... como si 
lloviera, a lo primero mola, pero después ya... es un rollo. Además, la
 noche que le toca a Marcos hacerme compañía cada vez es peor... me ha 
dicho que Blancanieves ya se ha separado del príncipe y tiene otros 
novios, que el flautista tiene un montón de músicos que trabajan para él
 y ya ni tan siquiera tocan sino que hacen que tocan como en la tele, 
que el cerdito de los ladrillos ya tiene una “inmo no sé qué”, que dice 
que es una fábrica de hacer casas, y que se está forrando como el 
Cirilo, el del bar de enfrente... como es mayor sabe más de los cuentos,
 pero hasta que se cansa y dice que soy un plasta y que me duerma de una
 vez, se cabrea y termina contándome el de la “bella durmiente”, pero el
 de siempre, que sabe que no me gusta nada... y así hasta que al final se duerme y yo ¡hala! otra vez a contar las estrellas como todas las noches... 
La única que no se queda dormida antes que yo, ni me acaba regañando, es
 la yaya que dice que como es mayor tampoco tiene sueño pero es que ya 
me sé de memoria toda su vida, todos los novios que tuvo, todos los bailes, todo... y aunque ella dice que me lo cuenta al oído para no despertar a nadie, como
 está un poco sorda empieza bajito, bajito, pero al final termina dando 
unas voces que se despierta hasta el vecino de al lado que empieza a 
aporrear la pared chillando: “!Coño abuela, ¿Otra vez con eso? Si 
aquellos pretendientes tendrán ya mil años, joder con la abuela que 
noche sí, noche no, la misma matraca”... por eso, Rey Melchor, hasta que
 por fin los médicos encuentren la 
manera de que yo me pueda dormir por las noches como los demás, te pido 
otro año un poco más de sueño, un poco más solo, que yo creo que eso no 
ocupa mucho en el saco y casi no os va a pesar... 
Y bueno, que nada más, hasta que piense más regalos no te vuelvo a escribir, tengo que acabar deprisa que
 otra vez a la yaya se le ha enganchado la dentadura en el bocata y está
 ahí saltando y saltando como una loca y aporreando en la mesa para 
separarse... Ya voooy yayaaaa... ¡menos mal que me tiene a mí! 
 
Adiós Rey, 
Carlos, Carlitos o el niño.
©Rocío Díaz Gómez